Partida Rol por web

Me quedé congelado en el sitio. No podía ser el verdadero Jacob, no diría algo tan cruel y aún así...se sentía tan real.

-Nadie me conoce como tú, sabes que eres la única fuente de mi fuerza para seguir adelante, si te fueras, me rendiría a la enfermedad.- No podía mirar su cara, no ahora.- Además, no te trato como un niño ¿Quién te empujó a ello?- trato de recomponerme y me giro preparado para enfrentarme a su culpabilidad.- No siempre te trato como mereces, no puedo, está escrito en mi naturaleza. Tu siempre me has protegido, si sólo puedo ayudarte a que no te inunde la tristeza y el desasosiego con la dulzura que no te puedo dar cuando caigo en mi lado oscuro ¿Que hay de malo en ello?

Damara estuvo a punto de decir 'A casa', pero se detuvo justo a tiempo. Aunque no tenía muy claro donde estaba exactamente en el espacio, miró hacia atrás entre los asientos antes de mirarla de nuevo:

-No sé cómo he llegado aquí -dijo, intentando recordar cómo había llegado hasta el sueño-. Pero tengo que volver. Aún no he terminado el recado...

El enorme lobo gruñó a Van Doren, desconfiado, y se volvió hacia Shyam poniéndose en guardia. No había tiempo para pensar si estaba en otra burbuja. Se convirtió en una lagartija grande como un rinoceronte, con escamas de color crema y coloridas alas de mariposa a ambos lados de la cabeza, junto a los orificios auditivos. La copa seguía en su boca, pero era muy incómodo mantenerla dentro en esa forma, así que envolvió su lengua de mariposa alrededor del tallo de la copa y la dejó colgando.

Se arrastró deslizándose por la ladera de la montaña como si tuviera ventosas en los pies y se situó entre Shyam y Van Doren, pegando el cuerpo al suelo para que montaran.

La pooka se transformó en ella cuando era joven, empujada por los recuerdos de su burbuja. Ahora parecía más vulnerable y perdida, a pesar de los brazaletes de pinchos y las mallas rotas. Van Doren miraba hacia arriba tirada en el suelo de hierba, hacia la fuente que no había podido alcanzar, y se preguntaba si todo lo que había vivido hacía unos segundos sido mentira. Ojalá fuera así, pero su instinto le pedía a gritos que regresase y lo comprobase con sus propios ojos. No se fiaba de nada ni de nadie en aquellas circunstancias.

Cuando bajó la mirada se asustó al ver al lobo, llevándose la mano al corazón hasta que pudo ver en sus ojos que se trataba de Calandra. Cuando vio a Shyam respiró más aliviada.

-¡Os lo han dado! -exclamó con una voz aguda, muy diferente de la suya. La pooka se levantó del suelo y caminó a saltos hasta llegar donde el sidhe para mirar el contenido de la copa. Podía haber ido donde Calandra, pero no le gustaba como le había dado la vuelta a la sartén. Los lagartos comían bichos-. ¿Tenéis suficiente para salvar a todo el mundo?

Nunca antes había estado en el Ensueño Profundo y quería aprovecharlo. Sacar las alas y volar. Aquella era una oportunidad de una vez en la vida si eras un changeling corriente y no un aventurero. Además, ¿cuantos viajes al ensueño le quedaban?

-No, gracias -le dijo a Calandra levantándo una mano-, puedo procurarme mi propio medio de transporte y hasta ahora no me han dejado hacerlo...

Van Doren se cerró los ojos, se concentró he hizo que un par de enormes alas pardas le salieran a cada uno de los costados.

-Argh... Las quería negras, como las de un angel... Ahora parezco una arpía.

-Es para el Barón -respondió en tono firme, apartando la copa ligeramente como si temiese que fuesen a robársela. Se preguntó por qué ella no tenía la suya-. Y no me iré hasta que todos hayan regresado.

-"Es para el barón" -repitió la pooka haciendo burla-. Va a ser que yo he venido aquí para hacerme un lifting y no me he enterado de que iba la cosa.

Van Doren negó con la cabeza.

-Pues más les vale no tardar demasiado.

Jime hizo una mueca, como si contuviera el llanto a duras penas.

-Vamos a morir, los dos. La gente se muere de esto, ¿sabes?

-He estado pensando sobre ello, ¿sabes? -murmuró el mortal-. Sobre lo que siento en realidad por ti. No sé si es culpa o ansias de protección o... ¿cariño? No lo sé. No sé si es verdadero amor. No puedo dejarte porque sería demasiado cruel. Te contagio de sida y luego te abandono. Por eso, a veces, tengo ganas de morirme. De esa manera podría... podría descansar.

Se limpió la mejilla con la palma de la mano.

-Estoy diciendo tonterías que no debería decir. No me hagas caso.

-¿Por qué siempre estás tan tensa? -preguntó Gaia recogiéndose un mechón de pelo tras la oreja-. Siempre quieres irte y nunca me dejas... bueno, acercarme a ti. Física y emocionalmente.

-No, Jacob.- elevo la mirada para cruzarla con la suya, continuo hablando solemne.- No son tonterías. Yo también dudo, a veces, de si estoy contigo por mero agradecimiento por acogerme. Tal vez sea el miedo a quedarme solo o la costumbre de tenerte cerca y la seguridad que me aportas lo que no quiero perder.

Camino un poco pensativo, alejándome de él.

-Supongo que nunca puedes saberlo con certeza que emociones experimentas por otra persona. Pero tuviste celos de mi amigo y yo siempre te he sido fiel, en contra de lo que me pide mi sangre.- me acerco a él, apoyo los dedos en la comisura de sus labios.- Tal vez, y solo tal vez, esas sean las únicas pruebas de nuestros sentimientos.- Elevando el rostro deposito un beso en sus labios.- Vamos, tenemos otro tesoro que descubrir, aunque desnudar tu alma de su armadura y conocer tus dudas es ya un premio en sí mismo. 

Entrelazo mis dedos a los suyos y con  un golpecito contra su cadera le insto a caminar, cualquier sitio sería mejor que el desierto.

Silveth y Jacob continuaron cogidos de la mano hasta llegar a una carretera larga, tanto que se perdía más allá de donde alcanzaba la vista. Una fuente de agua fluía en el centro, como una copa de piedra llena de verdín y grietas. Estaban sedientos por la travesía del desierto, pero algo le dijo al sidhe que aquella fuente era la que andaba buscando.

Cuando se acercaron, una voz les detuvo.

-Si sólo pudieras tomar una copa del agua, ¿qué harías con ella?

El primer instinto que me vino a la cabeza fueron las respuestas ingeniosas que en corte me hubieran servido para dejarle al Magister de turno malhumorado y con el resto de cortesanos mofándose de él "Compartirla, obviamente, el líquido se puede repartir hasta en gotas.". Aunque eso hubiera servido de chanza hasta yo sabía que la magia tenía normas, que no era tan fácil saltarse, e intuía que ese tipo de respuesta no le valdría a lo que quiera que estuviera custodiando el agua de la vida, mucho menos, le iba a hacer reírse.

-Jacob, si no fuera por ti hubiera muerto de inanición entre los hierros del accidente. Si sólo podemos tomar una copa, quiero que seas tú el que se sane. 

-¿Y verte morir mientras yo estoy sano? No querría eso, Neil -dijo Jacob.

-¿Prometes llevarle la copa a Jacob si te permito recogerla? -preguntó la voz.

Me giré hacia Jacob con lágrimas en los ojos, no iba a llorar, me negaba a ello. Mi determinación era clara, pero aún así me conmovía que a pesar de la niebla de las dudas aún quisiera protegerme con su candor.

-¿Y crees que yo puedo verte morir? ¿Que crees que ocurrirá cuando ese momento llegue si yo estoy sano? La propia pena me matará. ¿No te das cuenta, que sin Juramentos ni votos, estoy tan ligado a ti que la mera idea de separarnos me duele? No viviría mucho por mi cuenta, en cambio, tú, eres un mortal, estas hecho para sobrevivir. Además, eres más fuerte de lo que crees. Aún si yo no puedo curarme, aun si solo sobrevivo en tu recuerdo, podrás seguir adelante, sin mi.

Me giro y miro hacia el centro, donde se hallaba la copa, imaginando que lo que quiera que nos estuviese observando, se encontraría allí. Hinco la rodilla en el suelo. 

-Si, juro. Me enfrentaré a todos los obstáculos que sea necesario, para lograr su sanación. Llevaré el agua hasta sus labios- El juramento con Stevron pasaría factura tarde o temprano, a no ser que mis compañeros hayan conseguido alguna otra dosis.

Pero por un momento recuerdo una niña mortal, perdida en los recuerdos de la memoria del cuerpo que mi alma faérica ha usurpado. Dudo durante un instante. Confiaba en Jacob, si no conseguía curarme y le explicaba lo ocurrido, él la encontraría.

Nadim negó con la cabeza enérgicamente, sintiendo que le faltaba el aire

No, no todos... No lo sabía, pero no podía dudar frente a él. ¿Cómo diablos no se había informado mejor si había estado viviendo ya un tiempo con Shyam? Sintió el impulso de abrazarse, pero tras unos pasos se detuvo, dudando

Damara se revolvió incómoda en el asiento. ¿Iban a tener la conversación precisamente en aquel momento? Había sabido que iba a llegar tarde o temprano, pero de todas las posibles escenas en las que la había imaginado...

-Es complicado -dijo ella-. Me mantengo alejada precisamente porque me gustaría acercarme y si lo hiciera, y tú me lo permitieras... bueno, no estoy segura de que alguien como tú deba ajustarse a alguien como yo. Ni siquiera estoy segura de ser capaz de mantener una... -Damara luchó contra la palabra durante unos segundos- relación. Estoy segura de que eres lo más cercano a la perfección que una persona puede ser. Podrías tener lo que quisieras, con quien quisieras. No sería justo -sonrió, un poco triste-. Tú sabes mejor que nadie que no soy muy normal.

-Hecho -dijo la voz.

Todo a su alrededor volvió a difuminarse y, cuando volvió en sí mismo, se encontró en lo alto de la cima. Sobre él flotaba una burbuja de colores irisados como una mancha de petróleo en el agua. En su superficie iban cambiando las imágenes que había visto: Jacob, las Aguas falsas, el desierto rojo, la larga carretera. Flotando hasta desaparecer en el cielo, el sueño de Jacob quedó fuera de su alcance. Frente a él se levantaba la Fuente de las Aguas de la Vida, una construcción de piedra cubierta de musgo por donde discurría el torrente cristalino hasta perderse en un agujero.

-Necesitas esto -dijo la voz de antes. Esta vez venía de su espalda, de un hombre de barba gris y capucha negra que sostenía entre las manos un cáliz de plata-. Sólo esto podrá recoger el Agua de la Vida, sólo una vez para cada persona. Sabe que no eres el único que ha podido alcanzar la Fuente. Recuerda las promesas que has hecho. A menudo, romper promesas puede corromper el alma y maldecir el cuerpo. Usa esta copa y no temas por el contenido: no se derramará a menos que lo desees.

Tomo la copa con ambas manos. Su aspecto no coincidía con el de ningún linaje conocido por mi ¿Sería una quimera guardiana? ¿Un Thuada? Intento fijarme en sus rasgos para aprender todo lo posible.

-Tengo una pregunta, en las tierras del otoño ¿Cuanto tiempo tendré antes de que su magia sea borrada por la Banalidad?

Mientras espero la respuesta lleno el cáliz con el agua con el poder de la vida.

-Pero dicen que están buscando una vacuna. No pueden tardar tanto, ¿no? Tiene que haber una manera de curarse -dijo el mortal.

-Pero me gustas precisamente por eso -respondió Gaia con una sonrisa.

Abandonaron el coche como por arte de magia y aparecieron en la habitación de Gaia, el ático reformado en el que vivía en a casa de sus padres. Todo estaba como Damara recordaba antes de que Gaia empezase a vivir por su cuenta. La mortal se sentó a lo indio sobre la cama y se rascó la barbilla.

-O quizá estoy empujándote a hacer algo que no quieres... o no puedes. No lo sé, Damara. Intento entenderte.