Partida Rol por web

No había nada que denotase la influencia de la magia en el lugar, siquiera el bastón de Haldir.....¿Que raro?..... El encontrar huellas de orcos cerca del lugar donde se encontró el cadáver, me hacen pensar en que esos seres se hayan echo mas valientes ante la desaparición del antiguo guardián.

- Malditas criaturas, siquiera este bosque se libra de su presencia. 

Me preparo agarrando fuertemente el bastón....intentando estar preparada por si esos seres salen de los recovecos del bosque.

Otra vez orcos, si el caballero no los hubiera dejado escapar ahora no estaríamos metido en este embrollo, ¡JODER!- Pensó para sus adentros mientras se terminaba de acomodar el equipo. Se puso a buscar a su alrededor algún lugar estratégico donde hacer frente a esas criaturas mientras llegaban mas elfos, donde atrincherarse y mantener el bastón a buen recaudo. De hecho, nunca había estado tan contento de tener elfos alrededor... A excepción de Aria, con la que se llevaba relativamente bien.

- No me hagáis repetirlo, juntémonos en torno al objeto para que sea mas difícil superarnos, ¡No pierdas de vista el bastón, Aelanor!

Dicho esto, agarró el mango del martillo con firmeza, y empezó a gruñir y a mover las piernas con la finalidad de entrar caliente al combate.

Joder... Tenemos que buscar un lugar ventajoso, como en la granja.

El matador, ya se había empezado a alterar al descubrir las huellas de orco, cuando empezó a ver los movimientos de los elfos y de su compañero enano, junto con el odio inmenso que tenía a los pielesverdes...aquello terminó por hervirle la sangre, agarró con fuerza su hacha, se puso en posición de combate, preparado para cargar contra lo primero que saliera de la maleza, mirando como un poseso en todas direcciones.

-Dejadlos...dejadlos que vengan. AAAAAAAAAAAAAARGHHH, DEJADLOS!!!! Y que nadie se ponga en mi camino. DEJADLOS!

La presencia de Aenalor entra en mi campo de visión mientras observo los pequeños ojos tallados en el bastón, que no parecen haberse inmutado lo mas mínimo. Viendo la situación, y oyendo los gritos de los enanos, me aparto lentamente sin desviar la mirada hasta que vuelvo a estar totalmente vertical. -Eres libre de cogerlo. -Digo, con una media sonrisa enigmática. -Solo estaba observando lo que un ojo inexperto puede no entender. No sabría si algo es extraño excepto que me lo señalasen.

Luego, retrocedo un paso. Sigo sin arco ni flechas, pues las dejé en el pueblo, así que desenfundo mi lira y rasgueo suavemente las cuerdas, preparándome.

-¿En verdad creeis que si hubiese orcos en las inmediaciones no hubieran cargado ya, o los buenos de mis primos no los habrían visto de inmediato? Y si eso hubiese ocurrido, pequeño, lo habrían atrapado cerca del poblado. -Eso último lo digo mirando a los ojos morados del bretoniano, mientras que la segunda frase contiene quizá un ligero rintintín, considerando que el primero en dejarse llevar por el pánico de tres pisadas ha sido Ywindhel. Y hablando de las tres pisadas, pienso para mí con otro suave rasgueo, ¿tienen estas continuidad, o también desaparecen a los pocos pasos como las otras? Y entonces observo la hierba, el río y las hojas y ramas de los árboles y arbustos, buscando el claro rastro de un camino usado que va en una dirección u otra, y no acaba abruptamente.

La situación se estaba tornando sumamente tensa, en gran medida por las acciones tomadas por el elfo del bosque Iwindhel. Mientras que Sir Gerard, Grii y otros se preparaban para lo pero, un enfurecido y a la vez emocionado Gurnik gritaba a los mil vientos que dejasen venir a los orcos, tal como si ya pudiese verlos cargar contra él.

Lamentablemente para Gurnik y todo aquel que esperase que algo feroz saliese de la maleza, nada paso, todo se mantuvo en completa calma. O casi todo; preocupado por el posible peligro y por la posible importancia del bastón de Haldir, el alto elfo Aenalor optó por cogerlo y llevarlo consigo, pero al momento de hacerlo una extraña fuerza pareció apoderarse de el pues el elfo parecía temblar de forma extraña.

Y al tiempo que aquello sucedía, varios elfos regresaban reportando que no había ningún rastro en las inmediaciones, que si algún orco había estado allí, no había sido recientemente.

Orcos en ese bosque. Todavía no lograba entender Gerard cómo algo así era posible. Siendo cómo parecía ser ese lugar, era sumamente extraño que criaturas tan repugnantes como los orcos hubieran llegado tan lejos sin ser detectados o eliminados.

Aunque, sinceramente, los gritos del matador no ayudaban a pensar.

Mientras algunos elfos regresaban diciendo que no habían visto nada y que quizás esas huellas serían de hace tiempo, algo ocurrió. Aenalor había cogido el bastón y... ¿estaba temblando?

- ¿Monsieur Aenalor? ¿Estaís bien? - preguntó con genuina preocupación, mirándole.

Estaban sin armas, y lo peor de todo, rodeado de orcos y elfos. ¿Que mas se podía pedir?

Pues que el mago le empezaran a dar espasmos, como si de frío extremo se tratase. Le había dado por coger el bastón y en ese preciso instante los espasmos empezaron. 

- ¡Suéltalo joder! ¡¡Antes de que causes una desgracia!! - al enano aún no se le había olvidado el episodio de la granja, donde los magos resultaron ser poco duchos con la magia. Y ahora ese elfo quería controlar un bastón que no entendía y mandarlos a todos al infierno...

Dicho esto y preocupado también por los orcos que pudiera haber alrededor, buscó algo con lo que defenderse entre la vegetación.

Nos mantenemos expectantes ante lo que pueda salir del bosque. Pasados unos angustiosos minutos y viendo que ningún sucio piel verde salía de entre los árboles volvimos lentamente a la calma.

- Ha sido una falsa alarma....pero lo cierto es que había orcos persiguiendo a Leopold cuando nos acercábamos al bosque.

Cuando Aenalor toma el bastón de Haldir, parece que este reconoce que no es su dueño y la magia de que nos habían hablado actúa en consecuencia.

Al salir despedido por los aires caigo al suelo con un sonido sordo, quedándome momentáneamente sin sentido hasta que, las voces de mis compañeros y amigos me sacan de mi semiinconsciencia. Lentamente, intento incorporarme Ugg, estoy bien, estoy bien, aunque parece que ese bastón tiene malas pulgas.

Una vez de pie, permanezco otros segundos intentando recuperar el equilibrio y la plena consciencia de lo que me rodea será mejor que lo lleve envuelto en la manta de Gerard, por el momento.

Tras decir esto, me giro hacia Grii fulminándole con la mirada Que sea la última vez que me hablas así Melenarroja esta vez, conscientemente, no le llamo por su nombre como había hecho desde que nos conociéramos, como si se tratara de alguna otra persona totalmente desconocida para mí.

El hecho de que "el experto mago" elfo hubiera cogido un objeto potencialmente peligroso tan cerca suyo le había puesto nervioso, y que después este se dirigiera a su persona con tanta altanería le había terminado de cabrear. Así que tranquilo, con un tono firme y tajante, le respondió.

- Escucha, grande hechicero.- se tomó un momento para respirar - no se hasta que punto te ves capacitado para manejar ese báculo, pero la próxima vez que vayas a hacerlo que sea lejos de mí. Cuando tus acciones pueden afectar a los demás tienes que pensarte las cosas dos veces antes de hacerlas, que ese artefacto no es buscado por los orcos por lo bonito o antiguo que es. Debe ser un arma poderosa para que se molesten en entrar a un bosque como este. Así que haz lo que te parezca, pero no me condiciones a mi. Cuando hayas vivido la mitad de las penurias por las que hemos pasado el resto de la compañía lo entenderás. Y cuando llegue el momento me agradecerás que haya tratado de protegerte.

- Mientras tanto, aprende cual es tu sitio en la compañía. Con eso no quiero decir que seas menos que nadie, eres un igual y por ello tus actos deben ser comedidos. Se de lo que hablo, así que no me tires de la coleta o acabaremos mal. Y creo que no soy el único que piensa así.

Dicho esto siguió buscando algún tipo de arma improvisada para protegerse y también se dirigió a Ywindhel:

- Tenemos que volver al pueblo y rápido, esperemos que esas bestias inmundas no lo hayan atacado. Creo que fue una mala idea no traer nuestras armas... Vamonos.

Que no le hable así dice... Casi se fríe a sí mismo y carga contra mi... Osadía y magia, que mala combinación.

-Yo no pienso eso- respondió Leopold sonriendo y contradiciendo al enano Grii, esto al tiempo que tras las intenciones de los mercenarios, Ywindhel reorganizaba a sus hombres para regresar a la aldea a toda prisa.

-El es un elfo de los primeros que existieron, es un ser muy antiguo; Haldir decía que ellos eran muy poderosos- continuo Leopold expresando su opinión en base a sus ya claros y aparentes cortos e imprecisos conocimientos.

-Aunque por otro lado- expresó el joven humano, –yo no creo que eso fuera lo que estuvieran buscando- dijo con referencia a lo dicho por Grii y detniendose dandose cuenta que era observado por todas con curiosidad ante sus palabras, y por ello temiendo una arremetida de preguntas, encogiendo simplemente los hombros se explicó, -si un poderoso mago pudo romper la barrera, no veo por que motivo no pudiera llevarse un simple bastón; y pues como vieron, estaba simplemente allí tirado, cualquiera con intenciones de encontrarlo lo habría logrado-.

-Démonos prisa- dijo cortantemente el elfo Ywindhel interrumpiendo la conversación por un momento. –Ya tendrán tiempo luego para platicar, intentemos acelerar el paso para llegar cuanto antes-.

Con una sonrisa asiento a las palabras de Leopold No hace falta ser un "grande" hechicero, que con mucho no llego ni a hechicero, para saber lo que hasta un muchacho ha sido capaz de deducir.

Lamentablemente parece que crees que estás en posesión de la razón y que solo tus acciones son las idóneas y las correctas, pues lo siento, pero no eres nuestro salvador.

Yo seguiré haciendo lo que creo que es lo mejor para cumplir con nuestra misión, como supongo que hacéis el resto. Si no quieres estar, nadie te obliga a permanecer aquí, aunque creo que ya hemos luchado juntos muchas veces para oírte decir esas sandeces.

Por un momento me pasó por la cabeza que al enano al que consideraba amigo mío le hubiera pasado algo grave durante estos años en que hemos permanecido separado. Si bien es un enano, y como los de su raza son testarudos, sus reacciones parecen más las de una vieja chocha que no le gusta que los niños se acerquen a ella por miedo a hacerla caer.

Así, miro a Ywindhel antes de comenzar a caminar con ayuda del báculo envuelto en la manta.

A nadie le importa lo que dices, cachorro humano. Pensó Grii tras escuchar las palabras del joven humano. Hizo como que no había escuchado nada y pasó junto a Aelanor, susurrando:

- Yo también busco lo mejor de la compañía, si te ha entrado alguna duda sobre ello. Sobre mis hombros llevo la carga de muchas malas decisiones, y no quiero que nadie tenga que pasar por lo mismo. Me parece muy bien que hagas lo que mejor te parezca para la compañía, pero en esta ocasión te has equivocado y nos podrías haber puesto en peligro a todos. 

Lamentable me parece que no reconozcas que podía haber ocurrido una desgracia, pero mas lamentable aún me parece que utilices las palabras del chico, al que apenas conoces y del cual desconfiamos como argumento.

No te confundas diciendo que yo quiera ser salvador de nadie, porque no es así. Como bien dije aquí todos somos iguales, y todos deberíamos apechugar con nuestros actos. A veces con la buena intención no basta hay que tener cautela.

Dicho esto el enano se dispuso a un lado de la comitiva, tenían que salir de allí y rápido si esos seres rondaban por la zona, solo Grugni sabía que podía pasarles si se juntaban un gran grupo de "verdes" y venían a por ellos.

-Calma, calma mis pequeños valientes. -Digo, caminando con ligereza hasta entre ambos y apoyando una mano en el hombro de cada uno, y con una sonrisa yo en los labios. -Hemos de marchar, el pueblo elfo nos espera. Las huellas llegan apenas al día, así que ya no quedan carnesverdes por la zona.

Dicho eso, me cuelgo el instrumento a la espalda de un grácil movimiento y sacudo mis botas despejando parte de la tierra y el barro que así se han agregado.

-Cuando esteis listos, podemos partir.

De pronto, debido a lo ocurrido con aquél bastón, las cosas se habían puesto sumamente tensas en el grupo. Concretamente, entre Grii y Aenalor. Algo que, realmente, Gerard no se había esperado que pudiera llegar a suceder. Ellos se conocían, por lo que él sabía, desde hace bastante tiempo y habían combatido juntos en numerosas ocasiones. Incluso con la animosidad entre enanos y elfos, el cómo se pusieron era extraño e inesperado.

Y sinceramente, la explicación del chico no le resultaba tranquilizadora. ¿Cómo podía él estar seguro de algo semejante? De ninguna manera, sencillamente.

Al menos, se alegró de que la elfa se adelantara para poner calma entre los dos. LeBlanc no habría sabido hacerlo o no habría tenido el mismo éxito que ella pudiera tener.

La situación era tensa y siempre sería así cuando la magia se juntara ante la incomprensión de los profanos. El bastón había respondido soltando una "maldición" ante el contacto de Aenalor, cosa bastante incomprensible para aquellos que solo veían un trozo de madera. 

Y aunque se cruzan algunas frases cargadas de tensión y veneno, la presteza de Aria parece calmar los nervios de esta delicada situación.

- Aria tiene razón. Si no vamos a buscar nada mas lo mejor será regresar al pueblo.

Las palabras del joven aprendiz de Haldir sobre el bastón, me hacen pensar otra vez en que este sabe mas de lo que nos cuenta. Sino fuera por que el viejo hombre árbol lo defendió.....sería proclive a dejar que el matador le sacara información.

El camino a través del bosque no duro demasiado, quizá por que los elfos ya conocían bien el camino o por que se notaba que tenían prisa por llegar. En sus alrededores, todo era igual, el bosque no daba muestra alguna de que algo en concreto estuviese pasando y de no ser por el hecho de que era una constante lo tenebroso que era aquel lugar, dirían que se avecinaba un atardecer hermoso en la asamblea.

Ya con el sol en su camino hacia el ocaso, el grupo guiado por Ywindhel, llegó hasta los lindes de la aldea siguiendo el trayecto junto al río. A diferencia de la apariencia del bosque, la aldea de los elfos si se mostraba distinta, había mucho mas movimiento que la noche anterior y los cantos habían cesado prácticamente por completo.

Apenas llegar, se encontraron con Lanel que hablaba con un par mas de elfos del bosque a los cuales parecía darles instrucciones. Una vez que el grupo se acercó hasta el sabio elfo, éste al percatarse de su llegada, les hizo señas para que se acercasen.