Partida Rol por web

Durante dos días siguieron avanzando entre el hermoso y a la vez misterioso bosque, "escoltados" por Mablung, Beleg y varios elfos a su cargo. Estos de forma poco amigable únicamente se habían dirigido a los aventureros en los casos en lo que era indispensable para la comprensión entre los dos grupos.

Taurnil se despertó sobresaltado y sorprendido. ¿Dónde estaban los centinelas? Temiendose lo peor despertó a los que aún dormían y rápidamente cogió su arco y tensó su cuerda con una flecha tras colocarse el carcaj a la espalda y asegurarse de que sus nuevas dagas estaban listas para entrar en acción.

Luego lanzó tres silbidos largos y agudos mirando al cielo. ¿Y donde está Aldan?

Él no creía que los elfos fueran a abandonarles y extraviarles a proposito, todavía confiaba en sus paisanos para esas cosas y no concebía una traición. Al revés. Al no verlos pensó que debeían haberles ocurrido algo grave.

El viaje fue tenso, aunque Leorn se distría mirando el bosque por el que caminaban. Esto hacía que por las noches cayera dormido hasta que le despertaban para continuar. Aunque esa noche fue distinta. Unos aullidos le despertaron a el y al resto de sus compañeros. Se despertó sobresaltado y solo vió a Taurnil y a Elladen. De los elfos que les habían acompañado no quedaba nadie. ¿Les habrían dejado a su suerte o les había ocurrido algo?. No se detuvo a pensar echo mano a su hacha y se incorporó para averiguar que y de donde provenian los aullidos.

Elladen noto una sacudida, cuando abrió los ojos vio que se trataba de Taurnil, que por alguna razón había considerado que era necesario despertarle.- ¿Qué ocurre?.- Le preguntó.

Cada vez los aullidos sonaban como si fueron producidos desde más cerca, hasta que unos gruñidos seguidos del movimiento del follaje de arbustos en todo el perímetro dieron a entender que se encontraban rodeados, pero por qué o quiénes.

Leorn sonrió cuando vió a los licantropos caer bajo las flechas. No nos han dejado tirados al menos. Después aferró su hacha con fuerza y fue a por el licantropo más cercano al que no atacaran sus compañeros.

Taurnil tensó la cuerda del arco con la flecha que sostenía  en cuanto vió que los licantropos les rodeaban y comenzaban a tomar posiciones.

Se colocó en posición de guardia y no dudó un instante. Atacaría al albino. Tal vez eliminando unicamente a ese los otros huirían. Así que apuntó hacía él y lanzó la flecha con un chasquido.

Comprobó el resultado de su ataque y guardó el arco para desenvainar las espadas. Tenía ganas de probarlas y sabía que los licantropos que les rodeaban atacarían inmediatamente.

Al creer que, al contrario que sus compañeros, él no se podía enfrentar en igualdad de condiciones a uno de aquellos seres. El medioelfo optó por tomar una posición totalmente defensiva, como había echó varias noches contra uno de esos mismos oponentes, y confiar en que aquellas mortíferas flechas fueran siendo disparadas.

La flecha de Taurnil salió disparada, surco con rapidez el aire, pero no encontró el objetivo que su lanzador había buscado. Lo malo es que esta acción atrajo la atención del macho alfa que antes había estado buscando algo por los alrededores, el licántropo estaba a punto de abalanzarse sobre él cuando Mablung y Beleg salieron de la espesura empuñando dos espadas de magnífica manufactura. Un fiero combate comenzó entre los tres personajes más notorios en el claro.

Volviendo con el elfo. Uno de los licántropos saltó hacia él, pero, aunque los impactos no habían sido lo suficientemente fuertes para tumbarlo, si que fueron para desviarle la trayectoria lo mínimo para que Taurnil con su agilidad innata lo pudiera esquivar con facilidad.

Otro saltó del a misma forma contra Leorn, pero aun así sufrió una herida en su costado producida por las afiladas garras de la bestia. Entonces, el beornida intentó aprovechar la inercia de su esquiva para girando 180º dar un poderoso hachazo circular. La idea era buena, pero no contaba con que aquello era un golpe que bien se podía llamar a ciegas. haciendo honor al nombre del ataque, este falló.

Una nueva oleada de  mortíferas flechas volaron por el aire hasta parar a clavarse en los indefensos cuerpos de los licántropos que intentaban ponerse de pie de nuevo tras haber caído al suelo (segundos antes) presas de estas mismas.

Elladen puso el bastón por delante suyo en forma defensiva para que si él hombre-lobo cerraba sus fauces lo hiciera sobre el inanimado objeto. Pero la rapidez de aquellos seres era enorme, y antes de que pudiera adoptar dicha posición, el enemigo atrapo su brazo con su fuerte mandíbula con sus dientes que más bien parecían cuchillos.

Leorn se encaró hacia la bestia que el atacaba con animo de arremeter contra el licantropo. Tenía intención de hacerle pagar por la herida recien inflingida.

Taurnil lanzó dos estocadas contra el licantropo que le había atacado, una con cada uno de sus nuevos y relucientes cuchillos. Aunque su ataque no debió ser muy efectivo confió en al menos descentrar a su rival.

Elladen apuntó al hocico del hombre lobo que lo retenía, mordiéndole fuertemente su brazo, y sin pensar en las consecuencias liberó la magia de su cayado.

Las nuevas armas aparecieron entre las manos de Taurnil tan rápido como si hubiera sido cosa de magia. El elfo lanzó sus dos estocadas, pero al no estar acostumbrado a la velocidad que se les podía añadir, fallaron en encontrar el cuerpo de su objetivo pues el licántropo no se encontraba a suficiente distancia cuando se alcanzó el máximo rango de ataque.

Entonces, el enemigo esquivo fácilmente las hojas del elfo, y se lanzó contra él. Le propinó un buen empujón que hizo que casi cayera al suelo, eso sí, sería difícil que se repusiera lo suficientemente rápido como para afrontar la siguiente embestida.

En otra parte del claro, la batalla entre Mablung y Beleg contra el albino macho alfa se recrudecía y parecía que pronto fuera a alcanzar su momento culmen, ya fuese hacia un lado o otro.

Con un rápido ataque, el hombre lobo envolvió en un fuerte abrazo al beornida. Cada vez era más asfixiante, hasta que por fin Leorn pudo interponer entre sus dos cuerpos su gran hacha y realizando un esfuerzo titánico se liberó completamente del mortal abrazo. Ahora, los dos medían la distancia que les separaba para no verse sorprendido por el proximo ataque de su oponente.

Atrapado entre sus fauces el brazo del animista, al cual le parecía que pronto lo desmembraría, el licántropo recibió el terrible impacto en su espalda de una flecha, lo que provocó la oportunidad para que el medioelfo se librará de su presa al proferir un desgarrador aullido de dolor por su parte.

Y así lo hizo, Elladen apartó el sanguinolento brazo y con presura utilizó la magia de su bastón sobre el hocico de la bestia, que no pudo sino seguir aullando de agonía. Pero pronto fue liberada de esta, cuando varias flechas más se clavaron por todo su cuerpo, otorgándole una muerte relativamente rápida.

Sus otros dos compañeros también recibieron varios disparos de flechas por parte de los elfos que se escondían entre los árboles, que parecían igualar algo más el combate en los que estaban implicados aun los aventureros.

El animista vio como la sangre fluía sin pausa de su brazo. La herida parecía más fea de lo que había supuesto y necesitaba curación si no quería desmayarse enseguida.

Por lo que sin dudarlo se apartó de las luchas que se producían en el claro, e intentó recordar antes de que comenzará a marearse un conjuro para cerrar la hemorragia.

Leorn intentó estar atento a los movimientos del licantropo sin percatarse del resto del combate. Cuando  la bestia se lanzara a por el intentaría darle un hachazo.

Taurnil no se esperaba semejante potencia y fuerza en su adversario y el golpe lo desequilibro casi por completo. Intentando rearmarse se colocó en posición defensiva esperando un nuevo ataque del licantropo. Esta vez no le cogería por sorpresa.

Taurnil asustado por la eficacia de los golpes de su adversario tomó una posición totalmente defensiva centrada en la rapidez de sus movimientos. Con esta táctica, sin mucho esfuerzo consiguió evitar el siguiente ataque del licántropo, cuando con sus espadas cortas mantuvo a raya sus zarpazos y con una esquiva efectiva que evitó un mordisco tras abalanzársele.

En otro punto del claro, una titánica lucha continuaba, los implicados parecían medir cada movimiento de su adversario y no parecían dar su brazo a torcer. El combate parecía que fuera a ser interminable, grandes ataques seguidos de no menos grandes esquivas se producían continuamente, y ninguno de los dos bandos se podían herir de gravedad.

Hasta que con un ataque combinado de los dos célebres elfos hizo mella en el albino macho alfa, cuando Beleg consiguió abrir un hueco en su defensa y rápidamente Mablung lanzó una estocada que alcanzó su costado. La bestia aulló de dolor, después apartó la espada con el brazo y se puso a distancia segura.

Las flechas volvieron a clavarse en los enemigos de los aventureros. Momento que aprovechó Leorn para cargar con su enorme hacha por delante contra el hombre-lobo, él cual después de haber recibido tantas heridas y a pesar de todos sus esfuerzos no puedo esquivar el golpe descendente del beornida que le alcanzó de lleno en el hombro derecho.

Los dos licántropos parecían encontrarse en apuros, gravemente heridos, teniendo que enfrentarse en cuerpo acuerpo con los aventureros mientras que también debían de preocuparse de los elfos que los rodeaban.

El medio-elfo dejo su bastón en el suelo y apoyó su espalda, cara hacia el combate que se producía en el claro, contra el tronco de un árbol.

Después, en silencio, apeló a sus poderes mágicos de curación.

Ver como el licantropó recibía el hachazo subió al moral a Leoen que volvió a cargar contra el para acabar el combate.