7 de agosto de 1999 - 18:50
Había tenido un sueño en el que avanzaba por la senda verde hasta un lugar en lo profundo del bosque. Una mujer pelirroja le había entregado una manzana y le había indicado que comiera. "Un fruto por una sonrisa". Al morder, como en el relato bíblico, había comprendido el bien y el mal. Demasiado concreto como para no ser un sueño profético. Marion sabía mucho de sueños, y aquello era una señal de que sus planes habían salido bien.
Caminaba por el bosque siguiendo las piedras luminosas, señales claras de que Hesperia la llamaba. Stenn se había quedado atrás, vigilante. Y así, continuó hasta llegar al lugar donde su sueño tomaba parte, una bóveda verde con un gran árbol en el centro. Había frutos por todas partes, gordos y dorados, y el aroma dulce y ácido del verano flotaba por todas partes.
De detrás del árbol surgió la figura femenina que era Hesperia. No podía ser otra. Tenía el cuerpo en forma de reloj de arena, con generosos pechos y caderas. El pelo le caía en una cascada entre roja y verde, con hojas prendidas aquí y allá. Exhudaba un aura muy atrayente, como los mismos frutos, y no habría estado mal darle un mordisco a su carne turgente.
-Los de tu casa sois muy curiosos -dijo la ninfa-. Pero veo la luz y la oscuridad, y es evidente la diferencia.
Hesperia avanzó en dirección a Marion. Pasó entre los arbustos rebosantes de vida y verde y se detuvo junto a uno oscurecido, pálido e invernal. Chasco la lengua y volvió a girarse hacia Marion.
-Pero luz y oscuridad, vida y muerte, invierno y verano son partes del mundo. Has hecho lo que has hecho y ahora tienes tu premio. Pregunta y te contestaré.
Había recorrido el camino entre los árboles como en un sueño, y la tensión le atenazaba el corazón como un puño de hierro. Sólo ver a Hesperia, saber que se había ganado su premio, era un premio en sí. Para Marion eran tan importantes las respuestas como la idea de poder preguntar, de tener acceso a todo el conocimiento y los secretos de la ninfa.
Percibió una nota de desprecio en las palabras de Hesperia. La Eiluned se quedó mirando el arbusto (su arbusto) unos instantes antes de hablar. Su primer impulso fue preguntar sobre el sluagh y los suyos, pero se contuvo.
-Mi primera pregunta es acerca de algo que sucedió en tu bosque. ¿Quién agredió a Lady Marjolaine?
-Aquel a quien tú llamas Sir Bastien -contestó la ninfa sin dudar-. Un acto de agresión y horror.
No estaba sorprendida. Asintió, de acuerdo con las palabras de Hesperia.
-¿Cómo puedo probarlo?
-Eso no puedo responderlo. Sé cosas, pero no lo sé todo. Eso te corresponde a ti averiguarlo, Marion -indicó la ninfa.
Volvió a asentir, rígida. No estaba complacida con la respuesta, pero al menos se habían confirmado sus sospechas.
-De acuerdo. -Titubeó y se humedeció los labios-. ¿Y Mariona, la prome... La antigua prometida de Lothar? ¿Quién era?
-Una quimera reforzada con cantrips poderosos. Artes de la Sombra. Observé cómo la creaban y la colocaban en el lugar indicado en el momento indicado. Y cómo la asesinaban en el momento indicado. Pero no sé quién lo hizo, antes de que lo preguntes. Su persona está oculta al igual que estaba Mariona.
Tampoco aquello le pilló por sorpresa, pero deseó tener dónde sentarse. Le hubiera gustado correr junto a Lothar y decirle que Mariona no había existido, que sólo Marion, sólo ella le había querido... Pero sabía que no lo haría, que no se lo contaría nunca. Prefería vivir a la sombra de una mujer falsa que hacerle pasar por aquello. Y sin darse cuenta de que era el luto de Lothar lo que la había atraído en primer lugar, sintió una furia fría hacia quien quiera que fuese el responsable de aquel engaño.
-De acuerdo -repitió-. Vale... ¿Y...?
Se detuvo y suspiró. De cualquier forma iba a decirle que su identidad estaba oculta. Las habilidades de Hesperia como ninfa que todo lo sabía dejaban que desear.
-¿Quienes son los que me están haciendo chantaje?
-Se trata de un sluagh que responde al nombre de Anton. Sólo él te está chantajeando, pero no trabaja solo. No puedo decirte quién le dirige... no puedo penetrar en las Brumas que lo ocultan. Lo que sí puedo decirte es que esa otra persona no sabe lo que Anton está haciendo, y el sluagh no quiere que lo sepa.
Anton. No era el nombre que le hubiera puesto a su chantajista. Se cruzó de brazos.
-¿Sabes dónde puedo encontrar a ese Anton? ¿O cómo sabe... cosas de mí?
-Está escondido, muy bien escondido. A los sluaghs le gustan los sitios oscuros y fríos. Pero...
La ninfa avanzó en dirección a Marion y la tomó de las manos.
-Debes saber que quien está contándoles cosas sobre ti... eres tú.
Parpadeó, totalmente sorprendida por primera vez desde que había empezado a preguntar.
-¿Q-qué?
-Están utilizando Artes poderosas para dominarte, obligarte a decirles cosas y luego borrarte la memoria. Saben todo lo que han logrado arrancarte, no sé hasta qué punto es eso. Saben lo que hiciste, tus conexiones con los vampiros, tus métodos de manipulación onírica. Lo saben todo... y pueden utilizarlo en tu contra. Pero no lo están haciendo, al menos no el artífice de todo ello. Es de esperar que lo hagan en el futuro.
Apretó la mandíbula para detener las lágrimas que amenazaban por acudir a sus ojos. ¿Quiénes eran? ¿La Corte Sombría? Si no se trataba de ellos ciertamente usaban los mismos métodos que Uriel. Apretó las manos de la ninfa, tratando de consolarse en aquel contacto.
-¿Quién...? ¿Cuándo...? ¿Cuándo lo hicieron? ¿Dónde, quién? ¿Quién me ha hecho esto?
-No puedo decirlo. No lo sé. Pero tengo mis sospechas. No puedo decir que lo tenga claro, pero me parece que parte de la conspiración la forman la Dama Olive y Lady Sarianne. Puede que haya más personas involucradas en ello.
Olive. Claro. Olive. No era ningún consuelo saberlo, pero al menos la aliviaba tener alguien a quien dirigir su furia.
-¿Qué conspiración? -preguntó, luchando por mantenerse entera.
-Hay un movimiento oculto que intenta arrebatar a las Cortes el poder, instaurar la anarquía. No es un movimiento plebeyo, no es un movimiento noble. Tú, como amante de Lothar, eres un peón perfecto para su juego. Manipulándote a ti pueden manipularlo a él, o eso creo yo. Siempre has estado a su lado y le has conducido... pero a ti también te estaban conduciendo. ¿Por qué te fijaste en él, en primer lugar?
Marion apenas pudo balbucear una respuesta.
-Yo... No lo sé. Parecía tan desvalido. Tan triste. Pensé que era muy atractivo cuando sonreía, después de lo de Cedric. Pero nunca lo hacía.
-No puedo decir si tu interés en él era real o inducido, pero has comprobado que se puede lograr conducir a una persona en esa dirección, ¿no es así? -La ninfa negó con la cabeza-. No, eso no debería preocuparte. Vuestro amor es real ahora. De no serlo, no podríais haber sustentado el Juramento que presencié.