Partida Rol por web

Tras la embestida de la criatura contra la rama, Gaëlle se adelantó para buscar angulo de tiro. Todo lo que podía hacer por Nasha en ese momento lo había hecho ya, ahora tocaba acabar con aquel monstruo. Volvió a tensar el arco con la flecha que antes había decidido no lanzar y, con decisión, disparó hacia aquel demonio.  

Reaccionando rápidamente ante la nueva embestida de la bestia, Evea recargó su arma y disparó nuevamente hacia la mole. Pudo notar con cierta satisfacción cómo en esta ocasión impactaba en el blanco. Y no había sido la única, Gaëlle también había hecho diana en... la cosa salvaje aquella.

Sin embargo aquello no bastó para detenerla, pues de un zarpazo enganchó al elfo y se lo llevó aunque, por suerte, la pequeña Nasha caía plácidamente afectada por algún tipo de magia protectora, dedujo que la lanzada por la bardo previamente. 

-No creo que volvamos a ver al elfo ese...- pensó lúgubremente, dando por perdido a un valioso testigo que podría haberla dado información del paradero de la paladín. Se estremeció nuevamente sólo de pensar qué calvarios podría estar pasando en ese mismo momento...

Sin embargo mantuvo el arco aprestado y alerta; la joven caería al suelo y seguramente correspondiera a su padre el ser el primero en llegar hasta ella y consolarla. Evea se conformaría con que la bestia no les pillara por sorpresa cuando volviera, pues por descontado que lo haría.

Rápidamente las dos humanas se apresuraron a disparar a la bestia, tan rápido como sus manos les permitieron cargar los arcos, Evea unos segundos después de Gaëlle para dar unos pasos que le aseguraran un tiro más cercano contra el ser de endiablada velocidad.

Con una precisión envidiable, las dos flechas volaron certeras hacia la espalda de la criatura, que ya caía destripando al elfo en su carga suicida. La flecha de Gaëlle, directamente contra el corazón del monstruo, la de Evea apenas unos centímetros más abajo. Un par de tiros que hubieran matado a un experto guerrero.

Ambas flechas chocaron contra la espalda del monstruo con el mismo sonido con el que antes lo habían hecho al chocar con el tronco del árbol. Con una desilusión que no tardaría en convertirse en intranquilidad rayando la desesperación, apenas tuvieron tiempo de comprobar que las saetas permanecían apenas aferradas por la punta un segundo antes de desprenderse, sin haberse encarnado lo suficiente. ¡Lo que quiera que se estaba llevando - y despedazando -a Brien era algo realmente duro.

Tras soltar la flecha y mientras la intranquilidad que le generó su escaso éxito en el ataque, a pesar de su soberbio disparo,  terminaba de permear su mente y asentarse en la certeza de estar ante el enemigo más terrible al que había hecho frente hasta ese momento (al menos sin la presencia protectora de Lady Tianna para aliviar la desventaja), Evea pudo notar otra vez, muy lejana y angustiosa, la presencia aullante de su mentora alejándose hacia el abismo, junto al monstruo y el elfo.

Auria contemplaba los rastros de sus compañeros y principalmente el de su compañera Selen. Miraba a todos ellos como esperando el siguiente paso a dar. Ver a Nasha gravemente herida y a la criatura llevarse al elfo a esa gran velocidad le habían dejado sin palabras durante un largo rato.

No pudo decir mucho, pero salió corriendo donde estaba Nasha para ayudarla con la herida que le habían causado, rasgó las telas de su ropa para cubrir la herida que le habían causado con la esperanza de que dejara de sangrar. Quizá necesitase recurrir a la magia, pero por el momento aquello podía ser una medida más que suficiente.

-¡Maldición! - se quejó Gaëlle al ver que su certera flecha no tenía los efectos que esperaba. De inmediato su expresión de queja se tornaba en una de preocupación al darse cuenta de lo que eso implicaba. ¿Como demonios iban a vencer a aquella criatura? 

Tras ver como la bestia desaparecía entre la maleza corrió escaleras abajo. Cuando Nasha llegase al suelo iba a necesitar que alguien le cubriese las espaldas. 

Karlack encajó otra flecha en al arco. No podía avanzar porque entre su peso y la inestabilidad del sitio corría peligro de caer.

Soltó un bufido mientras tensaba la cuerda, desde luego el guerrero prefería el cuerpo a cuerpo pero dadas las circunstancias era lo que había.

Dejó que la flecha volara hacia su objetivo, estaba desprevenida y a lo mejor no se esperaba su ataque lejano, si conseguía darle a lo mejor conseguía llamar la atención suficiente para que se acercara y tenerla a golpe de su espada

Una tercera flecha voló certera del arco de Karlack, como las de las mujeres, se dirigió hacia la espalda del monstruo... y como las de las mujeres, resonó como si chocase contra una recia tabla, quebrándose con la furia del impacto sin apenas producir daño a pesar de que era un impacto como para, al menos, haberse encarnado incluso en un jabalí.

Para ese momento la pareja formada por el monstruo y el elfo se había alejado del radio de la luz mágica que había conjurado Theonil, aunque al recibir la tercera flecha el monstruo había girado la cabeza un segundo, rugiendo de forma aterradora, justo el tiempo suficiente para que todos pudieran ver dos pozos de luz roja donde debería haber unos ojos que impidieron distinguir detalles del rostro de la criatura.

Aunque no parecía haber recibido daños serios, sí parecía que le había enfadado muchísimo hacerlo.

Theonil siguió corriendo hacia el lugar por el que Nasha había superado el borde de la rama, se lanzó al suelo hasta que la mitad de su cuerpo quedó colgando. Estirando las manos, luchó por agarrar las de su hija, que se movían desesperadamente mientras bajaba lentamente, como si fuera una pluma. Sus manos se estiraron a la desesperada, si el conjuro de Gaëlle no hubiera ralentizado la caída de la niña, no habría llegado ni de lejos, pero consiguió agarrar la punta de sus dedos en su puño, deteniendo por el momento la caída de la pequeña aasimar. 

El aasimar giró la cabeza, desesperado, hacia sus compañeros. Aunque el conjuro de caída de pluma ralentizaba la velocidad a la bajaba la chiquilla, no hacía nada por rebajar su peso. Era imposible que él solo pudiera izar a Nasha, había llegado demasiado tarde y estaba demasiado fuera de la rama y con una presa demasiado débil para poder subir. Si alguien no le ayudaba en breve perdería la presa y Nasha bajaría hasta el suelo donde se oía al monstruo correr, o peor, él la acompañaría en una caída no ralentizada que le podía matar fácilmente.

Sólo Evea, que había empezado a avanzar por las ramas estaba lo bastante cerca para llegar, con sus pasos ligeros y rápidos que le llevaban caminando con facilidad a una velocidad a la que muchos sólo podrían correr. A la vez, junto a los pies de Theonil, una nube de humo empezaba a tomar forma, a medida que el conjuro de Nívea traía un aliado de la naturaleza para asistir a la druida, que aún sujetaba en su mano el papel que había recogido de la destrozada caja fuerte.

Evea paró en seco cuando la bestia se ocultó, oyendo de nuevo el grito de su mentora. Mirando alrededor, intentando ubicar el origen de esa fuente de preocupación se percató que Theonil necesitaba ayuda. Pasado el peligro, guardó el arco temporalmente y dirigió sus pasos rápidamente por las precarias ramas intentando echar una mano al investigador.

Éste parecía tener problemas sosteniendo a su hija, por lo que la batidora iba a tratar de tirar de él intentando arrastrar a ambos a un lugar más seguro y estable. Mientras iba hacia allá expresó sus temores en voz alta, para que los demás fueran conscientes que aún no había acabado.

-Creo que habrá que bajar de alguna manera- dijo mientras avanzaba entre las ramas- la bestia aún sigue por ahí suelta y...- la voz se la quebró- puede que haya más retenidos -Evea empezaba a angustiarse por la incertidumbre sobre el paradero de Lady Tianna y los constantes gritos que sólo parecía oír ella no ayudaban en nada a mejorar su situación

Al ver la situación en que sus compañeros se encontraban Gaëlle interrumpió su descenso. Theonil había sido capaz de alcanzar a Nasha pero, pese a la ayuda de Evea, parecía a punto de perderla. Echó un rápido vistazo alrededor buscando algo que sirviese de ayuda... nada. Pensó en el cinturón que sujetaba el carcaj, si se lo lanzaba a Nasha y ella conseguía agarrarse, después podrían subirla entre todos... pero estaba demasiado lejos, ¡demonios!.  Encima su arsenal de conjuros estaba agotado por culpa del festival. ¿Por qué estas situaciones nunca se presentaban cuando estaba preparada? 

¿Que puedo hacer? Piensa, Gaëlle, piensa... Oh, por Olidammara... Gaëlle, ¡Acuerdate de quien eres!

Comenzó a correr hacia ellos, al tiempo que trataba de entonar una tranquilizadora melodía que permitiese a sus compañeros concentrarse en sujetar a Nasha, olvidándose por un momento del monstruo, de Brien y de todo lo que estaba pasando. No creía que fuese suficiente para que la subiesen, pero quizá le diese tiempo a ella o a Karlack para llegar hasta allí. 

La elfa contuvo su invocación un segundo, para evaluar la situación y decidir los movimientos finales de su conjuro. La precaria situación de Nasha se impuso, y la nebulosa de su hechizo creció delineando dos inmensas alas, luego un cuerpo de plumas blancas, un pico ganchudo de ave presa; cuando el gigantesco buho se hizo sólido y un par de ojos profundos e inteligentes la miraron, la druida le habló, casi gritando -¡por favor, sujeta a la niña! ¡que no caiga! ¡hay un monstruo allá abajo!-

aclaratoria, para ahorrar tiempo, que ya estuve revolviendo los libros, el buho gigante es una bestia magica de inteligencia 10 que habla comun (y silvano). Tambien es de alinamento bueno.

por eso directamente le hablo.

En cuanto vio aparecer a la criatura de Nivea, Auria decidió hacer lo mismo. Comenzó a murmurar unas palabras lanzando una plegaria a la naturaleza para que pudiera convocar a uno de sus compañeros conocidos durante su tiempo en el aquelarre. Decidió, rezar durante unos segundos para pedirle al Gran Hipogrifo que se materializara allá donde más falta hiciera. Quizá el búho de Selen no tuviera suficiente fuerza para sujetarla, pero con la ayuda de su fiel aliado, quizá lograse aumentar las posibilidades. Aunque quizá llegase tarde...