Partida Rol por web

El equipo sabía que ella era buena con aquello. Por eso dejaron que fuera la primera en utilizar el arma para aceptar en su diana.

Agarró el rifle con confianza. Lo apoyo en su hombro y alienó los elementos de puntería. Era un disparo claro. No lo dudó. Apretó el disparador y... Había fallado. Pese a la seguridad en sí misma no dio en el blanco. Quizás había pecado confianda.

- Tsch... - Se lamentó. Entonces apuntó de nuevo y disparó. - ¡Blanco!

El sargento se dispuso a disparar.. no se le daba mal pero no era su día. El primer tiro salió desviado y rozó el borde la diana. Volvió disparar tras apuntar y el tiro dio exactamente el mismo sitio.

-Joder!- bufó molesto consigo mismo.

Se tomó un segundo de respiro y el disparo láser volvió a dar casi en el mismo sitio..que lástima que no era el blanco de la diana. Ebrio de ira disparó dos veces seguidas fallando por mucho la segunda vez.

Se recolocó apoyando el rifle con más fuerza y esta vez si que hizo un disparo certero... Soltó el rifle gruñendo, tenía una tasa de aciertos mucho mayor en los entramientos:

-La siguiente-dijo de mala gana.

Cuando le pasaron la carabina aún le temblaban las manos por el cansancio, puso una rodilla en el suelo para tener mejor sujeción -Mierda, joder se me ha resbalado- El barro y el agua eran malas amigas para sujetar el arma. Un segundo disparo que también salió bastante desviado al igual que el tercero -Esto es una autentica mierda, voy a parecer una novata cualquiera- Dejó de disparar porque no tenía sentido lo que estaba haciendo. Apoyo en el suelo la carabina y con sus manos hizo un pequeño montículo de barro. Se tumbó boca abajo y con el arma sobre la elevación del barro apuntó. Se tomó unos segundos para tranquilizarse, respiró con los ojos cerrados para descender sus pulsaciones hasta que creyó que estaba lista.
El blanco parecía más nítido, más cercano. No escuchaba el alboroto de su alrededor solo estaba la diana y ella. Acarició con suavidad el gatillo saboreando el momento y soportando el retroceso del arma con el hombro con mucha más seguridad por la postura. Tener las piernas abiertas y no tenernos que hacer un esfuerzo por sujetar el arma habían dado su fruto.
Me estoy ganando una buena ducha caliente, esto es una mierda- Se levantó y pasó el arma al siguiente recluta que, seguramente no sería tan nefasta con las armas como ella.

Laura llegó hasta el puesto de tiro: no se le daba mal, pero no era lo suyo. Se tumbó junto a su carabina, y apuntó con cuidado: el primer disparo salió desviado cuando uno de los sargentos le soltó una coz para que se apresurase, el segundo... honestamente, Laura le dió al gatillo antes de tiempo de puros nervios. Finalmente, el sargento que la miraba se centró en otro recluta, al que creía haberle visto un cargador extra en el bolsillo (era tabaco, y acabó igualmente confiscado). En esos valiosos diez segundos, Laura respiró, apuntó, y finalmente logró un impacto de cien puntos en la diana que tenía delante. El confiscador de tabaco miró alternativamente a Laura y al blanco, incrédulo y en evidencia. Laura, conteniendo un corte de mangas que le salía de lo más hondo del alma, se levantó de un salto, se cuadró y saludó de otro, sonrió y emprendió la carrera hacia el siguiente obstáculo. 

Katarina llegó enfadada y escupiendo un guiñapo para ponerse en la línea de tiro, iba de las últimas de la escuadra así que no tenía demasiados cartuchos a su disposición, relajó la respiración lo que pudo y disparó, fallando por bastante. Soltó el arma y se puso de pie. Respiró varias veces profundo tratando de aislarse del resto de guardias que corrían, insultaban, y jaleaban.

Movió los dedos para desentumecerlos y agitó los brazos antes de volverse a colocar en el lugar. A la orden del sargento de tiro, disparó y acertó en la diana, casi en el mismo centro. Bien. Le pasó el arma al siguiente y corrió hacia el siguiente obstáculo un laberinto a oscuras, con Flahes para despitar y conmocionar, vueltas y varios caminos sin salidas.

Los chasquidos parecidos a latigazos emitidos por los rifles láser y el olor del aire cargado de ozono, junto al barro, la sangre y la adrenalina hacía que aquellos se pareciera más a una verdadera batalla.

Con los rayos escarlata de las otras escuadras iluminando el campo lleguáis al túnel, también conocido como el laberinto. Allí abajo, sin ningún tipo de luz, vuestra orientación será puesta a prueba en una red de laberínticos túneles. Muchos han entrado pero pocos han hallado una salida a tiempo. 

-editado-

El sargento suspiró al ver las cinco entradas...arengó a su escuadra:

-seguramente sólo exista una salida. Gritad y seguid mi voz, nos guiaremos así. Puede ser confuso pero conocemos nuestras voces. Iremos en parejas de dos. ¡Yulia conmigo! ¡Laura con Grenda! ¡Grant con Molkov! ¡Ivaz con Brich! ¡Mallory con Ferdel! No os separéis y la pareja que vaya encontrando el camino que grite.

Curce dio instrucciones a su escuadra y entró con Yulia en uno de los agujeros... por supuesto no encontraba la salida pero acabó viendo el final cuando menos se lo esperaba.

-¡Es por aquí! ¡Vamos! ¡Vamos!

Grenda se adentró en aquel oscuro y angosto túnel. No es que fuera una especialista en ese tipo de escenarios. De hecho durante su instrucción esa había sido una de las pruebas que más le había costado superar. Quizás por eso, su concentración fue máxima en aquel momento. Puso los cinco sentidos y hasta un sexto en tratar de salir de allí y por increíble que fuera, dio con la salida en un abrir y cerrar de ojos.

- ¡Bien! - Exclamó nada más ver la luz al final del túnel. 

Entonces regresó tras sus propios pasos tratando de dar con alguno de sus compañeros más rezagado. Había encontrado el camino a la primera, era el momento de dar un punto extra a su equipo ayudando a otro a que pudiera salir tan rápido como ella o al menos facilitarle la huida.

- ¡Por aquí! - Gritó mientras se adentraba de nuevo en el túnel. - ¡Vamos, que no se diga! ¡Somos el mejor equipo! - Trató de subir la moral de la tropa.

Se detuvo ante las dudas del cambio a seguir, pero esa insaefudidad le duró poco. Los gritos de sus compañeros indicándole el camino hizo que sus pies se moviesen. Con paso ágil se introdujo en ese laberinto y vio que lo superaba con bastante facilidad, tanto que dejó volar su imaginación hasta él punto que se perdió. Tuvo que volver sobre sus pasos para girar en la última intersección y salir de aquel lugar -Por fin algo sencillo ¿Ya hemos terminado?

A remolque de Grenda, Laura recorrió los túneles, haciendo solo alguna bonita observación sobre cómo seguir la orientación del musgo que crece en las paredes -aunque en realidad era moho- No muy convencidas de que aquello sirviese realmente de algo, atravesaron el laberinto en dos patadas. Demasiado tarde se percataron de que, a lo mejor, podrían haber dejado marcas para quien les siguiera. Pero Laura se alegró egoistamente de no haberse acordado antes: no estaba segura de cómo las habría hecho.

- Bueno... ¡Eso ha sido laberinto comido!

Silencio

- ¿Qué? ¡No puedo tener buenas ocurrencias todo el tiempo! ¡Y estoy cansada!

Iba a ir con Laura cuando, el sargento le da por formar las parejas, refunfuñando voy con Grant. No se que se pensaba ese puto sargento, es más, todavía no entendía muy bien que hacia con ellos, ¿Es que no había pruebas específicas para suboficiales? que no se crea que es uno de nosotras, Molkov tenido sus roces con él, pues como nosotras es novato en su puesto y para su entender a veces tienen que hacerse las cosas por sus cojones.

Caliente como el palo de un churrero se pierde varias veces al no poner atención, y encima Grant tampoco ayuda mucho. A mitad de camino coge un camino bueno, pues están en los túneles occidentales. Ahora es cuando Grant se puede apuntar un tanto pues me indica a un par de ellos que son buenos, y los seguimos hasta salir de allí.

Cuando salimos les doy una palmada en el casco por detrás y cuando se giran los adelantamos a la carrera.

-Gracias muchachos- les digo con sorna mientras nos metemos de cabeza en la última prueba antes del sprint.

Cuando salís del agujero os encontráis en un recinto, con una sólida valla de madera como pared y red de camuflaje como techo. En él, las siluetas de blancos hechas de madera negra proyectan sombras que no se aprecian con claridad gracias a las propias sombras que proyecta la red de camuflaje. Hay tantas que no se puede apreciar hasta dónde llegan y pensáis en el nombre, "un bosque" de siluetas.

Uno de la tercera escuadra sale corriendo del túnel abriéndose paso a empujón entre vosotras y penetra entre las siluetas. De pronto la segunda silueta se gira en redondo golpeando con un palo a la altura del estómago al infeliz de la segunda escuadra, doblándolo por la cintura por el dolor, mientras la primera silueta se gira barriéndole las piernas y dejándolo en el suelo, sin aliento.

En vuestra mente enseguida se juntan los dos nombres, bosque de almas. Porque allí las siluetas tienen vida propia.