Partida Rol por web

-S...si, desde luego. Pasen por favor-.

El mayordomo os abrió la puerta dando lugar a un hall bastante amplio. El color blanco era el requisito predominante en paredes y techo, aunque este último estaba decorado con frescos de dragones, tanto orientales como occidentales, de diferentes formas y colores, que volaban ricamente decorados por los cielos celestes allí pintados.

A la derecha de la entrada se encontraba una doble puerta de madera blanca con cristal ámbar que distorsionaba la sala detrás de ella, impidiendo ver nada o a nadie, ya que allí parecía haber gente. A la izquierda se encontraba otra puerta de similares características aunque el cristal era trasparente, permitiendo ver una sala, como un estudio, con una extensa biblioteca y varios sillones para acomodarse.

-Si me hacen el favor de esperar aquí...- dijo el tipo con pinta de mayordomo, abriendo la puerta del estudio-...me encargaré personalmente de que se os atienda enseguida-. 

La decoración del estudio era de madera oscura con muebles que tenían pinta de ser de auténtica madera, o por lo menos, una réplica de gran calidad imitando madera.
Las estanterías estaban llenas de libros y las decoraciones acerca de dragones estaban por todas partes, asi como figuras o estatuillas de ellos. Una gran ventana tapada por dos cortinas pesadas de terciopelo azul con sendos dragones bordados en ellas cerraban la decoración del estudio.

- Mierda, a estos chicos les gustan los dragones - mencionó, al pasar, para liberar algo de tensión una vez que quedaron solos. Algo en el blanco impoluto de las paredes lo hacía sentirse incómodo.

Caminó por la habitación y miró por la puerta con cristal transparente. Imaginó que ese ventanal cubierto por cortinas de terciopelo podría servir como ruta de escape en caso de no poder usar la puerta principal. 

- Ojos abiertos muchachos, la última vez que un estirado me pidió que "esperara aquí" mientras organizaba mi atención, terminé rodeado de lacayos armados... -

Kenji sonrió ligeramente al ver que su insinuación había causado sus frutos y les llevarían adentro.
El lugar parecía la habitación de un adolescente flipado con los dragones que se había hecho grande y rico.
Pero no dejaba de resultar impresionante y Kenjuro observó el techo con cierta admiración.

Cuando llegaron a la sala de espera, escuchó lo que dijo Jamal y asintió.
Cierto, hay que estar atentos.
Supongo que nos observan de algún modo… así que mejor no llamar a atención por el momento. dijo, hablando en un tono bajo para intentar que sólo el Doctor y Frankie lo escucharan.

Francine sonrió mostrando sus afilados colmillos, si se estaban metiendo en la boca del lobo ella tenia mas dientes que el propio lobo. Se paseo en círculos un par de veces por aquel vestíbulo, observando cada detalle -Tranquilo Doctor-  dijo secamente mientras golpeaba con una mano el lado de la chaqueta donde guardaba su pistola. Termino por situarse al lado de la puerta por la que había desaparecido aquel mayordomo y dejo que su oído se centrase en aquella zona. 

Al cabo de un rato que os pareció demasiado largo, el mayordomo apareció de nuevo en el despacho. Tras una breve disculpa con reverencia incluída, el hombre os guió por un par de habitaciones lujosas donde su adoración a los dragones no era para nada disimulada y vuestro convencimiento acerca de que ese inusual club rozaba la locura, iba en aumento.

Tras accionar una tira bordada con motivos de dragones y borla de seda amarilla al final, un panel donde había un fresco de un dragón, se descorrió revelando un moderno ascensor, el cual, os llevó durante diez segundos hacia abajo, provocando vuestra sorpresa al abrirse las puertas.

Una cueva de paredes marrones iluminada con varias decenas de velas situadas en nichos de roca, se abrió ante vosotros. Allí, la ausencia de frescos, estatutas, grabados y bajorelieves acerca de dragones era inusual. El olor a incienso lo inundaba todo y tan solo una especie de rodillos de lo que parecía marfil con bordes dorados y extraños grabados adornaban una de las paredes.

Sin decir una sola palabra, el mayordomo encabezó la comitiva por un túnel sacado de alguna peli de fantasía, donde mas velas iluminaban el camino hasta llegar a una cámara enorme, donde las velas se convertían en cirios y colgaban del alto techo en lámparas de forja sujetas por pesadas cadenas.

Allí se encontraban unas cincuenta personas, ataviadas todas con túnicas de tela roja y basta. El bordado de dos dragones, uno oriental y otro occidental, en la parte trasera de las túnicas, destellaba reflejando la luz de las velas.

Todos los allí reunidos se dieron la vuelta para veros, haciendo un pasillo hasta el extremo de la cámara, donde un trono, lujosamente adornado con dragones dorados, albergaba a una mujer que llevaba la misma tunica que los demas y el pelo del mismo color rojo que la tunica.

"No esperaba que fuera tan fácil" pensó Ahmad, divertido "sin embargo, entrar siempre es sencillo".

- Me temo que no esperaba este tipo de reunión, sepa disculpar si no nos atenemos a la etiqueta apropiada - se excusó - Mi nombre es Ahmad Jamal. Mis socios y yo estamos investigando la muerte prematura de un dragón, espero que podamos ayudarnos mutuamente -

Extendió su mano pretendiendo estrechar la de la mujer. Dio un cauteloso paso hacia ella y esperó la reacción de los encapuchados.

-Nunca había oído tu nombre, Jamal-. Dijo con voz seductora la líder, mientras extendía la mano hacia la tuya en posición horizontal con la palma vuelta hacia abajo, en un gesto que claramente era una maniobra hábil para evitar darte la mano como a un igual, requiriendo a su vez que cumplieras con el protocolo de caballerosidad, y se la besaras.

Bleidd contempló desde el plano astral como el dragón se eleva majestuosamente y desaparece, aún envuelto en las emanaciones de sus poderosas e intensas emociones envolviendo su enorme cuerpo. No había conseguido establecer una alianza con la criatura, pero tampoco se había convertido en el objetivo de su ira, así que podía contarse como una victoria.

La forma astral del shamán retrocedió en cuestión de segundos hasta su apartamento, el lugar donde su cuerpo físico reposaba. Entró en él, y dejó pasar un par de segundos para que sus percepciones se habituaran de nuevo a las limitaciones de la carne. Tras experimentar la ingravidez del movimiento astral, el mundo físico siempre parecía lento y pesado, el cuerpo una especie de carga. Después de aquellos momentos de adaptación, cogió su commlink y envió mensajes parecidos a dos de sus contactos. Rhianna Dawnstar era su talismante, y en ocasiones habían sido algo más. Era una elfa de melena roja que tenía su negocio no muy lejos del Club Penumbra. Ahora mismo su relación era estrictamente profesional, pero era como las mareas, yendo y viniendo, subiendo con fuerza en algunos momentos solo para retirarse de nuevo al llegar las aguas a cierta altura. Sin embargo, confiaban el uno en el otro lo suficiente para que funcionara bien de aquella manera. 

-Rhi, soy Bleidd. Sé que te debo una por lo de Puyallup, pero escúchame. Creo que estoy trabajando en algo bastante gordo. ¿Has oído hablar de algo que está afectando a los dragones? No sé exactamente qué es, pero me iría bien toda la info que tengas al respecto. ¿Has oído algo parecido a alguno de tus clientes? Y, ¿has oído hablar de una especie de hermandad o culto que se hace llamar los Dragoons? Al parecer están formados por expertos en dragones, o adoradores quizá. Si puedes moverlo un poco por mí, a ver si alguna lengua se afloja, ya te deberé dos. Gracias, Rhi. Nem heł wičtmn*.

Después marcó el número de otra de sus contactos, con la que tenía mucha menos familiaridad y confianza. 

-Doctora Blue, aquí Bleidd. Necesito contactar con usted; tengo preguntas que requieren respuesta y quizá usted sepa algo del asunto. Dígame cuando y donde podemos hablar; le agradecería una respuesta con la mayor brevedad posible. Gracias.

Tras dejar el mensaje grabado, el shamán se levantó y caminó hacia una de las estanterías, donde guardaba sus libros sobre parazoología. Estaba intentando recordar todo lo que sabía sobre la raza de los dragones. Mientras empezaba a hojear algunos de los tomos, marcó por voz el número de Jamal.

-Doc, aquí Bleidd. He entrado en contacto con el ser que había estado sobrevolando el club Kraken. Efectivamente, era un dragón. No he podido sacarle nada, pero tampoco me ha aniquilado. Creo que no le vamos a tener en nuestra contra en este trabajo. He tirado el anzuelo con un par de contactos a ver si se sabe algo en la calle de todo esto. Pásale mi código de commlink a Diesel, necesito que me informe de la posición actual de Chester Fox. Le vigilaré desde el astral.

Kenji observó con una mezcla de admiración y escepticismo toda la pomposa decoración de la mansión.
Se notaba que los dragones les entusiasmaban y se notaba también que tenían recursos como para gastarlos de aquella forma tan recargada.

Quizás le sorprendió el lugar al que llegaron tras bajar por el ascensor, una especie de cueva subterránea con un ambiente a secta religiosa que le puso inconscientemente en tensión.
Observó con atención a los encapuchados y por supuesto a la Líder de la organización, una mujer que parecía sacada de alguna película medieval.

Kenji hizo una reverencia con respeto ante la susodicha, y se presentó de forma escueta tras terminar Jamal.
Soy Waveman; les agradecemos su hospitalidad a tan altas horas de la noche. Como ha dicho mi compañero, el asunto es urgente. lo dejó ahí, puesto que por ahora convenía que pensaran en Jamal como si portavoz y tampoco quería comenzar a llenarla de preguntas sin tener algo más de su confianza.

Jamal sonrió con simpatía. Una sonrisa muy practicada, riesgosa, que pretendía transmitir aceptación, algo de picardía y mucha seducción. Se inclinó y besó la mano de la pelirroja, sosteniéndola apenas un instante más de lo apropiado, para luego soltarla y levantarse.

- Seguramente nos movemos por círculos diferentes, por eso no has oído de mí - Ahmad trató de penetrar en su mascarada buscando grietas que pudiera aprovechar. Sin duda era una mujer fuerte, segura de sí misma, en una posición de poder. Acostumbrada a la sumisión de los hombres, un dejo de rebeldía podría atraer su atención, pero interpretar el papel de un hombre fuerte podría resultar fatal.

"Rebelde pero no posesivo" se recordó, "creo que puedo manejarla".

- Y aunque me encantaría tener la ocasión de conocernos mejor, mi compañero tiene razón, es un asunto de gran urgencia. Algo, o alguien, está enfermando a los dragones, y es una enfermedad letal. Responde a nuestros intereses dar con el origen de esta enfermedad y erradicarla. ¿Podemos contar con su ayuda? -

-Todo aquello que sea referente o relevante a los dragones, nos interesa-. Respondió dejando su mano reposar sobre el sillón. -Pero para ayudaros, debemos conocer los hechos. Una caza de dragones, al parecer con algún tipo de toxina o veneno que les afecta-. La mujer se levantó del sillón, bajó los tres peldaños que os separaban y continuó hablando mientras daba vueltas a vuestro alrededor. 

-Conozco a un experto en la materia. No un experto cualquiera, la combinación adecuada de biólogo y científico. Trabajó con uno de los ejemplares más... exóticos de Seattle, y su pasión por la medicina paraanimal es lo que lo hace tan valioso-. La mujer volvió a subir al trono después de inspeccionaros de cerca, sentándose lentamente con ambos brazos reposando en el sillón -¿Dónde ocurrió el asesinato de ese dragón que habéis mencionado?-.

Tu comlink comenzó a vibrar en tu bolsillo. Alguien te estaba llamando, ¡justo en este momento!. Arriesgarse a descolgar podría dar con toda la confianza ganada al traste, pero también podía ser importante. Tal vez fuera la Loca Daisy otra vez, jodiendo el momento.

También podías dejar que saltara el contestador, y si alguien estaba tan interesado en llamarte, te dejaría el recado que luego podrías ver. O tal vez no.

"Un problema a la vez" se dijo Jamal rechazando la llamada entrante de su comlink, pero lo hizo de manera evidente, para que su anfitriona supiera que le dispensaba toda la atención.

- No sé dónde lo mataron, sólo sé quiénes tienen el cuerpo y que lo están usando para juntar dinero para alguna causa racista -

Jamal no tenía ningún aprecio por los fanáticos. Si los Dragoons organizaban un asalto al local donde se reunieron con Johnson qué más daba, buscarían otro lugar para encontrarse.

- Está en el Club Kraken. Tienen una buena cantante allí, Karen. Morocha, alrededor de los 25 años, sonrisa encantadora. Deberían ir algún día -

Miró a la mujer pelirroja con una renovada sonrisa.

- Hablando de nombres y mujeres encantadoras... - Puso su mano en el hombro de Francine - Esta joven a mi lado es Frankie. Sólo nos resta saber su nombre para estar todos presentados. Y si nos concede el contacto de este especialista ya estaríamos en condiciones de afirmar que somos oficialmente aliados en esta empresa -

La líder te obsequió con una sonrisa lobuna.

-Aliados-. Dijo con un tono cómico. -Si deseas ser mi "aliado", deberás pasar una prueba, un combate-. La líder asintió hacia uno de los encapuchados. Al momento, se hizo un círculo amplio, donde este encapuchado reveló su rostro.
Poseía unas gafas de sol bastante grandes, perilla recortada y estilizada alrededor de su mandíbula. Era alto y por lo que dejaba entrever la holgada túnica, también ancho de hombros. 

-Os presento a mi mano derecha, Chuk-. El tío hizo crujir su cuello en una demostración de intimidación hacia vosotros. -Elije a tu campeón, Jamal, y seremos socios si gana, ¡en un combate a muerte!-. 

A parte de las típicas explicaciones acerca del tamaño, la velocidad de vuelo, que pueden vivir muchos años y que los dragones son muy orgullosos, lo más interesante que ofrecían los libros de que disponías eran las ilustraciones que contenían. Nada nuevo o relevante acerca de ellos podía darte una pista a parte de lo que ya sabías. 

Jamal rechazó tu llamada, ni siquiera dejó que pudieras darle el recado en el contestador. 

Al rechazar la llamada pudiste ver que quien te llamaba era Bleidd.

La Líder de los DragOOns pareció interesada en el asunto y se mostró dispuesta a colaborar.
Sin embargo, la alianza que le propuso Jamal no parecía ser del todo interesante para ella, o mejor dicho, quería algo así como probar sus capacidades en un… ¡¿combate a muerte?!

No terminaba de entender los drásticos métodos de aquella mujer, pero si algo había descubierto en su vida como Shadowrunner, era que matar era a veces inevitable. La mayor parte del tiempo, a decir verdad.
Así que miró a Jamal y le hizo un gesto tocándose el pecho con el puño, para indicarle que estaba dispuesto a pelear.
Quizás el Doctor, que no conocía bien sus capacidades, confiaría más en Frankie, pero si aquello iba a ser un combate cuerpo a cuerpo como creía, la orca no podría sacar a relucir su excelente puntería.
Sea como fuera, estaba listo para lo que fuera necesario.