Partida Rol por web

Gaëlle estaba intranquila desde que entraron en la casa. Las manos le temblaban, en ocasiones hasta las rodillas, haciendo que temiese perder el equilibrio. Se esforzaba por iluminar el camino lo mejor posible, pero aquello no le estaba resultando tarea fácil. Ni siquiera la presencia de Karlack, justo al lado suyo, lograba tranquilizarla. Al principio trataba de fijarse en todo lo que veía, buscando pistas que ayudaran a resolver el misterio en que andaban metidos, pero conforme avanzaban fue conformándose con estar atenta a donde pisaba para evitar alguna inoportuna caída. 

Una vez más empezó a replantearse que demonios hacía allí. Lo suyo era cantar y bailar ¿Como se las apañaba para meterse siempre en asuntos peligrosos? Siempre había pensado que algún día acabaría mal... quizá aquel fuese a ser el día. 

Había pasado en silencio casi todo el camino por el interior de la casa, cuando el ruido de las garras de una criatura trepando por la pared la sobresaltó. Por instinto retrocedió un paso, pegándose por completo a la armadura de Karlack. 

-¿Que demonios ha sido eso? - preguntó, aunque era algo innecesario, sabía perfectamente de que se trataba

Cuando durante algunos segundos se hizo el silencio preparó su estoque, y después, al volver a localizar a la criatura sobre el techo, se preparó para que algo les cayese encima en cualquier momento. 

-Mierda, mierda... - susurró - ¿Que hacemos ahora? 

La larga caminata hasta las ruinas de la antigua mansión de la familia caída no habían sido precisamente un paseo para Evea que se encontraba perdiendo los nervios a cada paso, incapaz de seguir un rastro obvio de una persona arrastrada recientemente. Se vio más preocupada deseando que no fuera la hija de Theonil o lady Tianna que intentando guiar al grupo. Por suerte no dependía sólo de ella y consiguieron llegar hasta la fuente del rastro.

Pero aquello no es que mejorara demasiado la situación. El lugar era muy tétrico y las sombras la jugaban malas pasadas a cada paso. Se sentía nerviosa y desprotegida, algo que no la había pasado desde hacía muchos años... era como si alguien estuviera observándolos y jugando con ellos. 

Entonces lo oyó.

Oyó un grito en la planta superior y estaba convencida que era la voz de Lady Tianna. Sintió auténtico miedo durante unos instantes paralizantes y tardó en aprestar su arco, buscando una forma de subir. Recordó que venía con más gente pero no quería romper la disciplina de ruido y alertar a lo que fuera que estuviera ahí arriba. Si había derrotado a la paladina poco podrían hacer ellos... ese pensamiento tampoco era especialmente halagüeño.

Señaló con gestos rápidos el piso superior, pero antes de que pudiera indicar nada más una sombra se balanceó por el límite de su visión y una criatura que hasta ahora había pasado desapercibida estaba a escasos metros de ella, amenazante. La batidora no pudo evitar un respingo de sorpresa, sintiendo nuevamente cómo el miedo la paralizaba. Oyó levemente como Gaëlle preguntaba asombrada qué era aquella criatura. Evea carecía de respuesta, pero tampoco es que importara; su aspecto letal era más que suficiente.

-No...no... no tengo ni idea- si no habían visto a la criatura su intento de apuntarla la señalaría sin problema.

Tragó fuertemente mientras retrocedía sin dejar de apuntar, lista para soltar en cuanto la criatura se acercara- pero, pero también hay alguien más arriba y necesita ayuda-en su fuero interno temía que fuera demasiado tarde y su voz no transmitió mucha confianza a los demás.

-Y aquí acaba todo- pensó lúgubremente sintiendo el fracaso muy cerca.

Preocupada e intranquila, la elfa hizo todo el camino mirando alrededor más que a dónde ponía los pies.

Una vez en la residencia, su aprension no disminuyó. Selen desaprobaba estas grandes construcciones. Sentía que si a esto le podías llamar vivir en comunion con el árbol, bueno, también podías decir que un castillo como es hecho de rocas era vivir dentro de la montaña.

Cuando entraron a la habitación principal y encontraron el campamento recién abandonado, frunción el ceño ¿por donde podrian haberse ido? ¿hacia arriba? ¿esta pequeña puerta tendría alguna salida?. Se acercó hacia la portezuela forzada con precaución, y la abrió cubriéndose por las dudas.

Entonces empezaron los golpes y todo se volvió demasiado rápido. Saltó hacia atrás para pegar su espalda a la pared y comenzó febrilmente a tensar su arco mientras miraba al techo y trataba de adivinar por donde estaría el monstruo

-¡Tronador! ¡ven aquí! ¡aquí, quieto! ¡Aléjense de las ventanas todos!-

El guerrero notaba el contacto de Gaelle incluso a través de su armadura. La bruja hacía que le ardiera la piel, incluso notaba como la sangre se le amontonaba toda en un mismo sitio.....la cara, menos mal que con el yelmo los demás no notarían lo rojo que estaba, otro de sus conjuros, seguro

Maldita bruja, juro que cuando todo esto acabe rodearé tu fino cuello con mis manos y lo estrujaré hasta escuchar un chasquido...pensaba mientras intentaba estar atento a lo que le rodeaba.

De repente un estruendo enorme les rodeó, arriba, algo había arriba

Aún estaba el aasimar tratando de detectar al peligroso trepador cuando una sensación de pánico y angustia le sobrecogió. Tardó unos segundos en darse cuenta de que ese sentimiento pertenecía a Nasha, que tenía que estar muy cerca, en el exterior, seguramente entre las ramas del árbol cercano, tan largas que entraban en la habitación.

Theonil se había quedado tenso y alerta, incluso desde antes de que los sonidos de la criatura al acecho comenzasen. Agarraba con tanta fuerza su ballesta que los nudillos se le pusieron blancos. Sus ojos se quedaron negros completamente al dilatarse la pupila para ver en la oscuridad y comenzó a otear, desesperado, por las ventanas.

Aún de espaldas, comenzó a ejecutar un conjuro.

En el extremo opuesto de la sala, Nívea aprovechaba su visión élfica para examinar la misteriosa puerta entreabierta, con cuidado trató de abrir la hoja. Demasiado tarde notó que había una pequeña resistencia, para ese momento ya la había vencido y sabía lo que vendría a continuación.

En ese momento varias cosas pasaron a la vez, Theonil terminó su conjuro de luz, que iluminó la lejanía de las ramas del árbol situado junto a la estructura, aquellas que llegaban a asomar por el ventanal al que se había acercado, aunque la súbita iluminación del área alejada, a unos 20 metros, hizo que se tardara unos segundos en poder ver qué trataba de sacar a la luz el aasimar.

Nívea lanzó un grito para poner sobre aviso a sus compañeros, dado que era obvio que había activado una trampa, y casi a la vez el cuarto se llenó de virotes salidos de algún lugar de la unión del techo con la pared más lejana. Los proyectiles volaron por todo el cuarto.

El enorme escudo de Karlack hizo caer algunos, inútiles, al suelo. Y, era obvio que el cuarto había tenido algo elevado el suelo en tiempos, puesto que otros volaban un tanto altos.
El dispositivo parecía estar un poco deteriorado, pues uno de los proyectiles salió muy desviado, habría salido por la ventana, si Theonil no hubiera estado justo en su trayectoria, superado su escudo para cuando había girado, el virote golpeó con fuerza su pecho y, aunque fue rechazado por la armadura, el investigador expulsó con fuerza el aire y se agachó visiblemente dolorido, con suerte no tendría ninguna costilla rota.
Sin embargo la propia Nívea Selen, que estaba en el lugar exacto donde los virotes trataban de llegar, fue quien tuvo el mayor susto, hábilmente esquivo uno que se dirigía a su costado, alzando el escudo desvió otro una décima de segundo antes de que se hincase en su pecho. Pero un tercero superó el arco de su tarja y se dirigió a su cabeza. Hurtando la cara a la desesperada, pudo ver el virote pasar más allá de ella, rodeado de perlas de sangre, a la vez que sentía un fuerte escozor en la mejilla por el corte que le había producido de refilón.

Mientras los astiles volaban por el cuarto, todos pudieron oír claramente, por encima de los bufidos de las astas, un grito de mujer, seguido de un lloro nervioso e hipidos contenidos, venían de las ramas del árbol más allá del ventanal, del lugar que había iluminado Theonil.

Antes incluso de que pudieran pensar en las implicaciones, una voz resonó procedente de aquella dirección. Hablaba en elfo, aunque Gaëlle, con voz temblorosa, se apresuraba a traducir. La voz que gritaba sonaba rabiosa, las palabras sonaban al borde de la histeria, incluso podían imaginarse los perdigones de saliva saliendo de la boca que las pronunciaba entre nubes de espuma.

-“¡Maldito Brëmark, maldito mil veces! ¡Ya tienes los putos ídolos! ¿no podías conformarte, verdad? ¡Tenías que acosarme y perseguirme como a un animal! ¡¿Eh?!” – el elfo hizo una pausa, con la voz un poco más calmada, pero con un fondo igual de furioso añadió, aún a gritos – “¡Pues bien mira lo que has conseguido, capullo follangeles!.” – en ese momento volvió a sonar un grito de dolor femenino, a continuación del cual los lloros e hipidos contenidos se convirtieron en un llanto aterrado.

Cualquiera que estuviera cerca podía, gracias a la luz mágica que había empleado Theonil, ver al otro lado del ventanal a dos figuras, un elfo de ojos enloquecidos y rostro contraído de furia y boca llena de espuma, que sujetaba por el pelo a una adolescente de cabello platino, que lloraba desesperada con cara de dolor y sangraba ligeramente de un pinchazo en el cuello, más doloroso que peligroso, que seguramente había sido el motivo del último grito y sus lloros. El hombre usaba a la pequeña de escudo y amenazaba su vida con una daga al cuello. Ambos estaban en la parte media de las enormes ramas del árbol más cercano, era obvio que debían haber salido del mismo cuarto que ellos ocupaban ahora a través del ventanal, moviéndose por la amplia, pero peligrosamente abierta por los lados, rama del árbol que, aunque medía un metro de grosor, daba a ambos extremos a una caída de varias decenas de metros.

Todos pudieron reconocer a la chiquilla como Nasha, la hija de Theonil, aunque para Nívea Selen y Auria aquello no tenía ningún sentido, el resto pudieron reconocer, la mayoría por la voz y el aasimar y la bardo por su aspecto, al elfo. Era Brien Coronal, uno de los bandidos huidos del almacén la noche anterior, el que consiguió disparar a Karlack y Gaëlle, aunque sin consecuencias.

Tronador, ignorante de lo que aquella situación implicaba en realidad, correteaba contento en torno a Nívea, esperando un premio ahora que había, por fin, encontrado la fuente de los rastros que tanto interesaban a su ama. Pero unos segundos después se detuvo y con un sonido patético trató de recular y huir, manteniéndose allí sólo por la fidelidad a su druida.

Mientras el elfo, ahora a la vista de todo el que se acercase al ventanal trataba de seguir su perorata:

-“¡Más vale que digas a tus mastuerzos y la ramera esa que te has echado que tiren las armas!. Esto es lo que vamos a hacer…” –  para los que no hablaban élfico, la palabra ‘ramera’ quedó sustituida por un ruido de incredulidad y ofensa por parte de la insultada Gaëlle.

Pero ninguno de los compañeros prestó atención a lo que el criminal diría después. A pesar de las nuevas distracciones, ninguno había podido apartar de su mente al ser trepador que les amenazaba menos de un minuto antes y, como si el pánico del pequeño Tronador fuese una señal, pudieron distinguir entre las ramas donde no llegaba la luz, un violento movimiento y el sonido de algo ligero pero muy fuerte lanzado a una carrera desenfrenada y brutal contra la pareja formada por Brien y Nasha, quienes no se habían percatado de la presencia y estaban desprevenidos. Que la cosa iba a atacarlos estaba claro pero ¿Cómo pensaba el monstruo que su carga no acabara con los tres precipitándose desde la inestable y no muy ancha rama?

En el breve segundo que la druida pudo echar una ojeada al pequeño cuarto tras activar la trampa, antes de que los virotes empezasen a amenazar con serias heridas a todo el mundo y se desatase el resto del pandemonio, la elfa había podido deducir que aquello era una cámara del tesoro secreta, totalmente saqueada, tan a conciencia que se habían llevado incluso los soportes y clasificadores. La alacena estaba vacía, salvo por un trozo de papel viejo y sucio tirado en mitad del hueco en el tronco del árbol que había servido de refugio a los bienes más valiosos de los elfos que vivieron allí.

Evea seguía conmocionada por haber oído la voz de Lady Tianna proveniente de la planta alta. El mismo lugar por el que la criatura parecía moverse con soltura... mantuvo el arco bajo, atenta a cualquier movimiento proveniente de esa zona que revelara la presencia de la criatura.

No dedicó ni un momento de atención a la lluvia de virotes que cruzó hacia sus compañeros, apenas siquiera se percató de ella, pues su atención estaba plenamente dedicada a otra cosa. Además, dudaba que aquello fuera algo más que una pequeña molestia para ellos. Entonces un nuevo sonido llamó su atención, un elfo berreaba algo de manera ininteligible que Gaëlle se apresuró a traducir.

En realidad a Evea la daba exactamente igual lo que fuera. Allí todo eran amenazas que arañaban poco a poco su cordura, así que iría acabando con ellas una por lo que Evea se deslizó lentamente hacia el ventanal con el arco preparado para disparar. Por suerte retuvo su disparo a tiempo, pues el extraño elfo tenía sujeta a la hija de Theonil y amenazaba su cuello expuesto. Qué lejos parecía quedar ya el momento frente al unicornio...

-De qué me suena ese miserable- pensó haciendo algo de memoria, hasta caer en que hace no mucho oyó esa misma voz en el almacén en el que fue herida. Si se presentaba la ocasión lo menos que podría hacer sería devolverle el favor. Pero no se iba a arriesgar con la hija del aasimar como escudo.

Instantes después otro ruido atrajo su atención, entre la hojarasca que enmarañaba todas las ruinas se acercaba la bestia hacia la espalda del elfo. Calculó rápidamente, sin dejar de avanzar lentamente, que la dirección en la que corría el ser iba directa hacia chocar con el elfo y su rehén, con lo que caerían al suelo desde una altura considerable. Sin pensárselo dos veces apuntó nuevamente con el arco hacia la bestia y disparó.

Tanto si la hería como si la distraía bien habría merecido la pena.

La flecha de Evea voló certera, anticipándose a los movimientos de la criatura, todos pudieron ver esperanzados cómo se internaba entre las hojas en el mismo punto en que se estaban moviendo. Pero en ese mismo instante, la evidencia del paso del monstruo se alzó rápidamente, como si hubiera dado un salto poderoso y ágil más allá de lo humanamente posible. Unos segundos después el sonido de la madera desgarrada confirmó que la saeta se había hundido en el árbol, sin alcanzar su objetivo pretendido.

Las virotes pillaron completamente por sorpresa a una nerviosa Gaëlle. Si alguno hubiese ido hacia ella, no podría haber hecho nada para evitarlo. Aquel lugar la estaba afectando, no era su terreno, no era el lugar donde sabía moverse bien. Una vez más se cuestionaba la razón de haberse metido en todo aquel jaleo. Pero pese a su inseguridad y sus miedos, el ansia de llegar hacia el final de aquel asunto la hacía seguir adelante. Al final tendré una gran historia que contar, y será una en la que participo.

Entonces escuchó las palabras del bandido, y por acto reflejo buscó una cobertura. Cualquier cosa donde pudiese ocultar parte de su cuerpo.  Estaba claro que no iba a poder acercarse, así que guardó su estoque y trató de preparar su arco con cierta discreción. Esperaba no tener que disparar, no se fiaba de las consecuencias que eso podría tener, pero aun así debía estar preparada.

Tradujo para sus compañeros el discurso de Brien y se percató, mientras hablaba del ataque del monstruo. En ese momento, sin pararse a meditarlo, abandonó su cobertura. Se preparó para disparar, pero entonces otra idea se le pasó por la cabeza. Una flecha seguramente no fuese a alterar la trayectoria de la criatura, y quizá pusiese nervioso a Briel, pero en cambio... Había otra cosa que podía hacer, no dañaría al monstruo, pero si tenía suerte podría salvar a Nasha. Cerró los ojos un instante, se concentró en recordar uno de los trucos que usaba cuando realizaba interpretaciones muy efectistas, y susurró una serie de palabras en lenguaje arcano. Al acabar abrió de nuevo los ojos y se preparó para cuando el combate los alcanzara. 

Si la criatura derribaba ahora a Nasha, no ocurriría nada. Quedaba confiar en que Briel no fuese capaz de hacerle nada, y que la criatura solo chocase con ellos. 

En cuanto vi como Evea lanzaba la flecha, Auria se colocó a su lado e hizo lo mismo. De poco le preocupaban las personas que estaban allí de pie, pero sin duda debía acabar con aquella criatura que parecía llevar semanas acechándoles, o al menos esa era la sensación que sentían. 

Con el arco en sus manos y la flecha colocada y apuntando ya, decidió disparar el virote en la misma dirección que La Gata, solo esperaba que en este caso tuviera algo más de suerte que ella, pero a juzgar por el sonido estaba claro que no.

Auria se apresuró a ocupar un lugar junto a la ventana que le facilitase el tiro. Tensó el arco y apuntó a las ramas en movimiento, soltó la flecha que voló certera a la posición que había apuntado, pero la criatura había acelerado el ritmo de su movimiento, lanzada ya en una desenfrenada carga de modo que cuando la flecha atravesó las hojas, el monstruo estaba varios metros más adelante.

Karlack sabía que era imposible que llegara, además con su pesada armadura ir por aquella zona era bastante peligroso. Así que sacó su arco y apuntó cuidadosamente a la criatura. Después soltó su flecha esperando dar en el blanco por el bien de la chica

La flecha de Karlack voló demasiado pronto, con un blanco poco claro resultaba muy difícil acertar, el movimiento entre las ramas se desplazó demasiado lento y cuando la saeta atravesó la hojarasca aún quedaban unos metros para que el monstruo pasara por allí.

Se toca la herida murmurando una plegaria agradecida al padre arbol, y a la madera vieja de los virotes. Ya que pagamos el precio, veamos qué encontramos. se agacha a recoger el papel que quedaba en el escondrijo cuando comienzan los gritos y llantos.

Tratando de ver qué es lo que pasa se mueve agachada hacia el centro de la habitación. Cuando ve a la doncella Nasha, a pesar del peligro de la situación, se le alivia el corazón al saber que está viva; no había albergado muchas esperanzas. Ahora tenían que encontrar la forma de sacar del medio al elfo chillón, decidió acercarse a la rama que hacía de puente entre los árboles para poder aprovechar cualquier oportunidad de intervenir.

De repente el pánico amenazó ganarla cuando la criatura se lanzó al ataque, y casi por reflejo comenzó a entonar un cántico que le permitiría pedir el auxilio de la naturaleza en la lucha. Mientras veía volar las flechas y escuchó a la dama entonar extrañas palabras arcanas, se concentraba en expandir su espíritu para unirse a la Madre.

Theonil se quedó muy quieto, seguía con la vista el movimiento de la criatura pero sin hacer amago de menearse siquiera. Lanzó una queda mirada agradecida a Gaëlle cuando la melodía de la bardo, que le sonó como el viento silbando entre las hojas terminó y la chica susurró qué magia había tejido en la canción.

En el momento que Brien se dio cuenta de que algo malo pasaba, el investigador se lanzó en una carrera desenfrenada para llegar hasta su hija. Pero no conseguía avanzar lo bastante rápido para llegar antes de que la situación se precipitase.

Nívea Selen apenas tuvo tiempo de recoger el papel. Estaba comenzando a mirarlo para tratar de ver lo que era cuándo se oyeron un gritos, un tanto histéricos, del desconocido que se escudaba en la pequeña Nasha. Apenas a tiempo de comprobar que era algún tipo de legajo legal élfico; aunque no tenía mucha experiencia con esa burocracia, creía reconocer un título de propiedad. Sin poder obtener más detalles, se acercó al ventanal, aunque decidida a estudiar más despacio el manuscrito en un futuro cercano.

Brien había dejado de gritar, apretó un poco más el cuchillo contra Nasha al ver cargarse los arcos y su mano tembló ligeramente de anticipación causando que unas gotas de sangre cayeran sobre el cuello de su traje y que la niña gimiese desesperada. Sin embargo al ver que las flechas volaban sin ningún sentido pareció extrañado; sin entender muy bien porqué era ignorado, acabó girando la cabeza en la dirección que habían volado los proyectiles y, ya adentrado en la zona de luz del conjuro de Theonil, advirtió el temblor de la hojarasca que marcaba el paso de la criatura. Era demasiado tarde.

El elfo apenas había tenido tiempo de avistar el movimiento de hojas cuando su expresión cambió a una de absoluto pavor, dado que en su posición podría ver de frente a la criatura. Por un segundo, trato de cambiar a su presa por una posición defensiva. En su brusco movimiento, la espada con la que amenazaba a Nasha se deslizó por el cuello de la muchacha, haciendo brotar la sangre, que comenzó a teñir de rojo su maltratado vestido blanco y arrancando a la pequeña un grito mezcla de terror y dolor, más de lo primero que de lo segundo, sobre todo cuando ella también se giró para ver lo que había asustado a su captor.

Un segundo después de soltar a la aasimar, algo no muy grande, de cómo metro y medio de alto, encorvado, con los brazos deformados en unas garras de medio metro de ancho y más de un metro de longitud, vagamente humanoide y con mucho pelo – o quizás cabello salvaje - saltó contra Brien y, en menor medida, la desatendida Nasha que ya se tambaleaba en la rama del árbol al haber sido soltada de repente y con brusquedad. No pudieron percibir detalles de la criatura, sólo un manchón parduzco, rojizo y blanco sucio con la forma referida, porque voló con la velocidad de un caballo al galope y chocó violentamente contra Brien, arrastrándole al vacío en un abrazo mortal.

Nasha, golpeada por la criatura a la carga, terminó de perder pie y se precipitó de espaldas al vacío… Pero empezó a mecerse hacia abajo, suavemente, como una pluma en la brisa, despacio, metro a metro, pero en la misma dirección en que se marcharon como un meteorito Brien y el monstruo. La pobre chiquilla tenía cara de pánico y parecía paralizada, con la boca abierta como si quisiera chillar histérica, pero aparentemente en un shock demasiado fuerte como para hacer eso siquiera.

Mientras, la bola indistinguible formada por el elfo y la criatura había desaparecido en apenas un segundo en la negrura que conducía al suelo, muchos metros más abajo. Después de desaparecer y durante otro par de breves segundos que tardaron en estamparse contra el sotobosque, los gritos de pánico de Brien mutaron en alaridos de dolor que no tardaron en tornarse gorgoteantes, recordando mucho a los del pobre elfo que habían encontrado en el bosque.

Tras un fuerte golpe seco, que segó de raíz los últimos estertores de Brien. Karlack no pudo escuchar nada más, pero los gestos de sus compañeros le dijeron que no era el momento de hablar aún. El resto pudieron escuchar, distante, el sonido de la carne desgarrada y los huesos al ser machacados por una poderosa mordedura durante otro par de segundos o tres y luego… nada. Salvo Auria y Theonil, que aún escucharon suficiente para confirmar a los demás que el monstruo debía haberse internado de nuevo en la espesura, porque les pareció oír el sonido de la maraña al troncharse y romperse bajo el paso del ser.