Partida Rol por web

Una vez dentro del Eliseo sigo el plan trazado y permanezco a la espera de los acontecimientos.

- Veamos que nos depara el futuro inminente. - pienso.

No conocía a los allí presentes y tampoco tenía ningún interés en hacerlo.

Haz lo que tengas que hacer y yo te cubro las espaldas .Digo casi en un susurro .Pero estaría bien que me comentaras tu plan para saber si las cosas van saliendo bien o mal .Yo intentare pasar desapercibido tomando algo en la barra pero teniendote en mi campo de vision  asi que cuentame ...

Milos se acercó a User para hablar con la máxima privacidad. Cierto era que el local estaba lleno de gente y dos clientes potenciales más no deberían levantar sospechas pero en el mundo en el que los cainitas se acostumbraban a mover, cualquier precaución era siempre poca. 

- Ve a la barra e intenta hablar con los mercenarios. Hazte pasar por un comerciante... un anticuario... un posible contratador para ellos. Intenta que te digan el nombre de alguien lo suficientemente ducho como para robar un relicario, por ejemplo, de la Santa Sede y salir sin que nadie lo perciba... quizá conozcan a alguien con ese perfil y este sea el mismo que se hizo con el libro de Cappadocius. Yo interrogaré a aquel tipo solitario de allí. Parece huidizo y apostaría a que esconde algo. - concluyó haciendo referencia al tipo algo medio beodo.

Me acerco a   la barra y señalo una botella para  disimular  mientras Milos hace su labor espero a que el camarero llene el vaso  y adelanto una moneda a modo de pago.Me llevo el vaso a los labios sin llegar a probar el liquido  y aprovecho para echar un vistazo  dismulado al levantarlo

El complejo juego del Elíseo exigía saludos y respetos a todos.

Por eso lo único que hizo fue devolverle a quien lo hiciera e ignorar a quien no. Después de todo había venido a lo que había venido: aquello era ahora mismo una transacción de negocios inmediata vía favores y no una escalada de poder para conseguir cualquier otro objetivo, lo que sí ameritaría que lo intentara.

-Padre -dijo, acercándose- ¿Tiene un momento?
 

No os resulta fácil encontrar una taberna por el barrio en el que os halláis, los pocos transeúntes a los que podéis pedir información no parecen muy dispuestos a colaborar, pero gracias a las dotes dialécticas de Aricia os indican lugares un tanto alejados, refiriéndoos al barrio del Trastevere para ese tipo de entretenimientos dadas las altas horas de la madrugada que son.* 

De hecho, andando en círculos alrededor de la calle del colegio episcopal el ambiente es muy tranquilo.

Podéis ver carteles de librerías y talleres textiles e incluso una pequeña imprenta, pero no parece haber rastro alguno de una taberna cerca y cuando finalmente dais con lo que parece ser una tasca familiar en una de las estrechas calles delante de la cual habíais pasado ya un par de veces, sus puertas están cerradas.

Todos los del grupo que conversaban a un lado de la estancia os saludan con un gesto desenfadado y protocolario al percatarse de vuestra presencia en el elíseo y parece que siguen enfrascados en su conversación, algo que no alcanzáis a discernir si es pura fachada o verdadero desinterés.

- ...

El erudito levanta la mirada de sus documentos un momento en silencio, como si se acabara de percatar que había entrado alguien más en el gran salón. Durante unos instantes se limita a inspeccionar con detalle los rasgos faciales de Jäger, luego mira su atuendo y las herramientas que sobresalen en su indumentaria para finalmente volver a mirarle a los ojos.

- Un momento, claro.

Reposando sus manos con los pergaminos sobre su falda, se queda expectante.

Entonces una mano en el hombro de Sav requiere su atención:

 - La mas sincera bienvenida a la ciudad, mi nombre es Alesandro Folieri

El joven que habla ha dejado a sus otros dos interlocutores que siguen tranquilamente a un lado para reunirse con el Gangrel. Sin duda ha aprovechado que Jäger esta ocupando con otra conversación para abordar a Sav.

El duque Folieri le hace un gesto con la mano al gangrel, invitándole a dar un paseo por el salón para no interrumpir la conversación de Jäger y Tadeo.

- ¿Habéis llegado esta misma noche?

pregunta mientras da unos pasos hacia el centro de la estancia.

No podrías asegurarlo del cierto, pero el atuendo de dos de los aparentes mercenarios encaja con el del ejercito romano y al menos las botas manchadas de barro y las dos pistolas del borracho solitario con el que fue a hablar Milos se parecen bastante a las reglamentarias del ejército británico.

Las horas transcurren con pocos éxitos. Esto empieza a ser tedioso. Y al final, realmente, habría sido mejor empezar por la taberna.

- Sé que no es digno de una dama, pero como me sigan mirando como a una puta sin que yo lo busque juro por Dios, bendito sea en su gloria, que me como a alguien. - digo, sabiendo que ese añadido explicativo podría sonar sarcástico o burlesco a la mensión del Todopoderoso. - Esto de no conocer la ciudad ha resultado ser un bache mucho mayor de lo esperado.

Me aliso las ropas, en un gesto compulsivo y sin necesidad, antes de dirigirme a Giani. - ¿Qué opinas? ¿Probamos en Trastevere? ¿O algo más cercano? Realmente no sé cuanto tardaríamos en ir y volver de allá.

Y no se cuanta paciencia me queda...

Ejercito romano y un soldado ingles ?Pero que locura es esta ?.Miro de soslayo a los parroquianos intentando entender que pasa en este lugar pero sin dejar de observar las manos del interlocutor de Milos.

Huelo el contenido del vaso sin llegar a probarlo y una sospecha empieza a germinar en mi cerebro.Acaso hemos acabado en un local con vástagos?.Porque esto seria lo único con sentido o ser  victima de algún malkavian .Me acerco a Milos sorteando parroquianos y le toco suavemente en el hombro para llamarle la atención .

Observo como Jäger empieza a conversar con un ¿sacerdote? pero permanezco en silencio a cierta distancia suya para no importunarlos.

Lo que menos podía imaginar es que el que iba a ser importunado iba a ser yo.

Cuando noto una mano sobre mi hombro tengo que contenerme para no sacar las garras y destripar al insensato que lo ha hecho. Me giro hacia el osado.

- Si vuelves a hacer eso te arranco las entrañas. - pienso mientras observo detenidamente al tal Alesandro Folieri.

Asiento a sus palabras de bienvenida.

- Gracias. - digo en respuesta a su bienvenida.

- Así es. - respondo a su pregunta sobre mi llegada sin moverme del sitio mientras vuelvo a cruzar los brazos sobre el pecho.

Dije que permanecería cerca de Jäger y así lo haré y desde luego un maldito Ventrue no iba a alterar mis planes iniciales.

La busqueda resulta un tanto frustrante, no esperaba que roma se tomara tan a pecho su fama de ciudad pia. Se perfectamente que todos los hombres necesitan diversión, y que tengan que recorrer tan gran distancia para obtenerla es una necedad, pero así parece ser

Voy asintiendo en silencio a lo que me dice Aricia, sin que parezca notar su pequeña blasfemia

-Es un verdadero Bache si. Podríamos vigilar las idas y venidas del colegio, pero mas temprano, a estas horas esa vigilancia ya no dará fruto. Supongo que habremos de ir al barrio Trastevere y rezar por obtener algo útil. De ser una noche infructuosa mañana si vendría a vigilar el colegio apenas cayera la noche-

Jager se giró un segundo, para ver cómo Sav ESTABA JODIÉNDOLO TODO. Al parecer el camino del Gangrel era de alguna manera el de perder toda habilidad de supervivencia en pos de una especie de orgullo estúpido mal enfocado, en las noches que corrían.

-Señor -le dijo- No os sintáis tan aturdido que os permitáis rechazar la oferta de conversación del seor Duque. Después de todo ha extendido su oferta de buena fé, no por compromiso.

En otras palabras: tira y no nos pongas una diana en el pecho a ambos. 

"Bastante poco me sé ya tumbar aquí como para encima poner un foco"

-Gracias, Padre. Me preguntaba si podría ponerme en contacto con ciertos miembros de su rebaño.

Milos se acercó con paso lento y vacilante al tipo solitario y delgaducho del burdel. De forma sutil podría decirse que el gitano también había bebido más de la cuenta. Quizá no mucho... pero algo sí. Con las manos se iba sujetando en los respaldos de las sillas hasta llegar a su objetivo a quién, de forma decidida, fue a abordar con una sonrisa bobalicona en los labios.

- Fa... Fabio...? Ey... ¿dónde te habías metido? Te... te hemos estado buscando. ¿Me oyes, Fabio? Ha sido... bueno... por lo menos... ¿Fabio? ¿De verdad eres tú?

En un par de pasos ya estaba al lado del tipo y casi como si ya no se tuviera en pié, se desplomó en una de las sillas de la mesa que ocupaba el tipo.

- Ey... oups... creo que me he caído, Fabio. Fa... ey... tú... tú no eres Fabio. - apuntó con una carcajada como si el darse cuenta de su "error" fuera lo más divertido que le había pasado en toda su vida. - Pero... es... curiosísimo porque te pareces un montón a mi amigo Fabio. Pero no eres Fabio... ¿verdad? - apuntó con risas redobladas. - Yo... yo soy Sandro. San... dro... San... Como San-to... pero no... no soy ningún Santo. Seguro que sabes a lo que me refiero.

Milos apoyó los codos en la mesa y se acercó a su objetivo a apenas un palmo de su cara.

- ¿Tú no habrás visto a mi amigo? ¿Es un tipo muy escurridizo? ¿Le perdí la pista hace unos días? Habló de un encargo que le habían hecho según el cual debía entrar en el Vaticano... ¡¿para qué demonios habría de entrar en un lugar así de aburrido?! - completó alzando de nuevo la voz con el objetivo de mantener la charada que estaba representando. - ¿Has oído hablar de alguien así? ¿Qué le hicieron un encargo de recoger algo del Vaticano y luego... luego ya no se ha sabido nada de él?