Partida Rol por web

La carrera junto a la Teniente Recta apenas les llevó unos minutos, un poco tensos después de la charla porque la mujer se quedó callada y muy ceñuda. Por suerte la espada de la elfa, que había desenvainado, brillaba tenuemente, aunque con un pálido tono azul que se extendía varios metros alrededor como si hubiera luna llena y cielo despejado. Atravesaron juntas toda la ciudad y se internaron por una vereda rodeada de la maraña impenetrable que protegía las fronteras del bosque, después de unos cientos de metros, cuando habían perdido totalmente de oído al guardia que las seguía, llegaron a su destino.

Lo primero que distinguieron fue tres o cuatro figuras de espaldas, también una guardia que con aspecto aturdido y tartamudeando intentaba alejar a la gente y enviarles de vuelta a la ciudad, aunque ellos se esforzaban por mirar algo que había más allá de la guerrera. Un grito de horror de uno de los curiosos, predispuso a Evea para lo que estaba por venir.

Presurosa avanzó junto a Recta hacia el grupo, pudo distinguir más gente que se aproximaba por otras sendas más pequeñas e incluso entre las zarzas, muy despacio y con extremo cuidado. La teniente se abrió paso entre los espectadores, con la humana pegada a sus talones, la luminosidad azul de la espada encantada iluminó una escena dantesca, aumentando su irrealidad con su brillo difuso.

En mitad del camino había un enorme charco de sangre, que alcanzaba ambos lados de la vereda y empezaba a empapar la vegetación de alrededor, en su centro estaba el cadáver que lo había provocado.

El muerto era un elfo. Tenía los ojos muy abiertos, de auténtico pánico, era fácil deducir. Algo con grandes y afilados dientes y una mandíbula de buen tamaño, parecía haberle arrancado de un solo mordisco toda la carne que iba desde el labio inferior hasta bien entrado el cuello dejando al descubierto los dientes y el hueso del mentón, así como un desagradable espectáculo de jirones sanguinolentos; de los vasos sanguíneos seccionados aún salía a borbotones un pequeño flujo de sangre; pero eso no era todo, unas garras grandes habían sido empleadas para abrir el pecho en canal y estirar hacia fuera rasgando la caja torácica para revelar el interior con una fuerza sobrehumana, el contenido parecía haber sido masticado, distraídamente, más como entretenimiento que por auténtico hambre, sin que pareciera la obra de un animal que, probablemente habría tenido una comida favorita por la que habría empezado y completado.

Sin signo de emoción, salvo por un sutil cambio en su mirada, la teniente Recta se hizo cargo de inmediato de la situación, no había rastro de sus amigos y, mientras escuchaba a la teniente dar instrucciones pudo notar que más personas llegaban.

-“¡Sheeles! ¡Serénate y contrólate, mujer! ¡Aleja a los curiosos y no dejes que se acerquen al cadáver! Dame tu capa.” – Probablemente hablaba con la guardia que habían dejado atrás-
- “Ustedes, ¡aléjense!, vuelvan a sus casas, la guardia se hará cargo de la situación.” – después el tono de la teniente bajó y sus palabras quedaron apagadas por un alarido desgarrado de pena seguido del llanto y los lamentos desconsolados de una elfa.

Una mujer elfa se había abierto paso entre los mirones y se había derrumbado sobre el charco de sangre entre sollozos, totalmente ida, presa de convulsiones por el llanto, se abrazó al muerto y empezó a devolver al interior del cuerpo las vísceras medio arrancadas, como tratando de curarle. Inmediatamente Aleena se acercó y la obligó a levantarse, tras dejarla al cuidado de otras dos elfas igual de llorosas que se le parecían mucho, cubrió el cadáver con la capa que había pedido a la guardia. Para ese momento el otro guardia, el que había echado a correr con ellas llegaba y la teniente le ordenó que ayudara a Sheeles a apartar a los curiosos.

Es inútil... No podemos avanzar más... Están a punto de arrancarme la piel las malditas zarzas... -Dije, mascullando entre dientes. - Encontrad a Nasha, por favor... -Dije mirando a las druidas- Nosotros nos encargaremos de esto. -Quizá debería hablar con la teniente Recta. Nuestros informes pueden no ser ahora tan descabellados.

 Sin especial sobresalto, pues tras varios combates contra fanáticos acólitos y demonios tenía el corazón endurecido ante semejantes escenas, la muchacha centró su atención en el charco de sangre, buscando en él algún rastro. Se la criatura que había causado estos destrozos se había entretenido a devorar en parte el cadaver, sin lugar a dudas debería haber quedado empapada de sangre.

 Evea rodeó la mancha y se agachó buscando unas huellas no humanas ni huellas que pudieran pertenecer a la criatura.

Evea comenzó a rastrear la zona, pero inconscientemente su mirada se dirigía siempre hacia el macabro cadáver. Había algo antinatural en las heridas y, aunque el descuartizamiento no le era nuevo, la presencia de mujer, quien era por lo que pudo deducir la esposa del fallecido, distraía su atención con pensamientos sombríos que se mezclaban con la profecía de Tianna.

Por si fuera poco, un grupo numeroso parecía haber atravesado el charco de sangre por todos lados, las huellas originales parecían haberse perdido, aunque al menos dedujo que cerca de media docena de personas habían entrado en la espesura por un punto determinado, muy dañado pero que empezaba a cerrarse mágicamente. Escuchó atenta y le pareció oír no muy lejos, dentro del muro de zarzas y espinos, voces de varias personas hablando y quejándose; no era raro, si se habían internado ahí, se estarían dejando la piel como un acerico.

Despues de la decepcionante persecución, Selen se sentía aporreada por un día que para ella había sido absolutamente frenético. Se sentía como las gacelas llevadas en estampida de izquierda a derecha por un grupo de leones en plan de jugar.

Apoyando una mano en un árbol con la otra se tapó los ojos y trató de encontrar un poco de quietud para ordenar sus emociones-

-Auria, no podemos correr así a ciegas hacia el peligro. Necesitamos saber algo más de lo que está pasando. Vamos, los rastros se van a quedar donde están por unas horas más o menos. Reunámonos con esta gente que parece saber unas cuantas cosas que nosotras no. Aquí hay muchas cosas que no conocemos: esta criatura abominable, los rastros de lucha que pasamos hace un rato (tenemos que volver a examinar eso con cuidado) cierto que había ésta carta -y mientras habla la saca de entre sus ropas- la sacerdotisa que desaparece, y el bosque en sombras. Qué cantidad de cosas terribles ¿cómo se une todo esto?

¿y de quién sera esta carta? - y la abre dispuesta a leerla en voz alta para Auria.

-Deberíamos volver - sugirió Gaëlle al llegar - Sea lo que sea lo que perseguimos, es más rápido que nosotros. Ya ha escapado. 

Gaëlle observó la marca de las garras en el árbol, tratando de reconocer que podía haberlas causado, y fijándose en si seguían árbol arriba.

-Deberíamos alertar a la teniente Recta y a la guardia. Esa criatura podría volver, todos deberían estar alerta. 

Cuando acabó comenzó a desandar el camino de vuelta a la escena del crimen. 

Será lo mejor... - Dije, asintiendo. Dicho eso me acerqué a la teniente Recta,  dando a enter que estaba ahí por mis pasos.

-Ahora el loco del detective parece tener razón, ¿no? - Me agaché al lado del cadáver, echando un vistazo para dilucidar algo más sobre la naturaleza del ser. - es rápido, capaz de caminar por el bosque; imposible que sea un oso. Con garras y potentes fauces, ha atacado con aburrimiento y desidia. - me acerqué más para hablar por lo bajo, sin que las demás personas no involucradas escuchasen- Como señalaron las druidas antes, es imposible que ese ser sea natural. Según nuestras investigaciones, puede ser algún tipo de demonio menor, posiblemente algún tipo de sirviente de Orcus, basándome en la historiografía de Zoguejo. En mi opinión, hay que movilizar a la guardia y a los guardaespaldas estirados del principito, o el conserje del rey, o quién demonios sea. Habrá puñaladas en las calles y algún disturbio... Preferible a un ataque de estos seres.

 La muchacha negó con un gesto ante el escaso éxito de su búsqueda, simplemente señaló las pisadas apresuradas del suelo, que habían cruzadoel charco de sangre e indicó hacia donde escuchaba los sonidos de voces apagadas en la espesura. Indicando mudamente a Recta hacia donde podrían encontrar el causante de esta carnicería.

 Sin añadir nada más, en respeto a la viuda, la muchacha se apresuró a seguir la marcha de las huellas y perderse entre la espesura.

Auria se miraba algunos de los arañazos que le habían alcanzado a hacer las ramas y se miraba también las palmas de sus manos. No daba crédito a todo lo que estaba pasando en tan solo unos días. Todo aquello le empezaba a superar y su escasa experiencia le empezaba a hacer sentir una dependencia muy grande sobre Selen.

Sus palabras eran ciertas, había que volver con el grupo puesto que de poco servía continuar así, aquellos hombres tenían que explicarle todo lo que sabían y entre todos compartir la información, quizá lograsen unir todos los puntos.

Selen, llevas razón, lo mejor será que nos reumanos con ese grupo. Supongo que si estamos las dos juntas no nos harán daño y lo mejor será que compartamos nuestros conocimientos y nuestras experiencias con ellos. Esto empieza a sobre pasarnos, creo que todo lo que está sucediendo aquí no va con nosotras, o al menos conmigo, pero estoy asustada y por lo tanto quiero investigar. Solo espero no acabar como el muerto.

Bien, hermana, vayamos con aquellos tres, veamos que tienen que contarnos.

Cansada y preocupada Selen se resigna a haber perdido el rastro de la criatura.

-Sí, no tiene caso, volvamos- Comienza a caminar sin apuro hacia la ciudad, tratando de unir todas las cosas que vieron y las que escucharon de aquellos extraños en quienes habían decidido confiar. De repente se viene a la mente la imagen angustiada de Theonil pidiendole que encuentre a su hija. En la naturaleza hay muy pocas especies donde el macho se preocupe de su cría, y esa es una de las pocas cosas que para la druida marcan la diferencia entre las especies más "racionales" contra las animales; es algo que siempre la ha conmovido y hecho sentir orgullosa. -Ah, Auria, nos estamos olvidando de algo ¿recordás de la escena de lucha que pasamos mas allá? ¿justo cuando escuchamos el grito del muerto? No estamos lejos, ¿por qué no investigamos bien eso primero y nos aseguramos que no haya tenido que ver con la niña del pelo blanco?