Partida Rol por web

Con Helen encima estoy contento, sin prisas, estoy esperando que el café se enfríe, con la cabeza hundida en el cuello de Helen, disfrutando ese aroma a flores. Sonrío pensando todas las cosas que tengo que callar y le diría, eres preciosa, me encanta tu cabello y ese olor a flores que te acompaña siempre, tu voz malva, dejarme atrapar por esos ojos... y me encanta amarte.

Pero la llegada de Alex lo rompe todo, apenas veo regresar a nuestro Philodox, me siento abatido, como si algo dentro de mi se rompiese. Alex, ¿qué te ha sucedido?, él no, él, que siempre esta con una sonrisa en la boca, con una broma ingeniosa, con una palabra de ayuda. Santa Gaia.

Miro a Helen tan solo un segundo para posar de nuevo mi vista en Alex, quisiera acercarme a el, poder decirle algo, ofrecerle una palabra de aliento como el siempre ha hecho con los demás, y la promesa que hice al búho, me pesa mas que nunca en este momento, las palabras que quiero decirle a Helen, pueden esperar, pero las que necesita escuchar Alex no, y no se las puedo dar.

Si pudiera acercarme a él, toco el brazo de Helen, dispuesto a decirle que se levante, pero apenas poso mi mano sobre el brazo, Alex comenta que tiene que hablar con Isaac... y ya no le digo nada a Helen, tan solo acaricio su brazo, y el grito de ánimo que quiero darle a mi hermano, se ahoga en mi pecho.

Alex... lo siento.

Desde mi postura mal sentada en la silla voy escuchando la historia de Riley. Si ella no fuera tan gilipollas y yo no estuviera tan enfadada, quizá me llegaría. Pero en estos momentos lo único que me transmite es su debilidad. Volcar el dolor ante las adversidades en cualquiera que se te ponga por delante es una muestra de cobardía y poca fortaleza espiritual. Mucho más que eso han sufrido Tyler, Jane o Alex y saben comportarse. 

Aparto la mirada de la Furia Negra sin decir nada, tan sólo con un chasquido molesto de la lengua y continúo callada, envuelta en el mismo silencio hosco, contemplando las idas y venidas de todos. Ya estamos otra vez con lo mismo, nos empezamos a sentar para reunirnos y unos y otros se van levantando y largándose por parejas. Frunzo el ceño. Me dan ganas de levantarme y marcharme yo también, pero fuera de la biblioteca y del campus. 

El regreso de Alex me hace levantar la mirada hacia él y frunzo aún más el ceño al ver su expresión. La Rabia sacude mis venas de nuevo como un latigazo. Están haciendo sufrir de nuevo a mi hermano y sólo siento ganas de levantarme y echarlos a todos a patadas de nuestro hogar. Sin embargo, me obligo a permanecer allí sentada, a la espera de que decidan volver y comenzar la reunión de una maldita vez. 

Adrien se sentó junto al resto mientras los ojos esquivos miraban mas allá, aquella situación y ver o sentir el desconcierto en los corazones de quienes necesitaban saber la verdad le hacía sentir diferente. No dijo palabra mientras Riley contaba aquel fatídico día.

-Todos lucharon bien ese día, no sabíamos a lo que nos enfrentábamos pero tuvimos el valor de ir a por los nuestros, luego todo lo relatado por Riley- se lamentó por unos segundos pero sus expresiones no parecían del todo claras más que nada se notaba la duda – Quisiera decirles como estoy aquí frente a ustedes pero no tengo recuerdo, solo desperté con el frio de la sombra sobre mi mientras el olor de la sangre de mis hermanos permanecía como un tatuaje impregnado en las paredes de esa mina - Explico mientras colocaba ambas manos sobre sus piernas – Siento a cada instante sus voces recorrer mi mente y los sueños son amargos volviéndose crueles pesadillas, pero mi sacrificio no fue en vano… ellas están vivas – sonrió de lado.

- Lo único que se después de despertar es que tengo perdidas de sentido que incluso se extienden a días, pero al despertar algo me urge a buscar a la gente que veo en aquellas visiones- fue allí que Lex entro y demostró que alguien necesitaba ayuda – Lo siento, ire hablar con Paso-gris- se levantó y extendió el bastón caminando tras los pasos que el Joven Lex había dejado.

cuando caminaba por un segundo casi olvido contestar a las preguntas de la jovn jane - ¿Cuándo es ése Concilio? en tres dias en Yellowstone ¿Quién participa? lideres de todas las tribus en especial los colmillos plateados ¿Quienes son esas grandes figuras? Altos mandos de la nacion, me gustaria decirte cada uno de los nombres pero eso no seria mas que date datos aleatorios - dijo Adrien y la ultima pregunta tardo un poco mas - ¿Qué es el orbe? El orbe es una caja de recuerdos, mis recuerdos o eso me dijeron mis sueños -

Le observo - Seguramente preguntaras por que no puedo ir yo mismo, algo me lo impide, cada vez que intento llegar a el caigo desmayado -
 

Por el rabillo del ojo, cuando ladeo la cabeza y me vuelvo, atisbo la verdad del Túmulo.

"Show must go on..."

Ni esa leve vacilación en el gesto de William. Ni esa fracción de segundo en que sus labios empiezan a forman una palabra de animo, aun a costa de romper su promesa. La promesa que le ha acercado a Helen.

"Show must go on..."

Ni aquella arruga tan caracteristica que se forma en la frente de Amber cuando la furia tensa la correa. Ni aquel destello helado de sus ojos de hielo, la promesa del descenso del halcón, certero, sobre su desprevenida presa.

"Show must go on..."

Ni el nombre de la muchacha a la que he dejado por puro pánico, por temor, por orgullo, por autocompasión, formulado en los labios de alguien que vaga tan perdidos como nosotros.

"I guess we know the score... Another hero, another mindless crime... Inside my heart is breaking... My make-up may be flaking... But my smile still stays on... Outside the dawn is breaking... But inside in the dark... I guess I'm learning... I must be warmer now..."

Lentamente compongo una sonrisa dura, cruda.

"Show must go on..."

"¡¡¡El espectaculo debe continuar...!!!"

Camino lentamente, decido a no dejar nada al azar, a no permitir que el Destino juegue conmigo o con los mios...

- El espectaculo debe continuar...

- El espectaculo debe continuar...

La frase muere en mis labios, justo cuando llego a la altura de mi mentor. No hace gesto alguno de haber oido mi susurro, pero hace algún tiempo que conozco a mis maestro y tutor y eso no significa nada. Procuro bajar la voz, en parte para provocar una respuesta del flemático inglés y en parte para mantener un minimo de discrección.

- Libra-Esterlina... Lex-Talionis, nacido en el seno de los Colmillos Plateados, solicita ayuda y consejo.- Tanto tiempo hablando en ingles, hace que mi ruso suene bronco, torpe, sin la musicalidad tipica de mi lengua natal. Repito la formula en su lengua natal... "Siempre hay tiempo para mantener las formas..."- Supongo que Ben ya te ha puesto en antecedentes y que nuestros invitados tambien han tenido a bien informarte...

"Joder"

-  Tenias razón... y yo no.- Por priemra vez en mucho tiempo, esas palabras me suenan realmente sinceras.- Nací fruto de la unión de dos personas que se amaban y se querian lo suficiente como para hacer lo que sus corazones les dictaban... Nací bajo el auspicio de los mediadores, de los jueces, de la Media Luna porque asi habia de ser... Y empeñarme en buscar la forma de cambiar eso solo era la demostración de lo equivocado que estoy y de lo mucho que me queda por aprender.

Guardo silencio, sobrecogido. Mis hombros empiezan a temblar y hundo la barbilla en mi pecho, tratando de esconder las lagrimas que asoman al balcón de mis ojos. Lentamente, dolorosamente, recupero el aliento y me obligo a dejar de llorar. Con los regueros de sal sobre mis mejillas, alzo la vista hacia mi Mentor, el amigo de mis padres y mi tutor.

- Estamos en un lio. No solo sus parientes humanos estan tras su pista. Tambien nuestros hermanos y hermanas, nuestros primos y primas la buscan. Y ella, no se si buscando o no, ha encontrado a Will.

Contengo la lengua, repentinamente perdido en mi argumentación... "¿Porque corrí a su regazo? ¿Porque vine a buscarle?"

Una vocecilla interior, insidiosa pero sobrenaturalmente firme, responde a mis preguntas... <<"Para Huir, Alexander- Para Huir, Para Escapar.">>

- Pero ceo que podemos salir con bien de esta... No sé como hacerlo...Joder, ni siquiera sé si debo hacerlo, pero ha de hacerse... Mierda, estoy empezando a hablar como los demás...- Recupero el tono bajo de mi voz, despues del exabrupto.-  Vale...- Digo, hablando más para mi mismo que para mi Mentor.- Hay tres cosas fundamentales que tenemos que saber... En que consiste el pacto de la familia Harcourt y que tiene que ver con la familia Rothschild. Que pinta ese medallon, ese talisman en ese asunto. Como podemos recuperar el orbe y los recuerdos de Adrien.

Espero pacientemente una interrupción de mi Mentor... que parece decidido a tomarse su tiempo... 

Llega con aquel roce de sus labios un sentimiento en la canción de un frescor primaveral de la ruptura de la inocencia de una temporada, que anuncia la del calor del verano, luego el misticismo de un invierno y más tarde, la despedida de un otoño, en cuanto se separan. Los labios de Eve entregaban revelaciones en cada delicado roce que se perdía en ti, se percibía una latente timidez por una experiencia novedosa, una aceptación de sentimientos al corresponderte permitiendo que tu ternura la abrace y permita el nacimiento de una nueva sensación que se ahondó en sus espíritus.
Ella mantuvo los ojos cerrados, nerviosa, manteniendo al principio sus ojos cerrados cuando apoyas tu frente ella, sabes que está tan perdida como tú. Que lo que está sintiendo se asemeja mucho a lo que posiblemente sientas tú.
Con aquellas demostraciones de cariño, abre poco a poco sus ojos claros, observandote y mirándote con verdadero el nacimiento de una inocente devoción, que no se muestran ni siquiera horrorizados por la terrible historia, el horroroso secreto que guardas en tu corazón y que el día de hoy parece impelido por salir hacia el exterior y contar su historia.
Pero Eve, no hace sino más que levantar una de sus manos y acariciarte una de tus mejillas con comprensión, con dulzura, uniendolo a sonidos de calma que escaparon de sus labios. Un: "no pasa nada", mientras toma tus manos temblorosas entre las suyas y cuando te alejas ella acepta el espacio que necesitas para sentirte a salvo, bien, seguro.
- Debes sufrir mucho por ello... -se toma de sus propias manos, cierra los ojos unos momentos, luego mira hacia el suelo, otra vez pensando o decidiendo algo. Tras ello, toma aire y lleva una de sus manos a uno de los tirantes de su vestido, se da la vuelta y lo desliza con cuidado de no mostrar más parte de su cuerpo, de lo estrictamente necesario. En aquella piel nívea, blanca, pura y perfecta es posible ver a la altura del homóplato, el nacimiento de cuatro largos surcos, una huella, las huellas innegables de garras, que huyen escondidos bajo la tela del vestido en sentido diagonal, posiblemente hacia su espalda baja. Imposible saberlo con presición.
Eve sube el tirante de su vestido y luego vuelve a sujetarlo con diligencia y suavidad sobre su hombro.
- Fue mi hermano Gabriel -añade con tranquilidad, cuando se vuelve a mirarte otra vez a los ojos- Estábamos jugando en los jardines de la casa. Siempre bajo vigilancia claro, pero ese día nos pusimos a perseguir un conejo, lo recuerdo bien porque era verano y la luz del sol hacía que el color blanco del conejo resaltara entre el verdor de los matorrales. Fue una tontería, salió un lobo, un solitario y se comió el conejo... yo me puse a llorar de la pena y del susto... Gabriel, se enojó y por primera vez cambió de piel. Y dejó de ser Gabriel...
Eve tomó las manos del Tyler - Regina, lo detuvo a tiempo. Gabriel se sintió tan mal, me pidió perdón, me rehuía, pero yo lo buscaba, no le tuve miedo así como tampoco te tengo miedo a ti. Es mi hermano, lo amo. Si Regina no hubiera llegado, yo estaría muerta seguro, pero no culpo a mi hermano por ello. No era él, era su otra parte ¿no? No lo culparía y no quisiera que cargara con eso en su vida, es doloroso. Si yo sentí eso por mi hermano, el amor de los padres es infinitamente mayor. ¿no? Yo... creo... disculpa si me excedo, que ellos no solo te han perdonado, sino que donde quiera que estén, te siguen amando. -le dio un beso tímido y tierno en la mejilla, que provocó que se sonrojara.
- De cualquier manera Tyler, si tú... me lo permites, estaré contigo... en adelante -desvió la mirada, pero con ese toque de orgullo, mientras miraba uno de los estantes de la habitación.

Veo como Alex nos observa de soslayo, sin terminar de comprender, si pretende ocultarse de nosotros, u ocultarnos de él. Y si su mirada refleja un dolor inmenso, la mía muestra un dolor profundo, un dolor que nace de la impotencia. Alex... lo siento, tio.

Me mata no saber que está pensando, no poder ayudarle. Miro a Helen, sentirla encima de mi, notar su piel... por extraño que parezca me hace sentir peor, como si mi dicha hiciese mas honda su pena.

Y entonces veo como cambia su expresión, como pasa de la melancolía mas intensa a una sonrisa dura, cruda, casi cruel. La sonrisa que muestra cuando se juzga el mismo con dureza.

Y si antes quería ir a su lado, ahora me quedo helado sin saber que hacer, y tan solo busco aferrarme a la seguridad que me ofrece Helen. Paso mis brazos por su cintura, buscando rodearla en cierto modo, y cerrando los ojos me arrimo a su espalda, notando su pelo, y su aroma en mi rostro.

Helen...

Mi cuerpo se estremece por el contacto de la mano de Eve en mi mejilla, alzando la mirada hasta sus expresivos ojos que me observan con dulzura. Es una expresión comprensiva, algo que no esperaba ni por asomo. Pese a lo que le he contado, que mis manos están manchadas de sangre, las toma entre las suyas, preocupándose por mi sufrimiento. He matado, y ella piensa en mí, en mi dolor.

Y cuando las suelta, tras unos largos instantes de indecisión, no puedo creer lo que hace. Girándose, desliza con sumo cuidado el tirante de su vestido, descubriendo una parte de su espalda, lo justo para descubrir... Mis ojos se abren desmesurada y súbitamente, mientras siento cómo se me revuelve el estómago, apretado en un puño que agita mi rabia interior. Mis manos tiemblan, deseando cerrarse en puños de nudillos blanquecinos, que desearían a su vez abrirse en garras afiladas, clamando venganza por lo que veo. La nívea y perfecta piel de Eve, surcada por las cicatrices de un profundo zarpazo, cuya extensión se pierde en su espalda oculta por el vestido.

Pero todo ese ardor de mi interior se desvanece, reemplazado por un profundo y frío vacío, cuando Eve confiesa, tras volver a cubrirse, lo sucedido. Su hermano, su propio hermano, sufriendo el primer cambio como yo lo sufrí. Solo que, por fortuna, había alguien allí para detenerle. ¿Por qué no había nadie para detenerme a mí? ¿Por qué la Nación me dio la espalda, abandonándome en manos de una pareja que no estaba preparada para esto...? Respuestas que no tengo, a preguntas que me persiguen y hieren. Pero Eve se acerca a mí de nuevo, toma mis manos, y el calor de estas recorre mis brazos y mi pecho. Sin poder apartar la mirada de sus profundos ojos celeste, me explica lo mucho que sufrió su hermano, y cómo ella no le culpa, le sigue queriendo, y no le teme. Como no me teme a mí. Aprieto sus manos con dulzura, agradecido por sus palabras, pero bajo la mirada hacia nuestras manos entrelazadas cuando empieza a hablar de mis padres, de cómo me perdonarían, mostrando su convencimiento de que así lo hacen y me siguen queriendo, allá donde estén.

Pero no están.

Supongo que esa es la diferencia. Ya he conocido los estragos de un mal primer cambio en el pasado. La primera vez que me crucé con Jane, su madre se debatía entre la vida y la muerte en una cama de hospital, por las garras de su hija. Pero sobrevivió, y siguió queriendo a su hija a pesar de todo. Cuando acompañé a mi amiga a su hogar, la mujer que encontré era cariñosa, comprensiva, fuerte. No forma parte de la Nación, no es pariente, pero comprende que hay cosas que están ahí y que debe respetar. Nunca vi sus cicatrices, aunque estoy convencido de que las tiene, tan profundas o más que las de la propia Eve. Al igual que entre Eve y su hermano, entre Jane y su madre hubo una oportunidad. De perdonarse, de comprenderse, de volver a empezar. Quizás por eso nunca me he planteado esto hasta ahora, hasta oírlo en la melodiosa voz de Eve. Nunca me planteé la opinión de mis padres al respecto, porque no la tienen, porque no han tenido esa oportunidad. ¿Qué habría sucedido si hubieran sobrevivido al ataque? Es difícil saberlo, pero ellos me querían. A pesar de todo, a pesar de la mierda que les dije aquel día. De gritar a mi padre, de hacer llorar a mi madre. Ellos me querían. Yo era un gilipollas consentido y soberbio, un resabiado que se creía en la cima del mundo. Y aún así me querían.

No lo merecía, pero me amaban. No lo merezco, pero me habrían perdonado.

Eve me regala un tierno beso en la mejilla, que me hace alzar la mirada de nuevo a su rostro. Aprieto sus manos suavemente, de nuevo, agradecido por su gesto, por sus palabras, por existir. Con gesto serio, desvío mi azul mirada hacia su hombro, tras el que se oculta la cicatriz. Libero una de mis manos y la acerco a ese hombro, deteniéndome antes de tocarlo para mirar a Eve a los ojos, esperando su permiso. Entonces deslizo mis dedos por su hombro, acariciando la superficie del vestido mientras desciendo por su espalda, sintiendo el tacto de su piel a través del fino tejido, recorriendo el sendero de los surcos que el dolor dejó en su fina piel.

¿Permitir...? -Pregunto con voz suave, triste, sin apartar la vista del hombro, aún sin creer las palabras que han surgido de sus labios- No me merezco a alguien tan maravilloso a mi lado... -Lanzo un suspiro, volviendo a mirarla, percatándome de que ha apartado su rostro hacia un costado, orgullosa. ¿Temiendo acaso una negativa? Que locura... Suelto su otra mano, deslizando la mía hacia su espalda, y entre las dos la estrecho en un cariñoso abrazo mientras mi rostro se acerca al suyo y le doy un beso con ternura en la mejilla, apoyando mi cara junto a la suya, aspirando la fragancia de su cabello, con mis labios muy cerca de su oído- Pero claro que te quiero ahí, a mi lado. Y yo al tuyo. Y haré todo lo que tenga que hacer, lo que sea necesario, por merecerte...

Permanezco así, estrechándola entre mis brazos, durante unos instantes, sintiendo el tierno contacto de su cuerpo, su calor, su aroma, y todo ese sentimiento nuevo y descontrolado que despierta en mí con cada roce, cada mirada, cada palabra. Una sensación que no soy capaz de explicar, que me domina, pero que me hace... sentir... feliz.

Ahora... -Aflojo el abrazo, aún sin soltarla del todo, permaneciendo mi rostro frente al suyo, con los ojos entrecerrados y nuestros labios tan provocativamente cerca que un pequeño gesto los uniría sin esfuerzo- Debo... regresar. Debemos cerrar ese asunto de Adrien. Y la reunión del Círculo. Pero... en cuanto me sea posible, volveré a tu lado, y cenaremos juntos... ¿de acuerdo? -Vuelvo a besar su mejilla, pero al retirar mi rostro no puedo evitarlo y también le doy un suave beso en los labios, lentamente, disfrutando de su sabor, acariciando sus labios son ternura, separándome de nuevo, esperando su respuesta antes de partir.

Hay tanto por hacer, y el mundo ha cambiado tanto en este día...

Libra-Esterlina agacha la mirada para verte por la parte superior de sus gafas, sostiene el mismo libro con el que entró al túmulo horas atrás y cuando terminas de soltar la primera frase; lo cierra de golpe con una expresión que mezcla desilución y severidad al mismo tiempo sobre su rostro.

- Espectáculo sin duda es lo que han estado haciendo desde que llegaron -agrega en un tono lánguido y gris, con notas de cansado reproche.

Cuando solicitas de su ayuda, este toma asiento en un mullido sofá de diferentes tonalidades del color café aunque todos con la melancolía de la pérdida de color y brío de la tela.

- Ben ha hablado sido, ha sido escueto y lo he visto compungido internarse en la umbra -cruza una de sus largas y delgadas piernas sobre la otra- Me hago una idea de porqué...

Enmudeció, al notar que aún tenías más cosas que decir, asintió cuando comprendiste palabras y consejos que compartieran tanto tiempo atrás. Notaste de pronto su titubeo, el querer levantarse para consolarte, cuando tu cuerpo se tensó intentando contener tu llano. Sin embargo, no lo hizo, se arrellanó más en el sofá a esperar el resto de palabras que tenías por decir hasta que finalmente habló- Los Rothchild y los Albrecht, fueron los primeros en decidirse a cruzar con nosotros a estas nuevas tierras, muchísimos años atrás. Fueron la élite antes y continúan siendolo ahora, las primeras familias y de las cuales han nacido los herederos del trono del Protectorado del Norte. Son parientes poderosos, muy influyentes a pesar de carecer del primer cambio; pero claro, la semilla no cae lejos del árbol ¿no? -se toma la rodilla que tiene alzada sobre la otra pierna entre sus manos- Los Hartcourt son una rama de la familia más nueva, sus orígenes se remontan a francia y no recuerdo qué otros lugares. Creo que entre tú y Jane tienen la memoria más fresca -te da una mirada puntualizando que no se le pasó por alto su búsqueda de información- Más tarde, los Hartcourt y los Rothchild se emparentaron, por cuestiones que no es necesario que explique, por eso Eve y Helen son primas. Ignoro que sea el medallón, esas familias guardan y atesoran secretos que la mayoría de nosotros desconoce y no podríamos obligarlos a que nos lo digan sin más. El golpe a los Hartcourt ha sido duro, solo pueden salir cosas malas de tragedias así... no podemos quedarnos sin hacer nada, pero seguro eso es algo que nuestro Rey ya ha de estar considerando. -se suelta la pierna e inspira- En cuanto al orbe y Adrien, creo que deben ir a yellowstone

Se queda en silencio unos momentos y luego continúa - Hay otra cosa que quiero decirte antes que de marches -se pone de pie, introduciendo las manos en sus bolsillos- Recuerda que eres el philodox de la manada... -pone una mano en tu hombro- Como tales tenemos cosas con las que tratar que muchas veces el resto no querrá oír. Pero Gaia nos ha regalado un papel importante que desempeñar. - se quita las gafas y te mira- este Túmulo, no es ni de ustedes ni de nosotros. Es un regalo que Gaia nos ha dado para protegerlo, Riley y Aletheia forman ya parte de él, son hermanas, su tribu es afín a las Musas, hay una conexión mística entre ellas. No son de ninguna manera el enemigo. La próxima vez que reciba un reproche de un cliath sobre cómo decidimos seguir protegiendo este lugar de las manos del Wyrm; lamentaré no dejarlo pasar. El reproche y desafío de Aurora-Insolente frente a otra tribu, no la he pasado por alto; tampoco la actitud y comportamiento de Kershaw. Noto la carencia de sabiduría en el círculo y el azote de la rabia en sus mentes, donde otros yerran nosotros debiéramos ser mejores no peores. Somos los líderes de la Nación... no lo olvides. Y ve a desempeñar tu papel, es un regalo valioso con el que Gaia te ha dotado y lo harás bien -pone ambas manos sobre tus hombros- sobretodo porque creo haberte enseñado bien .

Eve se sonroja una última vez por la forma tan intensa y cariñosa con la que la observas y cuando aprietas sus manos contra las tuyas con suavidad, ella cierra los ojos disfrutando de aquella caricia. Los abre para adivinar el camino que una de tus manos buscan, asiente con cierto nerviosismo y cuando el roce de tu mano toca su hombro ella vuelve a cerrar los ojos, hay un pequeño temblor en su cuerpo que a medida que tus manos descienden se detienen, llenandose de calma y paz.

Cuando tu voz rompe el silencio ella te obsequia otra de sus miradas claras y sonríe tímidamente, poco acostumbrada a tales expresiones de cercanía y cariño, el resto de caricias provoca que sus pómulos y mejillas se tiñan de aquel color melocotón que a estas alturas ya te sabías de memoria. Su mirada tomó un brillo de cierta felicidad, la felicidad que tienen dos personas que se atraen y que se corresponden - Si, no deseo robarte más preciado tiempo. Ve a dirigir a tu manada, yo estaré aquí y te esperaré... para cenar juntos y conversar de lo que gustes. -cerró otra vez los ojos cuando besaste su mejilla, sostuvo tus manos con mucho cariño, con una leve presión suave revelando que le gustaría que te quedases. Y cuando tus labios se acercaron a los de ella para besarlos, ella se paró un poco sobre la punta de sus pies para alcanzarte.

Salgo de la sala de lectura agarrándome las manos, la una a la otra, con la mirada perdida. Ha sido un día largo, extenuante, con demasiadas emociones. Positivas, negativas, en un torbellino que se arremolina en mi cabeza y en mi pecho. Siento que me falta el aire y, en cuanto avanzo unos metros sobre la pasarela, me detengo apoyando las manos en la barandilla, esforzándome en respirar profundamente. Mis ojos se cierran con fuerza, mis brazos tiemblan por la presión que ejercen mis manos sobre la madera.

Ahora que salgo al exterior, que me alejo de su cautivadora presencia, aún con el aroma de su cabello y el sabor de sus labios impregnando mis sentidos... Ahora que debo apartar mi mente de ella y acudir a reunirme con mis hermanos, a "dirigir a mi manada", como ella misma ha dicho... Ahora que siento que parte de las heridas de mi interior han comenzado a sanar, por esa mágica capacidad suya con que logra calmarme y hacerme sentir mejor de lo que soy...

Ahora tengo miedo.

Observo la sala principal, donde a primera vista me faltan algunas caras. No veo al ciego, lo que me hace fruncir el ceño. Sí que veo a Riley, pero lo justo para que desaparezca en dirección a donde está descansando Paso-gris. Isaac... al menos desde donde me encuentro no logro divisarle. Y de mis hermanos... Veo a Will, con Helen, a Amber, a Jane... ¿Donde está Alex? Tampoco le veo... Tomo aire profundamente, inflando mi pecho, y lo libero en un fuerte suspiro. Tengo que ser fuerte, ahora. Tengo que poder sacar todo esto adelante, demasiada gente depende de mí...

Y hay demasiados frentes abiertos en el Círculo de Plata.

Me aparto de la barandilla y camino pensativo hacia las escaleras más cercanas, unas de caracol hermosamente talladas que pudimos conservar con un poco de lija y barniz. Hago el recorrido pasando mi mano por la superficie de la barandilla, acariciándola, recordando el paseo de mis dedos sobre esa cicatriz que ha calmado mi dolor mostrándome verdades que me negaba a contemplar.

Bajo las escaleras de dos en dos, bombeando con cada salto un poco más de decisión en mi corazón. Más aún cuando, llegando al suelo de la sala principal, mis ojos azules encuentran a lo lejos a Alex conversando con Isaac. Escaneando la sala, veo que en efecto Adrien no está, como tampoco las Furias. De modo que una idea cruza mi mente a toda velocidad, decidido a no dejar pasar un instante sin algo útil en qué ocupar el tiempo. Me quito la chamarra y la dejo caer sobre una mesa de lectura, acercándome a Jane y Amber, pero alzando la voz lo suficiente para que también Will pueda oírme.

¿Se ha marchado Ojos-de-plata? -Pregunto aún buscando con la mirada, antes de clavar mis ojos con seriedad en mis dos hermanas, hablándolas sin dureza alguna. Aún hay cierto dolor que se destila a través de mi voz, aunque también determinación, y... algo nuevo. Algo bueno, que ilumina mi mirada- ¿Os parece que adelantemos la reunión del Círculo y cenemos después?

Sonrío, aceptando la actitud de Riley como (más o menos) una confirmación de que hemos hecho las paces. Me sorprende ver que pensamos igual en esto, y que ella, aunque es más vehemente que yo, piensa lo mismo de la inacción y eterna desconfianza que existe en la Nación. Quizá haya sido un poco picajosa, no puedo esperar que todo el mundo se comporte como un Colmillo Plateado. Pero ella no ha debido atacarnos. Estoy bastante segura de que, si conversamos lo suficiente, reconocerá que ha hecho mal en eso. Me recuerda a mi primer encuentro con Ty. Le dije de todo, y ahora es familia. Ojalá pudiéramos llevarnos un poquito mejor todos. Furias, Colmillos, todos...Furias, Colmillos, Colmillos y Furias...Contemplo desde las lindes cómo encienden la pira. La Rabia azota mi alma. La Luna Menguante, mi Auspicio, se alza para acompañarme en mi dolor. No estoy en Australia, lo sé por el aroma del bosque y los trinos de las aves nocturnas, que suenan diferentes en mis oídos. El suelo que piso me es familiar. Estoy aquí. Estoy en un lugar cercano, a pocas millas de donde me encuentro ahora. Estoy cerca, pero muy lejos en el tiempo. Siento el frío de lágrimas cortando mis mejillas, el ardiente escozor de la sal en mis ojos. Hoy es el último día en que sentirá mi corazón. Pues se apagará con la hoguera. La hoguera en la que ella arderá.

Está tranquila, como anoche, cuando crucé la Penumbra e irrumpí en su calabozo. Me sonrió cuando le ofrecí sacarla del cautiverio. Me dijo que, de querer fugarse, ella misma habría podido. No en vano, es una Furia Negra. Recuerdo sus palabras mientras veo que se prepara para morir ante la vista de una humanidad que no la perdona por ser mujer, por ser brillante, por saber cosas que su fe cristiana ha olvidado. La llaman bruja, y demonio, cuando ella es la mejor de todos nosotros, los protectores del mundo. Me hizo jurar que no la ayudaría. Me hizo prometer, como buena Philodox, que respetaría su decisión, aunque su Rango sea inferior al mío. Que guardaría el Velo y encadenaría en plata mi deseo de rescatarla y partir en dos a sus captores.

"Si ardiendo puedo salvar a docenas de mujeres inocentes lo haré" me dijo a través de los barrotes "simplemente, se una buena Galliard y no me olvides. Recuerda, te lo ruego, este último acto de amor, que me eleva sobre el Wyrm que marca mi suerte de Metis". Traté de disuadirla. Gaia sabe que lo intenté, le supliqué, renunciando a mi orgullo de Colmillo Plateado, que viviera conmigo lejos, donde nuestro amor pudiera sobrevivir. "Sobrevivirá" fue su respuesta "me llevo tu corazón a la otra vida; la muerte es la misma sinfonía en otra partitura, y no el fin de la música" Acarició mi mejilla con su mano, sacándola fuera de sus rejas. "Si no vuelvo a verte en este mundo, te abrazaré de nuevo en el Apocalipsis. Pero márchate, por favor, tu presencia es un riesgo, y si creen que hay más brujas mi sacrificio no valdrá nada". Me hizo irme. Me obligó a abandonarla. Y ahora me sonríe mientras arde en una pira que no debería ser para ella. Sabe que miro desde los árboles, aunque no pueda verme, y su último gesto es para mí, para tranquilizarme. Me dice que está en paz, y que ella es la vencedora, aunque pierda la vida.

Sollozo al verla morir, y en mis oídos resuenan las últimas palabras que me dijo: "Adiós, Anne Luna-secreta, te devolveré tu corazón cuando volvamos a estar juntas". 

Tomo aire profundamente, como lo haría si acabara de subir a la superficie tras estar ahogándome. Amber me ha soltado y todo el mundo está diferente, más triste, parece, más preocupado. ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué siempre que pasa algo importante me da un puñetero coma? Se han marchado los postizos, y Alex e Isaac están apartados. ¿Qué? Ty me ha dicho algo. Parece que nadie ha notado nada. Está bien, Kershaw, no dejes que traspase. Es la primera vez que veo algo ajeno a Australia. ¿Estaré sintonizando con mis antepasados de aquí? ¿Y por qué me han mostrado algo así los espíritus? ¿Sólo por pensar que Riley podría no ser una imbécil completa y sólo es una imbécil? Mierda puta, ¿Para qué tenemos Musas si no inspiran nada?

- ¿Eh? Ah, claro, claro, sentémonos y hablemos - digo distraída, para dirigirme a la mesa y coger el primer sitio que veo 

Y si la visión de Alex, me dejó una inmensa sensación de tristeza, la de Ty trae consigo el dolor. Puedo verle buscar con la mirada, y frunzo el ceño pensando, ¡Alex!, joder, le está buscando. Miro a mis hermanas, busca a Alex joder, necesita saber que estamos todos, que somos una manada...

Le veo suspirar entonces, exhalando profundamente, como si quisiese librase de una opresión en el pecho, de un dolor atenazante. Y tras esa exhalación, sus pasos se vuelven mas firmes, mas decididos, mas osados y valientes. Y verle caminar así, en cierto modo inflama mi espíritu, y vuelvo a pensar que todo es posible, que nada hemos perdido, y que con la voluntad suficiente, podemos arrostrar cualquier peligro.

No puedo hablar, pero señalo en la dirección que fué Ojos-de-plata siguiendo a Paso-gris. Su voz se ve mas gris que de costumbre, pero pequeños destellos plateados iluminan algunas de sus palabras y me obligan a mantener los ojos bien abiertos, buscando los destellos en el aire. La reunión si, la manada debe reunirse, y cuanto antes lo hagamos, mejor.

Miro a Helen con cariño, con el corazón henchido de afecto, y la acaricio, mientras con una mano tanteo el suelo, buscando la libreta, topo entonces con la taza de café, que ya había olvidado, realmente no me entusiasma el café, soy mas de cacao, ya tendrá tiempo de descubrirlo Helen, pienso enamorado, como tantas otras cosas. Lo tomo del suelo para dar un trago, volviendo la taza a su sitio, a mi lado. Beso entonces el hombro de Helen con los ojos cerrados, y tan fuerte es mi sentimiento que podría llorar de gozo.

Escribo en la libreta mostrándole a Helen al tiempo: tenemos que hablar nosotros, igual quieres tomar algo antes, o si prefieres ir y hablar con Eve... yo estaré aquí. Me va a doler separarme de ti, aunque solo sea un rato :) :*

Mientras escribo, la voz de Jane, algo distraída, me arranca una nueva sonrisa. Todos tenemos nuestras cosas, pero son mis hermanos, y les quiero a todos.

Y con un gesto cariñoso le hago levantarse, después me levanto yo, y cuando lo hago, le dedico una breve mirada al Arbol del Túmulo. Luego la tomo de la mano y jugueteo con sus dedos, para luego caminar hacia Ty, con la libreta en la mano.

Veo el modo en que Will se despide de Helen, una separación que despierta en mí una extraña sensación de familiaridad. Toda esa lucha por comprender los sentimientos de Will se ha desvanecido. En su lugar he alcanzado una nueva comprensión,la de algo que es hermoso... y peligroso, al mismo tiempo.

Por lo que puede suponer.

Jane es la única voz cuya respuesta oigo. Parece ausente, distraída, como si hubiera interrumpido sus ensimismados pensamientos. A su lado está Amber, que aún ni ha respondido, pero cuya voz necesito escuchar. Antes de que terminemos tendrá que decir algunas cosas, para bien o para mal.

Señalo la puerta del despacho que está a nuestra derecha, y veo que Jane se va adelantando para coger sitio. Alzo la cabeza mirando desde lejos a Alex, y levanto mi mano chasqueando los dedos para atraer su atención. En cuanto sus ojos viran en mi dirección, señalo con los dos brazos extendiendo ambos índices el despacho al que vamos, para que venga en cuanto termine con Isaac. Entonces, dejando pasar a Amber y a Will por delante de mí, entro en el despacho remangandome la sudadera.

Con las manos en los bolsillos, camino ausente rodeando la mesa y pasando de largo, de ella y de las sillas a su alrededor. En lugar de tomar asiento en ellas, me acerco al mueble que descansa pegado a la alacena de la ventana y me apoyo en él, girándome y mirando por la cristalera con aire pensativo, preocupado, melancólico.

De lo que suceda en esta reunión depende que el Círculo se cierre con más fuerza que nunca... o que se quiebre.

Y lo peor de ello es que no estoy seguro de que opción prefiero.

Las respuestas del ciego llegan cuando ya apenas recuerdo a qué preguntas responden. Demasiado envuelta en seguir masticando mi fastidio me cuesta retomar el hilo de esa conversación y, mirando a Jane, que parece tener una expresión ausente, tengo toda la sensación de que ella también tiene ya la mente en otras cosas. Sin embargo, la última explicación de ese hombre sobre sus desmayos me hace mirarlo con una mezcla entre suspicacia y curiosidad. - ¿Y qué diferencia habrá si nosotros te lo ponemos delante? - Me pregunto. - Si no puedes acercarte a él, tampoco podrás por mucho que seamos nosotros quienes lo tengamos.

Sin embargo, no digo nada, contemplo cómo él también se marcha y me cruzo de brazos, a la espera de que algo suceda, convenciéndome a mí misma de que no debo levantarme y largarme como hacen todos. Convocan una reunión y al final sólo estamos aquí Will, Jane y yo esperando como idiotas. - Perfecto. - Me sumo en sombríos pensamientos con la mirada clavada en la mesa y todavía sentada en lo que a mi madre le parecería la peor de las posturas. 

Es la llegada de Tyler lo que hace que levante los ojos y lo contemple ceñuda. ¿En serio se sorprende de que la gente se haya marchado? ¿Qué fue de ese "vuelvo enseguida"? Me levanto despacio, dejando que sea ese movimiento el que responda por mí y echo una breve mirada a Alex, comprobando si se encuentra algo mejor o si han seguido hundiéndolo más.

Entro en el despacho adyacente siguiendo a Jane, pero no me siento. Ya llevo demasiado tiempo sentada sin hacer nada. En lugar de eso espero a que los demás se vayan colocando donde prefieran dando pequeños paseos sobre mí misma en un extremo de la mesa. 

Noto como la Rabia bulle en mi interior, a medida que aguanto el chaparrón. Por un instante, la lagrimas afloran de nuevo a mis ojos. El contacto de las manos de mi mentor sobre mis hombros me desconcierta. Por un instante, me siento confortado, aliviado.

Sus palabras, tranquilas y suaves, no ocultan un mensaje importante, un recordatorio de mi labor en la Manada, en la sociedad Garou y la guerra que libramos en nombre de Gaia.

El miedo, el temor a fallar a mis hermanos hace temblar mi cuerpo, estremeciendolo bajo las manos de Isaac. De nuevo, el fantasma de tener que juzgar los actos de todo el Circulo de Plata me abruma, sobre todo cuando Libra-Esterlina ha planteado con precisión cada uno de los errores que hemos cometido.

Por la Rabia. Por la furia. Por ignorancia. Por insensatez.

- Gracias, Libra-Esterlina. He aprendido esta lección.

Seco mis lagrimas con el dorso de la mano y la manga de la camisa justo cuando Tyler chasquea los dedos para llamar mi atención. Como si fuese una azafata, levanta los pulgares indicandome que debemos reunirnos en el despacho a sus espaldas. Con un sonrisa ladeada, le hago un gesto para darle a entender que lo he pillado y me giro para despedirme de Isaac.

- De nuevo, gracias. Me esforzaré más.

Extiendo la mano para estrecharsela antes de marcharme a atender la petición de mi Alfa.

Me desvió un momento en mi ruta hacia la puerta del despacho donde se estan congregando la manada. Mientras recojo un periodico viejo y mis chanclas de andar por casa, me doy cuenta de que todavía no he tomado mi café. Acomodo el periodico bajo el brazo, mientras leo las instrucciones de uso del cacharrito en cuestión.

Mis ojos me traicionan, mientras lanzo una fugaz mirada hacia el rincón donde descansa Aletheia y donde han de reunirse Riley y el misterioso Ojos-de-plata.

Un nudo se forma en el estómago. Suspiro, lentamente, conteniendo el impulso de acercarme hacia alli.

"Ya es un poco tarde para eso... El espectaculo debe continuar..."

Me pongo en marcha de nuevo, acercandome a Tyler y extendiendole, con una sonrisa de oreja a oreja, el periodico viejo y las pantuflas.

- Siento no tener un Martini a mano, Señor Draper.- Le guiño un ojo, y le hago ojitos, mientras pongo morritos.

Me escabullo rápidamente, contoneando torpemente mis caderas, tomando asiento junto a William. Siguiendo un impulso indefinible, me acerco a él, le medio abrazo y le alboroto un poco el pelo, mientras le susurro al oido.

- Cabronazo con suerte...

Decido tomar asiento, recuperando la serenidad aunque sin perder la sonrisa. "Ya habrá tiempo para eso."

- Cuando quieras, Ensarta...- Hago una pausa breve, para, a continuación, puntualizar correcta y socarronamente.- ...Lobas.

Me vendría bien un chicle, de fresa... me apetece masticar algo, igual Amber lleva alguno, no se si está masticando o rumiando sus pensamientos

Paso al lado de Ty cuando señala el despacho, joder, con lo incomodas que son estas sillas, le dejan a uno la espalda como un ocho, veo como Amber se queda de pie, la verdad es que es la mejor opción, mientras Ty se sitúa frente a la alacena, sin llegar a sentarse tampoco, Jane sin embargo se ha sentado rápido, es curioso como puede estar concentrada, a veces sin necesidad de moverse, yo no podría, sonrío al recordar la conversación de esta mañana, con las tortitas de por medio, yo moviéndome por la cocina mientras pensaba.

Me giro desde el despacho, mirando a Helen, con una sonrisa tímida pero confiada, cálida. Bueno, vamos allá. Me vuelvo de nuevo hacia la mesa y cuando aún me encuentro a un metro de la misma, lanzo la libreta, que cae sobre esta haciendo mas ruido del que me habría gustado, abro los ojos con cara de circunstancia, para sonreir después agachando la cabeza y pasar la mano por mi cabeza, vaya ruido joder...

Me siento entonces frente a la libreta, con la sonrisa aun en los labios, luego sin darme cuenta, paso la mano por detrás de mi oreja. No necesito voltearme para ver que Alex ya se aproxima, puedo ver sus pasos, pálidos destellos naranjas, al principio mas discretos, pero mas notorios según se va acercando, y comienzo a tamborilear sobre la mesa, acompañando las pequeñas luces, me fijo en Amber entonces, esperando verla hacer lo mismo, pero no lo hace, continua rumiando ese chicle, o masticando su indignación, me resulta tan normal mi condición que olvido a veces que para los demás es algo extraño.

No entiendo la pequeña broma que Alex le dedica a Ty, siempre se me escapan sus referencias cinematográficas, mi afición por el séptimo arte, no alcanza la de nuestro Philodox. Veo como camina hacia mi lado para sentarse. Sonrío y agradezco el gesto de confianza de Alex, dándole un pequeño empujón con el brazo, y si pudiese reir, sin duda lo habría hecho, pues mi gran amigo, siempre sabe que hacer y que decir, en silencio y sonriendo, le agradezco enormemente el gesto, gracias tio, pues se le ve contento por mi.

Cuando se sienta para dirigirse a Ty, me acerco la libreta con el boli dispuesto, y miro a nuestro alfa... joder, que asco de sillas.

Las bromas de Alex, una vez se une a nosotros, no me despiertan una sonrisa. No estoy de mal humor, sencillamente no tengo humor en absoluto. Lo reemplazan demasiadas preocupaciones, demasiados asuntos por resolver... Y una duda de cara al futuro.

Varias, en realidad.

Una vez todos toman posiciones, me apoyo en el mueble junto a la alacena y cruzo los brazos sobre mi pecho, con la cabeza gacha. Hay tanto que quiero decir, tanto que he pensado en decir... tanto que he descartado decir. Y ahora, cuando realmente tengo que hablar, no es que me falte el valor. Me faltan las palabras.

Cuando... -Trato sin éxito de aclarar mi garganta antes de proseguir, retomando el hilo de nuevo- Cuando os convoqué a esta reunión, quería tratar un asunto en concreto. Desde entonces... han surgido... cosas... Más asuntos que tratar... Y algunos... se han desvanecido solos... Y otros no. -Esto es un puto desastre. Me llevo una mano a la cara y me froto los ojos- Tengo... algo importante que decir acerca de lo que ha pedido Adrien. E información sobre el asunto de... Helen. -Miro a Will directamente, alzando las cejas pero sin sonreír abiertamente. En su lugar, lanzo un suspiro cansado, sin poder evitar que mi mirada se desplace al rostro de Jane, y al de Amber. Y finalmente al de Alex- Pero antes de eso... -Al abordar este tema en concreto, mi voz pierde todo atisbo de duda. En su lugar, me muestro firme, serio, pues esto sí es algo que entra en el ámbito que controlo, aquello que sí conozco- ...quiero que me expliquéis todo lo que ha sucedido con esas Furias.

El breve momento de paz que constituyó  el abrazar a Will, nuestro Theurge mudo, se desvaneció ante la tormenta que flota en el fondo de los ojos de Tyler.

Lentamente, palabra por palabra, va ganando confianza, aún cuando puedo notar la tensión que debe estar soportando. Inconscientemente, asiento, dándole la razón y compartiendo la sensación de desconcierto y preocupación que destilan sus palabras.

Sin embargo, es cuando su voz gana firmeza, cuando me doy cuenta del lío en el que estamos metidos y cuando las proféticas palabras de Isaac "Libra-Esterlina" Donovan adquieren significado. Agacho la cabeza y me frotó las sienes, mientras suspiro, preocupado.

Haciendo un esfuerzo, me decido a tomar la palabra y alzo la mano la reclamar mi turno.

- Miedo. Ira. Frustración.- Enumero las causas de nuestro estado de animo una a una, con lentitud para que mis hermanos puedan sopesarlas adecuadamente.- Vergüenza. Auto compasión.- Concluyo, añadiendo mis propios sentimientos a la lista.- Estábamos solos y parecía que el único lugar seguro era este lugar. Estábamos tratando de encontrar nuestro camino y no dejaba de aparecer gente y mas gente, añadiendo confusión a la situación. Vinimos aquí tratando de encontrar orientacion , porque estábamos perdidos.

Hago una pausa para acomodarme y mirar directamente a los ojos del alfa de nuestra manada, estudiando la suave curva de los hombros sobre los que ahora descansa un peso que solo podemos adivinar.

- Porque eramos juguetes rotos, Tyler.- Le repito aquella definición que tan acertada me había parido en su momento y que, ahora, los demás debían conocer.- Y nos encontramos con mas juguetes rotos.

Contengo el impulso de golpear la superficie pulida de la mesa. No solo porque este es el Túmulo de la Creación Infinita, sino porque ahora es importante contenerse.

- Riley nos ha contado que ella y Aletheia han perdido a su manada en combate.- El recuerdo del dolor que transmitían las palabras de Sol-de-la-mañana y la vacuidad de los gestos de Paso-Gris me hacen temblar como una hoja. Agito el vaso de café de campaña para que la reacción química empiece a calentarlo.- Ninguno de nosotros estaba en su mejor momento, Tyler y, cada uno a su manera, reaccionó como mejor supo.

"Hasta a mi me suena a excusa cutre... Te estas luciendo, Perry Mason..."

Tomo aire de nuevo, dispuesto a concluir mi explicación.

- Supongo que una noche de descanso entre estas paredes y una sesión de películas de Star Trek pueden ayudarnos a aliviar un poco la tensión, Tyler...- Esbozo ligeramente una mueca que difícilmente se podría considerar una sonrisa.- Y, para todos, Riley, Alethiea y puede que Adrien se van a quedar en el Túmulo, para ayudarnos a protegerlo, a cuidarlo y a conseguir que su influencia crezca dia a día. Porque el Túmulo de la Creación Infinita no es de nuestra exclusiva propiedad y todo aquel que tenga una conexión especial con las Musas será bienvenido.

Suelto un bufido, cansado y decido darle un tiento al café, aún a riesgo de escaldarme la garganta. No me siento con ganas de decir nada mas.