Partida Rol por web

La anciana continúa sin inmutarse

-Malgastáis incluso las oportunidades y preciosos recursos que Dios pone ante vosotros. ¿No veis que aquí, acobardados, están los espías perfectos?

-¡Pero son desconocidos e indudablemente débiles! ¡Podrían volverse en contra nuestra en cualquier momento, anciana! -se burla Hardestadt

- ¿Y arriesgarse a las iras de esta recién creada unión de las legiones de todos los Vastagos? Tendrían que estar todavía más locos que los conspiradores, que apenas son lo bastante fuertes para mantenerse frente a vosotros!

Hardestadt parece estar reflexionando las palabras de la anciana:

-¿Pero por qué iban los conspiradores a fiarse siquiera de estas patéticas criaturas? Si yo fuese el traidor Claudius Giovanni, acabaría con ellos apenas cruzasen mis dominios

-¿Y qué si lo hace? Si mueren, muertos están, y vosotros no perderéis nada que no perderíais de matarlos vosotros mismos

-¡Está tan loca como un Malkavian! -escucháis comentar a alguien pero no sabéis quien

-Puede que todavía más. Pero he podido ver que estos indignos novatos tienen un importante papel en nuestros enmarañados planes. ¡Mirad, este huevo ha sido puesto al amanecer! -dice la ancciana mientras saca un gran huevo de gallina con un floreo.

Recorriendo la hilera de prisioneros una vez más. La anciana pasa el huevo por encima de la cabeza de cada personaje, haciendo que lo beséis, aunque sea pasandolo por vuestros labios en contra vuestra. Después, casca el huevo derramando su contenido en un pequeño tazón. Incluso Hardestadt parece sorprendido al ver sangre brotando del inocente huevo

-No soy una inexperta en las artes de mi gente, y puedo deciros que esto es una señal de que estos pollitos están destinados a tener un papel en este largo y sangriento drama. Qué papel exactamente, aún está por verse... ¡pero se les debe permitir que lo interpreten!

Todos los presentes contemplan cuidadosamente la sangre y la cáscara de huevo en el tazón.

-Tus adivinaciones gitanas no han fallado nunca, pero no me fío del todo de ti. De todas formas, el tiempo avanza, y estoy cansado de esto. Será mejor que no te equivoques en un asunto tan crucial, anciana. Que así sea: perdonaremos la vida de estos miserables neonatos para que puedan rastrear como perros a quienes violan las Tradiciones de Caín

Hardestadt se vuelve hacia vosotros y clava su escalofriante mirada en cada uno de vosotros mientras habla:

-¡En esta noche de 5 de abril de 1444, declaro anatema a Giovanni y sus compañeros de conspiración! Nunca más recibirán socorro de otros chiquillos de Caín. ¡Serán perseguidos hasta el fin del mundo, y allí donde sean encontrados se les quemará por su sacrilegio! -golpea su puño envuelto en un guantelete contra la palma de su otra mano-. ¡Y vosotros seréis nuestros perros! Perseguiréis a vuestros padres y madres, destruyendo a quienes ilícitamente os dieron la no vida. Y si no lo hacéis, os uniréis a vuestros progenitores en el anatema... ¡y ni dios ni demonio de la Estirpe o el ganado os salvará de mi cólera!

Ansiosa por seguir devorando a aquel hombre, me costó comprender que no iba a poder escapar de mi apresador el tiempo suficiente hasta que la anciana llegó hasta mi y me obligaron a darle la mano. Con su arañazo me confirma que era ella a quién debía haber pedido las cosas porque, en cuanto el extraño ritual concluye, una nueva discusión surge a su vez, esta para ver si acababan con nosotros o nos esclavizaban con lo que definían como vínculo de sangre. Fuera lo que fuera, se intuía que debía de ser algún ritual y que, si estaba nivelado a matarnos, debía ser poderoso, y que aquel que me sujetaba fuera partidario de asesinarnos me obligaba a tragarme mi orgullo, al menos hasta que se decidieran.

El problema vino cuando empezaron a perder los papeles, llegando al insulto directo cuando perdieron los argumentos. Justo como unos niños malcriados y como tales, el siguiente paso sería la lucha. ¡Estos eran los gloriosos monstruos que aterrorizaban a los conspiradores! Me daban asco. Más aún entendía por qué nuestros creadores no se doblegaban ante ellos.

No fue sorprendente que la gitana volviera a intervenir con otro artificio, uno en el que participé gustosa conociendo que era la única con medio cerebro, sin embargo tampoco se me escaparon sus palabras. Por lo visto tendríamos un papel en este juego, o eso pretendía hacernos creer, por lo que a su juicio debían dejarnos desempeñarlo. No importaba de qué se tratara y eso iba a darnos una gran libertad, si es que convencía a Hardestat.

Y lo logró. Para mi gran sorpresa lo logró, señal inequívoca de que ella sería a la que menos podríamos subestimar. Y que Hardestat, como buen perro, jamás nos dejaría marchar.

           - Me alegra que finalmente haya decidido señor Hardestat darnos la oportunidad de demostrar nuestra valía, pero como usted mismo ha dicho antes ... si solamente nos liberan evidentemente sospecharan de nosotros y nos eliminaran o se desaparecerán antes de que podamos ayudarles ... así que se me ocurre una idea para que sea menos sospechoso ... después de explicarnos lo necesario acerca de nuestra nueva naturaleza, nuestras responsabilidades, derechos, necesidades, habilidades y debilidades .... tal vez nos dejaran marcas de tortura y eliminaran a algunos antes de enviarnos como esclavos con mortales que nos lleven por alguna ruta cercana a la posada donde nos conocimos y allí un grupo de bandidos asaltará la caravana, para permitirnos escapar en la pelea!  -          Se atreve a proponer la duquesa Borgia al señor Hardestat y al resto de los presentes cuando guardaron silencio por un momento y le permitieron proponer la idea que desde hace rato le rondaba por la cabeza, tras haber puesto atención en la reacción tan diferente de Hardestat y cada uno de sus aliados antes de terminar de decir:

           - No tengo duda de querer vengarme de la mujer o vampiresa que mató y después me convirtió en uno como ella, sin embargo cuando estuvimos cerca de ellos demostraron que tenían una facilidad de poder controlarnos a cada uno de nosotros y me gustaría saber si hay alguna manera que nos puedan recomendar de oponernos a dicho control sin que esto sea evidente para poder conspirar ahora contra ellos! -     Pregunta María al señor del castillo y sus aliados, pero al final pone su atención en Durga Sin, quien por un momento le pareció haberla visto antes en otro lugar ... pero no estaba del todo segura desde la pared en la que aún se encontraba encadenada

Sigo atentamente el desarrollo de los acontecimientos. Estos vampiros me parecen igual de locos que los que nos la jugaron, pero finalmente optan por dejarnos con vida. Entonces escucho a la duquesa proponer que "eliminen a alguno" y un escalofrío me recorre. ¿Se ha vuelto loca? Espero que si eliminan a alguno empiecen por ella. ​​​​​​

Meneo la cabeza. En cualquier caso, creo que darles a nuestros captores ideas de como actuar viendo su nivel de paranoia no es lo mejor. Y darles ideas de dejarnos marcas de tortura... En fin.

El hecho de que le arrancarse la cabeza a un hombre ni me sorprendía la verdad. 

Tras aquella muestra de poder por parte de Hardestadt, Etienne decidió permanecer en silencio. Su cabeza y el resto de su cuerpo habían estado siempre muy unidos, y sospechó que separarlos le causaría gran disgusto.

Además, estaba claro que no podía hacer nada, salvo mirar hacia arriba, rezar en silencio, encomendarse al Creador... y esperar.

De esta forma, sin separar sus labios, asistió a una discusión que más bien parecía el parlamento de unos locos, en el que la tal Camila proponía histéricamente comérselos, y el leproso, hacerles esclavos; también observó el extraño ritual de la vieja gitana que había presenciado su interrogatorio.

Mirando con desconfianza y no poco resquemor a la vieja que le había arañado, dio un rápido beso al huevo, diciéndose que más valía colaborar con aquella superchería y ver hasta dónde llevaba. En efecto, esa brujería pareció convencer a su captor, que decidió un destino más favorable para todos ellos.

 - Os traeré la cabeza de quien me convirtió en un monstruo - respondió Etienne, con toda la altivez que pudo manifestar estando como estaba atado e inerme -  Y, después, ¿qué?

De paso, no pudo evitar responder a la propuesta de la duquesa de eliminar a algunos.

 - Buena idea, mi señora: todos entendemos que os presentáis voluntaria, y os estamos agradecidos por ello.

Contempla toda la escena en silencio sin saber muy bien que esperar, discuten entre ellos sobre nuestro destino delante de nuestras narices y la situación resulta entre ridícula e insultante

La escena del huevo en su plenitud le incomoda y le repele hasta el punto de retorcerse un poco en su sitio, en concreto cuando le toca vesarlo, pero después de lo vivido estas dos ultimas noches ya nada parece que pueda sorprenderlo del todo.

Optan por dejarlos vivos y usarlos. Suspira aliviado. Tendrán al menos una oportunidad de venganza, de sangrienta venganza.

Luego de eso la duquesa sigue con sus verborreas, tortura mas infernal que no se callase esa mujer ni un segundo ni en la situaciones mas críticas. Niega con la cabeza y vuelve a suspirar pero esta vez de frustración.

-No conbatímos en el salón de Guivanni a ultranza para ahora sacrificar algunos de nosotros para tan chapucera artimaña, suiccidaros vos y libradnos ya de vuestra palabrería, mujer. -No lo dice, solo lo pìensa y lo único que se lo impide es que no procede delante de sus captores discutir entre ellos.

Etienne en cambio si que formula una cuestión interesante. -Eso, ¿Luego que? ¿Se nos perdonará la vida y nos enseñareis las tradiciones de Cain que habeís mencionado y adaptarnos a esta nueva vida?

Doña María parecía olvidar que, con Paolo, ya habían sido dos los muertos en esta lucha. Por otro lado, el francés y su escudero hacían preguntas interesantes, pero sumamente fáciles de responder.

- Tras una batida, los perros vuelven a las perreras... O quedan donde murieron.

Respondo como si fuera lo más obvio del mundo.

Observé cómo Hardestadt le arrancaba la cabeza a Paolo sin mostrar el menor atisbo de piedad. No había conocido al joven abad, pero la forma en que lo ejecutó resultó horrible, estremecedora, aunque no pude evitar pensar que era justa. Al fin y al cabo, Bilyana había dado muerte a uno de los hombres de Hardestadt, pese a que el señor del castillo no era el verdadero enemigo. Una vida por otra.

Escuché discutir a Hardestadt y los suyos con aquella anciana, Durga Syn, quien a pesar de su débil aspecto parecía ser tenida en cuenta por Hardestadt y sus aliados como si fuera una más. Finalmente, la mujer les había convencido de que debían perdonarnos la vida y utilizarnos como espías y perseguidores de Claudius Giovanni y sus compañeros conspiradores.

Ya suspiraba aliviado cuando, de pronto, escuché que la duquesa proponía que se eliminase a alguno de los integrantes del grupo. Hice un rotundo gesto de negación, incapaz de creer lo que decía. ¿Acaso la mujer había enloquecido? La respuesta de uno de los guerreros, el caballero francés, no pudo ser más contundente.

-Si se nos da la oportunidad, buscaré a Wenceslas y me encargaré de que pague por lo que me hizo -afirmé con rotundidad, observando a Hardestadt-. No le mataré. No es lo que quiero. Matarle sería demasiado rápido para lo que merece. Pero ustedes... Ustedes podrán juzgarlo. -Todo indicaba que Hardestadt y los suyos sabían cómo quebrar con facilidad a otros de entre los suyos, que someterían a Giovanni y los otros a toda clase de duras torturas-. Les traeré a Wenceslas.

-Creo que no hace falta más que verme para saber que si puedo encontrar a la que me hizo esto y despiezarla con mis propias manos no dudaré un instante.-Digo alzando la mano y cerrándola en un puño.-¿Necesitáis una prueba más allá de mi aspecto?

La cabeza de Paolo arrancada lo hizo estremecerse ¿Como podía haber ocurrido eso? Con las manos desnudas....

El servilismo no había servido de nada, la mujer anciana los había perdonado la vida, pero parecía la única en tener cierta fe en ellos, sus compañeros eran una jauría complicada de manejar incluso por si mismos y eso de ser espía le ponía inequivocamente en el camino de volver a ver a aquel canalla que le había despreciado.

¿Las legiones de los muertos? ¿Anatema? ¿Malkavian? Palabras y expresiones se agolpaban sin sentido en su mente.

Pero vivirían unas horas mas al menos, lo bastante como para obtener unas respuestas, lo bastante como para evaluar sus opciones, eso les daba margen, pero ahora con tanta sangre solo podía pensar en que tenía sed.

- Si, señor - Dijo Antón y sería todo lo que dijera por el momento.

dios lo tenga en su seno y le perdone cualquier sacrilegio cometido bajo esta forma-dijo Albert al ver la muerte del Hermano Paolo, esperando que se pudieran reunir en los salones de dios.
Lo que nos pedís es una locura, si volvemos se preguntaran porque seguimos vivos y no nos ejecutaron sus enemigos, que pretendéis que hagamos ante eso... - la queja tenía su fundamento, y la verdad Albert no quería volver a ver a ninguno de aquellos demonios, solo quería seguir su carrera de médico e investigar las posibilidades que su nueva condición le ofrecían, en ningún momento esperaba que la venganza contra Giovanni y sus secuaces tuviera que tomarla de su propia mano, un médico era alguien que debía proteger vidas, no quitarlas pese a todo  la insaciable sed que había surgido al ver la sangre de aquellos soldados seguía presente haciéndole dudar de su convicción de no matar por aquello que sin duda ahora necesitaba con premura

           - Me alegra que finalmente haya decidido señor Hardestat darnos la oportunidad de demostrar nuestra valía, pero como usted mismo ha dicho antes ... si solamente nos liberan evidentemente sospecharan de nosotros y nos eliminaran o se desaparecerán antes de que podamos ayudarles ... así que se me ocurre una idea para que sea menos sospechoso ... después de explicarnos lo necesario acerca de nuestra nueva naturaleza, nuestras responsabilidades, derechos, necesidades, habilidades y debilidades .... tal vez nos dejaran marcas de tortura y eliminaran a algunos antes de enviarnos como esclavos con mortales que nos lleven por alguna ruta cercana a la posada donde nos conocimos y allí un grupo de bandidos asaltará la caravana, para permitirnos escapar en la pelea!  -          Se atreve a proponer la duquesa Borgia al señor Hardestat y al resto de los presentes cuando guardaron silencio por un momento y le permitieron proponer la idea que desde hace rato le rondaba por la cabeza, tras haber puesto atención en la reacción tan diferente de Hardestat y cada uno de sus aliados

Que locuras dice ,ya ha muerto demasiada gente entre nosotros y sin duda algunos de los vivos merecían mas ese destino- comenta con desdén hacia el estúpido plan- aparte entre nosotros  hay quien ha mostrado simpatía extrema con los que nos han hecho esto pese a ser utilizados como carne de cañón, sin duda nos traicionaran a la primera de cambio para lamberle los pies a Giovanni y compañía, quizás esa gente no debería participar en esto- dice posando los ojos deliberadamente sobre Anna Katarzyna  

Por un momento me tienta demostrar al tipo este lo que me intimida su gesto, pero sé que para él no sería ni una molestia. Miro al resto, todos encadenados, nadie que...

Chasqueo la lengua, enfurecida. Pero finalmente acepto que vuelvan a encadenarme. Y ahí está, la jauría de locos, hablando de cosas sin ser capaces de defender sus posiciones de forma civilizada.

Entonces veo la diferencia entre estos y los otros. Hay alguien con cerebro entre ellos. Miro a la bruja y su ritual, y como convence a Hardestadt de nuestra valía como perros de caza. La miro y luego al señor del castillo.

Yo soy buena guerrera. Lucho bien, o eso creo. Pero contra poderes que afectan el cerebro, ¿qué puedo hacer? Además, si los traidores son tan poderosos y ños encontramos, ¿qué? Nos matan y listo. ¿O acaso tendremos cazadores que vayan tras los perros?

Después de lo visto en las últimas horas el hecho de ver al tal Hardestadt arrancarle la cabeza a uno de nuestros nuevos compañeros no me impresiona apenas. Asisto a la discusión de los demonios indolente, como únicamente el espectador que puedo ser en estos momentos. Y la anciana; la bruja. Esas hechicerías no me son extrañas. En cada poblado y en cada bosque de mi tierra pueden encontrarse brujas y adivinas. Provocan respeto, por supuesto, no sé qué puede haber de verdad o mentira en eso. Pero sólo había oído hablar de estas criaturas en el pasado. ¡Y yo era uno de ellos ahora!.

- Nada me gustaría más ahora que mirar a los ojos a quien me hizo esto, demonio - le digo -, mientras sostengo su cabeza cercenada. Aunque no disponemos de mucha ventaja, ¿no es así?.

Las ideas de la duquesa me causan asco y repulsa. Era de esperar de gente de su calaña. Manipulan, conspiran y embrollan las cosas demasiado, siempre para su propio beneficio. Me arranca una carcajada.

- Señora - no oculto mi desprecio -. Semejante preparación sí que despertaría sospechas y, si tuvieran dos dedos de frente, acabarían con nosotros a la primera de cambio. Es demasiado evidente. Sería más sensato decir la verdad, que nos dejan ir para acabar con ellos. No somos nada para ellos. Vos misma habéis visto cómo nos controlaron. De seguro tratarían de usarnos para que espiáramos a nuestros captores - concluyo con una sonrisa carente de humor y señalando a los demonios.

Se mostraban muy optimistas, pero la vieja tenía razón. Había muchas opciones de que acabáramos muertos y por eso no entendía cómo se mostraban tan seguros de cumplir el objetivo que nos exigía Hardestat. Por otro lado, como bien había dicho Mctagger, había mostrado simpatía hacia algunos conspiradores y ahora además entendía el por qué andaban enfrentados a este grupo. No obstante, ante semejantes palabras no vi la necesidad de contener mi lengua, aunque estaba por ver si alguno de los presentes llegaba a entenderme.

- Las buenas palabras siempre han abierto más puertas, además el Diablo está en los detalles.