Partida Rol por web

La mujer que algo tenía que ocultar según sabíais, además debía sospechar de vosotros, pues había previsto el ataque o el intento de prenderla y estaba dispuesta a morir matando... gracias a Dios el caballero había sido prudente y eso le había salvado de una buena.

Incomprensiblemente, ningún sonido se escuchó tras los gritos de la mujer, la fiesta había sido demoledora y los guardias no estaban preparados...

Aleixo se llevó un buen susto. Casi sin pensarlo al frío aliento de una daga se aproximaba a su abdomen pero en el último momento, tras un sonido seco, ambos quedaron enfrentados a sabiendas de que la armadura había parado lo que otrora habría sido un golpe fatal. El caballero quedó petrificado, en verdad se veía a sí mismo muerto... pero al ver como aquel sucia mujer arrancaba a correr y era atrapada por Roderigo, el santiaguista la agarró por el pelo y la volvió a arrojar a las bravas sobre la cama.*

- Atranca la puerta he dicho... si esta zorra se nos escapa estamos acabados.

La mujer tenía ojos como de gato... como de demonio... se sabía encerrada y en clara desventaja pero aún así el Caballero no estaba dispuesto a dejarle tomar la iniciativa de nuevo. Desenvainó la espada y colocó el filo en la garganta de ésta.

- No tengo reparo alguno en enviarte con Lucifer a que te siga jodiendo... ¡puta! Pero o cesan los gritos o lo harás antes de tu hora. Dime qué has hecho con la auténtica Luisa y con el señor de éste castillo. Habla o perece maldita seas... por mi honor que confesarás ante mí, ante Don Íñigo y sobretodo ante Dios.

Al caer en la cama golpeóse la cabeza contra el cabecero haciendo retumbar la sala. Pese a tener el filo de la espada del caballero en la garganta, la mujer no tuvo reparos en gritar - ¡ TU DIOS NO TIENE NADA QUE VER CONMIGO BASTARDO ! -dijo gritando escupiendo cada palabra y apretando su cuello a drede contra el filo de la espada, un hilillo de sangre brotó de su cuello - Nada tenéis que hacer con Don Iñigo ya, nunca os creerá hagáis lo que hagáis .

Cerré la puerta enseguida, una vez que la tuvo agarrada por los pelos, y al volver saqué mi cuchillo para ponerme en guardia, ante cualquier imprevisto que pudiera ocurrir.

¡¡Oh!! -ya creí que la daga le había arrojado del mundo de los vivos- ¿Estais bien? -le pregunté a Aleixo, pero rápidamente me centré en la mujer al saber que la loriga había hecho su trabajo. Esperad, señor... -dije al Santiaguista con ánimos de acabar con ella-. Si la matamos no confesará ni demostraremos nada a nadie.

La miré y me acerqué a ella por detrás.

¿Qué relación tienes con la bruja del bosque? Háblanos del trato que hayais tenido, o sufrirás antes de morir en agonia, ¡te lo aseguro, vil perra!

Y en esos momentos le pasé el cuchillo por el brazo, haciéndole notar la sed de sangre de la hoja que llevaba.

- Estoy a unas pocas horas de ser la señora de todas estas tierras -dice tranquila- mi futuro esposo es buen cristiano y muy respetado. Cuando se entere de lo que está ocurriendo aquí serás ahorcado, ¡salvaje! -al escuchar el asunto de la bruja del bosque parece sorprendida -¿bruja del bosque?

- Me temo que finalmente la tal del bosque no era bruja sino ésta. Tú, zorra de Satanás, has embrujado la mente de Don Íñigo y tú me dirás como romper el embrujo. Te aseguro que tus ojos no verán la luz del alba así que vete despidiendo de ser la señora de Castrojeríz. Tanto si confiesas como si no... tanto si liberas al noble de tu impío lazo como si optas por arrastrarlo contigo al averno... tú no pasarás de ésta noche. Maldita...

Os fijáis en que el rostro de la mujer enrojece, bien sea por ira o por angustia o nervios, el caso es que la mujer empieza a sudar y a resoplar

- Si como parece he fracasado... moriré sin decir nada

En ese momento chirrió la puerta del dormitorio y asomóse Don Carlos que había quedado con Hernán, miró en derredor y a la mujer

- El Diablo te halle- dijo cerrando la puerta, al ver los cortes de la muchacha dijo -no valdrá de nada torturarla así. Estas hijas de Satanás disfrutan con el dolor, sienten placer en el dolor. Aleixo, vos que sóis santiaguista... ¿podéis bautizar a alguien verdad?- se gira entonces a la mujer y le dice directamente -o comienzas a hablar o este hombre te bautizará y si es preciso, te hará tomar la comunión. Así que si quieres seguir adorando a tu Señor, dí todo lo que sabes y lo que ha ocurrido.

¡La Virgen!, ¡es verdad! -pensó Roderigo cuando aún la tenía sujeta- ¡D'Ocampo, a la capilla! -seguro que el señor de este castillo tiene una pila y agua bendecida!, dígalo y la llevaremos en el acto, asi que no la mate aún... ¿qué hacemos?

Roderigo, que bien servía para disparatadas ideas, prefiirió actuar bajo mandato, una vez más. Él también creía que lo más sensato sería quitarle el pecado original de todo humano y a la vez el pecado mortal de todos los demonios* por su condición de bruja...

El rostro de la mujer se descompone literalmente, ahora parece una mujer diez años más mayor (una vieja de treinta y tantos), ambos véis como intenta hacer esfuerzos para ocultar su miedo reverencial a la idea de que agua bendita resbale sobre su apostático cráneo.

- E-h-h... - la mujer abre mucho los ojos horrorizada -hideputa...-dice dándose por vencida -os lo contaré todo... con una condición, que me dejéis irme ahora. Prometo que no volveré. Tengo mis razones para hacer lo que he hecho, no penséis en mí como una mujer mala que tan sólo negra es mi magia, no mi corazón.

Aleixo torció el gesto en una sonrisa que parecía más una mueca en su cara.

- No... no es así, puta del diablo. Confesarás... claro que confesarás... y lo harás delante del señor de Castrojeríz. Y le liberarás de tu impío lazo. Y será él quien tome la decisión de dejarte libre, de arrojarte a las llamas purificadoras o de pasar por la pila bautismal antes.

El Santiaguista se acercó aún más a la cara de la mujer para intimidarla. 

- Y yo ejecutaré la sentencia en cualquier sentido... con sumo placer. Hay que avisar a Don Íñigo para que venga y escuche la confesión de ésta ramera. Mi buen señor de Mayoral, ¿puedo confiar en vuestra discreción para ello?

Espere, Don Aleixo, ¡espere! -viendo que iba a hacer lo que jamás te lleva atrás-, ¡un segundo!, si avisamos al de Castrojeriz ahora mismo y ve a su "mujer" envuelta entre los brazos opresores de dos tipos no atenderá a razones, por muy bruja que sea... Y esta ramera del demonio puede que vuelva a su discurso y endulce los oídos a su futuro esposo con muestras de súplica y ayuda por nuestra intromisión..., con lo que ni se nos dará audiencia de palabra ni nada parecido... Pff...

Resoplé, aun pensando si mis palabras y mi idea era la acertada.

Además... Lo que le pase al dueño de este castillo es "más floja que la que me ha traído hasta aquí"*, como si le engaña esta mujer con sus malas artes o con alguno de sus sirvientes; pero es mejor hacer creer que la muy perra se ha marchado y conocer la verdad para marchar en paz y sin preocupaciones, que ser perseguidos por los soldados que ahora duermen aunque destapemos el pastel... ¡Piénselo, aún no hemos llegado a la ciudad santa de Occidente!

Daba igual si deciá o no la verdad, el hecho de rechazar el bautismo la había atemorizando tanto que probablemente sería verdad lo propuesto por la bruja. Tan sólo esperaba que el Santiaguisa recapacitase y pensara la mejor solución para nosotros, no para el señor de Castrojeriz.

Inclina la cabeza

- Con sumo gusto haré el encargo- dice el Hidalgo - esperadme aquí, trataré de enterarme cuáles son las habitaciones del Marqués. Aunque debemos ir con cuidado, parece hechizado y no atiende a razones... buscaré a alguno de sus lugartenientes también.

Al escuchar a Roderigo, aplaude literalmente (sin hacer mucho ruido) - bien dicho Roderigo, por una vez tenéis razón en algo. El Marqués puede tomar muy mal el tema, quizás mejor dejar marchar a la mujer. Pues ya sabemos que no podrá hacer daño al Marqués estando lejos, llorará éste un tiempo y luego olvidará y casará con otra... es Ley del Señor.

Parece recordar algo

-Preguntémosla como romper el hechizo si es que lo hay.

Apreté a la bruja contra mi, mezclando el miedo por estar cerca con la amenaza del cuchillo sobre su garganta.

Ya has oído al señor, "tunanta" -le dije apretando mis labios y mostrando la cara habitual de mis robos y ajustes-. ¿Qué hemos de saber de eso de la magia? ¿Qué razones de hacerte pasar por quien no eras tienes? ¡Habla ya o metemos tu cabeza en agua bendecida de Dios! ¿¡A qué esperas!?

Mira con desdén a Roderigo

- Espero a que el Santiaguista dé su palabra de que me dejará marchar si cuento toda la verdad y dejo al Marqués en paz. No encontraréis gratitud en él por descubrirme, eso os lo aseguro. Sin embargo si me soltáis, será más fácil para todos... - mira al Santiaguista y parece que va a decir algo, en el último momento lográ refrenarse y guarda silencio.

- Amén entonces. - sentenció Aleixo. - Habla ahora y sigue tu camino.

Las palabras salieron de la garganta del caballero como si fueran un trago de algún bebedizo agrio. La hiel parecía que le iba a brotar de tanta ira como sentía.

Relaja el gesto visiblemente aliviada antes de hablar con un cierto tono solemne

- No soy Doña Luisa de Medrano y tampoco soy cristiana. Pero no por los motivos que creéis, no soy adoradora del Diablo ni nada parecido sino del pueblo de David. El comerciante al que le compré el jarrón, Matías, es mi padre y su padre, era Leví Ben Absalon. Era prestamista en Fromista, Don Iñigo acudió hace años a él para pedirle dinero, el padre de mi padre cometió el error de prestar de buen grado el dinero y ese bastardo del Marqués... -escupe sobre la cama -para no pagar al padre de mi padre comenzó a decir a toda la chusma que los judíos éramos los culpables de la sequía que asolaba estas tierras por aquel entonces... la chusma no tuvo piedad con él ni con el resto de judíos de Fromista, tan sólo mi padre sobrevivió a la turba. Escondido en entre la paja de un carromato pudo escapar. Vosotros -dice señalando con el dedo -nos habéis privado de nuestra legítima venganza. Pagué a una mesanada para que atacara a la verdadera Luisa y su comitiva y acabaran con ella, así podría hacerme pasar por Luisa, casarme con el Marqués y...

Como si eres un bereber de esos de los desiertos del sur... -dije con un poco de calma tras escuchar la historia-; con que ahora lárgate de aquí lo más rápido que puedas si no quieres que cumplamos los cometidos, que otras formas habría de vengarse que no montando tanta parafernalia...

Haciendo un poco de apología violenta, Roderigo carraspeó y se contuvo.

Bueno... mmm... venga... ¡márchate antes que el amanecer alcance! Es más... coge un caballo y galopa hasta más no poder... Nosotros -dije a Aleixo- deberíamos salir de aquí y encontrar al resto. ¿Habrá sobrevivido Hernán?

Al ver que ha quedado libre, se apresura a armar un pequeño fardo de tela el cual llena de ropa y un viejo libro que guardaba debajo del colchón de pluma y tras colocarse un peto de cuero sobre el camisón sin ningún pudor para con vuestra presencia, se echa el fardo al hombro y desde la puerta afirma

- Habéis hecho lo correcto -y tras hacer un ademán con la cabeza deja la estancia y echa a correr por el pasillo, levantando una escandalera tremenda.

Después de que Luisa/Beatriz se haya marchado, volvéis a vuestros aposentos sin encontraros con ningún centinela o criado ni mucho menos con el propio marqués.

Entráis en la habitación y allí yace Hernán, de igual modo que cuando lo dejásteis.