Partida Rol por web

La batalla ha terminado y el silencio se apodera del lugar. Recargo mi arma rápidamente mientras comienzo a mirar más detenidamente el espacio a nuestro alrededor. Es un lugar horrible, con un hedor inaguantable que recuerda a la muerte y la podredumbre. Veo a los cadáveres a mi alrededor y el terrible estado en el que se encuentran, veo aquel lugar alejado de la mano del Emperador y sumido en las tinieblas de la depravación de los xenos. Jamás pensé enfrentarme a un mal así, jamás pensé tener que asesinar algo que no fuese humano y para el cual no somos más que alimento y material de construcción.

Me espanto e instintivamente me acerca a la quimiolámpara más cercana huyendo de la oscuridad y la escasa luz mortecina que impregna al ambiente de una pavorosidad que no le falta de por sí. Me siento temblando y completo de recargar mis armas mientras mantengo mis ojos alerta e intento tragar saliva a través del nudo que tengo de garganta.

- Titus Nihilius se concentra y con gran esfuerzo logra recargar las cuatro balas que le faltan al fusil de caza para estar completamente recargado. El sonido del cerrojo del arma al cargarse y cerrarse le resulta reconfortante. El arma no ha recibido cuidados en los últimos tiempos, pero su anterior propietario debió cuidarla adecuadamente, cuando aún vivía.

En cuanto vio los cadáveres hinchados el molino dejó de ser molino y Xerxes se vio a sí mismo en un bosque helado. Las columnas se convirtieron en árboles de hojas de nieve blanca y las cajas en arbustos de afiladas ramas. Un lugar tan muerto como los montones de cadáveres que el frío había endurecido. Estatuas de hielo con sus muecas de dolor congeladas en el tiempo. Un espejo del futuro para quien las mirara.

Veía su respiración condensarse. Una respiración que se había esforzado en hacer parecer tranquila, silenciosa… Deseaba gritar, pero no podía. No debía.

Con las manos temblándole, bien por el miedo o por el frío de un recuerdo, sacó una cajita de un bolsillo mientras una voz de su pasado, una que hacía tiempo no oía, le decía: “¡Xerxes, Xerxes! ¡Las pastillas, no olvides tomarte las pastillas!”

Ya todos habían tenido tiempo de sobra para prepararse, así que Intius dio la orden para que todos continuaran.

-Acabemos con lo que hemos venido a hacer.

Y acto seguido se dirigió en busca de aquel engendro que debían destruir en nombre del Emperador.

Siervo del Emperador. Haciendo caso omiso de su posible fractura en la pierna izquierda, Itsua preparó su arma, dispuesto a pelear si así lo exigía su deber. No obstante, el apresuramiento de Intius para acabar con ello, era irracional. No solo hacía caso omiso de las evidentes señales corporales de los retsantes miembros del grupo, sino que ni siquiera parecía consciente de las heridas de unos y otros.

-Aconsejaría actuar prudentemente. Hemos acabado con los xenos, pero tan solo eran perros. Intuyo que lo que queda por hacer será mucho más peligroso y no conviene aventurarse ciegamente. La estructura del molino parece sólida y aunque desearía poder decir que esto es inflamable, no lo parece. Pero ahí hay unas cajas que quizás deberían ser registradas. En el almacén descubrimos armas y munición. Quizá aquí ocurra otro tanto. De hecho, y si lográramos dar con explosivos, todo podría resultar más sencillo -dijo dirigiendo una expeditiva mirada al pilar central del molino.

- Registráis someramente el lugar, pero no encontráis nada de utilidad, son sobretodo suministros carcomidos por el tiempo y sacos de harina mohosa.

- Un tramo de escalones un tanto irregulares asciende por la pared interior del molino. La escalera no cuenta con varanda y además está desnivelada, por lo que correr o cargar por ella podría conducir a una temible caída.

- Las escaleras parecen conducir al moledero, una ascensión de unos cien metros.

- Pese a su aspecto, y al ominoso rechinar que producen al pisarlos, los escalones parecen razonablemente sólidos.

Intius hizo caso a Itsua y todos rebuscaron por las cajas, pero allí nada había de utilidad. Era inútil seguir perdiendo el tiempo allí, a cada segundo que pasaba una abominable criatura seguía viva para disgusto del Emperador. Se acercó a las escaleras invitando a sus compañeros a seguirle.

-Vamos, estad preparados para acabar con lo que sea que hay ahí arriba. Recordad que servimos al Emperador y que él nos protege.

Arengó a sus hombres antes de empezar a subir las escaleras con su porra en la mano dispuesto a repartir la justicia del Emperador.

Tras tomarse un par de pastilla consiguió calmarse un poco a lo que ayudó también colaborar en una tarea tan repetitiva como registrar las cajas del molino. Los recuerdos seguirían estando muy presentes reavivados a cada instante por el hedor de los cadáveres, pero ya no podían perder más tiempo. Tenían que poner fin de una vez por todas a la existencia del engendro responsable de aquella carnicería.

Asintió a las palabras de Intius que ahora demostraba la iniciativa que tantas veces le había fallado y tras vaciar el cargador de su revólver lo rellenó con las balas especiales. Unas balas que había reservado especialmente para un monstuo como el que les esperaba y una ocasión como aquella.

En cuanto fui consciente de que el combate había terminado sentí un escalofrío inquietante. Ya no quedaba ningún perro vivo, al menos no a la vista, pero la escena era una vez más lo suficientemente grotesca como para no poder estar tranquilo del todo. Además estaba esa sensación de que la cosa no había terminado aún, que al subir esa escalera interminable (pues ese parecía ser el único camino) nos esperaba aquello que Itsua había descrito con tanto horror en sus palabras.

Antes de comenzar el ascenso recargué la pistola para estar preparado y recogí el rifle automático que había dejado caer al suelo anteriormente. La adrenalina y el hilo de sangre que asomaba por los jirones del abrigo antifragmentación no me dejaba tener miedo. Sentía al Emperador más cerca que nunca y parecía que estábamos a punto de demostrar para lo que habíamos venido: victoria o muerte, nunca había medias tintas.

- Estoy listo - respondí colocándome el rifle a la espalda.- Mi amiga aún tiene ganas de marcha - dije con una sonrisa levantando la pistola ligeramente.

Vladymir también se encargó de recoger su rifle. El rifle láser, el mejor amigo de todo guardia imperial, y que esperaba que no le fallara allí arriba. No sabía que demonios podrían encontrar...

"Demonios... Probablemente, justo éso..."

Pero, fuera lo que fuera, la voluntad del Emperador era clara. Debía ser destruido. Se colocó en posición, listo para subir las escaleras a la orden, aunque un imperceptible temblor hubiera hecho presa de sus manos. Lo que estuviera allí arriba había sido cebado con la sangre y la carne de varias decenas de personas. Sin duda sería poderoso, y no estaría de buen humor. 

ARLAN HEX:

- Podrías subir usando un arma larga o palo como muleta y apoyado en el hombro de un compañero.

- Naturalmente, eso agravará aún más tus posibles lesiones futuras en la pierna herida, que ya de por sí está siendo forzada más allá de lo recomendable.

Itsua miró la larga escalera ascendente. Se mordió la lengua hasta que sintió el sabor de la sangre en su ansia por callar. No lo deseaba pero debía hablar.

-Me temo que en mi estado no seré capaz de subir esas escaleras. No por mí mismo en cualquier caso -dijo al tiempo que escupía a un lado saliva y sangre.

TITUS NIHILIUS:

- Te fijas en que el Cuestor del Departamento Munitorum ha cambiado las balas normales de su revólver por balas matahombres.

Logro estar preparado para lo que viene y escucho a mis compañeros. Veo como el mismo miedo que se ha colado en mi cuerpo ha logrado introducirse en el resto de los acólitos, siendo muy pocos los que no se han visto afectados. Veo como Von Braun cambia sus municiones por mata-hombres más nervioso de lo acostumbrado. Pienso en que probablemente es una buena idea comenzar a subir el poder de fuego, por lo que cambio el cargador por uno que tenga todas las municiones de ese tipo.

Mientras hago eso, respondo a las palabras de Itsua:

 - "Independiente de que no puedas, no podemos dejarte aquí solo. Morirías si te atacan o podrían capturarte y acceder a la información nuestra que posees. Debemos subirte, aun sea con ayuda o sobre los hombros de alguien."

La verdad es que no me ofrezco pues no tengo mucha fuerza y además, creo ser mejor con el rifle en la mano que sin él. Miro a Vladymir, quien es un hombre grande y al parecer muy fuerte. Sería perfecto para llevar a Arlan sobre los hombros hasta el piso superior.

Me pongo delante de Intius y le hago un gesto de que me de el paso a mí primero, pues prefiero subir yo y así cubrir al resto a distancia de inmediato. Además, no pierdo nada intentando subir en silencio para tener unos segundos antes de que los enemigos se me lancen encima.

Cuando ya estaba subiendo los primeros escalones escuchó las palabras de Itsua y frenó su avance. No podían dejar a nadie atrás, aunque el molino parecía seguro y despejado, pero alguno de esos perros podría aparecer en cualquier momento y pillarlos por sorpresa. Además Itsua ya había tenido alguna especie de contacto con el engendro al que se iban a enfrentar y sus conocimientos y poderes resultarían determinantes.
Al ver como Titus se ofrecía a encabezar la marcha le hizo un gesto afirmativo para que lo hiciera y retrocedió hasta el psíquico.

-Yo te ayudaré. Le dijo mientras pasaba uno de sus brazos por detrás y dejaba que Itsua se apoyara en él como si de una muleta se tratara. Vladymir, irás detrás de Titus y Tercio y Xerxes cerrarán la marcha y nos cubrirán las espaldas por si aparece otro sabueso.

Dicho esto se dispuso a subir junto a Itsua al piso superior donde esperaba encontrarse con aquel gusano infecto.

ARLAN HEX:

- Tienes una mala sensación, algo en las tripas.

- Puede que no sea nada psíquico, sino una simple corazonada.

- Temes que el peligro sea mayor que el que tus compañeros sospechan.

Guardó su arma y tomó su largo bastón. Aceptó el hombro de Intius, consciente de que sí sobrevivía aquella misión perdería su pierna. Era justo precio por cumplir con su deber. Primero fueron sus ojos. Pero contaba con su mente, capaz de ver más allá de lo que cualquier humano. Ahora sería una extremidad, si no la vida.

Y entonces la sintió, una premonición, un nudo en la boca del estómago, la infusa sensación de un futuro inmediato que no se correspondería con lo que deseaban.

-Intius, no debéis confiaros. Os mostráis demasiado seguros, como si esto fuera a ser sencillo. No puedo daros pruebas, ni datos. Pero guardaos de lo que nos aguarda. No es bueno. Al contrario. Es peligroso. Mucho. Cabe que supere nuestras posibilidades de éxito. Es cuanto debía decir.