Partida Rol por web

Sicks conectó el comunicador.

-¿Nivel de gravedad, Ophara?. Dudo que esos imperiales quieran perder el precioso cargamento. Apuesto 10 contra 1 a que es un aparato de seguimiento o localización en superficie.-

Ophara llegó a la cabina del piloto y activó los sensores de barrido interno. El lector de radiación tardó unos momentos en calibrar la respuesta. Se trataba de una radiación análoga a la gamma. La exposición de un organismo vivo era letal, pero los objetos inertes y los mecanismos electrónicos simplemente quedarían contaminados. Podrían descontaminarse después. La ventaja de utilizar radiación sobre el veneno era que la primera atravesaba casi cualquier tipo de contención, excepto una especialmente preparada, fabricada con plomo o derivados pesados o un escudo de energía dirigido. De otra manera, sólo los trajes de vacío podían aislar a alguien de la radiación.

Según los lectores, la radiación no era demasiado intensa, se estaba diseminando como una pequeña fuga, de manera que tardase tiempo en alertar a las alarmas de acumulación. Afortunadamente, la revisión de la nave había ayudado a detectar la amenaza a tiempo. Los cálculos revelaban que la radiación se haría letal en media hora, si no hacían nada, pero su exposición directa sería nociva y deletérea a los diez minutos de permanecer en el hangar, si es que iban a hacer algo allí. Afortunadamente, los trajes de vacío se encontraban en las cabinas de la tripulación, antes del hangar.

-Esta es la razón por la que siempre me han gustado los Mon Calamari: aún teniendo la oportunidad de tener a sus estimados compañeros convertidos en miembros de su especie, declinas ese placer y nos das opción a no hacerlo. Aunque claro, si fuéramos como tú a lo mejor empezábamos a distinguiros y cogíamos manía a alguno sabiendo a ciencia cierta a quién. Nada, nada, me quedo con mi traje de vacío. Tú tenías uno adaptado para tu hermoso cabezón de ojos saltones, ¿verdad? Y, sobre todo, no me tocaría a mi hacer la última revisión de los trajes, ¿verdad? -dijo el ex-pandillero humano a través del comunicador, en un tono en el que no acaba de poderse distinguir dónde comienza y acaba la broma.

Ophara cogió su traje de vacío y se colocó todo lo rápidamente que fue capaz.

Pues espero que no Syrus, espero que no... Llévale el suyo a Sicks mientras yo miro a ver qué hacemos con este regalito.

Y se encaminó hacia el hangar con traje bien asegurado y ajustado.

Seldon corre a ponerse el traje aislante y no se separa mucho de Ophara, por si necesita que le eche una mano; el granuja puede hacer poco más que reflexionar acerca de las vicisitudes del destino y la radiación.

Si lanzas un objeto gammaradiado al espacio y nadie lo oye, ¿Hace algún ruido?

Bah, últimamente lees demasiado Zen...

Sicks se puso el traje que le dio rapidamente Syrus, y maldiciendo, dejando la nave en vuelo automatico, acompañó a los compañeros hasta el paquete.

-Con cuidado, tiremos la basura... Por la esclusa superior, lo dejamos en la contracompuerta y abrimos la exterior. De vuelta al remitente. Ophara, dame datos de nocividad de la radioactividad.-

Este trabajo tiene demasiadas vueltas...

Con mucho cuidado, Syrus y Seldon llevaron el paquete a la rampa de expulsión. Los niveles de lectura de la radiación, tan cerca del objeto, resultaban preocupantes, pero no estarían tanto tiempo en contacto como para tener que asegurarse de que mantenían todos los órganos en su sitio. En dos minutos habían colocado el paquete en su lugar y habían cerrado la contrapuerta de seguridad.

Sicks estaba a punto de accionar el mando de expulsión cuando llegó una señal de proximidad. El monitor del hangar mostraba, según el radar de contacto, que dos objetos del tamaño de cazas espaciales se dirigían hacia el Viento solar en rumbo de intercepción.

-¡Magnífico! ¡Prácticas de tiro! ¡Ya era hora! -exclama Syrus al percatarse de la señal en el hangar. Rápidamente abandona a su compañero (ya se las apañará, no tiene nada mejor que hacer) dirigiéndose hacia la torreta más próxima.

- ¡UF!

La rápida huida hacia adelante de Syrus le había dejado solo con aquel paquetito. Seldon tenía tantas ganas como el que más de alejarse de aquel objeto radiactivo, pero no podía dejar el trabajo a medias. Empujando como pudo, trató de echar aquel desagradable pasajero de la nave. Después ya se dirigiría hacia la torreta, pero lo importante tenía prioridad sobre lo urgente.

Sicks comprobó que todo estuviera bien anclado en la nave para que no saliera volando...

Dejaron el paquete dentro de la cámara de expulsión. Salieron y cerraron la puerta interior de aislamiento, que sonó terrible y cortante como un vibrofilo al cerrarse. Por la ventana de seguridad vieron el paquete. Seldon activó la palanca de expulsión y la cámara equilibró la presión con el vacío espacial. En ese momento, la alarma de expulsión se fundió con la alarma de proximidad. Sicks observó las luces rojas de emergencia diseminadas por doquier, en la bodega, como luces independientes, en el pasillo, unidas en una ristra que se encendían en riguroso orden formando una dirección hacia la cabina de piloto.

Sicks y Syrus ya podían ir hacia sus respectivos puestos, mientras que Seldon necesitaría aún unos segundos para confirmar la orden de expulsión y luego la de cierre de sistemas para volver a la normalidad.

Cuando Sicks escuchó la alarma de proximidad salió corriendo a la cabina para leer los datos del los sensores. El resto de la tripulación conocía las rutinas de emergencia en estos casos.

Syrus, como cabía esperar, se dirigió con celeridad a su puesto, como ya le había dicho a su compañero de bodega... La puntería era lo suyo, pero sabía lo que era y lo que no era razonable hacer. Si esa alarma de proximidad era una nave muchas veces más granque que ellos sería muy poco razonable permanecer allí, por mucha puntería que se tuviera. En ese caso se necesitarían grandes dosis de suerte y toda la velocidad posible. Pero si eran cazas, oh, si eran cazas...

Siempre corriendo a todas partes, siempre corriendo...

¡Joder! ¡Él también quería correr! En las últimas horas le habían encerrado, interrogado, engañado, rastreado y cabreado en general.

Necesitaba dispararle a algo. Pero si se alejaba antes de asegurarse de tenerlo todo cerrado y bien cerrado, él y sus compañeros podían llevarse alguna sorpresa desagradable como por ejemplo oh, no sé, quedarse sin aire dentro de la nave.

Lo que complicaría un poco más sus vidas, y haría que Sicks se enfadara un montón... aunque le duraría poco, claro; gritar consume oxígeno.

Los dedos de Sicks volaron por el tablero activando todas las rutinas de seguridad y combate, mientras observaba los sensores de proximidad.

El piloto alcanzó su puesto y observó cómo un caza TIE se cruzaba en la distancia, luego creyó intuir otro. Miró el monitor de alarma. Señal de proximidad de 4 puntos en formación típica de ataque. Cazas TIE.

Seldon pulsó el botón de expulsión en cuanto se puso verde, y el paquete salió despedido al espacio. Luego invirtió el proceso y la puerta comenzó a cerrarse. Ya podría ponerse en movimiento.

Syrus se colocó en la torreta. Se ajustó bien al asiento. Cargó la munición y encendió los sensores. Estaba listo.

En el exterior vieron al fin las cuatro naves. Comenzaron a dispersar su formación para entrar inminentemente en contacto con el Viento Solar. No había comunicaciones, ni una señal de aviso, nada. Por el rumbo del que procedían, Sicks dedujo que habían salido del destructor en rumbo directo de intercepción hacia ellos.

-Seldon, si esos cabrones no han dicho nada será mejor que empiece a disparar yo antes, que ellos, ¿no? -dice el indisciplinado artillero, sus pulgares ya sobre los pulsadores de los láseres, apenas esperando a que le den la confirmación.

- Pégales antes que te peguen a ti. Así me lo aprendí yo.

Seldon permaneció antento a su intercomunicador mientras, una vez expulsada la peligrosa carga, se dirigía hacia su propio puesto de artillero.