Partida Rol por web

Al ver que se me avalanza con el cuchillo, no puedo hacer otra cosa más que huir un poco, para sacar mi talismán, y con él, decir— ¡Aquí sólo hay un impuro, y ése eres tú! ¡Siente como tu Dios te abandona y pierdes las fuerzas!

Dicho esto, hago uso de mi talisman, dejándole paralizada alguna parte del cuerpo...

Antes de que el hombre pueda reaccionar, Samuel da un flechazo al hombre en el abdomen, la flecha se incrusta en parte vital pues el hombre se desploma y queda tendido en el suelo, Yejiel usa un talismán y pronunciando una serie de palabras inconexas el hombre queda totalmente paralizado, tendido bocarriba a no mucha distancia de la cerca del ganado. El disparo de Samuel ha sido inapelable, casi perfecto y para rematar la faena, el gigante castellano y sus malas artes han dejado al hombre totalmente seco.

- Este ya no se mueve - dije mientras salía de entre los matorrales.- Venga, hay que darse prisa... Yejiel, tú prende fuego al asunto o lo que sea que vayas a hacer, yo te cubro por si viene otro aldeano loco de estos.

Puse una nueva flecha en el arco y miré aldededor vigilando que no viniera nadie a molestar.

Asintiéndo con la cabeza, abro el establo, a ver qué encuentro dentro. Mi idea es espantar a todos los animales, para que tengan que ir a buscarlos.

Después, atenderé las heridas del hombre. No he venido a matar a nadie, y no quiero que este hombre muera. Bastante será que seguramente se quede tullido.

Yejiel se acerca a la cerca, levanta el tablón que hace de contrafuerte de la puerta y espera... pero los animales ni se mueven. Lejos de lo que podría pensarse, pareciera como que los animales no sean conscientes de su libertad. Se limitan a quedarse tal cual estaban. El hombre está consciente y al pasar Yejiel junto a él sólo se mueven sus ojos, la parálisis es total y por lo que se ve, el hechizo ha sido tan efectivo que el hombre no puede hablar.

En vista de que los animales no colaboran, corro de un lado a otro, moviendo los brazos, para que estos huyan hacia la salida...

La veintena de cabras y ovejas que hay en el interior de la cerca comienzan a moverse pero muy lentamente, unas cuantas salen fuera pero se detienen en el exterior, si conseguir el efecto estampida deseado. Habrá que ser más expeditivos para hacerles huir en tromba.

La idea primigenia del caballero era la de esperar a que el pueblo entero saliese en estampida a resolver aquel desaguisado que hubieran tenido a bien crear el judío y los demás pero realmente no dispondrían de mucho tiempo. Si conseguían llegar a las caballerías quizá pudiesen ensillar un par más de caballos con los que agilizar la huida.

- Bien... acerquémonos pero habrá que procurar no ser vistos ni llamar la atención. Son ladinos estos maragatos. Si las calles están demasiado concurridas habrá que esperar a que actúen los otros.

Como parecía que no venía nadie más y el aldeano exaltado se había quedao más tieso que un palo, decidí que lo mejor era ayudar al judío a espantar el ganado, después de todo algo sabía yo de animales...

- ¡Venga al monte!¡¡Yiiiaaa!!¡Yiiiaaaa!! - grité, emulando a los más famosos ganaderos de mi pueblo.- Lo mejor va a ser prenderle fuego a algo, los animales le tienen miedo al fuego.

Ahora los animales se mueven con mayor fluidez pero siguen sin alejarse lo suficiente o sin verse realmente asustados. Aunque si bien es cierto, que los gritos es la mejor manera de hacer que salgan corriendo...

En un alarde de temeridad y de capacidad de espantar animales, Samuel comienza a dar gritos como un poseso, a correr de un lado a otro y a gesticular y mover los brazos.

Los animales salen corriendo como alma que lleva el Diablo y por fortuna, en lugar de correr de vuelta al pueblo lo hacen sentido contrario, hacia donde Teolfo se halla escondido y al campirri que hay detrás, hasta la cruz y los montes.

Pero cuando el rebaño ha partido, una vieja sale de la choza que tenéis en frente, la mujer de unos casi sesenta años, está decrépita y tiene que andar muy despacio apoyada en un bastón.

Da varios pasos y dice

- ¿quién va?-

La vieja es ciega.

—Sólo pobres viajeros, en busca de refugio —digo a la vieja mientras busco mi talismán por si me hiciese falta.

No obstante, puede que esta mujer sea capaz de aportar algo de luz a todo esto, así que decido no actuar de momento, y decir—. Parece que la gente en este lugar está muy molesta por algo. ¿Sabéis por qué de todo esto?

-Sigo sin entender que clase de locura tienen estas personas. Será mejor que nos acerquemos un poco, cuanto menos trecho tengamos que recorrer cuando empiece el fuego mas rápido iremos-dijo el noble que empezó a avanzar hacia la primera casa tratando de no ser visto por nadie.

La anciana escupe en el suelo

- Es ese loco del cura...-y pone rápidamente una cara como si se arrepintiese de sus palabras. El ganado ,que ya discurre por la zona en la que Teolfo trata de esconderse, se empieza a separar en forma de arco, lo cual os viene perfecto pues así será más difícil y más lento recuperar todas las cabras y ovejas.

En éstas estáis cuando a lo lejos , detrás de la choza y a la altura de las primeras casas del pueblo, véis varias mujeres que observan y señalan en vuestra dirección.

Parece que se están dando cuenta de que el ganado se está yendo.

Os acercáis hasta casi los límites del pueblo, por fortuna, encontráis una pequeña hondonada que os cubre medio cuerpo en la que os podéis cobijar sin ser vistos. Desde allí observáis que de momento nada ocurre, a lo lejos se ven unos cuatro o cinco hombres y varias mujeres que hablan entre ellos.

Suerte habíamos tenido con la vieja ciega, de otro modo ya estaría pegando gritos para llamar a todo el pueblo, lo que nos daba una oportunidad para escapar y dejarlas que solucionaran el entuerto de los animales.

- Si, alguien debería darle lo suyo al cura eso - dije casi sin pensar.- Bueno... que... estoooo.... ¡Ahí va, señora! ¡Que se han dejao la cerca abierta y se está escapando el ganado!

Le hice una señal a Yejiel con la mano y comencé a moverme hacia donde Teolfo se había quedado.

Espero que no tarden... Samuel... es un buen chico, no me esperaba lo que hizo esta mañana pero al final tenía razón no pudimos hacer nada para ayudarles -Recordó a Roderigo-. Será mejor que estemos atentos Alexio, no me gustaría acabar con la cabeza abierta por una pedrada de esos dementes... Cuando nos acerquemos vos deberéis abrir la puerta y sacarlos de allí mientras yo vigilo que no viene nadie, al menos vos tenéis los dos brazos-refirióse al brazo inerte.

- Si no nos movemos no tienen porqué vernos. Y si nos ven más nos vale correr. De todas formas aquí estamos bastante bien parapetados por lo que en cuento veamos que la gente comienza a apresurarse camino de los campos entraremos y sacaremos a Don Carlos y a Roderigo.

El Caballero respiró hondamente tratando de infundirse paciencia.

- Ahora sólo cabe esperar.

- ¡Bien hecho! ¡pardiez que creí que no conseguíais! -dice el hombre con toda la cara del mundo. Si os hubiera ayudado quizás no habría sido tan difícil...

- ¿volvemos a la cruz? ahora les toca a los otros dos -a vuestras espaldas ya escuchábais gritos.