Partida Rol por web

La princesa observó con los ojos brillantes aquella especie de 'parche' que la exploradora había encontrado: una mirada más cercana a la curiosidad por todo lo arcano que por codicia. Las palabras de la elfa solo afianzaron su curiosidad y por primera vez en bastante tiempo sonrió levemente imaginando las posibilidades.

—Quizá esto fuera antaño una sala del tesoro o algo así de los enanos... explicaría que los goblins se quedaran aquí y que haya absolutamente tantas cosas. Mara, lo has encontrado tú... ¿quieres probarlo? Quizá tenga algo que ver con este lugar y nos permita... yo que sé, entender cómo funcionan todas estas máquinas.

Las posibilidades eran infinitas cuando se trataba de objetos mágicos, pero Ingelyn lamentó todavía más no tener allí presente a Runi, pues el anciano sin duda les podría explicar mucho mejor el posible uso de ese objeto.

Tras unos sufrir unos minutos, estirándose para conseguir el objeto, pudo alcanzar lo que parecía una correa de cuero gastado. Tiró con cuidado de ella para poder sacar el objeto de su escondite. Al hacerlo, pudieron ver más de cerca de qué se trataba, aunque ninguna de las tres sabía para qué funcionaba. Aunque parecía una especie de lente mágica para el ojo derecho.

-Mmm... no me quedaré ciega, ¿no? Que necesito mis ojos para trabajar...

Seguía mirando con curiosidad el objeto hasta que se decidió a probarlo. Lo colocó sobre su ojo y lo ajustó como pudo con las cuerdas.

Ingelyn e Ilwen observaron a Mara mientras se colocaba reticentemente aquél artefacto enano sobre el ojo derecho. No es que pudieran culparla demasiado... probablemente ellas mismas se sentirían poco inclinadas a probar un objeto mágico del que no sabían nada en sus propias carnes. Pero la exploradora volariana respiró hondo y se aseguró el parche a la cabeza con las cintas de cuero.

Al principio, no pareció pasar nada. Pero después, la visión del ojo derecho de Mara se tiñó de un tono azulado y tuvo que ahogar una exclamación de sorpresa al mirar a la princesa Ingelyn. Veía la cabeza de la joven de un tamaño exageradamente grande, y lo mismo ocurría con el cuerpo y... con todo a su alrededor.

Aquella cosa parecía hacer que viese todo más cercano, como si se tratase de una especie de catalejo. Instintivamente, Mara llevó un dedo hasta la ruedecita que había en un costado del objeto y la hizo girar un poco. La imagen retrocedió, y pudo ver tanto a Ingelyn como a Ilwen de un tamaño muy pequeño. Manipulando la ruedecita un poco más, comprobó que podía controlar los aumentos que esa lente le proporcionaba. Era algo increíble... ¡aquél objeto podía ser realmente útil, sobre todo a una exploradora como ella!

Al principio no pudo notar nada, pero luego, de pronto, todo se hizo más grande.

-Guau...

Parpadeó un par de veces antes de llevar la mano a la ruedecilla que tenía la lente. Y de pronto, todo se volvió más pequeño. Estaba sorprendida por ese artilugio mágico. Era perfecto, aunque debía acostumbrarse a esos cambios de tamaño.

-Es una lente que amplia o hace muy pequeño lo que ves. ¡Es perfecto para una exploradora!

Aunque no serviría en combate. No podría apuntar bien, pero si sería genial para encontrar rastros y pistas. Sonrió al ver que había encontrado algo muy interesante.

-¿Me queda bien? - preguntó mientras intentaba ajustar la lente a un tamaño neutral y real.

Observó con fijeza a la exploradora, mirando como giraba a todos lados manipulando aquel objeto tan extraño. Sus cejas se alzaron ante la explicación de Mara sobre la naturaleza del artefacto pero se le escapó una sonrisa al empaparse de la emoción de la volariana.

—Bueno... casi parece que hayas perdido el ojo en una terrible batalla, dejaré que tú decidas si eso es bueno o malo. —dijo en broma, volviendo a ojear los alrededores—. Tenemos que continuar, sea como sea, comprobemos ese corredor de la entrada y si no hay nada... habrá que volver por donde hemos venido.

Ilwen sonrió ante la pregunta de Mara, y tras pensárselo un poco, asintió.

—Sí, la verdad es que da un aspecto bastante temerario. Como los piratas de los arrecifes de Soban, pero más ostentoso.

Pero enseguida se puso seria. La princesa tenía razón, debían seguir adelante.

—Será mejor no olvidar este sitio —dijo—. Puede que aún haya objetos mágicos de utilidad...

Tomaron el único camino que se abría ante ellas, y la siguiente sala en la que entraron dio paso a un corredor que giraba en curva hacia el este hasta perderse tras un recodo. El sonido de la maquinaria enana se oía más claro por ese camino. Pero existía otra opción, un pasadizo amplio que se abría a su izquierda y por el que entraba una brisa de aire fresco con un curioso olor acre.

Estaban pensando cuál de los dos caminos convendría más tomar, cuando escucharon un ruido a sus espaldas. Se asomaron con cuidado y comprobaron que en la plaza del mercado enano que habían dejado atrás, había alguien. Y debía ser un grupo numeroso, porque la luz de varias lámparas se movía formando haces que iluminaban los muros, como si estuvieran explorando el lugar al igual que ellas mismas habían hecho no hacía mucho...

Continuaron su camino en la exploración de esos pasillos y salas abandonados hace tanto tiempo. Pero antes de poder avanzar mucho más, se escuchó un ruido poco natural en la plaza del mercado enano. Parecía que alguien había llegado, un grupo grande por lo que se podía escuchar. ¿Y si eran enemigos? Al fin y al cabo, no solo había goblins allí. Un grupo de enanos traicioneros planeaba apoderarse de ese territorio acabando con su monarca y todo con ayuda de los orcos... que también pululaban por allí.

Quizá era un buen momento para usar el artilugio mágico que había encontrado. Se llevó un dedo a los labios para pedir silencio a sus acompañantes y se acercó un poco más para ver si podía usar la lente mágica y ver quién había en el mercado.

Aquella lente era realmente maravillosa. Desde donde se encontraban, nunca hubiera podido ver qué eran las formas que se movían en la distancia. Pero gracias a ella, distinguió claramente las barbas y las armaduras típicas de los guerreros enanos. Era una patrulla que, portando linternas de factura enana, estaba peinando la zona buscando algo.

Ilwen se asomó por el arco de piedra, tratando de pasar desapercibida. Pero aunque entornó los ojos todo lo que pudo, no logró distinguir de qué se trataban las formas que se movían en el mercado.

—Están demasiado lejos... —dijo—. ¿Tú puedes ver algo, Mara?

Esperó a ver si el nuevo artefacto con el que la exploradora contaba podía sacarles de dudas.

Iban a avanzar cuando el ruido más atrás les volvió a frenar y chasqueó la lengua mientras trataba, como Ilwen, de observar más allá y discernir quiénes eran pero no hubo suerte alguna. Asintió a las palabras de la elfa para ver si Mara podía ayudarles al respecto y aun así puso su mano sobre el pomo de Rimkant por si las cosas se complicaban... al fin y al cabo, ese enano había mandado a una comitiva de esqueletos a por ella, podía ser cuestión de tiempo que acabaran apareciendo allí.

—Debemos tener mucho cuidado, si tenemos que correr nos expondremos más a posibles trampas...

-Puedo ver enanos... una patrulla. Parece que están buscando algo - susurró a sus compañeras lo más bajo que pudo.

Sin duda, aquel artilugio era mucho mejor y más útil de lo esperado. Sin él, hubieran tenido que acercarse más para descubrir que estaba pasando. Lo que no sabía era si las estaban buscando a ellas. Si volvían a la plaza del mercado, se encontrarían con una patrulla, seguramente enemiga, que era bastante difícil de combatir. Debían continuar su camino sin hace el más mínimo ruido. El problema, era la puerta abierta que habían dejado y por la que habían entrado.

-Nuestro único camino es aquel pasillo. No podemos volver al mercado - volvió a susurrar.

Mientras comentaban aquello, los enanos del mercado descubrieron la puerta abierta por la que las tres habían accedido a la sala llena de objetos enanos. Un haz de luz las iluminó directamente, aunque el enano que portaba la lámpara no pareció darse cuenta de su presencia.

—¡Eh, mirad aquí! —oyeron decir—. Esta puerta esta abier... ¿qué demonios? ¡Mirad esto!

Un par de enanos entraron en la sala atestada de reliquias enanas e iluminaron las corazas, armas y demás objetos con sus linternas. Parecían haber quedado tan sorprendidos como ellas al descubrir ese tesoro oculto.

—Aquí hay armas para pertrechar a un ejército pequeño. Esos malditos goblins... Mirad, por ahí delante hay otro corredor.

Las lámparas volvieron a iluminar en su dirección. Esos enanos estaban a punto de seguir adelante hacia ellas.

Si no le fallaban los cálculos aquel enano de los esqueletos debía conocer bien aquel lugar, pues conocía las entradas al mismo y, sin embargo, aquella comitiva de enanos parecía desconocer aquella sala del tesoro. Eso le hizo pensar que no tenían nada que ver con él, pero recordó entonces las palabras de Strumni y entonces dudó de si ellos serían de la clase de enanos contrarios a Skald o por el contrario de los más propensos a la negociación.

—No parecen ser de aquí, quizá no sean enemigos... pero sea como sea hay que actuar: o nos escabullimos por el pasillo o aparecemos e intentamos dialogar. Si hacemos lo segundo... tienes que guardarte ese artefacto del ojo, quizá nos tomen como ladronas si lo ven

-Será mejor que continuemos. Luego te lo cuento todo, Princesa. No debemos fiarnos de ellos.

Así se sentía, sin saber si los enanos que había en aquella sala eran amigos o enemigos. Aunque algo le decía que eran lo segundo. No podían arriesgarse a ser atrapadas. Todo estaría perdido. Hizo un gesto silencioso para continuar su camino mientras los enanos estaban distraídos con el botín de los goblins. 

Ahora solo había un camino posible y era el que se alejaba de ellos.

-Vamos - susurró a sus compañeras antes de emprender el camino.

Miró a Mara durante dos largos segundos y al final asintió, tomando el camino que les restaba para alejarse de aquellos enanos.

Sin perder tiempo, la princesa y sus dos acompañantes se alejaron del arco, dejando atrás a aquellos enanos. No sabían quiénes eran, y quizá lo mejor fuera no arriesgarse. Meterse en una pelea con un grupo de enanos armados en los túneles era algo que no conducía a un buen final...

Tomaron el camino más cercano, y giraron siguiendo el trazado del corredor. No encontraron aberturas a un lado ni al otro, pero el sonido mecánico que habían oído desde que estaban allí crecía poco a poco en intensidad. Ahora podían escuchar el golpeteo metálico que seguía un ritmo perfecto, y de vez en cuando el ¡pssss! ¡pssss! de alguna válvula de vapor.

Finalmente, llegaron a un corredor más ancho y espacioso. La entrada por la que habían llegado estaba en el muro oeste del mismo, y era igual que otras tres que se podían ver en la sala, otra en el mismo muro, y dos más en el que tenían enfrente. Dos de ellas estaban bloqueadas por cascotes procedentes del techo derrumbado. Pero lo que más les sorprendió fue lo que vieron en el muro norte. Una única puerta de doble hoja, ricamente ornamentada y forjada de dos piezas de metal enano, muy similar a aquél que se había utilizado para fabricar los objetos de la sala que habían dejado atrás. La puerta era dos veces más alta que Ilwen y Mara, y teniendo en cuenta que aquello era un emplazamiento enano, esa era una altura muy significativa. El sonido mecánico, fuera lo que fuera, venía de detrás de esa puerta.

Ilwen se quedó en retaguardia, mientras Mara abría la marcha. El semblante de la elfa se convirtió en una expresión de fascinación al ver aquella impresionante puerta.

—Vaya... —murmuró—. ¿Qué será lo que haya detrás?

Pero inmediatamente volvió sobre sus pasos para vigilar el corredor por el que habían llegado allí.

—Sea lo que sea, sólo hay dos caminos. Cruzar esa puerta enorme, si es que podemos abrirla, o seguir por el único pasadizo que no está bloqueado. Si volvemos atrás... bueno, tendremos que lidiar con los enanos, sean quienes sean.

Siguieron caminando por el corredor sin poder desviarse. El ruido se hacía más evidente a cada paso que daban hasta que pudieron distinguir el martilleo rítmico de la maquinaria. Fuera lo que fuese esa maquinaria. Poco tardaron en llegar a la siguiente sala. Lo más impresionante de la sala era la inmensa puerta de doble hoja y con unos ornamentos preciosos. Se acercó a la puerta para observarla más de cerca.

-Quizá se pueda abrir. Parece que esconde secretos importante.

Ese lugar, sin duda, escondía muchas cosas interesantes. Quizá fuese la antigua sala del trono. ¿Qué otra cosa podía ser? Observó la división de la puerta para ver si encontraba una forma de abrirla.