Partida Rol por web

A las palabras de Anubis siguieron unos segundos de silencio en la tienda, aunque fuera se escuchó, pese a la distancia, un bramido de Akromm, seguido de unas palabras nada halagüeñas:

— Creeis que habeis ganado, escoria??!! Vuestro lider solámnico se ha unido ya con su patético Dios Carnero!!! Y ahora caeréis vosotros!! No habeis querido subyugaros al poder del gran Akromm. Ahora lo pagareis caro!!

— La varita es mía, sí, pero te la ofrezco para que evites lo que está a punto de ocurrir, que es que ese Ogro aniquile a tu grupo — A Anubis, pese a no poder ver a su interlocutor, no le pasó por alto la crudeza y la mordacidaz de las palabras del bozak — Yo no intervendré más. Ya he hecho bastante. Cuando acabeis con ese ogro, quiero llevarme lo que he venido a buscar, el resto no me interesa: quiero esa pieza del Tablero. Sabes a cual me refiero...

Anubis no pudo reprimir un escalofrío que le erizó el vello de la parte posterior del cuello. No esperaba que el Draconiano estuviese por allí en una excursión de fin de semana, pero lo que le pedía estaba, no solo intimamente ligado a la misión que habían venido a realizar, si no ahora, al parecer, con el propio Tarben, pues el rubio compañero se había convertido, al morir, en la misma figurita que habían venido a buscar.

Baigron levanto su espada, listo para descargarla de nuevo, la magia de la afilada arma era anatema para los goblinoides y la bruja esta probandolo en su carne. Hacerla sangrar, hacerla daño de verdad, era algo my catarquico; desde que habian llegado a la puñetera torre, todo habian sido desgracias unas tras otras y por todos los demonions que Baigron iba a hacerlos pagar a todos los sicarios del ogro dichoso, un glorioso tajo cada vez.

El berrido del ogro y las voces de Kartag distrajeron a Baigron que se abalanzo sobre la bruja, dispuesto a hacerla pedazos.

—Desconozco lo que hace la varita que me ofrecéis y no estoy versado en la magia nigromántica de modo que, en mis manos, semejante artefacto sería más un peligro que una ayuda. En cualquier caso, os agradezco vuestro ofrecimiento y la ayuda que nos habéis prestado hasta el momento —comento, al tiempo que comienzo a incendiar la tienda de campaña desde el interior—. Lo que queréis a cambio no está en mis manos entregároslo, pero podréis discutirlo con mis camaradas una vez que nuestros enemigos hayan sido derrotados. Estoy convencido de que se mostrarán comprensivos con tus demandas en agradecimiento por la ayuda recibida.

Lo último que quiero ahora mismo es un Túnica Negra furioso porque se le niegue lo que ha venido a buscar. Lidiaremos con él una vez que hayamos acabado con la amenaza más acuciante.

La cabeza del minotauro bullía con el martilleante sonido de su propio corazón templandose, como el acero llevado al punto de fusion en la fragua. Decapitar al orog había paliado apenas su acuaciante ira: una ira que parecía compartir con su compañero de carga, el draconiano baaz, Baigron, a juzgar por su rictus, mientras atacaba a la bruja hobgoblin. Pero a Zoak lo acuciaba al mas, algo mas profundo, como los vínculos de sangre. Tarben le había prometido que irían en busca de su hermana, Keela, presa de los siervos de Sargas, el despiadado Dios de la mayoría de su raza, pero no de la rama a la que él pertenecía, los Kaziganthi, herederos de Kaz, Protector de Huma Matadragones... Pero esa promesa se le hacía vacía ahora que el rubio Caballero había muerto. Miró con odio al ogro que acababa de salir de la zona oscura, y solo el velo rojo que cubría su mirada hizo que obviase su peligrosa estampa, pero el mensaje que les transmitió:

— ... Vuestro lider solámnico se ha unido ya con su patético Dios Carnero!!! ... — Quería decir eso que Leviathan había caído también?? La promesa de Tarben se desintegraba ante aquella posibilidad. Desechó con un sonoro bufido la advertencia de Kartag, olvidada toda precaución: mataría o moriría:

— GRRRRRRRRRRRRRRR!!!!!!!!!!!!! — gruñó el guerrero minotauro por toda respuesta , mientras levantaba la espada con ambas manos, y cargaba, desde su posición contra el enorme ogro que corría hacia él con su tremendo garrote.

Dolorido por el tremendo golpe recibido por parte del ogro de piel ceniza,  Kartag no dudó en echar mano a su última redoma de curación, aquella que había conseguido lo que se le antojaba hacía meses, de aquella extraña ogra, Agata, que conoció en sus viajes. Descorchó el tapón, y engulló en contenido verdoso de un solo trago, notando como el dulzón líquido le abrasaba las entrañas. Pero era un fuego reparador, que apenas le hizo contener el aliento. En unos segundos estaba plenamente restablecido. Cuando Akromm salió de la zona de oscuridad, advirtió a sus compañeros del peligro que suponía acercarse a él (no en vano él lo había vivido en sus carnes, al cargar contra él para ayudar a Leviathan).

Baigron, sintiendo la energía de la espada élfica que vibraba ante la cercanía de la hobgoblin, reparó en su congénere Kapak, y pareció tener en consideración su advertencia, porque, pese a que continuó atacando a la bruja, antes de asestar el golpe mortal rodeó su posición por el norte, colocando a la hobgoblin entré él y el ogro. Pese a que su golpe no fue ni mucho menos perfecto en ejecución, y un guerrero minimamente instruído lo hubiese evitado o bloqueado, la bruja apenas tenía fuerzas para chillar, además de que había perdido sus defensas mágicas, así que el encantado filo de la espada volvió a hender su carne, entrando por un costado. Baigron incluso se sorprendió, cuando la espada pareció darle el impulso que a él le había faltado, lo que llevó al filo a golpear la espina dorsal. El grito de la hobgoblin, que trataba denodadamente de coger otra cuenta del collar que llevaba colgado al cuello, cesó de repente, y sus ojos amarillos no pudieron dejar de mirar a aquel que le había quitado la vida. Un momento despues caía sobre el empapado suelo, echa un guiñapo.

Zoak, por su parte, pareció no haber aplacado su furia con la muerte del guardaespaldas Orog, y cuando salió Akromm, bramó con mas fuerza aun que el ogro de las profudidades, y cargó contra él haciendo oidos sordos a la advertencia de Kartag. El guerrero ogro balanceó su enorme maza, en plena carrera, dispuesto a incrustar los pinchos de su cabeza en el rostro astado de su enemigo. El choque de titanes fue brutal, pues si bien el ogro aprovechó mayor envergadura para alcanzar al minotauro en la carrera, este apenas dio muestras de sentir el golpe y alcanzó al ogro en el pecho, hundiendo su filo en armadura y musculo, que hizo brotar una sangre negra que siseó al arder por el efecto mágico de su espada. Ambos quedaron, heridos, tambaleándose mientras trataban de recuperar el resuello y la posición, y las alas de la muerte sobrevolaban a ambos, pues los dos estaban peligrosamente cerca de sus puertas, escuchando el embriagante canto que les prometía calmar su dolor...

Mientras tanto, treinta metros al norte, Anubis volvió a salir de la tienda de Akromm, mientras unas pequeñas volutas de humo se elevaban en el aire, preludió del infierno que estaba por venir...

¡¡¡ Cambio de Round, y Turno de Desdemona de nuevo !!! 

— Así sea... — dijo el invisible Draconiano, antes de que la varita se elevara en el aire durante unos instantes, para desaparecer. a buen seguro entre los pliegues de Tunica Negra. Anubis oyó como los pasos de su interlocutor le alejaban de su posición y, pese a que quizá esperaba que le dijise algo mas, el humano asumió que se había quedado solo y que quizá el bozak contestaba con esa breve locución, en su voz rasposa, a ambas cuestiones planteadas.

Sin perder un segundo, y aprovechando los rescoldos que ardían en el fuego de Akromm, prendió fuego a la tienda del lider invasor, antes de salir de la misma, desde donde vió el tremendo choque entre Zoak y el Ogro de las Profundidades.

Vio como Zoak chocaba contar el Ogro y parecían fuerzas bastante igualadas, pero el minotauro había salido bastante herido, no podía dejarlos solos, pero en distancias cortas ella no era muy buena, solo podía apoyar desde lo lejos, igual sus virotes no hacían mucho daño al Ogro, pero lo molestarían o distraerían suficiente, o eso esperaba.

Desdemona apuntó, aguantando la respiración, pues intuía que el ogro estaba muy herido. La armadura de pieles de Akromm amortiguaría sin duda el daño de su virote, por lo que, si quería ayudar a Zoak, debía colocar perfectamente su ataque. El ogro movía su temible clava, mientras giraba hacia un lado. Zoak hacía lo propio en sentido contrario, colocando su escudo en posición, y moviendo el sable flamigero de izquierda a derecha, como buscando un hueco en las defensas del enorme ogro. El virote salió con un esperanzador "clanck" de la ballesta de la planar, que vio como se dirigía hacia una zona expuesta del cuello de Akromm, sin embargo, la suerte parecía no estar en esa jornada con el grupo de heroes, pues justo cuando el proyectil se iba a colar por entre las pieles que protegían el cuello del ogro, este hizo un giro inesperado hacia delante y el proyectil fue a clavarse en su espalda. Aunque Akromm gruñó, a Desdemona, y a los demás, que observaban consternados la escena, les quedó claro que no era suficiente para tumbar al Lider de las Tribus de la Grieta de Prantek...

¡¡¡ Turno de Akromm !!! 

— Ahhh, escoria cornuda!! Crees que puedes siquiera pensar en vencerme??!! A MI??!! Yo me abrí paso por la Infraoscuridad venciendo a todos mis enemigos!! Doblegué al cacique ogro de la Grieta de Prantek!! Y me llevaré el tesoro del mago muerto, no lo dudes, y tú y tus amigos trabajareis en las minas para miiiii!!! Suplicareis por que os permita morir, sin duda!! Pero no lo haré, no hasta que pagueis por el daño que me habeis hecho!! — gritó Akromm, echando espumarajos por la boca, respirando pesadamente, como si le costara recuperar el resuello.

Entonces, de improviso, apretó con fuerza la mandíbula, tensando sus poderosos musculos, y lanzó un golpe brutal, de arriba a abajo, que hubiera clavado literalmente a Zoak en el suelo, pero el minotauro no se había dejado engatusar por el run-run de las palabras del ogro, y con un rápido movimiento lateral, salío del alcance de las peligrosas tachas que vestían la cabeza de la clava del caudillo ogro.

Eso pareció enfurecer aun mas a Akromm, que levantó la clava una vez mas, por encima de la cabeza, y con sus amarillos ojos inyectados en sangre, se dispuso a poner fin a la pelea con un solo golpe, pues veia que el hombre dragon que había acabado con Shûlz pronto se le echaría encima también, como sin duda alguna parecía querer hacer el otro hombre dragon, el que vestía la túnica color tierra...

De pronto, por un momento, su cara pareció contraerse con fuerza, mientras poco a poco su cuerpo empezaba a quedar como congelado en el movimiento, algo que trató de aprovechar Zoak para hundir su sable ardiente en el negro corazón del ogro. Sin embargo, en un alarde de pura fuerza de voluntad, el caudillo ogro venció el titánico poder que le compelía a no moverse, y con un empujón echó para atrás a Zoak, que a punto estuvo de caer hacia atrás.

Pese a que solo Anubis escuchó el siseo, una decena de metros a su derecha, y hacia la carreta, todos menos Zoak, que luchaba por su vida, no pudieron menos que mirar en derredor, pues parecía evidente que alguna fuerza desconocida estaba ayudandoles.

Con la ira como aliado, Akromm se lanzó a un desesperado ataque sobre el minotauro, descargando el golpe mas brutal del que era capaz sobre él. Sin embargo, quizá impelido por la obligación de ir a socorrer a su hermana, Zoak consiguió esquivar la mortifera cabeza negra con pinchos rojos de la gran clava, que fue a enterrarse profundamente en la blanda hierba. Zoak contratacó, pero Akromm volteó el negro mango de la gran maza, y interceptando el golpe de su enemigo, y no solo eso, si no que aprovechó el impulso para liberar la enorme cabeza, y lanzar un no menos brutal ataque de abajo hacia arriba. Zoak, a la desesperada, interpuso el escudo, y el impacto, aunque tangencial, provocó un entumecimiento en el poderoso brazo que embrazaba dicho escudo, a la par que lo mandaba un par de pasos hacia atrás, pero el minotauro lanzó un bramido, y volvió a recuperar su posición frente a Akromm, que daba evidentes muestras de cansancio...

¡¡¡ Turno de Kartag, Zoak, Baigron y Anubis !!! Despues, Desdemona comienza el 6º round de combate!!

Otro bastardo descarriado de la infraoscuridad, penso Baigron para si, a este paso vamos a poder formar un gremio.

Humor negro frente a la tragedia, la muerte del caballero habia afectado mucho a Baigron pero malditos fueran todos los dioses, si el draconiano permitia que la mas minima debilidad se filtrara en su expresion. Consecuencia del dolor que eso podria acarrear, Baigron pontro aprendio a mantener todas sus emociones dentro. Si bien, como habia experimentado la bruja en sus carnes, de cuando en cuando, estallidos de ira eran mas que recomendables.

Baigron paso por encima del cadaver de la bruja, la sangre habia salpicado el suelo en un grueso arco y Baigron ni siquiera se planteaba la posibilidad de que la bruja hubiera sobrevivido al mordisco de la espada. Esta hoja mata-goblins or lo que fuera, era maravillosamente eficaz a la hora de despachar a estos goblinoides y Baigron solo queria seguir embadurnado la hoja con la sangre de estos monstruos. Un poco tarde para hacerlos pagar por todo lo que han hecho pero mejor tarde que nunca, visto que los dioses habian decidido abandonarlos, lo mejor era tomarse la justicia por su mano.

Tecnicamente hablando, la maniobra de esgrima que Baigron estaba a punto de realizar, se llama estocada a fondo. Con Fleshrend es algo mas dificil debido al peso y longitud de la espada pero con una espada larga como la que llevaba Baigron en la mano era muy facil cargar todo el peso del cuerpo en una estocada salvaje y recta al pecho. Cualquier maestro de esgrima tendria un ataque al corazon al ver a Baigron cargar como un miura y disparar la espada en un unica estocada al centro de la masa del maldito ogro, pero Baigron ya no estaba para sutilezas.

El siseo, err...bueno, el sonido primario de rabia y odio que emano de la garganta de Baigron ni si quiera se podria considerar como un grito de guerra, no habia nada articulado en el, pero vaya que era mas que capaz de demonstrar el absoluto odio y desprecio que Baigron tenia por Akromm.

Akromm apenas podía escuchar algo mas allá del retumbar del corazón en su enorme pecho, y la fatigada respiración que lo alimentaba, mientras lanzaba golpe tras golpe con su poderosa clava al engendro que tenía delante. La hierba húmeda era despedida por el aire en cepellones por los golpes de las crueles puas rojizas de la cabeza de su arma, pero el sexto sentido de guerrero le decía que aquella aberracion de ogro con cuernos que tenía delante no era un advenedizo. Quizá le tomara algo mas de tiempo explotar su fea cabezota y hacerse cargo del resto de insignificantes hormigas que venían con él, pero no podría esquivar por mucho mas tiempo sus mortales embestidas. Un golpe lateral, a media altura, fue esquivado in extremis por el minotauro, que utilizaba el escudo, sabiamente, para desviar la trayectoria de los golpes, mas que para detenerlos, mientras daba un paso lateral para ponerse fuera del alcance del aquel arma mortal. Zoak esperaba su momento, sabedor que el filo encantado de su sable, junto al destructor fuego, hacían mella en el enorme enemigo:

— Vamos, engendro de ogro, no podrás esquivar mucho mas al "Dador de Muerte"!!! — zahería a su enemigo, entre sanguinolentos esputos que lanzaba entre los enormes colmillos inferiores, que sobresalían varios centímetros de sus agrietados labios amoratados.

Por el rabillo del ojo, el caudillo ogro de las profundidades vió como aquel hombre lagarto de escamas oscuras que acaba de acallar para siempre a su ultima ramera, Shûlz, arremetía contra él con una extraña espada de hoja curva que le recordó a las que utilizaban los odiosos elfos oscuros con los que casi siempre evitaba encontrarse antes de su salida a la superficie. Tras amagar con atacar de nuevo al minotauro, el ogro tensó los musculos de su poderoso pecho y brazos y, con un giro de muñeca, cambió el angulo, atacando en una linea ascendente dispuesta a descabezar al draconiano, pero Baigron, con los dientes apretados, y presa de una cólera que transcendia a esta pelea y a este enemigo, se agachó, a la carrera, dando un brusco aleteo, y entró en la corta distancia con el ogro, esquivando su largo golpe. La hoja élfica que portaba, y que había vibrado al contacto de la sangre de la bruja hobgoblin, penetró gracias a la magia, y a la fuerza del golpe, en el pecho de Akromm, al que solo salvó ese mismo sexto sentido de guerrero, pues, giró el torso, haciendo que lo que hubiera sido un golpe mortal, se convirtiera en un feo corte, del que empezó a manar una sangre oscura y espesa, que contrastaba con el enfermizo blanco de la piel del ogro.

Baigron había tenido suerte, esquivando el mortal golpe de Akromm, pero su gesto de rabia no disminuyó un ápice pese a ello, y pese al hecho de haber tenido éxito en su ataque: aquella espada deberia haber hecho mucho mas daño. Que había ocurrido?? Los Dioses volvían a reirse de él?? Se habría consumido el poder de la espada al saciarse con la muerte de la chamana hobgoblin?? No le daba tiempo a pensar en ello: Akromm volvía a levantar aquella gran clava, y haría bien en mantenerse lejos de los mortales pinchos de su cabeza, y la carga le habia dejado en una situación cuanto menos comprometida...

¡¡¡ Turno de Kartag, Zoak, y Anubis !!! Despues, Desdemona comienza el 6º round de combate!!

Aunque el ogro ha demostrado con creces ser un adversario formidable, yo confío plenamente en que la superioridad numérica de mis camaradas no tardará en imponerse finalmente.

Pero quien más me preocupa en estos momentos es el oculto Túnica Negra que hasta el momento nos ha ayudado pero cuyas intenciones y acciones pueden cambiar en cualquier momento. Una amenaza que solo yo parezco haber percibido pero que en nuestras actuales circunstancias puede ser muy real. Su presencia invisible es la que me insta a ser cauto y a reservar mis últimos conjuros ofensivos por si la situación se vuelve adversa para nuestro castigado grupo.

Únicamente el recuerdo de la reciente muerte de Tarben me impele a actuar. Fue mi pasividad y mi exceso de confianza en sus capacidades la que acabó costándole la vida y poco consuelo obtuvimos cuando me cobré venganza por su asesinato. No podría perdonarme perder a otro compañero por la misma razón.

Así pues, avanzo hacia los contendientes al tiempo que hago uso de un sortilegio menor, temeroso de alcanzar accidentalmente a Zoak y a Baigron y no del todo seguro de que mi actuación resulte definitiva para decidir el curso de la batalla. Recito las palabras del conjuro y, a continuación, arrojo la pequeña y corrosiva esfera hacia los contendientes con la esperanza de alcanzar al caudillo ogro.