Partida Rol por web

Caen uno, dos, tres copos de nieve mientras los marineros recojen las amarras. Aunque el auténtico frío tardará en llegar por lo menos otras dos semanas. El Wellen Brecher comienza a zozobrar por el viento de estribor. Alguien señala y miráis hacia el horizonte, donde el mar no termina nunca, para ver un manto de nubarrones que se acercan. El viaje comienza mal.

Sois el refuerzo para la ciudad de Hargendorf que sufre el acoso marítimo de los adoradores del caos de Norsca. También lleváis provisiones para la ciudad, auque si tan necesitados están de soldados, habría sido más inteligente meter menos comida y más espadas. Vosotros no hacéis las reglas, tan solo las cumplís por 15 peniques al día de paga. Habrá que ver si merece la pena o no.

El capitán empieza a dar órdenes a sus marineros mientras el comandante y alto sacerdote de Sigmar Alförd Jacobsen, al mando de los refuerzos imperiales os manda bajar a "vuestro lugar". Ciento cincuenta hombres hacinados en la primera bodega. Uno sobre otro, literlamente. Jergón en el suelo y hamaca encima. Así ahorran espacio.

El barco comienza a deslizarse por las aguas mientras buscáis un buen sitio, cerca de las escaleras para salir de inmediato pero no tanto como para que el frío os llegue. Algunos ya se han instalado y comienzan a rodar los dados a la luz de las lámparas.

El elfo no estaba nada contento con esta paga... mínimo por sus servicios esperaría mas de 115 peniques al día. Es por esta razón y por estar en el barco alrededor del agua, que la sensación de malestar se veía reflejada en su ceño el cual estaba fruncido, su estado dicen rivalizaba con un enano refunfuñon. Siempre estaba con ese temperamento.

Pocos conocían de la historia de este elfo, es por ello que su carácter y el ser de la raza que es... no ayudaba mucho. Pero para este no era problema, estaba acostumbrado a estos tratos.

Mientras todo ocurría, el individuo estaba en una esquina, con su tan habitual temperamento, pero esta vez se notaba que estaba recostado producto del malestar que sentía. No quería ni ver comida próximo a el, como tampoco le interesaba comerla... su apetito estaba de vacaciones por el momento.

Marius no era un hombre de mar. De hecho, lo odiaba. Tenía miedo a pocas cosas, pero un viaje en barco era una de ellas. Aunque no le gustaba admitirlo, se mareaba con facilidad y ese día no es a distinto. Ya había salido a cubierta un par de veces cuando una nueva arcada le sobrevino.

El gladiador subió corriendo a la cubierta. Tenía sudores fríos y estaba realmente mareado. Se agarró a la borda y lanzó mil demonios por la boca que serían alimento para los peces. Definitivamente había sido una muy mala noticia.

- Debería hacer hecho caso a Vasile. - Refunfuñó. - Él y Hans deben estar durmiendo en una buena cama, sin que todo se mueva a su alrededor...

Cuando le propusieron aquel nuevo trabajo no lo dudó. Necesitaba dinero para llegar a Altdorf y pasar unos meses. No sabía si encontraría a su familia fácilmente y tampoco sabía si seguirían allí o si querrían saber de él. Por lo que era muy necesario, reunir un buen montante para pasar un tiempo tranquilo y sin tener que matar.

Buri se mecía sobre un taburete en un rincón apartado de la cubierta, silencioso como una roca apoyando la espalda sobre la pared de la popa. A su lado descansaba también una cubeta vacía pero, por alguna razón, maloliente.

El enano tenía las manos sobre las rodillas mientras que observaba el panorama con nostalgia. No estaba hecho para viajar sobre el agua, no al menos en estas condiciones. Nadie conocía realmente las intenciones del enano para con la empresa del Wellen Brecher, de hecho, algunos ni siquiera están seguros de como aquel achaparrado guerrero se había subido a la embarcación en primer lugar. Tampoco es que se molestasen en preguntarle, ya que si había una necedad más grande que meterse en los asuntos de un enano era hacerlo con uno que tenía el estómago flojo.

Así que ahí estaba él, sentado, esperando encayar en la primera roca que encontrasen solo para ganar un poco de estabilidad en aquel bamboleante infierno marino. Su ceño se había fruncido y los ojos se le habían afilado viendo a la nada, síntoma del mal humor que le estaba causando aquel viaje. Cuyos segundos parecían una eternidad... ¡y eso es mucho decir para alguien de la raza antigua!

Cinco años. Cinco malditos años dando tumbos por las tierras de los humanos en busca de una muerte digna y solo había logrado sembrar mi cuerpo de cicatrices y perder el cómputo de enemigos abatidos; era desesperante. Por ello, cuando en el pequeño pueblucho de Dunkelberg por el que estaba de paso leí la misiva que buscaban ayuda paa repeler una invasión del caos no me lo pensé y puse rumbo al primer embarcadero que localicé en el mapa.

No fue hasta unos cientos de pasos después de dejar atrás el pueblo cuando me giré al percatarme de que alguien me seguía con muy poca intención de ocultar su presencia. Cual fue mi sorpresa al toparme con un miembro de mi raza siguiendo mi estela, con el ceño fruncido, y equipado como si él solo fuera a combatir contra todo un ejército

Me rasqué la barba, observando al enano que se había detenido a unos tres metros de mi

- ¿Qué quieres?- espeté sin más

- Solo sigo mi camino, no busco problemas- me dijo secamente

- Mejor. Pues déjame en paz y a lo tuyo- añadí retomando el camino notando como a los pocos instantes el otro enano reiniciaba el camino tras de mí

Pasaron unos cuantos centenares de metros más y volví a detenerme, ya con la cara transfigurada en una mueca de malas pulgas

- ¿Acaso piensas seguirme todo el camino?

- Voy en la misma dirección- se limitó a decir

Apreté los puños con frustración; solo necesitaba que alguien decidiera seguir mis pasos para que mi mala suerte fuera a peor

- Brrrr!!! Maldita sea, acaso no hay más caminos que seguir que éste?!

- No que me lleve a donde voy

Aquel enano realmente era parco en palabras, demonios, pero aquello no implicaba que me gustara más que una piedra en la bota

- ¿Y a dónde vas? No tengo intención de tener compañeros de viaje, mi destino es solo mío- bramé malhumorado

- A Hargendorf, en Nordland

- ¡MALDITA SEA MI SUERTE!- dije dándome un manotazo en la frente

Di varios pasos hacia ambos lados del camino, farfullando y maldiciendo mientras el otro enano simplemente observaba, callado como una tumba. Escupí a un lado, pateé una piedra y lancé otra sarta de maldiciones hasta lograr serenarme

- No se te ocurra entrometerte en mi destino. Si me enfrento a algún enemigo espero por tu bien que dejes que sea mi hacha quien lo mate, o que él me mate a mi...

- Hecho -añadió con su parquedad habitual

Y con aquel "acuerdo" empezamos a compartir camino, siendo su única aportación al camino su nombre... al menos no tendría que soportar charlas estúpidas ni tonterías sin interés.

...

Pasadas unas semanas llegué, junto al que se había convertido en mi compañero de viaje, al Wellen Brecher. El barco, poco más que un cascarón viejo y deslustrado, no me inspiraba la menor confianza pero era la forma más rápida de llegar a la ciudad norteña y el pasaje hacia una posible muerte heroica. Observé el barco un par de veces más antes de, con un gruñido, palmear la acorazada espalda de Buri mientras avanzaba a buen paso por la pasarela de embarque

Dos marinos que había recogiendo cabos me miraron con sorpresa, pero bastó una mirada airada para que volvieran a lo suyo. Si había promesa de combate y de una muerte a manos de seres horribles ese era mi destino... no obstante, mi mala fortuna no había hecho más  que empezar y cuando mi mirada localizó a la posible compañía que tendría durante el viaje mi rostro se agrió ipsofacto.

El elfo! Un maldito orejas picudas a bordo! Apreté los dientes y pasé de largo hacia la zona de la bodega sin dejar de mirar al patas largas de orejas puntiagudas con los ojos convertidos en dos rendijas.

- Está claro que estos humanos están realmente desesperados, dejan subir a bordo a cualquiera.... supongo que siempre es bueno tener carne de cañón para que entretenga a esas bestias antes de que lleguemos los guerreros de verdad- dije a Burin con tono burlesco al pasar junto al elfo, con toda la intención

...

El barco ya surcaba las olas mientras el inclemente clima del norte se hacía notar; muchos estaban acurrucados tiritando o echando el desayuno por la borda con cada sacudida del barco... por mi parte, más por cabezonerí que por ser un verdadero marino, obligué a mi cuerpo a soportar aquellos meneos con estoicismo y firmeza, acompasando mi cuerpo al vaivén de las olas mientras ponía la mirada fija en el horizonte

Aquel barco, por llamarlo de algún modo, amenazaba con cada golpe de mar irse a pique lo que aumentaba el malestar de muchos y mi mal humor...  sin nada mejor que hacer me encamine a buscar un buen trozo de carne y una jarra de cerveza para matar el aburrimiento y mantener la mente alejada de mis nefastos recuerdos. Carne en salazón y un líquido aguado que llamaban cerveza era cuanto recibí

Di un sorbo a la cerveza, haciendo un mohín de desagrado

Cerveza umgi... menuda porrquería... no sabe a nada... he probado agua de lluvia con más gusto que esto- me quejé mientras daba otro sorbo 

Ya empezaba a notar como la rabia empezaba a acumularse en mi cuando vi al elfo notablemente más pálido intentando mantener la compostura ante las olas. Sonreí maliciosamente y me acerqué, empezando a comer y a beber ruidosamente, mientras lo miraba con malicia. "¿Quieres? Ah, no, claro, demasiado fuerte para tu delicado paladar" le dije ofreciéndole un bocado de carne, acercándole tanto la amarga cerveza como la carne, sonriendo ampliamente al ver su rostro descompuesto, retirándolo al momento

¡Jajajaja! Los amantes de árboles deberíais quedaros en vuestras casitas de porcelana y dejar las cosas serias para quienes saben hacerlas de verdad... -añadí entre risotadas mientras daba un largo trago de la aguada cerveza y un nuevo bocado a la carne, dejando al elfo con su malestar, buscando nuevas víctimas sobre las que descargar mi frustración

Después de todo, puede que la travesía no estuviera tan mal

El elfo sonrió ante las formas de aquel bastardo. Poso su mano sobre su frente, tapando su cara y dando una bocanada de aire -Sabes, creo que encontraras muy pronto ese fin deseado- 

Le gustaban estas riñas -¿No estas muy lejos de las rocas?- seguía diciendo con la cara tapada para evitar el olor.

-Si quieres cuando lleguemos a tierra, te siembro entre unas cuantas de ellas para que te sientas como en casa, ¿si?- se bufo, quitando su mano para mostrar su amplia sonrisa.

El maldito aprendizaje parece no acabarse nunca, por suerte mi maestro me ha dejado marchar, con una única condición, y es que el elegiría mi destino, me hubiera gustado visitar un lugar turístico como Sylvania, pero el destino que eligió tampoco es un destino que me disguste, Hargendorf, en Nordland, hay que luchar contra las fuerzas del Caos siempre es un buen cometido, habrá que ver con que clase de compañeros me juntan, es probable que sean unos cabeza hueca busca problemas, lo que me suena bastante divertido.

Tras unos cuantos días de viaje llego por fin al puerto, el Wellen Brecher, un magnifico barco, o no, la verdad es que nunca he sido muy afín a los barcos. Me subo a bordo cuando veo una enorme cantidad de gente, y eso que el barco parecia bastante más pequeño por fuera.

Tras dejar mis excasas pertenencias me paseo un poco por la cubierta del barco, tras un corto paseo me di cuenta de que a pesar de que mi forma física no es en absoluto desdeñable por aquí se pasean algunos hombres que podrian llegar a dar mucho miedo, si no fuera porque la gran mayoría de ellos se encontraba en un estado bastante lamentable, tal vez por el ligero zozobreo del barco, o tal vez por el miedo a la muerte al llegar a tierra. Entre todos los seres que por ahí paseaban un enano llamaba la atención más que el resto, su sonrisa sarnosa y su bulliciosa voz hacian imposible no dar cuenta de él, así que sin más dilación tomo mi copa de vino y me dirijo hacia los dos "amigos". Me mantengo a una distancia de poco más de cinco metros, apoyado en la pared, observando fijamente al enano.

Una serie de voces salen dirigidas desde el castillo de popa. Por la forma en que se dirige a la gente debe de ser el capitán, un hombre de pelo cano y barba a juego que arenga a sus hombres para izar el foque.

-¡Malditos vagos, ya debería de estar izado ese foque!- Sus palabras resuenan por todo el barco como un temporal. -Esta noche no habrá cena si no alcanzamos el escollo del pantano!.

Los brazos de los marineros no eran suficientes para izar el foque con aquél viento tormentoso que comenzaba a levantarse. La imponente figura, ataviado con su armadura completa, del alto sacerdote y comandante de las tropas aparece al lado del capitán. Su capa de piel de lobo ondea salvajemente al son del terrible viento, y aunque su voz no era tan atronadora como la del capitán, con solo una mirada ya sabíais que iba a deciros.

  -Los de cubierta, ayudad a izar el foque.- Parco, sin imponer orden ninguna o amenaza que saliera de sus labios. No, la amenaza iba implícita en su semblante.

Escuchando al capitán, el elfo se paro sin esperar respuesta de la diminuta persona que tenia frente y se aproximo a ayudar.

Movio su capa dejando ver sus fuertez brazos y piernas, asi como las armaduras que poseia, las cuales brillaban con intensidad. No llevaba su yelmo, el mismo estaba junto con sus armas a pocos metros.

Su cabellera rubia y larga reflejaba con orgullo una trenza fuertemente ajustada... -Marius rapido ayuda!- grito al verlo proximo, sabia que este poseia gran fortaleza en sus brazos y piernas.

-En estos momentos ayudaria que estuvieras aqui hermano- pensó al recordar la fortaleza de un gordo querido amigo.

Antes de que el comandante dijera nada me dirijo a ayudar dejando mi copa en un barril aleatorio, desde luego que no soy el más fuerte, pero no estoy vomitando por las esquinas, y si el barco se hunde nos hundimos todos, no es momento de hacerse el duro.

Buri observaba estoico como Kargun buscaba entretenimiento insultando la virilidad del elfo más cercano y presumiendo de su capacidad para ingerir alimentos fuertes en aquella embarcación sin mostrar un ápice de nausea. La reacción natural de un elgi sería ignorar por completo sus comentarios y continuar en sus asuntos intentando actuar como si el enano no existiera en lo absoluto. Pero este era diferente, y no solo por su extraña vestimenta si no por su picajoso temperamento que bien si podría ser gracioso —y no lo era, pensó Buri—, no haría más que causar desagradables y sangrientos problemas si se combinaba con la persona equivocada. Había viajado con Kargun el tiempo suficiente para dar cuenta de ello.

El enano suspiró con melancolía y se levantó del taburete una vez el capitán hizo presencia y empezó a dictar las ordenes. Tal vez si ponía el cuerpo en marcha los mareos desaparecerían. Así que empezó a caminar hacia las cuerdas y las examino calladamente, tomó una y tiró un poco... pero en vez de tirar de ella simplemente la soltó dejándola caer y se dio la media vuelta en dirección al taburete donde estaba sentado en primer lugar. Ignorando los ladridos del imperativo capitán y las miradas de los marineros a su alrededor.

Ciertamente necesitaría deshacerse de su problema estomacal antes de desear hacer cualquier otra cosa en la despreciable embarcación.

El elfo tenía una lengua mordaz, pero su aplomo me hizo reír a carcajadas ante su intento de taparse el rostro de los efluvios de la cerveza y del olor a carne

El día que un besa flores pueda con un enano  el sol saldrá de noche y las lunas durante el día ¡ja! Aun estamos esperando que vengáis a buscar la corona de vuestro rey...- añadí mientras me alejaba

Pero no había dado ni dos pasos cuando el capitán salió dando voces para que los marineros se aprestaran a hacer su trabajo, hecho que era más que evidente que no lograrían sin ayuda visto el clima y sus infructuosos esfuerzos. Me crucé de brazos, mirando, sopesando si ayudar o no dado que si el bote se hundía lo más pausible era que todos acabáramos como alimento para los peces... y aquella no era una muerte muy digna que se diga

Ya me disponía a acercarme cuando el sacerdote de Sigmar al mando tomó la voz, haciendo que un brote de actividad recorriera el barco cuando ordenó que se echara una mano a los marinos. Miré al umgi con seriedad... sin duda aquel tipo sabía manejar a la gente

Gruñí asintiendo a la nada mientras me acercaba, viendo como el elfo, un humano de aspecto peculiar y Buri se afanaban por tirar de los cabos... pero el pobre Buri no estaba para tonterías y desistió para intentar capear el mareo, así que dándole una palmada en la espalda me escupí en las callosas manos y me dispuse a tirar, no logrando más que hacer de peso muerto en el cabo que, aunque no cedió, dejó de bambolearse

Al fin el foque fue izado, y tan pronto como el viento lo hinchó notásteis el empuje en el viejo cascarón. Los marineros aprestaron para amarrar el cabo y el foque quedó tenso, gruñendo bajo el esfuerzo del temporal.

Los marineros abalaron al elfo, mientras miradas no agradecidas se desviaban hacia los enanos que dejaron el trabajo antes de empezar, si bien uno intentó ocultar la debilidad del otro.

Sin embargo las miradas no se posaron mucho rato. Pronto el capitán, zorro viejo de mar, supo leer en los rostros de los hombres y comenzó a mandarles tareas destinadas a mantenerlos ocupados. Demasido ocio conduciría, inevitablemente, a un conflicto.

Sin embargo la severa mirada de Alförd Jacobsen os siguio desde el puente sin siquiera pestañear, hasta que se retiró del puente.

había pasado un tiempo desde lo sucedido en el bosque y aun tenía pesadillas de lo que había pasado en ese lugar y ahora estaba a punto de enfrentarme a los adores humanos de los mismos dioses que aquellas bestias, pero tenía a Ellindor y a Marius, a ellos los conocia y sabía que podría confiar en ellos, pero también había gente nueva, "hola buenos señores, mi nombre es  Luis Alcocer de Tolen, es un placer servir con vosotros" me presento de manera formal, pero al poco de zapar, descubro un enemigo que puede dar mas problemas que los barbaros esos, y no es otra que el mareo de la maldita nave, que me hace estar en la cubierta echando el ultimo desayuno.

Ya algo mejor del mareo producto de la reciente actividad física, el elfo acepta con humildad los reconocimientos de los demás y ayuda a sembrar discordia sobre los enanos. 

-Creo que lo han hecho excelente- dijo de manera burlona, tras pasar proximo a ellos -Estimados, espero que asi de bien se defiendan...- en sus palabras se entía la burla y el sarcasmo.

Giñó el ojo izquierdo al enano con creta y le dijo -Sera un placer quitarte esa corona cuando lleguemos a tierra- 

Al llegar Luis, el elfo alza sus brazos en son de sorpresa y agrado -Los dioses te tenian escondido estimado amigo- le abrazo y dijo -Venga que este barco nos va a matar antes de llegar a destino.

Deje el cabo una vez acabada la tarea con desden; tampoco habia sido tan dificil tirar de una simple cuerda con un pocl de aire en contra... pero el elfo tenia que vanagloriarse de aquello como si fuera una autentica heroicidad.

Pfff... si a esto es a lo maximo que aspiras en el viaje no sirves ni de ancla, amante de arboles - le dije con apatia mientras iba en busca de algo que hacer

Fue entonces que otro humano de modales refinados se presento como si en una corte se encontrara

Alcé una ceja, en especial al ver el mondadientes que llevaba por arma, y le devolvi la mirada ¿Un placer? Placer sera cuando pueda empezar a desmembrar adoradores del caos con mi hacha, hasta entonces esto es una maldita pérdida de tiempo donde lo mejor que se puede hacer es atar a ese a una cuerda y tirarlo al agua, a ver cuánto tarda en picar una bestia marina para pasar el rato - le replique hastiado del barco dedicándole una mira de soslayo al elfo

Malo. Había temido un día muy malo. Había tenido suerte de que los que mandaban abordo no le hubieran encontrado vomitando en las bodegas, por la borda y sobre aquel barril... Si, había sido un día terrible.

Parecía que las náuseas y los vómitos remitían, aunque solo fuera un poco. Si ropa olía a vómito, más de una no llego a tiempo a dar de comer a los peces y acabó vomitando sobre si mismo. Odiaba ese olor y odiaba aquel barco que se mecía con saña.

Logró salir a la cubierta sin demasiado mareo. Allí estaba Ellidor, que por suerte había encontrado un nuevo adversario al que destinar sus pullas. Era toda una suerte, pues en su estado no soportaría su extraño humor. Si es que a su forma de meterse con el prógimo see podía considerar humor.

- Mierda de nada... - Dijo mirando al inmenso mar que se abría frente a ellos. - No sabía que me mareaba tanto en un jodido barco. Si lo llego a saber me quedo en tierra. - Dijo apesadumbrado.

Allí había dos enanos. Uno de ellos, el pelirrojo era el oponente verbal del elfo. Esperaba que no se pasaran así todo el viaje. No tenía humor para aguantarlos. Siempre podía volver la bodega y tratar de descansar.

- Marius. - Se presentó. - Matamos a muchas bestias del caos hace unos dos meses. Uno era un chamán. Querían hacer una invocación o que se yo. Habían raptado a unas buenas gentes. Salvamos a muchas... - Suspiró. - No veo el momento de volver a hundir mi mangual sobre una de esas bestias. ¿Habéis combatido al caos antes? - Les preguntó a los desconocidos.