Partida Rol por web

La persecución empieza a alarmar a los confundidos viandantes.

El vanir corre por la plaza y pasa junto a una de las hogueras. Un aesir trata de derribarlo, pero el pelirrojo se escurre hacia un lado y empuja al aesir de cabeza contra el fuego. El hombre se levanta gritando de dolor mientras su barba y su pelo se prenden y empiezan a arder rápidamente. Mientras el fuego se va avivando, os tropezáis con la antorcha humana.

Hay gente suficiente para ocuparse del pobre hombre, así que intento esquivarlo bordeando la hoguera.

Kellen salió en tromba a la carrera, empujando violentamente a todo aquel que se puso por medio, incluso un señor mayor besó el suelo por culpa de uno de estos empellones.

-COGEDLO, COGED A ESE HIJO DE PUTA- bramaba mientras corría

Después, detrás de sus compañeros, vio como aquel hombre caía en una candela y echaba a arder.

Al cimmerio le daba igual, solo quería reventarle la cabeza a aquel desgraciado vanir

 Mi mente está centrada solo en atrapar al tuerto, no veo nada ni pienso en nada más, por lo que ni me fijo en el pobre desgraciado que arde ante nosotros, ya que la venganza arde todavía más en mi corazón...

Knut tropieza y se chamusca un poco, perdiendo unos segundos vitales que lo hacen quedarse a la zaga mientras apaga las llamas de su pelo, pero continúa la persecución.

Kellen va acortando distancia y corre embrutecido e imparable. Los habitantes de Asgard no se asustan con facilidad, pero sin duda ver al enorme cimmerio con cara de odio, manchado de sangre, armado con una daga también ensangrentada, y embistiendo contra todo lo que se cruza en su camino, aumenta considerablemente el nivel de tensión, alarma y desconcierto. Alguien hace sonar un cuerno avisando a la guardia.

Conor sigue adelante acercándose a su presa.

Girando una esquina entráis en un estrecho callejón sin salida y no hay rastro del vanir. Puede haber entrado en cualquiera de la media docena de locales, tres a cada lado, que hay en la calle. Ahora mismo no hay nadie fuera a quien preguntar.

Sacudiéndome las brasas llego algo después que los demás al callejón. 

Agudizando la vista, comienzo a mirar por las ventanas de los locales cercanos buscando una pista del Vanir huido.

 Miré furibundo a mi alrededor, buscando al desgraciado. De ningún modo pienso permitir que se me escape, después de tanto tiempo buscándole...

Kellen ardía de rabia, casi como aquel desgraciado que habían adelantado, entonces el Vanir usó sus habilidades para desaparecer...

...Pero no al escrutinio de Kellen.

-AHÍ, SE HA METIDO POR AHÍ!-

Con una velocidad casi inhumana, Kellen logró echarse sobre el bastardo pelirrojo

-TE TENGO, HIJO DE PUTA!-

Y comenzó a acuchillarlo sin compasión.

Conor maldice desesperación buscando algún indicio. Knut y Kellen echan un rapido vistazo y les parece ver una sombra apenas perceptible moverse dentro de uno de los locales. Ambos señalan la puerta de lo que parece ser una herborísteria. Entonces oís un grito agónico dentro. Cuando entráis en el local pasáis junto a un anciano moribundo tumbado en el suelo con un gran tajo en el pecho. Un charco de sangre empieza a formarse en el suelo.

La puerta trasera por la que ha salido el tuerto permanece abierta.

 Antes de entrar a la tienda de donde salió el grito, le digo a mi compañero Cinmerio:

 - Kellen, recuerdo esa cara y esa cicatriz. Es uno de los que atacaron nuestra aldea. Yo también quiero matarlo, pero antes deberíamos intentar obtener información sobre el paradero de tu familia.

 Me agacho a ayudar al anciano, tratando de tapar la herida, mientras le pregunto:

 - ¿Donde a ido?. ¿Podemos ayudarte de alguna forma?.

 Había algo en el anciano que me recordaba a mi abuelo, así que no podía sencillamente olvidarle y seguir adelante.

El anciano agonizante mueve la cabeza y abre la boca para contestar, pero de su boca sólo sale un vómito de sangre antes de fallecer.

Cuando salís por la puerta trasera de la herboristería que da a otro callejón veis al encapuchado aproximándose a la herrería de Geir. Al pasar coge una caja de clavos a la vez que esquiva un golpe del martillo del furioso Geir. Mientras corre va tirando los clavos al suelo.

Kellen escuchó las palabras de Connor justo cuando saltaba sobre el vanir. Tenía unas ganas inenarrables de acuchillarle el corazón, o arrancarle el cuello a mordiscos si era necesario...

...información sobre el paradero de tu familia...

Fue lo único que escuchó entre la neblina sangrienta que se formaba en su cabeza.

 Traté de esquivar los clavos, para evitar años y agarrar al puto tuerto de mierda, al que pensaba dar una buena paliza, antes de sacarle la información que quería...

Por un momento pienso en detenerme a ayudar al anciano, pero de un rápido vistazo veo que es demasiado tarde para él, así que furioso salgo al callejón sin fijarme en los clavos que el cabrón tuerto ha ido dejando por el suelo.

-AAArrrhhhh!!!, - grito al pisar un par de ellos con mi bota, - ¡me cago en tu puta madre!! , - maldigo, mientras dando ridículos saltitos por la calle, trato de evitar más clavos y aliviar el dolor que sube por mi pierna.

El vanir sigue corriendo intentando alcanzar la empalizada para escapar. Cuando pasa cerca de unos establos los dos cimmerios cargáis sobre él, derribándolo contra las puertas, que se abren de golpe, asustando a los caballos.

Un clavo atraviesa la bota de Knut, pero por suerte no se queda clavado. Aunque dolorosa, la herida es muy leve.

El tuerto maldice e intenta resistirse y tenéis que revolcaros con él por el suelo para inmovilizarlo. Kellen lo golpea intentando contener su fuerza y evitando puntos vitales para no matarlo. Aún así le rompe dos costillas y la nariz en el forcejeo. Un hilo de sangre le sale por la nariz y también tiene la boca ensangrentada y el labio reventado. Finalmente parece que se tranquiliza y se queda quieto, y escupiendo un diente, sonríe:

-¡Está bien, ya vale, me rindo!

Mientras Conor saca una cuerda de su mochila y lo atáis a un poste, parece que se le van bajando un poco los humos y os suplica:

- Os ruego que me deis una muerte rápida. De todas formas, ya estoy muerto. Rorik es muy cruel y sanguinario, por sus venas corre la sangre de los lobos. Lo habéis enfurecido mucho y en cuanto se entere de que he fracasado me desollará vivo y mis entrañas servirán de alimento para los cuervos. Sólo trataba de huir a donde fuera que él no me pudiese encontrar.

 Miré furioso al hombre tuerto, pero la necesidad de respuesta se impone a la de matar, por el momento:

 - Queremos respuestas, hace unos años vosotros atacasteis nuestra aldea, queremos saber por qué y que fue de la familia de mi amigo. Estoy seguro de que recordarás el ataque... - Comenté, rasgando su ropa y rebelando una horrible cicatriz en el hombro derecho, perteneciente a una herida que por poco le cuesta el brazo. - ... El jefe de la aldea fue quien te hizo esto, antes de que uno de tus compañeros le cavase una flecha por traición por la espalda...

 No comento que aquel hombre era mi padre,no necesita saberlo, por ahora.

-Entonces parece que el destino nos ha vuelto a reunir -el tuerto vuelve a sonreír enseñando los dientes como un lobo- .Hemos asaltado y saqueado a tantas tribus y clanes del norte de Cimmeria que he perdido la cuenta. Pero recuerdo al hombre que me hizo esta cicatriz, y como murió el muy perro. Creo que fue hace unos cinco años. Era un bravo y hábil guerrero. Lamenté no haberle quitado la vida yo mismo con mi espada. Me privaron de tal diversión.

-Fue el mismísimo Rorik el que lideró el ataque a vuestro poblado. ¿No es un tanto irónico que sin saberlo os hayáis vengado de él en cierta forma al matar a su padre?

Tras hacer una pequeña pausa para recuperar el aliento, continúa hablando, como si ya nada le importase en esta vida:

-Hace diez años, Rorik era un joven guerrero muy ambicioso que quería labrarse una reputación. Estaba harto de ser conocido como “el hijo del sacerdote de Ymir”, y quería ser famoso por sí mismo. Con un puñado de guerreros que lo seguíamos fielmente, entre los que me encontraba yo, empezó a llevar a cabo pequeñas razias contra las tribus del norte de Cimmeria. Atacábamos y tomábamos lo que podíamos dado nuestro escaso número. Primero simples escaramuzas contra aldeas y grupos pequeños, luego fuimos ganando más confianza, y más hombres se nos unieron. Entonces nos atrevimos con empresas mayores y regamos nuestros aceros con la sangre de muchas víctimas.

Me acerco cojeando hasta el lugar donde mis compañeros tienen al Vanir, justo a tiempo de escuchar su relato. 

¿Matado a su padre? Debió ocurrir dentro del templo...

-Vaya, menuda pieza tenemos aquí, - digo en voz alta mientras trato de recordar cuantos hombres iban con Rorik, la última vez que le vimos, al otro lado de la cordillera, para calcular si podrían intentar atacar este asentamiento. 

- ¿Cómo has sabido dónde estábamos?, - tengo curiosidad, ¿estaba aquí por casualidad, o viene persiguiéndonos?