Partida Rol por web

Urri condujo a Ylva, Glyrhel, Merial y una cansada Mawi que iba sobre los hombros de Trondni por el muro de roca, hasta llegar a una puerta amplia. Era un arco que en aquél momento estaba abierto, pero que podía cerrarse con una pesada puerta de bronce si era necesario. El aspecto del lugar era de auténtica fortaleza, maciza e inexpugnable. Al entrar, pudieron notar las miradas de muchos guerreros enanos clavadas en ellos. Parecían estar esperando su llegada.

El capitán enano les condujo hasta el centro de una gran sala octogonal, donde un grupo de enanos estaba de pie alrededor de una mesa de piedra. Parecían estar enfrascados en la lectura de algún documento importante. Urri les indicó que se detuviesen y caminó hasta la mesa. Varios enanos le saludaron al llegar y conversaron brevemente con él. Después, se separaron del grupo y se aproximaron a los chicos. Uno de ellos era un guerrero, tan fuerte y adusto como Urri. El otro era más bajo todavía, y tenía una expresión taciturna. Y la más llamativa era una enana vestida con una túnica amplia y de aspecto muy elegante, tocada con una capucha de tela gruesa.

La enana encapuchada fue la primera en intervenir. Hizo una leve inclinación y habló con voz clara en tono amistoso.

—Os saludo, humanos, elfa y arbórea —dijo con una sonrisa—. Mi nombre es Uwa, de la casa del Rey Grummdar de Krar-Umgar. Sed bienvenidos a nuestra atalaya. Seguro que estáis cansados y deseando reponer fuerzas. Aquí podréis hacerlo, pero os ruego que me digáis vuestros nombres y me contéis todo lo que hayáis visto u oído desde que partísteis de viaje. Conocemos el objetivo de vuestro viaje, pero las cosas parecen haber tomado un cariz peligroso con los últimos sucesos, y sólo sabemos lo que nos han contado nuestras patrullas de los Caminos.

Se apoyó en una vara de metal lustroso que llevaba en la mano derecha, y esperó la respuesta de los jóvenes skaldi.

Ylva inclinó la cabeza a modo de saludo, como hacía su madre cada vez que algún miembro importante del clan se acercaba para hablar. Sin embargo, nada de aquello le hacía gracia. No pensaba que los enanos fuesen malas personas e incluso le caían bien. El viaje por los túneles había sido extraordinario, aunque más agotador que si hubiesen recorrido la misma distancia corriendo entre los árboles, y Trondni había sido muy amable cargando con Mawi. Pero por otra parte, no dejaba de sentir que les trataban con la amabilidad justa. 

—Mi nombre es Ylva —comenzó la chica manteniendo un tono respetuoso— Y agradezco mucho que nos hayáis traído hasta aquí. Os contaré gustosa todo lo que ha pasado, pero me gustaría saber si hay alguien más de nuestro grupo aquí o si sabéis si están a salvo, y si podremos reunirnos con ellos cuando os contemos todo. 

La chica miró a sus compañeros, como disculpándose por decir aquello. Era posible que los enanos se lo tomasen a mal, pero la muchacha sentía que era lo justo. Al fin y al cabo, no habían tenido mucha elección desde que se había encontrado con el grupo. Pero ahora las cosas podían cambiar. No sabía si Uwa sería buena o mala persona, suponía que buena, pero era la que en breves momentos iba a tener los viales. Aquel era un tema serio y esperaba poder tratarlo con el mínimo de enanos delante. A ser posible solo con Uwa, Urri y Trondni. Siempre y cuando no se ofendiesen por sus palabras. Claro.

Para Glyrhel el viaje había sido abrumador en muchos sentidos, y una vez alcanzado su destino la sensación no fue a menos. Fue abrumador por el cansancio de un viaje que había imaginado más corto y menos cansado de lo que al final había resultado, por la preocupación de qué ocurriría una vez llegarán a la atalaya, qué sería de ellos, como se resolvería una situación sobre la que desde hacía tiempo sentía que no tenía control alguno, pero también se sentía abrumado por la suerte que tenía de haber visto cosas que solo había imaginado ver en sus sueños más alocados. 

Contemplar una fortaleza enana como aquella, ser capaz de pisar su suelo y conocer a sus moradores, era tan solo una de ellas. Por ello desde que la vio, desde que entró en ella, apenas pudo contener una excitación que ahogó cualquier otro tipo de preocupación, al menos hasta que habló Ylva y le devolvió a la realidad con la misma violencia que si le hubieran echado encima un jarro de agua fría.

Como saludo el muchacho alzó la mano con cierto nerviosismo que se mezcló con una timidez que tenía más de miedo a meter la pata que de pudor alguno.

- Yo soy Glyrhel- se limitó a decir para no interrumpir a su amiga o a lo que pudiera responderle Uwa.

Urri y el enano de expresión taciturna se movieron, al parecer incómodos por la petición de Ylva. ¿Había sido la chica demasiado descarada? Pero Uwa no pareció molesta, y en cuanto Glyrhel, Merial y Mawi hubieron dicho sus nombres, la enana encapuchada volvió a hablar.

—Sois los primeros en llegar —dijo—. Pero no os preocupéis, nada más encontraros el capitán Urri informó de vuestra presencia en los túneles. Los enanos tenemos maneras rápidas de comunicarnos. Ya se han ordenado batidas para peinar los túneles. Si vuestros compañeros de viaje están en ellos, les encontraremos y escoltaremos hasta aquí.

Les hizo un gesto para que entraran en la fortaleza, y luego se dirigió al capitán Urri.

—Que se les devuelvan sus pertenencias y sus armas —mandó—. Serán tratados como huéspedes aquí, al igual que el resto de su grupo.

Aunque el capitán estuvo a punto de decir algo, Uwa lo interrumpió con elegancia, pero con firmeza.

—Es una orden, capitán. Y sabéis que debéis responder a mis órdenes como si proviniesen del Rey. Estos jóvenes están bajo mi responsabilidad ahora.

Urri se cuadró con disciplina, y tras unos instantes, los chicos volvían a estar en posesión de sus pertrechos y sus armas, incluyendo el malogrado arco de Ylva. Lo único que Urri no les había devuelto aún, eran los dos Viales de Poder. Uwa animó al grupo a dirigirse a la atalaya, y mientras tanto sonrió. Quizá habían tenido suerte y la persona al mando de aquél puesto avanzado enano no iba a ponerles las cosas aún más difíciles.

—Bien. Y ahora, mientras esperamos al resto de los vuestros, contadme todo con detalle —pidió—. Algo me dice que este asunto se está volviendo muy turbio...

Ylva se aclaró la garganta antes de hablar. Parecía dispuesta a contar la historia, pero antes iba a resolver aquel tema. No iba a permitir que se olvidasen tan fácilmente de ello. Habían prometido a Runi que tendrían cuidado con ellos y, la idea que les había hecho perderlos era suya.

—Eh... capitán, creo que se olvida de las pociones. Iba a enseñarselas a Uwa para que viese que no llevo nada malo dentro, ¿recuerda?— Ylva puso la mejor de sus sonrisas al capitán Urri antes de mirar de nuevo a Uwa. La muchacha sabía que, a aquellas alturas, de nada valía andarse con rodeos e inventos y que si Merial las había reconocido, probablemente Uwa lo hiciese. Y algo le decía que era mejor que lo viese cuanto antes. — Pues un poco raro si que es todo, señora, pero en realidad no hay mucho que contar... Fuimos a hacer noche en una granja y, cuando estábamos explorando los alrededores nos vimos rodeados de esqueletos. Muy listos no eran, porque Glyrhel y yo conseguimos dejar a uno fuera de combate con una red, pero bueno... era un esqueleto, no tienen seso. El problema es que eran muchos y ¡Uno de ellos era de un troll! Por suerte Merial, Mawi y su grupo estaban cerca y nos salvaron. 

Ylva cogió aire y miró a los demás. Si aquella parte era poco creíble se acercaba la más rara.

—Luego algo nos dejó dormidos y nos llevó a las mazmorras, donde nos separó. Era... no sé. Pero Sonrisita no es como usted o como yo... Es...raro. Era un ser sin cara. Solo una enorme boca. Iba encapuchado y no pudimos ver mucho, pero fue capaz de quitarme la flecha de mi arco con magia. Simplemente desapareció y apareció en sus manos. Bueno... supongo que eso significa que tiene manos. Casi se me escapa la cuerda del susto —Aquello parecía una absurdo, pero hasta aquel momento la niña no se había parado a pensar en el cuerpo de Sonrisita, solo en su rostro. O en su no-rostro—. Continuamos explorando las mazmorras y encontramos un troll, que estaba amenazando a Mawi. Conseguimos librarnos de él, aunque casi me quedo sin arco y el capitán y sus hombres nos encontraron.

Glyrhel escuchó con creciente esperanza la orden que Uwa dio a los enanos para que les devolvieran sus pertenencias, y con esa misma esperanza comprobó que en un instante volvía a tener entre sus manos un cacho de metal con forma de daga, un jirón de tela que funcionaba como honda y un palo que apenas servía como porra. Ahora, se "olvidaron", con clarísima intención, de lo más valioso de todo lo que había portado.

Si hubiera sido otro hubiera esbozado una sonrisa torcida y le hubiera recordado con sarcasmo al capitán que había incumplido la orden que le habían dado, pero no siendo ese otro, el muchacho se puso a pesar en pensar en una forma educada de hacer ver a Uwa que lo que les habían dado no era todo. No tardó en escuchar con alivio que Ylva se le adelantaba y que por tanto no sería necesario pronunciar ni una palabra, tan solo alzar la mano para recoger lo que se les debía.

- Sí, eso. Ehm...- se animó a decir algo, tan solo para no parecer más callado de lo necesario.- Tuvimos que huir de la habitación que ese troll derrumbó. Sus soldados nos encontraron por el ruido, creo, y nos vieron por el agujero que se abrió en el techo.

Uwa escuchó la historia de Ylva y Glyrhel muy callada, mientras Urri emitía un leve gruñido. El capitán enano se adelantó y sacó de su zurrón los pequeños frascos de cristal. Se los tendió a la enana mientras miraba con desconfianza a los chicos.

—Según ellos —dijo—, son pócimas de infertilidad, o algo parecido. Pero yo no me fío, sería mejor asegurarse. Porque estos simpáticos jovencitos han olvidado mencionar que también entienden khazkil...

Los enanos que les habían recibido se miraron entre sí sorprendidos cuando Urri dijo aquello. Pero la expresión de mayor sorpresa era la de Uwa. Lo primero que había captado su atención había sido la mención de los chicos sobre los no muertos, y su estupor sólo fue en aumento al escuchar que entendían la lengua de los enanos, que había un ser misterioso encapuchado en los túneles y al ver aquellos dos Viales de Poder. Pero enseguida recuperó la compostura, y cogió los frascos. Los examinó dándoles vueltas entre sus gruesos dedos, mientras lanzaba miradas inquisitivas a Ylva y Glyrhel. Pareció cavilar, sosteniéndoles la mirada durante unos segundos que les parecieron eternos, y finalmente sonrió. Aunque les pareció una sonrisa más forzada que la primera.

—Unas pociones inusuales, sin duda —dijo—. Quien os las entregase, debía saber mucho de estas cosas. No se encuentran todos los días...

No les devolvió los frascos, pero tampoco se los entregó de nuevo a Urri.

—Buen trabajo, capitán. Ahora continuad con la búsqueda de la princesa Ingelyn y los suyos. Informadme de cualquier hallazgo usando las "bocas".

Se volvió hacia el otro guerrero enano que les había acompañado.

—Capitán Snorri, deseo hablar en privado con nuestros invitados. Ocupaos de que no se nos moleste.

Los enanos se cuadraron ante las órdenes de Uwa, y tanto Urri como Trondni se alejaron, no sin que el explorador les lanzara una última mirada de curiosidad. Uwa y el enano de expresión melancólica se quedaron a solas con ellos. La enana encapuchada les hizo pasar al interior de la parte subterránea de la torre y apenas tuvieron tiempo de maravillarse con la construcción, pues enseguida les condujeron a una habitación cuya puerta Uwa cerró tras de sí. Cuando se volvió, su expresión afable se había tornado dura como la roca.

—Bien —dijo en un tono no muy amigable—, entiendo que hayáis decidido medir vuestras palabras hasta ahora, pero se han acabado las tonterías. A mí no vais a engañarme tan fácilmente como a Urri y sus soldados. ¿Cómo demonios es posible que entendáis khazkil? ¿Y de dónde habéis sacado dos Viales de Poder? Ninguna de las dos cosas me parece normal en unos muchachos skaldi. Hablad, y será mejor que vuestras respuestas me convenzan. Quiero ayudaros, al igual que muchos de los nuestros, pero si no sois capaces de aclarar esos puntos, nos lo pondréis muy difícil.

Ylva miró sorprendida a Uwa. ¡Habían olvidado contar lo del khazkil! Con razón parecía enfadada. La niña miró primero a la enana y luego a su melancólico compañero. Por un segundo había sentido la necesidad de preguntar si se encontraba bien y, de hecho ya había empezado con el "¿Se encuentra..." cuando Uwa interrumpió con sus órdenes.

—Evidentemente no hemos tratado de ocultárselo. Prácticamente todos nos vieron responder a Urri cuando habló en vuestra lengua, así que no es ningún secreto. Sinceramente, olvidé mencionarlo. Son muchas cosas, y tampoco tengo claro si ahora nos estáis hablando en común o en khazkil— la justificación sonaba pobre, y la niña así lo sabía, pero no había otra, puesto que era la realidad.— En nuestros oídos, suenan como el común. Y me temo que entonces estamos en problemas, porque le juro que no sabemos como lo sabemos. Puede que sea cosa de Sonrisitas. O de que tocásemos el esqueleto del enano. No sé, seguramente sea magia.

La mirada de la niña se posó entonces en los Viales y volvió a mirar a Uwa, manteniendo firme la mirada. Era Glyrhel el que tenía que contar, si quería, cómo habían llegado a él, pero quería matizar una cosa.

—Nunca engañamos a Urri. Nunca dije que eso fuese lo que cree que es, simplemente cambié de tema. Dije que mi madre estaba preocupada, y es verdad... tuvimos una charla muy incómoda y rara antes de marchar. Aunque no tan raro como esto, claro. Pero tampoco podíamos decir ante un montón de desconocidos lo que es. Cuando Runi se enteró de que lo teníamos nos dijo que lo protegiésemos. Y no es solo que nos lo quitasen, sino lo que podía pasar si corrían rumores de que había dos Viales.

- No hemos ocultado nada- se defendió.- No al menos con intención de... De mentir o de engañar. ¡Joder!- saltó con una expresión de frustración que ni él mismo se había imaginado pronunciar.- Han pasado tantas cosas en tan poco tiempo que es difícil acordarse de todo, más aún cuando básicamente lo único que hemos hecho desde entonces ha sido huir de un lado para otro, correr intentando que no nos maten mientras buscamos regresar con los nuestros

Glyrhel suspiró y su mirada se posó por unos instantes en el suelo, pero no tardó en alzarla para mirar directamente a los ojos de Uwa.

- Si, las pociones no son pociones normales. Lo siento. Ni yo mismo lo supe hasta después de que me las dieran. Me lo dijo Runi. Bueno, nos lo dijo. Es un mago, pero ni él mismo nos pudo explicar con claridad qué hacían. Me las dio una mujer. Una anciana encapuchada- se corrigió.- Me dio tres. Una se la regalé a la princesa y la otra a Ylva. Me las dio porque el tiempo se acerca. El viento del suroeste o algo así. No sé nada más. Y sobre el idioma vuestro tampoco. No lo supimos hasta que todos nos miraron raro por escuchar algo que no querían que escucháramos. Nada más. No sé cómo lo sabemos, pero es que ni siquiera lo podemos hablar. A lo mejor tiene algo que ver con esto...- dijo sacando el diente enano que tenía guardado.- O no. No lo sé. Es de un esqueleto, de un muerto viviente. Lo encontró una de nuestras exploradoras antes de que nos termináramos separando.

Tanto Uwa como el enano anciano permanecieron un momento en silencio, pero luego la enana sonrió de nuevo.

—Bueno, parece ser que es verdad que entendéis el khazkil —dijo, con lo que dedujeron que había hablado en esa extraña lengua secreta de su pueblo—. Es algo insólito... Desde luego, no podríais haberlo aprendido siendo tan jóvenes y habiendo vivido toda vuestra vida en Skald. Así que sí, algo mágico debe haber detrás de todo esto. Y sin duda es algo poderoso y extraño, puesto que ni siquiera yo tengo ni idea de qué puede tratarse.

Sacó una vez más los Viales y los examinó con detenimiento.

—Esto sí lo conozco, y no me cabe duda de que son Viales de Poder. Amarillo y verde... está claro que tienen que ver con la suerte, pero no sé qué harán exactamente. Ojalá mi maestro estuviera aquí, él podría sacarnos de la duda. ¿Qué opinas tú, Edrin?

El enano anciano, que hasta aquél momento se había mantenido en silencio y observando todo bajo sus espesas cejas blancas, habló por primera vez. Su voz era apenas un susurro, pero sonaba clara y profunda.

—El viento del suroeste... —repitió las palabras de Glyrhel—. Una anciana encapuchada... Está claro que esto tiene que ver con los Cuatro y con la Aguja. Las luces que brillaron desde la Estrella en la Punta no fueron casualidad. Algo está pasando, y estos chicos están relacionados con ello.

Tomó los Viales y los examinó, pero negó lentamente con la cabeza.

—De estos temas, Durdi y tú sabéis mucho más que yo. Y él no está aquí, pero no me cabe duda que esa anciana encapuchada debía ser una de los Cuatro, igual que Durdi. Por lo que cuentan, debe tratarse de Aysha. Pero no tengo ni idea de por qué esa mujer habrá escogido a este chico para hacerle portador de regalos tan valiosos...

El anciano Edrin devolvió los Viales a Uwa. Esta les echó un último vistazo y se los devolvió a Ylva y Glyrhel sin perder aquella sonrisa cálida que exhibía de nuevo.

—No sé por qué Aysha te habrá entregado los Viales, joven Glyrhel —dijo—. Pero ten por seguro una cosa. No lo ha hecho a la ligera. Y me parece muy bien que los hayas compartido con tus amigas. Seguro que ya te lo han dicho, pero son dones muy, pero muy poderosos. Utilizadlos bien...

Aquello debía significar que sus explicaciones habían servido para despejar las sospechas de la enana. Y ella misma lo confirmó al abrir la puerta de nuevo para que todos pudiesen salir.

—Bien, me reafirmo en lo que dije antes. Sois invitados aquí, podéis ir y venir libremente. Pero también os advierto que mi pueblo por lo general es tozudo y desconfiado. Trataremos de que os sintáis bienvenidos, pero intentad ponernos las cosas fáciles... —dijo aquello como disculpándose por anticipado por lo que pudiera pasar durante su estancia en aquél lugar.

Luego cogió el diente de enano que Glyrhel le había mostrado. Puso cara de repugnancia en cuanto sus dedos lo tocaron.

—En cuanto a esto... no me cabe duda de que hay magia oscura impregnándolo. Muy oscura. Me creo perfectamente que proceda de un cadáver insepulto. Y eso no es nada bueno. Creo que voy a informar al Rey, y a pedirle que nos envíe refuerzos cuanto antes. Esto ha dejado de ser un simple encuentro diplomático...

Se guardó el diente y sonrió a los chicos.

—Es mejor que no estéis expuestos a esa cosa —dijo—. Voy a ocuparme de todo para que tengamos más tropas aquí, además de seguir buscando al resto de los vuestros y tratar de averiguar algo sobre ese "Sonrisitas". Estaré bastante ocupada, pero podéis acudir a Edrin si necesitáis cualquier cosa. ¡Nos veremos!

Todos salieron de la sala, y Uwa se alejó por unas escaleras que subían y debían llevar a la torre que se erguía en la superficie. El grupo se quedó a solas con el anciano Edrin, que no había dicho nada más, pero permaneció con ellos en silencio y quieto como una estatua. Parecía estar esperando a que ellos le preguntasen o pidiesen lo que quisieran.

—Pues a mi no me sorprende —murmuró Ylva cuando el enano con expresión triste dijo aquello de que no entendía la elección. Si esa tal Aysha estaba buscando a una gran persona, tenía claro que su amigo era el indicado. En todo caso, cuando Uwa  confirmó sus palabras, la niña asintió. Aunque seguía sin estar convencida de portar uno de los viales. No eran suyos ¡Eran de Glyr! Sin embargo aceptaría llevarlo. Era inteligente no meter todos los huevos en la misma cesta.

Nada más quedarse a solas, Ylva miró a la puerta. Eran los invitados, pero por algún motivo se sentía prisionera. Quizás fuese la presencia del enano, o el hecho de que no sabían nada de donde estaban. Además, se había quedado muy extrañada con aquello del diente...

—Eh... Señor Edrin. ¿Podría pedirle un favor? Es... una prueba por el tema del khazkil. Me gustaría comprobar una cosa. Por cierto, ¿se encuentra bien? Parece preocupado. Más que el resto, me refiero.

A Glyrhel, al contrario que a Ylva, Edrin no le parecía más preocupado que el anciano medio. Los ancianos, para él, tenían dos caras que regalar al mundo: la de enojo y la melancólica o reflexiva. Los primeros eran como una piedra llena de facetas, afilados para quejarse de los problemas que la juventud traía al futuro, y los otros eran un canto rodado, pulidos por el tiempo e inmersos en la melancolía del río del pasado. El ejemplo perfecto del primer caso era Runi; del segundo, Edrin.

Por ello no compartía las inquietudes de su amiga. Su inquietud, debido a cierta sensación de seguridad y a que consideraba que con poco podía contribuir cuando había todo un ejército enano manos a la obra, tiraba por otros derroteros e iba de la mano de numerosas curiosidades y anhelos.

- Eh... Sí, si te pasa algo dínoslo. A lo mejor podemos ayudarte- se sumó a lo dicho por Ylva, aunque no demasiado convencido de ello.- Por cierto, ¿eres mago? ¿Hay algún mago aquí?- preguntó lleno de esperanzas y con el entusiasmo del que había carecido su primera afirmación.

El enano anciano permaneció quieto como una estatua, y no mudó su expresión. Cuando Ylva y Glyrhel lo interpelaron, escuchó en silencio y tardó un momento en responder.

—Estoy bien, gracias —dijo escuetamente—. No soy mago. Domino algunos poderes menores, como la mayoría de los nuestros, pero no se me puede llamar mago. Los magos enanos son escasos, como estoy seguro de que sabéis. La única maga que hay en este lugar ahora mismo es Uwa, mi señora.

Calló durante un largo instante, y los chicos pensaron que no iba a decir nada más. Pero entonces volvió a hablar. Su barba se movía muy poco cuando lo hacía, y su semblante pétreo le hacía parecer más una figura tallada en piedra que un ser vivo.

—Sí, estoy preocupado —admitió—. Vuestra historia es inquietante, sobre todo por las noticias que conciernen a los no muertos y a ese ser sonriente del que habéis hablado. Pero ya nos enfrentaremos a cada cosa a su debido tiempo. Bien... ¿qué es lo que quieres probar, joven? —terminó dirigiéndose a Ylva.

Ylva asintió comprendiendo, aunque un poco decepcionada por las noticias sobre la falta de magia. La niña también estaba sorprendida por la lentitud con la que hablaba y se movía aquel hombre. Parecía aletargado, como una serpiente en la nieve... claro, que cuando las daba el sol y se activaban eran condenadamente rápidas. Cuando el enano aceptó a llevar a cabo su pequeño experimento, la niña sonrió con ilusión.

—Verá. No sabemos cómo entendemos khazkil. El problema es que ni siquiera sabemos si están hablando un idioma u otro, porque lo oímos todo en común. Quizás sea así porque no lo sabemos ¿no cree? Me gustaría decir una palabra en su idioma. Pronunciarla yo misma, a ver si la oigo como khazkil o como común y también ver si, una vez conozco esa palabra, si dice una frase que la tenga, oiré la frase entera en común menos esa palabra.

La joven skald calló expectante, sin estar muy segura de si se había explicado o no correctamente o si aceptaría a enseñarle una palabra en su lengua. 

—Por eso necesitamos saber una palabra. Una sencilla... Por ejemplo, imagine que pan se dice "kukha". Pues en vez de "kukha" me dice "Cu como cubil, Kha como khazkil", sin decir Kukha. Tiene que ser una palabra que en su idioma sea corta, claro... y mejor que no nos diga el significado hasta que la pronuncie bien. Después solo tiene que decir una frase en khazkil que incluya la palabra.— Ylva se detuvo y de pronto le entraron dudas— Aunque claro, si el diente tenía algo que ver con que entendiésemos khazkil  lo mismo ya no podemos entenderlo y no serviría de nada. No sé si será una tontería pero creo que merece la pena probar.

Glyrhel abrió los ojos como platos y un instante después se le sumó la boca. Poca importancia tenía la decepción derivada de que no fuera un mago, y aunque quería preguntarle cuáles eran esos poderes menores propios de los enanos, tras escuchar la propuesta de Ylva sabía lo que en aquel momento tenía realmente prioridad.

- ¡Qué buena idea! Venga venga... Probemos, señor Edrin, por favor. Probemos.

Además le hacía ilusión aprender algo en enano, aunque fuera una palabra tan anodina como la propuesta por su amiga.