Partida Rol por web

El eco del Diablo

Inocencia

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28/10/2018, 23:05
Mats Bergstrøm

Notas de juego

Y ante todo, está Arthür. Me resulta increíblemente difícil separarme de él y dejarlo aquí, pero confío en que estará todo lo bien escondido y protegido posible. No puedo ignorar lo que debo hacer por egoísmo; hagamos lo que hagamos, todos estaremos en peligro, y además, estoy seguro de que él tampoco querría eso de ningún modo.

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28/10/2018, 23:10
Daniel Mallutz

-Pues yo estoy en la misma disposición, si no os importa a ninguno de los dos, de acompañaros - señalo con la misma precisión de Mats y la misma seriedad, con distinta procedencia - Aunque sea una tarea mas liviana en teoría que la de nuestros compañeros, no quita que sea prudente una escolta. Ahora estoy en mejor condición de darla y con mas garantías que antes y no debemos olvidar que por desgracia Sophie sigue siendo uno de sus objetivos primordiales.

Me aclaro la garganta carraspeando sobre un puño crispado por la tensión.

- Si las alternativas no fueran tan horribles en escala, lo lógico es que Sophie aguardara en retaguardia y a buen recaudo el devenir de lo que hubiéramos estado ejecutando.

-Pero la situación es como es y todo el que este en pie con la facultad adecuada pues es bienvenido. Pero no obvia que no estemos atentos a controlar los riesgos...- y no canto en voz alta que ahora mi pellejo es menos valioso que el suyo para que Rejane siga ostentando el trono del mal fairo - así que me sentare con vosotros y trasvasare el umbral del sueño y este menda os seguirá a donde vayáis y ya me contareis como me veis por que tengo curiosidad de que alguien me describa ese aspecto que a mi me esta vedado

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29/10/2018, 14:57
Clementine Ouvrard

-Con Rejane y su equipo, entiendo sobre el terreno y la isla, no tengo duda alguna que tus capacidades medicas serán un capital clave para significar una diferencia. Pero sera duro - le digo señalándome el pecho honestamente convencido de lo que encontraran en esos resorts no va a ser bonito.

Agradezco a Daniel el voto de confianza con una sonrisa tímida que empieza a esbozarse y se borra totalmente cuando menciona a la isla: por supuesto que lo que encontraré no será "bonito", lo sé. No podría pensar otra cosa después de ver las imágenes del Lotus of the Seas, es más, al escuchar las palabras de Elliot y ver la mirada que le echa a Réjane pienso que su pedido mudo es inútil: ¿Para qué va a llevarme Réjane si no es para atender a los heridos y víctimas? Eso no va a pasar en los límites de la contienda, si no allí mismo, en el epicentro del pandemonium mientras vamos avanzando. ¿Acaso me iba a quedar en un costado viendo el espectáculo como Ágathe? De ninguna manera.

Mis ojos sostienen la mirada en los de Elliot, lo entiendo, pero él también tiene que comprenderme a mí... No me puedo quedar de brazos cruzados mientras ellos van a lo incierto. Tampoco creo que yo deba ir con ellos al sueño, no lo había manifestado en ningún momento abiertamente*, solo había dicho que estaba de acuerdo en que cuantos más eran los que viajaban mejor, pero también había dicho que debíamos escuchar a Réjane. En ese momento siento que debo salvar tantas vidas como pueda donde sea que vaya.

Me pongo tensa, de solo pensar que podría llegar a encontrarme con uno de esos hombres endemoniados... Me siento en una silla de nuevo, indecisa. Todos lo tienen muy claro, yo lo único que tengo claro es que no debo soñar y veo que Elliot concuerda conmigo cuando me dice sus últimas palabras. Suspiro y entonces Réjane interviene y Laia.

Me la quedo mirando, sopesando lo que nos ha dicho, lo que me ha propuesto. La miro quizás demasiado porque estoy meditando en sus palabras y me doy cuenta de que también hay algo de orgullo en mi postura: todos van a jugarse el pellejo menos yo y me da un coraje terrible que los demás me perciban como alguien débil, pero ¿Lo están haciendo o soy solo yo?

-Necesito un cigarrillo -digo de pronto y a pesar de que hace cinco años que no fumo en este momento nada me importa menos. Espero a que alguien me lo acerque y lo prendo, le doy una pitada larga y exhalo el humo por la nariz como un dragón.

Mats y Daniel expresan el mismo deseo de unirse en el sueño que habían manifestado antes. Me asombra lo cambiado que está Daniel desde la muerte de Leah, lo mesurado que se lo ve. Escucho las palabras de mis amigos y siento que los veo en un lugar luminoso y pacífico en el que yo definitivamente no me encuentro en este momento, todo lo contrario.

Mis ojos dejan de mirar el suelo y se clavan en Elliot -Me encanta la elegancia con la que me pides que me arriesgue a verte a ti, al hombre que amo, al único hombre que jamás he amado -me tiembla la voz contra mi voluntad -O a mis amigos, que son como mi familia, desvanecerse en un sueño del que quizás jamás regresen mientras están bajo mi cuidado -le espeto a Elliot más airada de lo que me hubiera gustado, aunque manteniendo la voz mesurada, como el vapor que escapa por una tetera -Mientras yo me quedo segura a tu lado, ¿Verdad?

Mi razón me dice que no es solo eso, pero no puedo detenerme. Todos están siendo aquí egoístas pero disfrazando sus intenciones de magnánimas, pues yo también voy a ser egoísta, ¡Demonios!; entre salvar a desconocidos y salvar a personas importantes para mí prefiero lo último y creo que todos estamos haciendo eso, hasta Daniel, que se está protegiendo muy sabiamente a sí mismo del horror que hay en la isla.

Miro a Réjane y a Laia negando con la cabeza -Es verdad -digo casi derrotada, exponer mis sentimientos de esta manera es terrible para mí -Soy más útil junto a ellos, vigilándolos -hago una breve pausa y le doy una calada al cigarro.

-Pero quiero puntualizar dos cosas: la primera es que necesito equipo médico y quiero que me acompañe también la doctora Gibran* o el doctor Belanger: en caso de que haya serios inconvenientes con dos o más personas voy a necesitar ayuda cualificada- puntualicé y miré a Laia, -Entiendo que tu ayuda es más espiritual que física -le dije con deferencia, haciendo uso de toda la delicadeza que me fue posible -La segunda es un apunte sobre su plan: si bien es cierto que lo mejor es que Sophie- dirigí a ella mi voz y mi mirada -Tú permanezcas en ese lugar a salvo y le impidas el acceso a los sectarios a su "trono" si se presenta la oportunidad de borrar lo que han escrito en ti no la dejes pasar porque en cuanto alguna de los segundos al mando sepa en donde te encuentras será otra vez el mismo problema. No me ha quedado claro si lo estaban descartando o no porque le hemos dado mil vueltas al asunto, por eso se los digo -recalco y apago el cigarrillo aplastándolo contra el piso con el taco.

Ya más tranquila me levanto y camino hacia Elliot, me detengo justo delante de él y le acaricio un lado del rostro -Entiendo que es lo correcto, entiendo que es lo que hay que hacer, entiendo que es decisivo... Pero no es fácil, quiero que entiendas eso también.

Luego miro a Daniel -Quiero que me lo cuides.

- Tiradas (1)

Notas de juego

*Creo que no ha dicho en ningún momento claramente "voy con vosotros" pero si es así y se me ha escapado lo cambio.
 

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29/10/2018, 17:32
Arthür Guitry

La luz en la habitación, tamizada por la planta de la glicina y las cortinas, entraba suave e iluminaba el rostro de Mats sin apenas formar sombras sobre él. Arthür veía los ojos de su amigo recorrer su propio rostro, su gesto cercano a la fascinación y de nuevo los pensamientos que le asaltaban pugnaron por volver a él. Apenas podía creer, como la primera vez que Mats le habló de sus sentimientos, que pudiera sentirse atraído por él, que pudiera mirarle de aquella manera, visiblemente embelesado. Los gestos de Arthür mostraban su incredulidad junto a su propia fascinación. Tumbado en la cama, apoyada la cabeza sobre su brazo, a poco más de un palmo del rostro de Mats, el plácido silencio que los envolvía parecía proclamar que todo el horror era mentira, que la paz que recorría esa habitación junto a la brisa perfumada era lo único real. La paz y la presencia de su amigo que parecía llenarlo todo.

¿Cuántas veces había caminado hasta el lugar en la marisma donde Mats le había hablado aquel día? No podía decirlo. Pero cuando necesitaba estar verdaderamente en paz, cuando la atención a Sophie y a Cléo no era necesaria o cuando se encontraba especialmente agotado o añorante -a veces pensaba que de su vida anterior, a veces de una vida que nunca había tenido y había llegado a pensar que nunca tendría-, se encontraba paseando por allí, sentándose en aquel lugar o echándose sobre la hierba, acariciándola despacio con los dedos. Si cerraba los ojos podía ver a Mats hablándole azorado y marchándose dolido. Si su amigo se encontraba en el balneario sentía entonces  la necesidad de verlo aunque fuera por un instante. Si estaba lejos el temor a lo que pudiera pasarle le oprimía el corazón. Así tumbado, rozando la hierba, se vio a sí mismo acariciando el pelo de Mats y su corazón se aceleró. Abrió los ojos y el cielo plomizo de aquella tarde que anunciaba lluvia le recordó el gris azulado de sus ojos. Y sus palabras, siempre sus palabras. Y comenzó a imaginar que le decía otras nuevas, unas que él no le había dado oportunidad a decir.

Se incorporó entonces, quedando sentado sobre el suelo con la mirada perdida en su interior, buscando. ¿Qué estaba haciendo?, ¿por qué pensaba aquello? Pero más tarde volvería hacerlo. Y luego otra vez. Y otra.

Y después Mats había vuelto narrando todo el horror a bordo del trasatlántico, apoyándose en sus manos, permitiéndole acariciar su pelo. Y luego vino el diluvio y el asalto de los demonios, las destrucción del balneario y la amenaza de que todo sería destruido con él para siempre. Sobre la barca de rescate su amigo se había dormido y Arthür se sentó junto a él, contemplando cómo descansaba y sintiendo una opresión en el pecho que ya no podía soportar. Cuando vieron la barcaza abandonada flotando en el mar lo había despertado rozando suavemente su bigote con un dedo porque sintió el impulso de despertarlo con un beso. ¿Qué estaba haciendo? Nada justificaría que jugara con sus sentimientos. Nada en el mundo.

Y ahora sentía el contacto del cuerpo de Mats contra el suyo, la calidez de la piel de sus brazos, de su aliento, del beso que le había dado en la sien y que dejó una sensación de cosquilleo que recorría todo su costado. Temblaba ligeramente. No, aquello no era ningún juego.

La nariz de Mats rozó la suya y escuchó una de las preguntas que había imaginado.

-Sí…

Y la respuesta imaginada salió al fin de su boca.

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29/10/2018, 20:05
Mats Bergstrøm

El tiempo parece detenerse en cuanto la pregunta abandona mis labios, y un universo de posibilidades, inmenso y eterno, se abre frente a mí, absorbiendo mis pensamientos a medio formar y haciéndolos girar como constelaciones, como los rizos formados por una gota de pintura al caer en un vaso de agua cristalina. Abro los ojos, como despertando. No estoy solo en mi cuarto, hablando conmigo mismo, haciendo preguntas respondidas por mi propia imaginación, y me doy cuenta de que ya no podré volver al lugar del que vengo. Pero tampoco desearía volver. Me inunda una indescriptible sensación de liberación, de aceptación, de predestinación, como si un hilo invisible tirase de mí en la dirección de las cosas que deben ser; no puedo pretender que todo dependa de mí, y ahora sé que, ocurra lo que ocurra, todo estará bien. Porque Arthür seguirá siendo Arthür, y todo estará bien mientras eso continúe siendo así.

Una única palabra, una única sílaba apenas susurrada es la única respuesta a mi pregunta, y tardo unos segundos en asimilar que se trata de la respuesta que tanto deseaba escuchar. Me retiro ligeramente hacia atrás para poder mirar a Arthür a los ojos, primero al uno y después al otro, una segunda pregunta, elíptica, bailando al borde de mi mirada brillante. Mis cejas se fruncen en una expresión que podría parecer de preocupación, pero mis labios tiran levemente hacia arriba en una sonrisa dulce, amable, y, muy despacio, repaso la ceja y después el rabillo del ojo de Arthür con el pulgar de la mano que descansa en su rostro. Mi mano se desliza un poco para poder acariciar del mismo modo su suave mentón y sus labios, y luego vuelve a posarse, delicada y reconfortante, en su mejilla. Vuelvo a acercarme a él, y en esta ocasión es tan poca la distancia que nos separa que, cuando sonrío, los pelos de mi bigote le rozan la piel.

Lo beso una primera vez. Tentativamente, para «probar las aguas». Es un beso superficial, breve, apenas un pico suave en el que llego, me poso en él y me retiro en un único gesto. Vuelvo a mirarlo a los ojos, comprobando que todo vaya bien, buscando cualquier señal de incomodidad, de arrepentimiento. Cuando no encuentro ninguna le doy un segundo beso, algo más sustancial, en el que atrapo gentilmente su labio inferior entre los míos, moldeándolos lánguidamente, con paciencia, animando a Arthür con ocasionales y levísimos mordiscos al tiempo que mido sus reacciones. Siento un estremecimiento casi eléctrico por todo mi cuerpo y una opresión caliente en el estómago, y un suave gemido rueda en mi garganta, escapando por mi nariz. Mis dedos se entierran en su hermoso pelo, acariciando su cabeza, siempre con delicadeza, siempre con cuidado; me esfuerzo en que cada uno de mis gestos, cada uno de mis actos, le demuestre todo lo que siento, el mundo de emociones, anhelos y esperanzas de los que él es el único culpable. Quiero que sea bonito, que se sienta querido, respetado, atendido, y no puedo permitirme dejarme llevar por la impulsividad del deseo. Aún no. Mientras lo beso, mis brazos lo atraen aún más hacia mí, estrechando nuestro abrazo, y recorro su espalda con el dorso de mis dedos, haciéndole cosquillas a través de la ropa. Sin poder evitarlo, mis caderas ruedan hacia adelante, ansiando más contacto y evidenciando mi excitación. Rompo el beso con un sonido de succión, riendo bajito.

Perdona. No soy de piedra —confieso, aún riendo, disculpándome por no poder permanecer impasible a tantas sensaciones. Entonces, al darme cuenta de cómo lo he dicho, enarco una ceja con picardía—. Aunque bueno… —Vuelvo a reír, sonrojándome como un tomate. Al cabo de un momento, vuelvo a contemplar a Arthür con infinita ternura, y mi mirada no podría hablar más claro.

«Te quiero. Te quiero, te quiero, y quiero verte sonreír, verte feliz».

Sosteniendo mi cabeza con una mano para poder mirarlo mejor, acaricio todo su brazo con la otra mano, desde el hombro hasta la muñeca, siguiendo todo el movimiento con la vista, con una sonrisa embelesada. Sujeto su mano durante varios segundos, trazando círculos cuidadosos en su palma con el pulgar. Finalmente me poso en su cintura, dedicándole una mirada abierta y honesta.

¿Bien? —ronroneo, paseando ociosamente mi mano por su cintura y su cadera. En mi pregunta existe otra, implícita e igual de importante que la que ha empezado esto—. Me encantas, Arthür. Me encantas, y… me gustaría mucho, muchísimo, demostrártelo. —Mi mirada es vehemente, aunque comprensiva—. Pero quiero que sepas que así también estamos bien. Me importas mucho, y quiero que sea perfecto. Así que como tú digas.

Lo espero, plácido. Qué dulce, qué guapo es.

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29/10/2018, 21:08
Daniel Mallutz

Cita:

Quiero que me lo cuides.

La miro.
Bailando están en mi cabeza la replicas y las palabras de convencimiento.
Sin embargo no las dejo pasar. Morralla de vanidad o egovision o lo que contagias de lo que puedes imaginar o que no, no son suficientes ahora. No son necesarias ahora.

Digiero ciertas partes de la conversación que podrían o no haberme sido evidentes pero tampoco las sopeso bajo mi prisma sino desde el de los implicados.

No hay consejo que darles ni reglas de manejo. Solo sinceridad en las decisiones de compromiso.
En lo que me pide a mi, después de una alternancia de vistazos entre los presentes, en especial intención de ser breve, le asiento a Clementine.
No es un asentimiento matizado de distracciones de jarana o chanza. Es directo con el alma de la petición.
Tácito y serio y aceptado con el nucleo inherente de la responsabilidad. Un acuerdo de pares. Idéntico a los que acordaba con Leah en la víspera de estos acontecimientos.
Y pleno en respeto a cualquiera de las decisiones que pudiera haber elegido. Un respeto no solo ganado, si no dignificado.

Luego me aparto hacia Mats, imbuido de la misma consideración, pero quizás diluido por un borrón de indecisión agitado en si dejarlos solos un momento o esperar.

Lo que finalmente pasa, es que mi mano apoya confortadoramente en uno de sus altos hombros, en silenciosa camaradería a la espera del despertar de los minutos de la hora de ir.

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31/10/2018, 09:47
Elliot

Mientras Mats y Daniel reafirmaban su decisión de acompañar a Sophie, Elliot obsevaba a Clementine. Se la veía inquieta, diversas emociones cruzaban por su rostro mientras escuchaba las palabras de sus amigos y probablemente sopesaba la respuesta que él mismo le había dado. No era una decisión sencilla y finalmente expresó abiertamente cuanto pasaba por su cabeza.

Elliot la escuchó en silencio, sin cortar sus explicaciones. Entendía que no estaba enfadada con él o los demás a pesar de su tono o sus palabras, que el origen de su ira, así como la de todos, eran las decisiones endiabladas que la situación les obligaba a enfrentar junto al peligro más que real y la terrible incertidumbre. Aún así no dejaba de ser cierto todo cuanto decía. Y su corazón latió con fuerza al escucharle confesar delante de todos que lo amaba. Y que era el primer hombre al que amaba.

Cuando terminó de explicar sus condiciones se acercó hasta él para aclarar que sabía que hacía lo correcto y que no era fácil. Desde luego que no lo era.

-Lo sé, lo sé… -dijo hablando con voz queda, afirmando ligeramente con la cabeza-. No ocultaré que me consuela saber que estarás en casa de Laia junto a ella. Pero ante todo me reconforta saber que estarás a nuestro lado, vigilándonos, porque te necesitamos. Y de lo que hagamos todos nosotros allí dependerá el éxito de los demás en la isla -la miró con dulzura a los ojos, buscando toda su comprensión-. Todo lo que te he dicho es cierto pero no pienses ni por un momento que prefiero que sea así porque considere que eres… débil... -hizo una mueca de desagrado de sólo nombrar esa palabra-, pues serías muy injusta conmigo. Yo conozco tu fortaleza, tú eres la roca que necesitamos, que necesito… Clementine -tomó su mano entre las suyas-, en casa de Laia, a través de nosotros se abrirá una puerta a un lugar desconocido y que podría igualmente ser muy peligroso, así que no creáis que no podéis estar en peligro allí, aunque sea un lugar protegido -miró por un momento también a Laia quien seguramente era muy consciente de esto-. Y por supuesto que si existe una posibilidad de revertir lo que han hecho sobre Sophie la aprovecharemos. Te lo prometo, como también se lo prometí a ella. Pero si fallamos, si a pesar de todos los esfuerzos terminan encontrando a Sophie, si se nos llevaran y de nuevo todos nos olvidaran, yo sé que tú podrás encontrarnos y que tal vez seas la única que pueda hacerlo. Y eso no sólo es vital para nosotros cuatro, sino para que, aunque no lo consigamos hoy, algún día todo esto pueda terminar.

Apoyó su frente sobre la de Clementine y cerró los ojos, saboreando la paz que le producía su contacto.

-Gracias -le susurró-. Te amo.

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01/11/2018, 11:07
Daniel Mallutz

Romántico quiere verles besándose, y apenas refrena el decirlo en voz alta.
Cínico agita desaprensivo la cabeza mentalmente evocando el desventurado futuro.
Como aun estoy vivo y soy dueño de mis impulsos, y no trazos de un arquetipo, puedo componer la mezcla sobre un tapiz mas controlado.
No escapa a mi apreciación que puntos de escape, supongo que favorecidos en Kyon, lo hace menos rutinario.
Sin embargo prevalece la cordura a la irracionalidad y lo que escapa, es un ronroneo de satisfacción por que aun existan momentos como el presente entre tan azarosas circunstancias.
Se acompaña, casi imperceptiblemente con mi mirada rolada hacia el cielo y la muda plegaria a Leah, haya donde este, para que interceda como ángel de la guarda de estos dos pipiolos y la lanzada a lo mas superior para que me ayude a que todos estén al final de vuelta.
Me apoyo en la estructura de grandullón de Mats, por que a pesar de lo que en su mente pueda dudar, en la realidad emite firmeza.
No acabo mi orar ahí, por que en la inmersión del momento que comparte Clem y Elliot, disyuntivamente la concentración de mis ojos termina en Sophie. Y es la ultima petición para por ella, pues no solo va a tener la tarea mas ardua si no la mas peligrosa.
La de mantenerse así como contempla sin ver pero atenta la escena. Neutra en las fuerzas puesta sobre ella, ojala fuera inmaculada.
Apretó, ahora si, el puño libre reuniendo determinación.
Antes de que Rejane venga a fustigarnos con la realidad ahí fuera.

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01/11/2018, 15:50
Arthür Guitry

Apenas los labios de Mats rozaron los suyos, Arthür se sintió estremecer. Había sido un leve roce y después un contacto instantáneo y con los ojos entornados y la cabeza todavía dándole vueltas, su amigo volvió a besarle mucho más intensamente esta vez. Atrapó su labio inferior entre los suyos, lo oprimía, lo mordisqueaba… Habría querido seguirle el ritmo de alguna manera, responderle como correspondía, pero a pesar de la delicadeza de todo lo que había transcurrido hasta llegar a ese momento los besos se le vinieron encima como un alud y se sentía incapaz de replicar más allá de todas las reacciones involuntarias de su cuerpo -su piel al erizarse y aumentar su temperatura, su leve temblor que no podía detener, la erección creciente, el entrecortar de su respiración y el quedo gemido que se le escapó a hizo enrojecer todavía más. Mats acariciaba su cabeza y cuando sus dedos bajaron a lo largo de su espalda, un suspiro más fuerte se le escapó mientras su cuerpo se arqueaba ligeramente contra el de su amigo quien le atrajo más fuerte hacia sí en un abrazo en que pudo sentir claramente su excitación, sonriendo ante el doble sentido de sus palabras, abriendo los ojos en ese instante para ver su encantadora sonrisa pícara y cómo se sonrojaba asimismo. Después Mats lo miró larga y profundamente de una forma tan elocuente que Arthür perdió la sonrisa al quedar impresionado. Parecía estar tratando de recobrar el aliento sin éxito sintiendo cómo se le escapaban pequeños suspiros entrecortados

Sentía su latido pulsar en la sienes, en la yema de los dedos, en su sexo, en el interior de sus oídos, mientras Mats acariciaba su brazo de arriba abajo, mirándole de una forma significativa e incitante, y luego acariciaba su mano, recreándose en ella hasta posar finalmente la suya sobre su cintura.

Mientras su amigo le hablaba Arthür sentía como si le hubiera pasado por encima un tornado, uno que le arrastrara consigo, del que no quisiera apearse y que, lejos de estrellarlo contra el suelo, le prometiera enseñarle a volar.

-Muéstramelo - al responder su voz sonó más rotunda de lo que él mismo había esperado. Era ahora. Ahora o tal vez nunca.

Notas de juego

Perdón que deje siempre que Mats lleve la iniciativa terminando la escena en el mismo punto en que tú la terminas, pero es que me parece lo realista teniendo todo en cuenta.

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01/11/2018, 20:31
Mats Bergstrøm

La rapidez y la resolución con la que Arthür acepta mi proposición me pillan por sorpresa, enviando una sacudida de deseo a mi entrepierna. Acaricio su rostro, escudriñando sus ojos con una sonrisa maravillada y excitada, las mejillas enrojecidas camuflando el mar de diminutas pecas que las adornan, las pupilas tan dilatadas que parecen tragarse mis iris. Respirando profundamente, cambio de posición en la cama, acercándome a él una vez más mientras trato de contener mi urgencia por devorarlo.

¿Sí? —pregunto muy suavemente, aunque el pronunciado glissando de mi voz traiciona el anhelo que aprieta mis entrañas, haciéndola sonar como un ronroneo—. ¿Confías en mí? ¿Me vas a dejar que te mime un poco? —Mientras murmuro, acaricio los labios de Arthür con los míos; no son besos propiamente dichos, sino una serie de roces dolorosamente lentos, premeditados, en los que hago que sienta cada una de mis palabras en la tierna piel de su boca. Despacio, inflamándome, dejando que se inflame conmigo. Lo cierto es que disfruto muchísimo viéndolo tan azorado—. Ven aquí, guapo.

Ahora sí, lo beso. Pero esta vez es distinto: lo beso con la boca entreabierta, los labios separados, succionando los suyos lenta aunque firmemente, gentil pero incontestable. Mi lengua pide permiso para entrar, buscando la suya en cuanto me es concedido, y hago que bailen juntas un baile lento y abrasador mientras me concentro en el sonido de nuestras respiraciones. Mis ojos ruedan hacia atrás bajo mis párpados cerrados, y me entrego con abandono a la minuciosa exploración de su acogedora humedad. Ladeo la cabeza y atrapo su cuello con mi boca, acariciando toda la curva de su garganta con mi lengua y dando pequeños mordiscos y tironcillos ocasionales, emborrachándome del perfume de su cabello, para instantes después detenerme en su oreja y dejar escapar un profundo y cálido suspiro que acaba convirtiéndose en un gemido grave y quedo, casi un gruñido.

Mis manos, grandes y tan calientes que casi queman, parecen haber cobrado voluntad propia, recorriendo todo su largo cuerpo con una ternura que lentamente va sublimando en algo más. Levanto ligeramente la ropa para poder deslizar mis dedos por debajo, acariciando su espalda con veneración y girando por sus caderas hasta detenerse en su vientre, momento en que empiezan a ascender, despacio, revelando el mar de piel pálida que hay debajo, y mi boca se humedece casi de inmediato. Lo miro a los ojos, considerado, preguntándole con la mirada si seguimos bien, y le dedico una sonrisa reconfortante y ligera, indicándole que todo puede parar en cuanto él lo desee.

Quiero que estés bien, Arthür. No tienes que hacer nada o dejar que te haga nada que no quieras. —Le guiño un ojo, dándole un tierno pellizco en la mejilla entre mis dedos índice y corazón. Luego mi mirada desciende, y mi expresión cambia—. Oh, joder…

Situándome sobre Arthür, me zambullo en la piel de su vientre, bebiéndola a sorbos sedientos entre mis labios y dejando un rastro húmedo por todo su torso, acariciando su cuerpo con auténtico deleite mientras mi peso lo presiona contra el colchón. Me detengo en su pecho, apoyando mi frente en su esternón, sintiendo el acelerado aunque robusto ritmo de su corazón. Rozándolo con mi barba, atrapo con la boca uno de sus pezones y después el otro, besándolos con una picardía delicada, trazando con la punta de mi lengua círculos cada vez más pequeños alrededor de ellos para terminar mordiéndolos con cuidado, llegando al punto exacto en que la presión de mis dientes podría empezar a resultar dolorosa antes de terminar separándome de Arthür con una leve succión. Me pongo entonces de rodillas sobre el colchón, maniobrando entre las piernas de mi compañero.

Esto fuera —murmuro, juguetón, mi voz embarazosamente agravada por la excitación, mientras lo ayudo a deshacerse de su camiseta, e inmediatamente coloco una firme y cálida palma en su pecho, acariciando todo su torso de arriba abajo, con una sonrisa afilada, embelesada. Entonces agarro el extremo inferior del delgado jersey de color beis que me cubre, dispuesto a sacármelo de un tirón, pero entonces me detengo, mirándolo a los ojos. Enarco una ceja, provocativo, y levanto el jersey un poco más despacio de lo que había planeado en un principio, aunque no mucho más despacio. Me estremezco al sentir el aire en la piel, liberando todo el calor acumulado debajo de la ropa, y mi cuerpo queda expuesto. Soy decididamente más grande y fornido que Arthür, y aunque no estoy tan duro como cuando tenía su edad, me sigo sintiendo razonablemente cómodo en mi propia piel. Al descubierto queda un bosque de rizos entre cobrizos y dorados, y algo que hacía bastante tiempo que nadie veía: el tatuaje de un pájaro de color rojo en mi hombro izquierdo. Acabo de sacarme el jersey, tirándolo a un lado, y me quedo mirando a Arthür desde arriba, con los párpados entrecerrados—. Así mejor, ¿no?

Entonces, después de unos segundos, se me escapa una risita, como riéndome de mí mismo, y me dejo caer junto a Arthür, apretujándome otra vez contra él. Le doy un mordisquito inocente en la nariz, guiñándole un ojo, y le dedico una sonrisa relajada, natural, antes de besarlo amorosamente. Quiero que sepa que esto es un juego bienintencionado, que en modo alguno suprime todas las otras cosas que hay más allá. Tras mirarlo con ternura durante unos instantes, me echo hacia atrás, tumbándome con las manos por encima de la cabeza, como si fuese un oso estirándose después de darse un atracón. No dejo de observarlo en ningún momento, con íntima complicidad.

Venga, ahora tú. Me puedes tocar, si quieres —le digo con tono desenfadado, aunque sin perder un filo de deseo y ansia soterrados. Sonrío, malvado, y me humedezco los labios—. No me voy a romper, nene.

Decido que me gusta el apelativo para provocarlo.

Notas de juego

Oh, no te preocupes en absoluto. Entre líneas ya me ha parecido entender (igual me equivoco XD) que Arthür no es muy ducho en estas lides, así que esta forma de interpretarlo es la más natural. De todos modos Mats ya tiene esto en cuenta, y como ves, le está encantando llevar la iniciativa. Aunque le gustaría ver a Arthür fuerte y decidido, sentir que se valora, que se quiere y que confía en sí mismo, no tiene prisa. Ya lo irá incitando, ya ;).

P.D.: Mats is ON FIRE!!! XDDDDD

P.D. 2: He arreglado un par de chorradillas sin importancia :P.

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02/11/2018, 02:55
Clementine Ouvrard

La música logra calmar a las bestias y las palabras a los seres humanos, sobre todo si son dichas dándole voz al alma. Escuchar a Elliot hablar mueve en mí todo aquello que es bueno y que busca la paz y como fruto de un hechizo siento que todo aquello que habitaba en mí acurrucado en las tinieblas es exorcizado por un rayo de luz inefable. Pero no es magia, se trata de un poder más arcano y sublime: sus palabras me dan valor, son tan importantes para mí que casi no me había percatado de cuánto necesitaba oírlas y me alegro de haberlas exigido como si mi salvación dependiera de ellas; de hecho siento que es así.

Una parte de mí cree me da demasiado crédito, que el haber logrado traerlo a mí de regreso anteriormente ha sido cuestión de suerte... Sin embargo, ¿Dos veces? Me digo que quizás tenga razón, que tal vez él ve algo que yo no soy capaz de contemplar y elijo creer en ello porque lo necesito. Quiero creer que él, un viajero del espacio liminar, sabe de lo que está hablando. No sé de lo que soy capaz, pero si Mats tenía razón, y como había dicho Madame Gresta, mientras más positivos mejor, entonces elegía creer.

Me dice que soy la roca que necesita. No, no mi amor, es todo al revés. Me promete que revertirá el daño en Sophie si es posible... Sin embargo, es cuando escucho estas palabras que siento que algo en mí cambia para siempre.

Pero si fallamos, si a pesar de todos los esfuerzos terminan encontrando a Sophie, si nos llevaran y de nuevo todos nos olvidaran, yo sé que tú podrás encontrarnos y que tal vez seas la única que pueda hacerlo. Y eso no sólo es vital para nosotros cuatro, sino para que, aunque no lo consigamos hoy, algún día todo esto pueda terminar.

Pero si fallamos... Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos pero no los cierro, si no que los mantengo bien abiertos, captando cada uno de sus gestos y expresiones, y como aquella vez en el sueño las lágrimas ruedan por mis mejillas quedamente, sin llanto en verdad, ignoradas plenamente por mi entereza.

No obstante, estas lágrimas son solo una expresión de un alivio físico a mis pesares porque por dentro tengo la súbita certeza de que lo que dice es verdad y percibo de pronto que mi determinación crece, que me vuelvo implacable, como aquella primera vez en que lo llamé y logré despertarlo del sueño en el bosque solo movida por mi voluntad a que no quedara allí atrapado.

Niego un par de veces con la cabeza -No me agradezcas -digo apretando los dientes un poco como si me doliera, y me duele. Mis manos suben hasta su rostro, me separo un instante -¿Recuerdas cuando te amenacé y te dije que más te valía volver de Bass Harbor porque si no yo misma te iría a buscar hasta el fin del mundo y a traerte de regreso? -pregunté sonriendo, el camino de las lágrimas se había secado y me ardían las mejillas -Pues ahora vale la misma amenaza pero a nivel cósmico -abrí los ojos con vehemencia para enfatizar mis palabras y sonreí para que mi expresión no pareciera tan de desquiciada como intuía que se veía. No sabía si tenía poderes para hacer lo que él decía, pero en mi determinación... En eso sí que podía confiar.

Suavicé mi expresión -Yo también te amo -bajé un poco la voz como si fuera un secreto a pesar de que lo había usado como un ariete hace instantes, acerqué mi nariz a la suya y lo besé en los labios castamente: mis manos en las suyas, mi mente en la suya, mi espíritu en su espíritu. Y de pronto, todo estuvo en orden.

Notas de juego

Sentía que tenía que redondearlo :)

Y si Daniel quiere besos, le damos besos xD

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02/11/2018, 04:23
Mats Bergstrøm

Tiene lugar una conversación de lo más singular. Después de darle el cigarrillo que ha pedido, Clem empieza a hablar, nerviosa. Su confesión de amor por Elliot, acompañada de una declaración de profundo afecto hacia Daniel y hacia mí, me pilla desprevenido; no tanto por el hecho en sí, sino por el tono de reproche que encierran sus palabras. Pero la entiendo. Cómo la entiendo. Siempre se habla de aquellos que parten, pero poco se dice de lo difícil que es para quienes se ven obligados a quedar atrás. Resignada a una decisión que parecía predestinada, tomada de antemano más allá de nuestro control, la doctora parece aceptar que su lugar es el de vigía.

Poco a poco, tras poner en voz alta sus condiciones y sus ideas, Clem se serena, pidiéndole a Daniel que cuide a su Elliot. No puedo evitar sonreír al ver las demostraciones de amor de mi amiga. Elliot, por su parte, le hace entender que el hecho de ella vaya a permanecer fuera no es para «salvarla», sino porque tal vez Clémentine sea la única que pueda salvarnos a nosotros si las cosas se ponen realmente feas. Confía ciegamente en ella, y yo también. Clem ha demostrado una determinación encomiable, una dureza que ya me gustaría a mí tener. Sinceramente, todos vamos a estar mucho más tranquilos sabiendo que tendremos su ayuda y su vigilancia incansables. De repente me la imagino como operadora de la Nebuchadnezzar, velando por la seguridad de Neo y los otros cuando asaltan Matrix, guiándolos siempre a un lugar seguro. Conmovido, los escucho proclamar su amor una vez más. Sonrío nuevamente al contemplar su beso.

No pueden derrotar esto —afirmo, negando con la cabeza mientras sonrío, beatífico—. No se puede. No hay nada más fuerte, más grande, más… poderoso. Absolutamente nada. Todos lo sabemos. —Los miro a los ojos uno a uno, apoyando mis manos en sus hombros—. No lo olvidemos, por favor. Por favor. Guardémoslo dentro, porque es lo que nos traerá de vuelta a casa. —Mis ojos brillan, acuosos de emoción—. Os quiero, hermanos. Seguramente ahora venga la parte más difícil, pero lo conseguiremos. Si no les dejamos, si no abandonamos, no podrán con nosotros. Así que vamos a demostrarles que estaban perdidos desde el principio.

Notas de juego

Perdón por fliparme, pero es que después de algo tan bonito quería decir algo épico XDDD.

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05/11/2018, 17:54
Arthür Guitry

Los susurros de Mats hablados directamente contra sus labios, como si escribiera sobre ellos, anunciaban todo lo que estaba por venir, haciendo que el corazón de Arthür diera un vuelco en su pecho. Y cuando la lengua de él se abrió camino en su boca una descarga de placer lo recorrió electrizando toda la piel, reverberando en su vientre, aumentando su excitación y la tensión de todos sus músculos. Esta vez siguió el ritmo que marcaban sus besos, dejándose conducir mientras abrazaba a Mats con más fuerza, palpando con avidez los músculos de su espalda a través de la ropa cuando el beso descendió hacia su cuello y de vuelta hacia su oreja. Su piel se erizó y sintió como si estuviera desnudo, como si no hubiera distancia alguna entre ellos, como si Mats hubiera irrumpido en algún lugar interior que Arthür ni siquiera sabía que existía, cuando escuchó directamente contra su oído un gemido parecido a un gruñido que le hizo imaginar que su amigo era algo más que humano, como si una bestia mítica, apenas domesticada por su poseedor, viviera en él, y esa bestia hubiera decidido que Arthür fuera su presa. Cerró los ojos sobrecogido. Oh, cómo lo excitó aquel sonido y ese pensamiento. Mientras las manos de Mats lo recorrían bajo la camiseta, él se iba abandonando a ellas, cediendo a la voluptuosidad, sintiendo como si se liberara de cuerdas invisibles a las que la costumbre le hubiera llevado a ignorar pero que ahora se revelaban insoportables.

Mats se interesó por si todo seguía bien recordándole que podía detenerse cuando quisiera, pero Arthür, abriendo los ojos para mirarlo, no contestó verbalmente, su mente estaba en algún punto más allá o más acá de las palabras. Él, que vivía de ellas y había hecho de ellas su pasión, ahora las sentía trabajosas y dio como respuesta a Mats una sonrisa que surgió más traviesa de lo que hubiera pensado, transparentando su pensamiento del momento en que urgía mentalmente a Mats a no emplear su lengua en nada que no fuera su cuerpo.

Como si hubiera leído sus pensamientos, su amigo recorrió su vientre y su pecho con besos y caricias, atrapando sus pezones entre los dientes, evitando el dolor calculadamente, cargándolo de una energía que atravesaba desde su pecho hasta su miembro pasando por su vientre, dejando la saliva a su paso trazos como de fuego, pues sentía su piel incendiándose bajo ella. Mats retiró entonces su camiseta y situándose frente a él, sonriendo pícaro y haciendo a Arthür reír con sus gestos, se quitó el jersey dejando su ancho torso desnudo. El chico observó con deleite la forma de sus brazos, el vello ensortijado de su pecho, su vientre, su ombligo y más abajo la erección delineada  bajo los pantalones. En su hombro había un pájaro rojo, un tatuaje hermoso al fin, un símbolo tal vez de sí mismo, de su propia alma, pensó Arthür. Se sintió obsequiado al poder contemplarlo así, bajo la luz clara del mediodía: hermoso, magnífico, irradiando fuerza y ternura en cada movimiento y cada gesto.

-Mejor… -llegó a contestar a la pregunta en un susurro. Y entonces Mats, riendo quedo, volvió a echarse junto a él, a tocarlo y besarlo delicadamente para después echarse boca arriba, como desperezándose. No dejaba de mirarlo, divertido e incitante, invitándole a que lo tocara él, provocándolo con cada gesto.

Arthür le devolvió la sonrisa. Lo miró de arriba a abajo como sopesando su siguiente movimiento, humedeciendo también sus labios como reflejo de sus pensamientos. Lentamente se incorporó y se sentó a horcajadas sobre Mats, sintiendo el contacto de su sexo al posarse sobre él, mirándole a los ojos mientras enrojecía por completo más por la pasión que por la vergüenza. Un suspiro profundo salió de su garganta al hacerlo, incapaz ya de contener en modo alguno sus reacciones. Acarició dulcemente su pelo hundiendo en él sus dedos, bajando después por un lado de su rostro antes de volver a besarlo en la boca por un momento, muy suavemente. Se incorporó de nuevo para contemplarlo, para acariciar sus hombros y su pecho detenidamente y bajar después hacia su vientre, recreándose en su tacto, como si quisiera memorizar cada textura y cada forma sin terminar de creer que lo tuviera todo para él, que estuvieran juntos, que todo aquello fuera real. Mats podía leer todo esto en su rostro cuando volvió a mirarlo a los ojos, sonriendo más abiertamente, con la mirada brillante y las pupilas completamente dilatadas por la excitación. Besó su frente, sus labios y después se perdió en su cuello y en su pecho, deteniéndose en sus pezones, sintiendo cómo lo recorrían descargas eléctricas cuando los rozaba con los labios, con la lengua, con la yema de los dedos, cuando sentía con deleite cada pequeño roce contra el sexo de Mats. Volvió después a su boca, besándolo con la pasión que ya no podía contener, incorporándose y atrayéndolo hacia sí para rodearlo con sus brazos mientras lo besaba con ardor.

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06/11/2018, 02:11
Mats Bergstrøm

Todavía me cuesta creerlo.

Cuando siento cómo Arthür reacciona a mis caricias, el modo tan hermoso en que suspira y gime y se estremece cuando pongo mis manos o mis labios sobre él, el arrebato con el que responde a mis abrazos y mis besos, no puedo evitar preguntarme cómo es posible que yo haya tenido tanta suerte. Es entonces cuando los pensamientos emergen entre el torrente imparable de sentimientos, emociones y sensaciones, y recuerdo aquel día en las marismas, lo que le dije, lo que él me respondió, lo que sucedió después. A veces la mente hace tonterías en los momentos más inoportunos, supongo. Durante un instante siento algo muy parecido al vértigo que acostumbra a invadirme cuando, de pronto, me doy cuenta de que un sueño muy agradable que estoy teniendo es solo un sueño y que el despertar es inminente.

Por fortuna, la sensación me abandona enseguida cuando Arthür me sorprende una vez más y me monta, y joder, podría jurar que nunca había estado tan cachondo en mi vida. Me mira con ojos oscuros y brillantes, y de su boca sale un suspiro procedente de lo más hondo, la clase de sonidos que deberían estar prohibidos y que me hacen enloquecer, abandonando todo asomo de racionalidad. Quisiera agarrarlo con fuerza y tirar de él, estrellar esa sonrisa insolente contra la mía, ¿quién se ha creído que es para ponerme así?, y comerle la boca de un modo lascivo, sucio, posesivo. A duras penas mantengo el control, dejando los brazos apoyados por encima de mi cabeza como dos paréntesis que la enmarcan, mientras lo miro por entre mis pestañas. Mordiéndome el labio, doy un firme empujón hacia arriba con las caderas, levantando el peso de Arthür y presionando contra él una erección que empieza a resultar molesta. Su mano resbala desde mi pelo por mi cara, y vuelvo la cabeza para atrapar sus dedos entre mis dientes durante un segundo antes de soltarlos. Exhalo un sonoro suspiro cuando se inclina para besarme, tan suavemente que es como si una pluma se hubiera posado en mis labios. Lo miro boquiabierto desde el colchón, admirándolo, y mi cuerpo se mueve involuntariamente para buscar más contacto cuando me acaricia de arriba abajo. Su sonrisa y sus ojos me dejan sin aliento, y las palabras que querría pronunciar se atascan en mi garganta. No pienses, no despiertes. Con todo, la emoción me golpea con la repentina fuerza de una ola contra la rompiente, tan poderosa que me siento momentáneamente abrumado. Es hermoso, resplandeciente. «A este angelito le han crecido alas—. Mis ojos reptan por todo su bello cuerpo hasta detenerse en su entrepierna—. Y también otra cosa». Sonrío maliciosamente ante mi propio pensamiento. Lo siguiente que sé es que su boca está revoloteando por mi cara, por mis labios, y casi no atino a responder a su beso. Cuando se deleita en mi cuello, lo envuelvo en un abrazo cálido y protector, sin querer dejarlo ir nunca más, y expongo mi garganta con un suspiro rendido, subyugado.

Márcame, cabrón. Déjame huella —gruño entre dientes, loco de deseo—. Quiero llevarte encima.

Lo que sale de mi garganta en el momento en que empieza a jugar con mis pezones roza lo indecoroso, y los espasmos que contraen esporádicamente los músculos de mi torso dejan embarazosamente claro que ha encontrado uno de mis puntos débiles. Me arqueo hacia él, sin molestarme en disimular lo más mínimo el placer que me está provocando. Mis caderas ruedan contra él con una insistencia urgente, agresiva, y cuando sus brazos tiran de mí, me incorporo con un gemido áspero y colisiono contra él, hundiéndome, ahogándome, disolviéndome. Devoro sus besos con fiebre, bebiendo su saliva, abriendo la boca y rodando por sus labios mientras mis manos lo acarician al borde del descontrol, desordenando su cabello, metiendo el pulgar en su boca, navegando entre sus omóplatos, agarrando impúdicamente su culo, y todo gira a toda velocidad mientras mi cuerpo encuentra su ritmo, errático y maravilloso. Quiero ser suyo, quiero que sea mío, tomarlo como si fuese a ser la última vez, decirle todo lo que siento con todo lo que tengo, dárselo todo. Mi boca se derrama una vez más por su cuello, desesperada, obsesiva. Al cabo de un momento tengo que retirarme para recuperar el aliento.

¿Te acuerdas… de la entrega del premio del periódico? —murmuro entre jadeos, recordando, con una voz tan gutural que casi parece un ronquido—. Quise ponerme guapo para ti. Pero cuando te vi, me… Joder, me quedé loco. Solo podía pensar en cómo podía engañarte para arrastrarte a los baños. —Esbozo una sonrisa feroz, malvada—. Quería clavarte contra la pared… Oye, tú, mira qué cosas me haces decir —protesto con fingido pudor, riendo quedamente antes de atrapar los labios de Arthür en un beso que más parece el mordisco de un cepo, y mi mano busca sin más preámbulos la parte delantera de sus pantalones, donde puedo palpar su sustancial excitación. Agarro con los dedos, dándole un tironcillo incitante y después unas ligeras palmadas. Con un suave empujón de la mano, indico a Arthür que se retire un poco y salgo de debajo de él, arrodillándome en el colchón e irguiéndome frente a él, pavoneándome un poco antes de echarle mi peso encima, apoyando mi torso en el suyo y balanceándome despacio, adelantando sucesivamente un hombro y después el otro en una especie de baile provocativo y juguetón, abrazándolo con mucha fuerza y friccionando mis brazos y mi cuerpo contra el de él en una presa amistosa. Después de un momento me detengo, dejando que mi frente descanse en la suya. Respiro contra él, mirándolo a los ojos. Así me quedo durante unos segundos, quieto, tan solo respirando, observándolo. Luego me yergo de nuevo, separándome de él, y con una sonrisa sorprendentemente tierna, dejo caer mi mano en su cara y le doy una caricia enérgica, arrastrando la palma de arriba abajo por su rostro. Me lo quedo mirando de soslayo, con la cara ladeada y expresión encandilada. Mis ojos se encienden con el brillo de una humedad repentina, y mi sonrisa se acentúa.

Eres precioso. Me tienes en el bote. Lo sabes, ¿no? —Eufemismos. Palabras que no son las que quisiera decir. ¿De qué tengo miedo? Mi mano vuelve a dirigirse a su sexo, aunque esta vez solo lo roza a través del tejido antes de agarrar con firmeza mi propio miembro, tan hinchado que duele, dándole una lenta caricia—. Ahora me gustaría ver lo que queda, si me lo quieres enseñar.

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10/11/2018, 16:53
Arthür Guitry

La reacción de Mats a sus besos y caricias fue enérgica, explosiva. Arthür se sintió deliciosamente rodeado, a punto de desbordar y no haciéndolo milagrosamente, siguiendo el ritmo vertiginoso de sus besos, de sus manos, de todo el cuerpo de su amigo sintiéndose fuera de sí, totalmente extasiado. Ni se reconocía ni le importaba lo más mínimo en aquel momento nada relacionado consigo mismo que no fuera lo que Mats veía en él, lo que sentía por él, como si toda su imagen fuera la que captaban sus pupilas y todo su tacto el que marcaban sus manos, sus labios y su lengua o el aliento de los gemidos sobre su piel. Desaparecía del mundo y de sí mismo entre sus brazos para convertirse en otra cosa a  la que no sabía darle nombre y que tal vez ni siquiera lo necesitara. Ni porqués ni después, ni miedo ni muerte. Si no hubiera tenido un medio mejor de expresarlo -como era tocar y dejarse tocar, besar y ser besado-, habría querido gritar con fuerza.

Mats le habló de la noche del premio confesando cuáles habían sido sus verdaderos pensamientos y él sonrió abiertamente, fuertemente sonrojado, imaginando por un momento lo que podía haber sido, lo que podía ser ahora mismo, de un momento a otro. ¿Estaba preparado? ¿Necesitaba pensarlo así? Lo único que sabía era que quería estar con Mats, que cada roce, cada mirada y cada palabra que le dedicaba le llevaba a perder más y más el sentido, que confiaba en él más que en nada en este mundo y que deseaba despojarse de todo para él. En ese momento Mats tocó su sexo con la mano, palpándolo como si leyera sus pensamientos una vez más y Arthür se quedó muy quieto, entornando los ojos y abriendo su boca para inspirar entrecortadamente dejándose arrebatar por el contacto que irradiaba ondas de placer desde su entrepierna a todos sus miembros, recorriendo su espalda. En ese momento Mats salió de bajo de él, irguiéndose de rodillas ante Arthür con toda la rotundidad de su presencia, amable e imponente, dulce y firme. Volvió a rodearlo con sus brazos, a rozar todo su torso contra el suyo, tan cálido, tan vibrante… Arthür sentía que no podía más y que quería mucho más al mismo tiempo, cuando Mats apoyó su frente contra la suya, respirando junto a él por unos instantes, como deteniéndose para dejar llegar todo lo que tuviera que venir después.

Eres precioso. Me tienes en el bote. Lo sabes, ¿no?

Confesó y volvió a rozar su miembro, apenas un instante para después acariciar el suyo propio lentamente. Sí, lo sabía y le volvía loco saberlo.

Ahora me gustaría ver lo que queda, si me lo quieres enseñar.

Arthür llevó la mirada de la mano de Mats a sus ojos, obligándose a no apartarla de ellos, buscando un apoyo al mismo tiempo que sentirse desnudo frente a él como nunca antes frente a nadie. Se movió hacia atrás y bajó de la cama quedándose plantado a sus pies. Después desabrochó los botones del pantalón para bajarlo y dejarlo caer, y tras éste la ropa interior, saliendo de ella que había quedado en el suelo y parándose unos instantes para sentirse expuesto. Su rostro y toda su piel ardía bajo la mirada de Mats. Tras unos instantes subió de nuevo al lecho y se acercó a él. Sin poder recuperar el ritmo normal de respiración ni el pulso -que sentía latir con fuerza de nuevo en sus sienes, su miembro y las yemas de sus dedos-, acarició un lado del rostro de Mats, bajando lentamente por su pecho y su vientre hasta la cintura de sus pantalones, y luego un poco más, hasta rozar con los dedos y la palma el sexo de Mats por debajo de la ropa, acariciándolo lentamente como él mismo había hecho, deleitándose por un momento en su calidez y su suavidad. Después, sin dejar de mirarlo a los ojos, sacó la mano y comenzó a desabrochar los botones. Azorado y al mismo tiempo embriagado de deseo lo miraba sin atreverse a hablar, anhelando que leyera sus pensamientos.

«Hazme tuyo. Hazme todo lo que quieras...»

Notas de juego

Edito: He cambiado una repetición y un detalle sin importancia.

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11/11/2018, 16:09
Mats Bergstrøm

A mi petición, Arthür levanta la vista para mirarme, y una vez más me veo incapaz de apartar mis ojos de los suyos, que me atrapan y me embelesan. Al cabo de unos instantes, el chico retrocede sobre sus rodillas y se levanta de la cama, y mis sentidos están atentos a todo, a cada susurro de las sábanas, a cada hondo jadeo, a cada giro de su torso, a su piel a la que la excitación ha dado un delicioso color melocotón. Me siento sobre mis talones, sin perderme ni un solo detalle, paciente a pesar de las ganas de acariciar y besar. Lo observo con una mirada oscura y cargada de deseo, con la boca ligeramente entreabierta, esclavo de cada uno de sus movimientos. Sus manos, sus preciosas y delicadas manos, desabrochan su pantalón sin dudarlo ni un instante, y joder, qué sexy. La ropa cae a los tobillos de Arthür, y me entretengo en la prominente forma que se adivina bajo su ropa interior. Sin embargo, no tengo que conformarme con dejarlo todo a la imaginación, pues Artür no tarda en despojarse de sus calzoncillos con la misma determinación.

Oh.

Si en algún momento me había asaltado la duda de su deseo, de que realmente estuviera disfrutando y no dejándose arrastrar sin más, la prueba irrefutable está ahí mismo, apuntándome a la cara como diciendo «tú tienes la culpa». Y yo lo miro y lo miro mientras da un paso para liberarse de su ropa, quedándose ahí de pie delante de mí, y el primer pensamiento, quizás peculiar, que me viene a la cabeza es que quisiera abrazarlo para que no tenga frío.

¿Todo eso es por mí? Me halagas, nene —lo provoco, arrastrando ligeramente las palabras y levantando una ceja traviesa, lo que no resta veracidad a lo que digo. Sonrío de medio lado—. Ven aquí.

Arthür ya está volviendo a la cama antes incluso de oír mis palabras, completamente desnudo, y vaya si la visión no manda mis latidos por las nubes. Me esfuerzo por quedarme quieto como una estatua, mirándolo con cierto aire de desafío mientras me acaricia todo el cuerpo con manos que queman, y yo lo dejo hacer, lo dejo explorar. Entonces me toca, y yo inspiro lentamente a través de mis dientes apretados al tiempo que muevo las caderas hacia delante, sin estar seguro de si se trata de un gesto voluntario o reflejo. Se desliza bajo mi ropa, y siento el calor de su mano en mi miembro duro y pulsátil, arrancándome alguna palabra a voz en cuello a la que ni siquiera yo soy capaz de encontrar sentido. Los ágiles dedos de Arthür empiezan a trabajar en los botones de mi bragueta, y mis ojos vuelan hacia los suyos. Me doy cuenta de que me está mirando. Por algún motivo, ese descubrimiento me hace sentir un repentino acceso de timidez, y siento un súbito hormigueo en la cara. Su mirada es absolutamente diáfana, vulnerable y asertiva al mismo tiempo, y sin lugar a dudas, poderosa. Me deja sin aliento, así que no me queda más remedio que beber el suyo.

De modo que lo beso. Lo beso lenta y concienzudamente, con significado, deleitándome en la turgencia de sus labios y en la intensa sensación que me produce su lengua. Tiro de mis pantalones hasta debajo de mis caderas, liberándome al fin de la presión que mortificaba mi erección. Con un gemido suave que rueda por mi garganta, alargo la mano para tocar su miembro, tanteando la cabeza y después sujetando su tronco con suavidad, sin hacer presión. Empiezo a moverme arriba y abajo por toda su longitud, despacio, y mis besos se espacian y se vuelven más ligeros, más lentos, en una calma deliberada, premeditada. Lo miro con intención, de nuevo con esa altivez desafiante y provocadora en los ojos, con los labios entreabiertos y semisonrientes, insolentes, y lo masturbo con parsimonia, dando leves tirones que se van convirtiendo en giros suaves, cambiando de vez en cuando la presión y la posición de mi mano. En este momento mis besos son solo picos superficiales y pausados, aunque mi respiración delata el ardor que me atenaza. Rodeando su cabeza con mi brazo, apoyo mi frente en la suya, mirándolo con los ojos entrecerrados, y me adelanto para que nuestras erecciones se toquen. Me hundo en él, moviéndome despacio, y lo único en lo que puedo pensar en este momento es en nuestros sexos presionados el uno contra el otro, friccionándose, conociéndose después de haber estado tanto tiempo separados. ¿Cómo puede un pensamiento ser tan tierno y tan lascivo al mismo tiempo?

Quiero follarte… —suspiro en su oído, instantes antes de que mi boca vaya a la deriva por su cuello. Rindiéndome a la tentación, aspiro su piel con fuerza entre mis dientes, rompiendo capilares superficiales, magullándolo a conciencia. Después me retiro, levemente aturdido por la sobrecarga de tantas cosas, y aprovecho para acabar de desembarazarme del pantalón y el boxer azul marino antes de volver a él. Sobrepasado y con la cabeza dándome vueltas, me inclino sobre su cuerpo sin ni siquiera pensarlo y engullo su miembro en mi boca antes de ser totalmente consciente de lo que estoy haciendo. Pero, ¿para qué me voy a engañar? Aunque lo hubiese sido, es probable que hubiera hecho lo mismo. Sintiendo la suave textura y el calor de Arthür, lo rodeo con firmeza con mis labios al tiempo que lo recorro con mi lengua, humedeciéndolo a lo largo de varias caricias lentas, exploratorias, que lentamente van incrementando su ritmo. A pesar de mi estado parcialmente ofuscado, me guío por su respiración y sus reacciones para no estropearlo llevándolo demasiado lejos demasiado pronto. Después de unos momentos me aparto, dándole un tirón algo más intenso en el proceso, y lo miro desde abajo, levantando la vista y dedicándole una mirada de falsa disculpa—. Lo siento, no he podido evitarlo.

Y le guiño un ojo. Me incorporo entonces, volviendo a quedar frente a frente con él. Lamiéndome una mano con la boca abierta mientras me masturbo desvergonzadamente con la otra, busco su entrada con mis dedos, con muchísimo cuidado. A pesar de mi talante cada vez más relajado, descarado incluso, continúo buscando cualquier señal que me diga que debo detenerme.

Notas de juego

Resuelto un error de concordancia :(.
 

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16/11/2018, 23:33
Arthür Guitry

Todo contacto con Mats era rotundo y etéreo al mismo tiempo, como imponentemente real y deliciosamente similar al mejor sueño. Si hubiera tenido que contar a alguien lo ocurrido, si hubiera querido rememorarlo más tarde, no habría sabido si primero lo besó, luego se unieron por completo en un abrazo y después introdujo su miembro en su boca o si fue al revés, si Mats seguía cada impulso suyo o de él, si entendía lo que estaba pasando o ya había abandonado la necesidad de entender nada nunca más, si había habido algún momento en que no lo hubiera deseado o simplemente hasta ahora no había sabido en verdad lo que era el deseo.

Estaba ahí, delante suyo, masturbándose ante sus ojos. Había dicho «quiero follarte». Sí. Y Arthür apenas acertaba a respirar mientras contemplaba la mano de Mats pasar de su lengua hasta su piel tanteándola con suavidad mientras la otra mano acariciaba su propio sexo. El chico abrió la boca por reflejo deseando tenerlo dentro de ella, cerrando los ojos y quedándose muy quieto al saber que pronto podría sentirlo dentro de sí, agarrándose con fuerza a las sábanas en un gesto de anticipación. Oh, sí… Jamás se había sentido tan expuesto, tan vulnerable, tan deseado, tan amado tal vez.

Apenas consiguió ahogar unas palabras en su garganta cambiándolas por otras en el último momento:

-Penétrame, Mats. No puedo más -las dejó salir de sus labios en una larga espiración.

Notas de juego

Edito: He cambiado una repetición.

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17/11/2018, 19:54
Mats Bergstrøm

No puedo quitarle los ojos de encima a Arthür, embriagado por la intensidad con la que recibe mis caricias y besos, por cada uno de sus pequeños estremecimientos, las esporádicas contracciones de su musculatura, los gestos involuntarios de sus labios… Y ante todo, su mirada, esa mirada suplicante y desarmada que me desarma a su vez, esos ojos que me beben con sed, que me desean y me hacen sentirme digno. Entonces me pide, me ruega que me lo folle, y algo parece explotar dentro de mí. No, no es una explosión, sino más bien una ola gentil aunque implacable de mil cosas al mismo tiempo. La manera en que me lo pide hace que me entren ganas de reír y a la vez me excita inimaginablemente; su cara tan bonita me inunda el corazón de un cariño infinito; su vulnerabilidad me hace querer protegerlo a toda costa, aliviarlo, consolarlo. Se me forma un nudo en la garganta, y mis ojos se humedecen de repente. Alargo la mano con la que hasta este momento me estaba tocando y la poso en su mejilla, presionando suavemente, queriendo que me lea, que comprenda. Muy lentamente, uno de los dedos de mi otra mano entra en él, con suma delicadeza, tomándose su tiempo. Acercándome aún más a Arthür, lo miro desde apenas unos centímetros de distancia, y ahora son mis ojos llorosos y mi sonrisa frágil los que le suplican. Dejándome llevar por este nuevo cambio, lo beso, con mucha amabilidad pero al tiempo intensamente, como si mi beso quisiera hablarle, demostrarle. Me muevo despacio dentro de él, añadiendo poco a poco más diámetro, asegurándome de que esté preparado y buscando el punto exacto que abra todo lo que su maravilloso cuerpo es capaz de sentir. Respiro en su piel, mirándolo con intención muda, besándolo tiernamente, acariciando su rostro y su cabello, venerándolo.

Amándolo.

Cuando siento que toda tensión desaparece, retiro mi mano de su interior con igual delicadeza. Temblando ligeramente, sin apartar los ojos de él, tomo la almohada y la coloco tras él, empujando suavemente su pecho para que se tumbe sobre su espalda, de modo que sus caderas queden levantadas sobre la almohada. Dejando escapar largamente el aire de mis pulmones, sigo su cuerpo, colocándome sobre él. Siento un leve vértigo, como si lo que está sucediendo fuera un poco por delante de mis pensamientos, como si no tuviese todo el control, y no puedo evitar pensar en todas las veces que he recorrido este mismo camino, un camino que siempre ha acabado de la misma forma. Pero esta vez quiero que sea distinto. Quiero ser suficiente para él, sea lo que sea que quiera o espere de mí. Quiero darle todo lo que puedo darle, todo lo que he estado guardando para él, y saber expresárselo, saber decírselo como él necesite oírlo, sentirlo. Quiero ser lo mejor que pueda ser para él, por él. Quiero que sea inmensamente feliz, y nada me gustaría más que tener yo algo que ver con dicha felicidad.

Mi brazo levanta una de sus piernas, dejando que su corva descanse en la flexura de mi codo. Afianzando las rodillas para tener más apoyo, alineo mis caderas con las suyas, dejando que la cabeza de mi miembro presione suavemente su entrada. Me viene el pensamiento fugaz de que quizá deberíamos usar protección, pero es un pensamiento meramente teórico; estoy completamente seguro de mí, y razonablemente seguro de él. Pero el pensamiento se va tan pronto como había aparecido en cuanto lo beso con un ardor lento, desde las entrañas. Quiero estar tan unido a él como pueda estarlo. Apoyando mi frente húmeda de sudor en la suya, hago un pequeño gesto de asentimiento.

Si molesta, avisa. Por favor...

Muy despacio, empiezo a empujar. Voy deslizándome todo lo lentamente que puedo hacia su centro, y joder, la sensación es abrumadora. Me siento estrechamente abrazado por todas partes, y mi mano libre tantea el colchón buscando la suya, tomándola en cuanto la encuentro, entrelazando mis dedos con los suyos. El esfuerzo por no perder el control me hace jadear, expulsando aire caliente en la cara de Arthür, y me voy deteniendo cada poco para darle tiempo a ajustarse a mí. Siento toda la piel levantada, y cada roce, cada contacto, cada ligero movimiento me intoxican. Levanto su mano enredada en la mía y la beso casi con descuido antes de volver a dejarla en el colchón, para a continuación besarlo en los labios con un abandono febril.

Abrázame… ah —le susurro al oído en cuanto su cuerpo ha recibido completamente el mío. Cierro los ojos con fuerza, notando los restos de lágrimas y el sudor acumularse en las arrugas que se forman en mis párpados, el escozor de la sal. Me quedo inmóvil durante unos segundos, deleitándome en la sensación de pertenencia, de perfección, de estar donde debo estar—. Abrázame y no me sueltes…

Besándolo con pasión, con hambre, empiezo a moverme en su interior en movimientos lentos y largos, abrasadores, mortificantes, y me siento enloquecer. La mano del brazo que soporta su pierna aprieta con fuerza su muslo, mientras la otra se hunde en el cabello de su nuca. Voy buscando mi ritmo, acariciando su torso con el mío, haciéndole cosquillas allí donde mi vello roza su cuerpo, al tiempo que lo penetro profunda y firmemente, aunque despacio; no hay forma posible en el mundo de que pueda estar lo bastante cerca, lo bastante dentro. Continúo besándolo, sin apartarme en ningún momento de él; su piel es mi casa, y sin ella no puedo vivir. Sin ella no quiero vivir. Alternando mis besos más tiernos con los más sucios, los más amorosos con los más lascivos, experimento una oleada creciente de sensaciones cada vez más difíciles de controlar, arrastrado por una marea desbordante, y casi sin darme cuenta, mi ritmo va intensificándose, mis movimientos cada vez más rápidos, cortos, eléctricos.

Nunca me había sentido tan bien.

Arthür… Mi vida… —murmuro entre tantos besos que es imposible discernir dónde acabo y dónde empieza él. El miedo ha desaparecido, devorado por la niebla del éxtasis—. Eres mi… mi todo. Eres mi mundo…

Lo amo. Lo amo con cada átomo de mi existencia, y antes moriría que permitir que no lo sepa.

Notas de juego

Corregido un swap disléxico de palabras XD.

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20/11/2018, 20:04
Arthür Guitry

Los ojos de Mats parecían llenarlo todo cuando venció su cuerpo hacia Arthür, posando la mano en su mejilla y haciéndole perderse en ellos. Una sensación de abandono total se gestaba en su vientre y viajaba hacia sus miembros haciéndolos ligeros. Respiró hondo el aire que Mats exhalaba frente a su rostro como si tomara alguna droga y se abrió a sus manos por completo en una lasitud llena de una energía pulsante. De pronto los ojos de Mats, fijos en él, se empañaron por las lágrimas y su sonrisa le dio por un momento un aspecto frágil y arrebatador antes de que volviera a besarlo con una intensidad abrasadora. La lengua de Mats en su boca y el dedo en su interior le dieron la sensación de estar completamente envuelto por él, lleno por él, sintiéndolo dentro de sí y cubierto con su cuerpo a un mismo tiempo.

De pronto se separó de él tan gentilmente como lo había asaltado para guiar con delicadeza sus movimientos, colocándolo sobre la almohada, situándose frente a Arthür, levantando su pierna para sostenerla con el brazo, abriéndolo frente a sí mientras se colocaba sobre él. Había algo de danza, como un movimiento que surge sin pensarlo al dejarse llevar por la música.

Pensaba que la sensación de posesión, de total pertenencia no podía ser mayor hasta que sintió el miembro de Mats apoyarse en él y llenarlo poco a poco, haciéndole agarrar su mano con fuerza y arquear su espalda mientras cada espiración, lenta al inicio, se convertía en un suave gemido de placer. Era consciente del control que Mats ejercía sobre sí, de lo lenta y calculadamente que se movía hasta lo más hondo, y aquello le excitó todavía más. Apoyándose en él se dejó abrazar por Arthür quien lo rodeó con sus brazos al escuchar su petición. Sí… Sonrió para sí. Este era el abrazo que tanto deseaba y no había sabido cómo pedir.

Mats comenzó entonces a moverse en su interior volviendo sobre sus pasos con la misma suavidad, una y otra vez. No sabía qué le producía más placer si el contacto íntimo y perfecto que le arrastraba hacia en interior de un mundo desconocido, como si una ola tras otra le llevara mar adentro o ver a Mats gozando con su cuerpo más y más extasiado en cada movimiento. Los besos se hicieron más intensos, más desenfrenados mientras Arthür seguía con su cadera el ritmo de los movimientos de Mats que poco a poco parecía perder el control, dejándose llevar, entrando en él más rápido, más intenso. Soltó su mano para recorrer con ambas su espalda, descendiendo hacia su trasero, apretándolo con lujuria y empujándolo hacia sí, sintiendo cómo dolor y placer se amalgamaban de forma perfecta cediendo el primero ante el segundo, haciéndole perder la cabeza. Una tensión como jamás había sentido se acumulaba en sus miembros, agarrotándolos, crispando sus músculos, entrecortando su respiración.

Arthür… Mi vida… Eres mi… mi todo. Eres mi mundo…

-Te quiero… -su voz salió en un suspiro antes que un fuerte gemido la truncara, proclamando las palabras que antes no se había atrevido a decir. Una repentina descarga emergió desde su vientre recorriendo todo su cuerpo, haciéndolo temblar preso de pequeños espasmos de placer que parecían no terminar.

Notas de juego

He cambiado algo en el párrafo del final y no sé si ya has entrado con la versión definitiva o no. :-/

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21/11/2018, 07:45
Mats Bergstrøm

Quisiera que este momento no se acabase nunca. Jamás en mi vida me había sentido tan completo, tan seguro de nada. Nunca me he considerado especialmente listo o bueno en nada, y cualquier talento o cualidad especial que crea tener palidece ante la genialidad y la brillantez de las personas que siempre me han rodeado, por no hablar de su dedicación. Me esfuerzo todo lo que puedo en encontrarme y en ser una buena persona, en mirarme a la cara en el espejo y poder decirme que estoy contento conmigo mismo y con mis decisiones, pero a duras penas logro mantener a raya las características más desagradables de mi carácter, mi humor siempre cambiante y, en mis peores momentos, mi nula capacidad de autocontrol. Pero, ¿en esto? ¿Amar a Arthür? ¿Hacerlo feliz? ¿Quererlo y cuidarlo de verdad, como ya nadie quiere hoy en día? En eso podría ser el mejor, si él me lo permitiera. No me cabe la menor duda.

Quizá no sea uno de los pensamientos más habituales que suele tener la gente en mitad del acto, o tal vez sea lo más natural cuando estás con esa persona; en cualquier caso mi mente se repite una y otra vez las mismas palabras, «eres lo bastante bueno», «puedes hacer algo bien en tu vida», «puedes ser el mejor para él». Mis ojos bucean por su cara, atentos a cada pequeño movimiento casi indetectable, buscando sus ojos con insistencia, estoy aquí contigo, y me afano en encontrar la mejor manera de tocarlo, de moverme, de mirarlo, de sonreírle, para que se haga una idea de la fuerza de mis sentimientos y de la convicción que hay tras ellos, una idea que mis palabras serían totalmente incapaces de articular en estos momentos. Mi mente gira sin parar, imaginando multitud de situaciones que no sé si son apropiadas ahora mismo, en las que me veo a mí mismo calentando sus manos con mi aliento en una noche lluviosa, o asistiendo de libre oyente a una de sus clases de la universidad, o a los dos paseando por el bosque con unos ridículos gorros de lana y unos jerséis aún más ridículos, bebiendo chocolate caliente. Y follando. Follando sin parar por todas partes, a cada momento. De repente ya no soy capaz de pensar en nada más; mi cuerpo se rinde al impulso del momento, y rindo todo el control, moviéndome con desesperación, con un ansia que nunca puede ser saciada a pesar de que cada vez me siento más y más cerca del filo.

Entonces, Arthür dice las dos palabras que tanto esperaba escuchar y que temía que nunca llegasen a salir de sus labios. Curiosamente, son esas palabras las que me arrojan por los aires de cabeza a mi propio clímax. Nuestros cuerpos se sacuden al mismo tiempo, como alcanzados por un rayo que nos hubiese partido por la mitad, y veo extasiado cómo su torso se arquea con abandono, cediendo a las oleadas de placer que nos desbordan a ambos. Es la cosa más hermosa que he visto jamás, como un ángel abriendo sus alas y aprendiendo a volar, y de repente lo veo todo blanco, y un gruñido rasgado asciende desde mis entrañas para convertirse en un grito que ni me molesto en intentar silenciar. Abrazo a Arthür con todas mis fuerzas mientras me siento azotado por un orgasmo real, de los que ya ni sé cuánto tiempo hace que no tenía, y me derramo en su interior como si se me fuera la vida. Nuestros cuerpos tiemblan con las réplicas del terremoto que acaba de sacudirlos, hasta que la tormenta pasa.

Joder.

Jadeando, beso a Arthür con toda la delicadeza de la que soy capaz sin ahogarme, y ruedo a un lado despacio, atrayéndolo suavemente hacia mí para que ruede conmigo, quedando los dos frente a frente, mirándonos. Tiro de las sábanas para cubrirnos, envolviendo a Arthür cuidadosamente y acariciándolo con el mismo gesto. Lo miro a los ojos, extasiado, únicamente respirando, tratando de recuperar el aliento. Sonrío, petulante.

Menos mal que solo íbamos a abrazarnos… —murmuro entre jadeos, y se me escapa un ruido que lo mismo podría ser una carcajada que una tos. Apoyo mi mano en su suave mejilla, nuevamente serio, y mi pulgar acaricia dulcemente su ceja y su pómulo. Abro la boca para decir algo, pero parezco pensármelo mejor y guardo silencio. Sin embargo, la duda solo dura un momento—. ¿Lo… lo has dicho en serio? ¿Que me quieres? ¿De… ese modo? —Trago saliva, sin saber si estoy increíblemente nervioso o increíblemente relajado. Quizá ambas cosas al mismo tiempo. Niego ligeramente con la cabeza—. No hace falta que me lo digas ahora mismo si no quieres. Supongo que en este momento estarás… —No acabo la frase. No hace falta ser muy avispado para darse cuenta de que, probablemente, yo haya sido el primer hombre de Arthür. Ni siquiera sería una sorpresa tan grande si resulta que soy el primero, a secas. Sea como sea, seguramente tenga muchas preguntas en la cabeza ahora mismo, y no es cuestión de que ande presionándolo con lo que yo querría. Tomando su mano con delicadeza, la llevo a mi boca para besarla suavemente, presionando largamente mis labios en el dorso. Luego, entrelazo mis dedos con los suyos y lo miro, sonriendo—. Lo que sí te diré es que yo nunca he sentido nada ni parecido. Nunca he amado así a nadie, pero entendería que necesitases tiempo para pensarlo, o lo que sea. —Me encojo ligeramente de hombros, apartando la mirada involuntariamente durante solo un instante antes de volver a sus ojos—. Pero si quieres hablar, o hacerme cualquier pregunta…

Sonrío con amabilidad, acariciando la palma de su mano con mi pulgar.