Partida Rol por web

Con digno aire de exasperación, Jamal se ajustó las gafas con el dedo anular a la vez que contestaba.
-¿Me lo vas a decir o no?- Puta loca-. Le hubiera gustado añadir, pero contuvo su entusiasmo terminando la última parte de la frase en sus pensamientos.

-¿Qué clase de contacto sería si no?-. Contestó de inmediato. Dejando una pausa a continuación.

La orca escupió un bufido de fastidio mientras conducía. La conversación estaba siendo un tanto... no sabía como clasificarla. Pero ese era el problema de Daisy "la Loca", que nunca sabías por dónde iba a salir.

Aunque Francine veía por el retrovisor como a Jamal se le acababa la paciencia.

-Esos colgaos de los escamosos se reúnen en un edificio victoriano de la calle 56 de Bellevue. Si les dices que quieres saber acerca de dragones te llevan a una sala donde te ponen un trídeo, que te cuenta su historia. Si les dices que sabes donde hay un dragón te pasan para adentro-.

Daisy hizo una pausa. Aunque no pudierais verla, estabais seguros que durante la pausa estaba encogiéndose de hombros. Inútil asunto si no te podía ver nadie.

-Y ya está-. Acabó diciendo. -Me debes una-. Y el pitido intermitente de finalización de la llamada llenó por un momento el habitáculo.  

Tras seguir varios rastros astrales das con la pista del único que podía ser aquella enorme masa de ira sobrevolando Redmond. El rastro te conduce hacia el distrito de Tacoma, donde se encuentra detenido en un parque que limita con las frías naves industriales y almacenes del puerto.

Allí puedes ver la inmensa ira de este ser, el cual se encuentra de pie, al lado de un árbol, pero no tiene el tamaño de un dragón, sino de una persona normal.

Te mantienes a una prudente distancia.

Las indicaciones de Daisy, o tal vez sus divagaciones, son recibidas por Jamal y reconducidas a Francine, la cual puso el gps a trabajar en busca de la calle 56 acelerando el negro coche.
Cuarenta minutos más tarde llegasteis al lugar, una casa blanca con ventanales y de estilo victoriano muy bonita, que muy bien podía pertenecer a un museo, o ser ella en si misma un museo, situada en una avenida de única dirección con árboles a los lados.

Tras dejar el Bentley aparcado en la acera de enfrente, cruzasteis hasta llegar a la puerta de entrada situada al final de cinco escalones de piedra. El pomo y el llamador eran de metal dorado que contrastaban elegantemente con el blanco inmaculado de la puerta. Un rústico timbre de botón blanco, redondo y con el embellecedor dorado decoraba un lateral de la puerta junto a una placa de aluminio con letras doradas en la pared exterior. La placa indicaba que allí se encontraba la Asociación ProDragones de Seattle. No había ningún indicio que indicara que esta asociación y los Dragoons fueran lo mismo.

Jamal tocó el pequeño botón del timbre y un agradable Din-Don llegó a vuestros oídos atravesando la puerta de entrada. Ya eran más de la una de la madrugada. Si alguien os abría la puerta, sería un milagro.

Consciente de que probablemente estaba cometiendo una insensatez, Bleidd se acercó despacio a aquella presencia astral. La ira seguía emanando de ella en oleadas casi visibles para el ojo Despertado. Al contrario de lo que había esperado, era de forma y tamaño humanoide, aunque a aquella distancia aún no podía distinguir más detalles. 

Eso no significaba demasiado. Según lo que sabía de ellos, era frecuente que los dragones pudieran cambiar de forma. Y por otro lado, no necesitaba ser un dragón para ser muy peligroso. Estaba contraviniendo quizá uno de los máximos mandamientos de la sabiduría callejera, pero si aquello estaba relacionado con el Club Kraken y lo que estaba ocurriendo con los dragones, había que investigarlo.

Se presentó ante el ser, dejándose ver intentando proyectar una sensación de calma y de nula hostilidad.

-Saludos. No deseo interrumpir tu soledad, pero he sentido tu ira sobre el Club Kraken, y creo que es algo que tenemos en común. Quizá podamos ayudarnos mutuamente.

El cerrojo de la puerta volteó una, dos y tres veces. ¡Alguien estaba abriendo la puerta! Realmente en la noche de difuntos sucedían cosas muy extrañas... o realmente esa "asociación" era más de lo que ponía en la placa.

Al abrir la puerta, un tipo alto, bien parecido y peinado como un corp snob, salió a vuestro encuentro con un acento inglés muy elegante.

-¿Qué desean los caballeros...-dijo recorriendo con la mirada el grupo -...y dama?-.

De repente un aura inmensa de gran poder se alzó sobre los hombros del humano, emanando de él. Sin duda era su forma humana.

El aura que le acompañaba era el rojo intenso de la ira más fuerte que hayas visto en tu vida. Aunque también hay un débil sentimiento de diversión.

El dragón se limitó a mirarte, analizándote desde el mundo astral sin dejar del todo el corpóreo.

- Buenas noches - saludó Ahmad con su sonrisa practicada de intermediario inocente - espero sepa disculpar la hora. Quisiéramos discutir un asunto relacionado con dragones. -

No había forma de infiltrarse o engañar con tan poca información, más le valía probar la vieja carta de la honestidad.

El tipo estirado se quedó mirándote durante un par de segundos antes de contestar.

-Supongo que, si no es mucha indiscreción, podrán venir mañana para aprender sobre la excitante vida de los dragones. Temo que ahora mismo no quede nadie para explicársela-.

Llegaron al lugar que la tal Daisy les había indicado, resultando ser una de las zonas más lujosas de Seattle.
La dirección daba a una mansión de aspecto elegante y algo clásico, y pese a las horas intempestivas, atendieron a su llamada.

Un mayordomo, o algo así, salió a recibirlos y Jamal rápidamente tomó las riendas y mostrando su interés por los dragones.
Como era bastante lógico, les citaron para mañana, teniendo en cuenta las altas horas.

Disculpe que le molestemos a estas horas, pero es un asunto altamente urgente… creemos que hay alguien que está iniciando una caza de dragones… todos aquí somos admiradores de esas criaturas y quisiéramos que no haya ni una muerte más… recalcó las últimas palabras, dando a entender que habían muerto dragones, a los cuales tanto admiraban…

Era lo único que se le ocurría para llamar su atención.

De pronto su expresión cambió como si la mismísima muerte estuviera enfrente de él dándole el pésame por un familiar fallecido.

-¿M..muerte?-. Pronunció a duras penas tartamudeando. -¿Un dragón muerto quiere decir?-.

- Sí, me temo que sí - agregó Jamal - si fuéramos ciudadanos preocupados habríamos elegido una hora más propicia para informarles, pero somos hombres de negocios y nuestra área de trabajo no conoce horarios. ¿Podemos pasar? -

Jamal no quería hacerse pasar por neófitos de ese grupo, la fachada no habría durado ni un minuto. Mejor seguir con la honestidad.

Francine aguradaba en silencio detrás de Jamal, sus nudillos aún estaban crispados por las palabras que había escuchado en auwl club, aquel maldito discurso xeonofobico de aquel charlatán, el shock había sido igual de grande que el haber visualizado aquélla cría de dragón muerta, su mente no estaba preparada para entender todo lo que suponía aquello.

Habituada a permanecer en un segundo plano cuando el doctor hablaba dio un paso había atrás para que la situación pareciese menos atemorizadora y violenta para aquel hombre y aprovecho para girar girar la cabeza y hacer un barrido visual de la calle núnca se sabía de dónde podría venir la sorpresa en aquella ciudad.

Como para dar el empujón final, y tratando de parecer profesional con su característica voz ronca añadió. -Por seguridad quizás deberíamos hablar dentro, núnca se sabe quién puede estár escuchando.

En su forma astral Bleidd no podía tragar saliva, pero la sensación al sentir la mirada del dragón sobre él fue muy parecida. Era muy consciente de que una mala palabra, cualquier nimiedad malinterpretada, podía hacer que toda aquella ira que desprendía la criatura se volcara sobre él.

-Los ocupantes del Club Kraken han exhibido, orgullosos, a un miembro muerto de tu especie. Un miembro muy joven. Mis compañeros y yo encontramos semejante acto aborrecible, y estamos investigando para descubrir qué puede haberle pasado a esa cría y quién está detrás. Parece que murió por culpa de una especie de enfermedad, posiblemente algún agente biológico o quizá mágico. He acudido a ti para comunicarte nuestra intención, y comprobar si podemos ayudarnos mutuamente de algún modo. He supuesto que nuestros intereses coinciden en este asunto.

El shamán no dijo más, esperando ver cual era la reacción de la majestuosa criatura. Estaba a punto para retirarse a su cuerpo físico si el dragón se mostraba hostil, pero esperaba que el riesgo hubiera valido la pena y el contacto resultara fructífero.

-Entonces haz tu trabajo, chamán, y no pierdas el tiempo conmigo-.

La criatura deshizo completamente su forma astral convirtiéndose de forma física en un dragón que salió despedido hacia arriba. Su rugido al elevarse hacia el cielo como si fuera impulsado por un resorte era agónico y rabioso, una melodía de odio y amor que nunca ser humano podría imitar, aún contando con tecnología avanzada.