Partida Rol por web

Sales de la sala tal y como entraste, al pasar al lado de Folieri sientes una gélida mirada pero no te barra el paso. Vuelves por el mismo camino y cuando llegas de nuevo a la sala principal ves como Jäger se encamina hacia el exterior guiado por el padre Tadeo. 

Acompaño a Tobby al callejón sin apartar mi mirada de la suya para evitar que se escape  en un momento de despiste por nuestra parte o de lucidez por la suya .Tu interroga Milos pero hazlo rapido y sobre todo habra que entrar por si alguien pasa que no nos vea .Me coloco de espaldas al callejón para ver los ojos de nuestra victima y la calle que queda tras él.

Sigo caminando hasta situarme cerca de Jäger pero sin articular palabra alguna. Ya ajustaré cuentas con ese bastardo.

Con el chico arrinconado en lo más oscuro de un callejón y paralizado por los ojos de User, Milos le agarra para que no tenga opción alguna de escapar y le amenaza con sorna

- Tsk, no soy de aquí, pero tampoco caerá la breva de que vosotros sí...

Los síntomas de embriaguez parecen abandonarle por momentos mientras su voz toma un tono lúgubre

- Sin poder salir de la ciudad y sin un centavo, era cuestión de tiempo que me acabara metiendo en líos y con un puñal en el costado. Lo que no esperaba era que me intentaran robar un camorrista gitano y un hechicero moro

bajando la mirada aceptando su maltrecha suerte

- Esto si ha sido una sorpresa. La misma que os llevaréis vosotros cuando registrando mi cadáver lo único que encontréis de valor sean mis botas y esas pistolas oxidadas.

su cuerpo vuelve a tensarse cuando la mirada se cruza de nueva con la del setita*

Hizo un gesto con la cabeza, discreto, para que le siguiera.

No le vendría mal si los Nosferatu decidían que era un riesgo que no iban a correr. De acuerdo, seguramente no lo hicieran porque les convenía, pero eso no quiere decir que no pueda pasar. No llega uno a esta edad tirando por "voy a tener suerte" en todos los caminos.

Milos rió entre dientes ante las palabras del extranjero.

- ¿Cadáver...? - comentó con sorna. - ¿Qué cadáver...? ¿Realmente crees que tengo intención de robarte? ¿Acaso mi socio tiene pinta de tener problemas económicos? ¿Problemas económicos que se puedan resolver robando a alguien como... tú? Vamos... Toby. Solo queremos información y... si te portas bien. Si nos dices que se cuece en esta ciudad quizá incluso seamos nosotros quienes te demos alguna "propina". Esas jarras de vino no se llenan solas, ¿verdad, Toby?

Voy mirando el camino mientras nos adentramos en Trastavere. Aquello era un lugar distinto, peculiar y, probablemente, peligroso. Más aún para una damisela, ¿no?.

Sonrío ante el pensamiento.

Al llegar a la taberna que parece algo más activa sonrío. Al fin algo ha salido bien. Esto era un mercado libre de explotar.

- O buscar a alguien del mercado negro que pueda saber algo de un preciado libro del Vaticano que ande dando vueltas por ahí, ¿no? - dirijo una mirada cómplice a Giani. - Veamos que se puede hacer. Las opciones son infinitas.

Entro en la taberna tras el ofrecimiento de Giani y miro alrededor, en la búsqueda. Alguien que bebiera a escondidas, en la sombra, asustado o alguien que pareciera dispuesto a querer gastar mucho dinero. Mis dos opciones principales, ya fuera porque el propietario no sabía como deshacerse del libro, el contacto con su contratante le hubiera afectado, o la venta del propietario o de un intermediario le hubiera dejado una buena suma de monedas dispuestas a ser gastadas en alcohol y alegrías.

La aparente ilusión de categoría que rezumaba el local des del exterior desaparece poco a poco al entrar. Mercenarios con botas, espadas y pistolas se apoyan en la barra o se sientan en torno a gruesas mesas de roble.

Atractivas mujeres, muchas de las cuales son obviamente prostitutas, revolotean por la sala o se acercan a los parroquianos. Camareras cuyas siluetas se recortan contra el fuego de la pared trasera van y vienen con bandejas llenas de jarras de barro, esquivando las atenciones indeseadas y las largas manos de los lascivos bebedores.

A la derecha, una pulimentada escalera conduce al piso superior y tras la barra se alza la mole de una figura que parece más la de un oso que un hombre, con rizada barba negra y brazos como ramas de árbol. Vestido con un mandil manchado de vino, vigila sonriente la relativa paz y quietud de su establecimiento.

Podéis notar como varias miradas se han percatado de vuestra entrada y alguno de los parroquianos se queda mirando a Aricia tratando de que sus miradas se encuentren, pero aún así no parecen demasiado sorprendidos con vuestra presencia. En lugar de ello se respira cierto costumbre a recibir todo tipo de visitas en éste local.

Al parecer no hay un solo bebedor solitario ni nadie que encaje al 100% con las expectativas de búsqueda de la Lasombra, en seguida caéis en la cuenta que si alguien esta despilfarrando el dinero probablemente se encuentre en las estancias superiores disfrutando de los placeres carnales que allí se ofrecen.

- En un minuto estoy con vosotros chicos!

Os dice una atareada camarera al pasar a vuestro lado.

Los dos os unís al viejo clérigo quien sin mirar atrás empieza a caminar saliendo del castillo y atravesando el puente a un ritmo no demasiado rápido pero sin detenerse.

Poco a poco os adentráis en callejuelas para salir en grandes avenidas y volveros a adentrar de nuevo en calles estrechas de sinuosos giros que os hacen perder la orientación. Una corazonada os dice que estáis dando rodeos, pero el padre Tadeo no parece bacilar y camina con seguridad unos pocos metros por delante vuestro.

Es entonces cuando una mano agarra del brazo a Sav obligándolo a pararse

 - Vamos, pasaremos un buen rato... acompáñame ahí detrás

Con descaro la prostituta agarra la mano de Sav y la guía entre sus enaguas, momento en que otra mujer de avanzada edad aprovecha vuestra pausa en el camino para asaltar a Jäger

 - Dame dinero, venga va... unas monedas

Esta claro que os habéis metido en un barrio de la peor calaña y vuestro guía se ha detenido también a la espera de que os permitan continuar.

Sonrío ante la "petición" de la prostituta.

- Cuando termine lo que he venido a hacer aquí tú y yo nos divertiremos. - digo sonriendo mientras acaricio las enaguas y su contenido.

Luego me alejo en pos de nuestro guía.

Una vez entramos me concentro en mis sentidos agudizandolos al máximo, especialmente el oido, ya que intento escuchar, una a una, las diversas conversaciones en la sala. Algo bastante complicado dada la confusión reinante, ir diferenciando conversación por conversación me va a costar un poco, así que hago un sencillo gesto con mi mano a Aricia para que se adelante

-tu guias ahora-

Aunque centrado en lo que oigo, mis ojos vagabundean por la sala en busca de algo destacable, sobre todo alguna librea o colores del colegio episcopal

Milos colocó su mano sobre el hombro de Toby y le acarició amistosamente. Su tacto firme trataba de dar confianza y calidez. Un murmullo surgió de su garganta... un sonido dulce y meloso que parecía acunar al interrogado. En unos segundos, pese a los efectos que la serpiente producía en la víctima, el cuerpo empezó a relajarse.

- Vamos Toby... sólo queremos hablar. Solo hablar... ¿de acuerdo? Y luego te podrás marchar. Cada uno por su camino... cuéntanos. ¿Por qué no puedes salir de la ciudad? ¿Qué sabes de un encargo dentro del Vaticano? La pregunta es simple.

Al ver que no encuentro lo que busco, me siento decepcionada, pero nada estaba siendo fácil hasta ahora. No iba a empezar ahora de golpe porque sí.

Cuando oigo a la camarera me giro hacia ella y asiento brevemente, buscando luego con la mirada un lugar en el que poder sentarme, preferiblemente en la barra, preferiblemente con poca gente cerca si la situación lo permite.

Sé que no es lo habitual, sé que voy a desentonar cuando lo haga, pero la noche ya no es tan joven y el amanecer se me apuraba a la espalda, por lo que me dirijo directamente al tabernero.

- Disculpa. - elevo un poco el tono, intentando llamar su atención.

No veo que progresemos mucho y yo no soy una persona paciente así que me fuerzo a permanecer en silencio para no estorbar la labor de Milos .pffffff.Resoplo frustrado por no poder ser de más ayuda .

Conocía las calles lo suficiente como para saber que estaban dando rodeos para ser desorientados y a los vampiros lo suficiente como para saber que dar muestras de haberse percatado de ello podría ser la peor idea posible.

-Aparta, mujer -dijo cuando la anciana se cruzó en su camino, como hubiera hecho cualquiera en su situación sin detenerse- Tenemos prisa.

Si le hubiera increpado alguien sobre la situación, se hubiera sentido sorprendido. No la había tirado al suelo, si estampado, ni golpeado como lo habrían hecho muchos, así que realmente no se podía quejar se sabía cómo era la vida.

En medio de la barra, tres mercenarios discuten en una mezcolanza de idiomas con un tono de voz demasiado alto y entre carcajadas etilicas, por lo que optáis por acercaros al extremo de la barra desde donde el posadero vigila todo el local.

El hombre a pesar de su imponente tamaño arquea una sonrisa afable cuando os dirigís a él

- ¿Puedo ayudaros?

Dice el cortesmente en un perfecto italiano.

Mientras, Giani a un lado hace uso de sus dones que le empiezan a traer señales de todo cuanto le rodea: el temblor de las sillas moverse y los pasos de las camareras por el local hacen vibrar los tablones bajo sus pies y un pequeño ratón de bosque corretea entre los cimientos alterado por lo que ocurre encima de su cabeza. La carrera del ratón te lleva a cruzar la sala con la mirada, donde un grupo de mujeres cuchichea alrededor de una más jovencita.

"Vamos nena, ese tiene que ser tuyo. Ponle actitud, eres la más guapa de toda Roma"

Le dice una de las mujeres de escote genoroso a la chica morena, mientras otra por su lado le susurra a una tercera sin que las otras dos la oigan

"No lo va a conseguir, pobrecita esta noche dormirá en la calle"

Entonces sientes un olor a jazmín descender por las escaleras y sigues el aroma hasta la planta superior con tus sentidos. Allí los gritos de placer y los ruidos de fornicio asoman detrás de cada pared. Tu atención se interrumpe en el momento en que sientes una mano posarse en tu brazo izquierdo, es la chica de antes, la joven de piel morena.

- Disculpa, esto... ¿bu-buscas compañía?

- ¿Que me aparte? Maldito engreído,

La mujer escupió al suelo, mientras por su cuenta la prostituta apretó un segundo el brazo de Sav antes de soltarlo y dar un paso hacia atrás.

El viejo Tadeo se había acercado con su habitual cara de pocos amigos y la prostituta lo miraba desconcertada como si temiera algo que hubiera visto en el parroco.

Entonces la vieja vagabunda se echo a reír a carcajadas, burlándose con descaro de Sav

- Largo

La prostituta salió ahuyentada y el eco de sus pasos se perdió entre la niebla de los callejones

- ¿Tenéis demasiada prisa para ayudar a una pobre necesitada?

En el lugar donde estaba la mujer andrajosa pidiendo limosna, ahora veis un rostro desfigurado con clapas de pelo apelmazado cubriendo una piel gris macilenta protegida por una película de suciedad que brilla bajo los pocos rayos de luna que se filtran entre los tejados. Al contemplar su verdadero aspecto también os hacéis partícipes del hedor que desprende aquel amasijo raquítico de carne con los ojos hundidos y labios a penas existentes.

No se os escapa el deje de ironía y burla de sus palabras.

- Es el miedo, de acuerdo?!

Toby escupe las palabras con el rencor de alguien avergonzado por pronunciar una verdad en voz alta

- No quería convertirme en un puto borracho en un callejón cuando dejé el ejercito inglés hace cinco años, pero arriesgar el cuello para que unos gordos y ricos mercaderes se vuelvan más gordos y ricos no es precisamente algo del agrado de nadie. Además, ni si quiera hay trabajo... y menos para un desertor.

El chico parece sereno a medida que avanza en su discurso

- No se nada de ningún encargo del Vaticano, los de allí dentro no se relacionan con los de nuestra calaña. Lo único que me ha llegado en meses ha sido el maldito "trabajo de suiza", y no digo lo de maldito porque sí.

El chico traga saliba incómodo

- He visto como ese agente organizaba el mismo viaje dos o tres veces más a lo largo de este año, y nunca se ha vuelto a saber de los hombres contratados. Nobody, eh? es posible que alguno encontrara un trabajo en Basilea, pero al menos alguien debería haber vuelto a Roma y se le habría visto por la posada de los tres leones. No es el caso.