Partida Rol por web

Roan sugirió bloquear la puerta, pero lo cierto es que los niños empezaron a salir por las ventanas, como si fuesen gusanos cayendo de una red llena de agujeros, y una vez en el suelo, se pusieron en pie y ayudados por sus pequeñas y putrefactas piernas, se dirigieron hacia vosotros.

A Jack lo había pillado en el coche, así que era el único que no tenía campo libre para huir. Ahora debía intentar salir de allí como fuera.

A mí me pareció que otra vez se desataba el puto infierno. Los niños que se asomaron no daban lástima ni infundían miedo, pero sí respeto. Claro que en cuanto empezaron a salir, lo único que se me ocurrió decir era que a la mierda los niños. Rápidamente tiré de Staci para alejarnos del autobús, sobre todo al ver que Larry hacía lo mismo.

Mientras caminábamos hacia atrás, busqué con la mirada a Keira, que estaba con el padre examinando la ambulancia. En aquellos instantes, me hubiera gustado tenerla a mi lado, pero no había tiempo. La buena noticia era que los niños no podrían correr más que nosotros. La mala, que no creía que fueran a cansarse de hacerlo.

Después de lo sucedido en el hospital, en donde nos habíamos visto encerrados, ahora la situación era muy diferente. Teníamos una elección, huir, y a mi entender, eso era mejor que quedarse allí disparando.

-¡Rápido, hay que salir de aquí! -dije en voz alta, esperando que todos estuviesen de acuerdo conmigo.

Los ruidos emitidos por los niños no pasaron desapercibidos para nadie, pero mucho menos para quien quiera que estuviese dentro de la ambulancia. De repente, Keira y el padre empezaron a escuchar gruñidos que podían ser tanto de un oso como de un hombre cabreado.

A saber.

Pero claro, la ambulancia también empezó a tambalearse y moverse de un lado a otro, así que fuera lo que fuese, era más grande que todos vosotros, o más fuerte. 

Y ya estamos otra vez. Del autobús resuenan extraños ruidos que parecen de niños... sí, niños zombies. Joder, eso sí que da escalofríos.

Así que me alejo en cuanto los demás empiezan a hacerlo también, y cuando los veo salir del autobús por las ventanillas, me pongo a temblar.

Claire grita que corramos, y vaya si tiene razón. Vamos a tener que largarnos a toda pastilla si no queremos ser comida de bebés. Si alguna vez pensé en tener niños, esta visión acaba de quitarme las ganas.

-¡Pero qué mierda es esto, vámonos de aquí ya!

Al mismo tiempo, por el otro lado, la ambulancia abandonada empieza a moverse. Pero qué coño hay en el interior. ¡Un bigfoot! Esto es una maldita trampa, pienso.

En unos momentos todo se empezó a torcer. Nada más que divisé a los muertos que salieron del bosque, empezó la 'fiesta' en nuestro lado. Por un lado los chic@s que fueron al bus se toparon con niñ@s zombis y por otro lado Keira y el cura con algo inmenso que trataba de salir de la ambulancia. Había que actuar rápido e inmediatamente. Salí corriendo a ayudar a Jack mientras iba gritando a mis compañeros.

-"¡Roan! Ayuda a los del autobús a salir de ahí y correr hacia la ciudad, ¡vienen decenas de muertos por los laterales! Si nos atrapan aquí estamos perdidos. Yo iré a ayudar a Jack y después a Keira y a John, ¡rápido!"

Empecé a sortear los coches para llegar al coche patrulla. Al llegar, empecé a golpear y a empujar a los primeros niños que se acercaron al coche para darle tiempo a Jack a que saliera y pudiera empezar a huir.

-"Rápido teniente, salga y diríjase a ayudar a Keira y John. Voy detrás de usted."

Seguí pateando y empujando los minúsculos cuerpecitos de los pobres niños hasta que vi que Jack salía y corría. En ese momento me lancé a la carrera en pos de él.

-Sabía que hoy me llegaría la hora... si salgo de esta Dios, prometo no blasfemarte más, si no pues que te den...

Jack intenta salir del coche, pero no lo consigue. Ya sea por las prisas o porque quiere ir demasiado rápido, no le resulta sencillo ponerse derecho y abrir la puerta.

Mientras tanto, el sargento mantenía a raya como podía a los niños, que sin embargo eran cada vez más numerosos, con sus pequeños brazos intentando agarrar la ropa del sargento y sus bocas abriéndose y cerrándose entorno a un imaginario trozo de carne, que bien podía terminar siendo parte de Jack.

Estoy a punto de intentar forzar la puerta trasera de la ambulancia con cualquier cosa que vea por la carretera, cuando entonces la voz de Zach hace que me gire al instante. ¿Niños zombie, en serio?, ¿putos niños zombie? ¡Mierda, Claire! Siento como mi corazón se para por un instante mientras la busco con la mirada y veo que está junto a Staci, fuera del autobús. Aquello me hace soltar un suspiro de alivio, pero apenas dura un instante cuando la ambulancia a mi lado comienza a agitarse de un lado para otro y los golpes que provienen del interior parece que van a abrirse hueco por aquella chapa de un momento a otro.

- ¿Pero qué coño… - me quedó sorprendida durante un segundo alejándome lentamente, caminando hacia atrás, cuando al escuchar la voz de Claire diciéndonos que corriéramos me hizo reaccionar - ¡Vamos padre, tenemos que salir de aquí antes de que lo haga lo que coño haya dentro de la ambulancia!

Corrí hacia él todo lo rápido que pude y lo agarré, provocando que también tuviese que correr a mi lado para escapar de lo que hubiera dentro, de los niños y por si fuera poco… de los mordedores de los que Tom nos alertaba que se acercaban. Puto momento en el que decididos acercarnos a esta jodida autopista, parecía que todas las decisiones que tomábamos eran la peor que podíamos tomar, una tras otra.

- ¡Claire! – grité mientras la buscaba con la mirada sin dejar de correr todavía con una ligera cojera, aunque la venda que me había puesto me ayudaba a aguantar bastante el dolor.

Acercarse al autobús había sido un error, porque habían despertado a todos esos niños, que daban grima solo con verlos, y ahora parecía que teníamos el peligro por todos lados. 

De pronto, todo el mundo estaba corriendo. Claire, Staci y Larry para alejarse del autobús, Keira y el padre, de la ambulancia, Zach... para quitarse de en medio.

¡Joder, no estoy preparada para volver a correr!

Veo entonces al sargento que se dirige hacia el coche patrulla para sacar al teniente, y que empieza a darle patadas a los niños mientras tanto. Es... surrealista.

-A la mierda -digo finalmente, y me lanzo a correr para ayudar al teniente. No iba a quedarme sin hacer nada.

Cuando llego, le alargo una mano.

-Venga teniente, de un salto y vayámonos de aquí cagando leches -le digo, aunque no acierto a cogerle.

Dios protege, sí, pero correr es de sabios.

Keira no tuvo que convencer al sacerdote para que éste echara a correr a su lado en busca de la salvación (la terrenal, no la salvación eterna como les esperaba si entraban en la ambulancia)

Dios santo bendito estuvo a punto de decir. Sin embargo lo que sus labios pronunciaron no fue para nada cristiano.

- Me cago en la puta, ¿qué demonios hay ahí dentro?

Solucionó el taco persignándose sin dejar de correr mientras mantenía el inservible garrote por si aparecía alguno de esos niños zombies que resulta que ahora había por todas partes.

Pero él se consideraba un buen pastor y tenía una oveja en peligro. Nada menos que el teniente y una de las chicas que se había acercado a ayudar.

- ¡Allí! - exclamó dirigiéndose a la soldado mientras señalaba el coche de policía e intentaba dirigir a Keira para que corriera hacia allí.

Tras levantar el pulgar hacia Tom y Roan y mostrarles desde el coche el arma que acababa de encontrar, seguí rebuscando entre la tapicería todos los cartuchos que pudiera reunir. Resultaba irónico que hace unos minutos estuviera pensando en la necesidad de no bajar la guardia en ningún momento si quería permanecer con vida y ahora verme con medio cuerpo dentro de un coche abandonado en mitad de una zona que apenas habíamos revisado. 

La irrupción de esos niños zombie me pilló por sorpresa por partida doble, ya que ni lo esperaba ni me dí cuenta a tiempo. Cuando escuché el grito de Larry me dí un cabezazo con la guantera y apenas tuve tiempo de recular para evaluar si podía huir o encerrarme dentro. Con el corazón disparado y el resurgir de ese familiar temblor de piernas y manos que ya había experimentado durante otros picos de estrés, apoyé mal una mano al revolverme, perdí el equilibrio y caí hacia atrás, quedando con la cabeza en el hueco del reposa pies del copiloto, mientras intentaba alejarme de la puerta abierta impulsándome con las piernas sobre el volante y el asiento del piloto. Me estaba reventando la espalda con la palanca de cambios. 

Tessa apareció detrás mio y trató de agarrarme, pero no podía incorporarme ella sola. La escopeta estaba a mi lado, sobre el asiento del copiloto. Desde mi posición veía a Tom por la ventanilla haciendo frente a esos monstruos para crearme la oportunidad de escapar y que no se metieran aquí dentro.  

- ¡Tessa, coge la escopeta y ayuda a Tom mientras yo me incorporo, está cargada!. 

Agradecía que Tom se estuviera poniendo en peligro para ayudarme, pero él era un auténtico soldado como ya demostró en el salto del acantilado, quedándose el último para asegurarse de que nadie quedaba atrás. Cosa que yo no hice. 

Pero Tessa no tenía motivos para ponerse en riesgo por sacarme de allí. Ya había demostrado con creces su valentía en otras ocasiones, pero ahora me había impresionado mucho.  

El sonido de mi propio nombre me hizo detenerme en mitad de nuestra huida, mientras Staci y Larry continuaban corriendo. Al girarme, vi a Keira corriendo hacia mí, cojeando ligeramente, y al padre detrás, desde la ambulancia que habían ido a examinar.

Los niños estaban rodeando el coche de policía, a Tom, Jack... y Tessa, y entonces me fijé, por vez primera, en que una oleada de zombies venían hacia todos nosotros desde el exterior de la carretera.

-¡KEIRAAAA! -grité, desesperada. No sabía qué hacer. Tessa estaba en un apuro pero el camino entre las dos estaba cortado y si perdíamos demasiado tiempo, todos moriríamos allí mismo. 

¡Joder!

En ese momento estaba junto a un coche que no tenía muy mal aspecto. Quizás... quizás tuviese gasolina. Era un riesgo, porque si no podía hacer nada con él, quizás me quedase atrapada, pero también podía significar nuestra huida.

Así que tomé una decisión.

Abrí la puerta, entré en el coche e intenté arrancarlo. Tenía las llaves puestas, tal y como sospechaba, así que todo era cuestión de batería y gasolina.

-¡Vamos, vamos! -exclamé, nerviosa.

Roan seguía preocupado por los del autobús, al fin y al cabo si alguno era mordido ahora iba a ser casi imposible salvarlos.... más imposible todavía, quería decir.

Cuando el sargento le gritó que fuera a ayudar a los del autobús, un grupo de neuronas le dijo que huyera..y otro grupo le dijo que fuera a auxiliarlos: como si de un parlamento se tratara hubo una votación en la cabeza de Roan. Una de esas votaciones ajustadas donde las luces del marcador de votos se iban iluminando en verde y rojo. 

Y ganó el rojo.

Es decir, no iba a huir...por poco, así que corrió hacia el autobús como le había indicado el sargento donde Staci y Larry luchaban con escapar:

-¡Vamos! ¡Vamos! Corred- levantó el arma robada a Jonas apuntando a los zombies que se acercaran demasiado a ambos estudiantes como para ponerlos en peligro.

 Lo que parecía ser una tarea inofensiva de exploración en búsqueda de víveres de niños muertos, terminó convirtiéndose en el mismo infierno en la tierra. Todos aquellos niños, muertos y jadeantes con sed de sangre, estaban a punto de abalanzarse al grupo de adolescentes que subió al bus. Por suerte, tuvieron la ventaja de que, a diferencia de otros muertos, estos eran más pequeños y hasta incluso parecían menos feroces que el zombie adulto.

 Aún así, había que correr. Staci puso su mente en eso justo en el momento en el que tanto Larry como Claire la agarraron de las manos y empezaron a llevarla afuera del bus y lejos del mismo. Casi tropieza por la acción, pero se la veía venir debido a la naturaleza proteccionista de sus compañeros. Finalmente se liberó del agarre y siguió corriendo sola.

- ¡AAAAHHHHH!

 Corriendo sola y gritando de terror. No era fácil ver a tantos niños muertos... especialmente cuando te tenían como objetivo

Con un quejumbroso ronroneo, tras pisar varias veces todos los pedales habidos y por haber, el coche arrancó. Parecía no haberlo hecho en mucho tiempo, y un humo negro salió del tubo de escape, ocultando a todos bajo una espesa y desagradable niebla.

Claire había conseguido un vehículo, no se sabía por cuánto tiempo ni tampoco en qué estado, pero que al menos bien podía serviros para salir de allí.

Aquel jodido lugar parecía haberse vuelto loco, mezclándose esos niños cayendo por las ventanas del autobús para perseguirnos, lo que coño hubiera dentro de la ambulancia que amenazaba con reventarla y los mordedores que se acercaban por los laterales. Estábamos bien jodidos. Así que cuando vi que Jack y Tom tenían suficiente ayuda no tardé más de unos segundos en localizar a Claire con la mirada al escuchar cómo me llamaba. Debía estar con ella, maldita sea, por lo que en cuanto el padre comenzó a correr hacia el resto de su grupo me aparté un poco de él para dirigirme hacia el coche que intentaba de arrancar.

– ¡Vaya con ellos padre, iré a ayudar a Claire a poner el coche en marcha! – grité sin llegar a detenerme, pasando entre los coches y restos que había por el suelo todavía con dificultad por el tobillo que no dejaba de dolerme.

Cuando llegué junto a ella vi que había conseguido arrancar el coche y una enorme nube de humo negra salía de la parte trasera. Aquel vehículo no aguantaría demasiado, pero puede que fuese el camino para sacarnos de allí, aunque éramos demasiados.

– ¡Aquí chicos, venid al coche de una puta vez antes de que nos alcancen! – vociferé al resto para que supieran donde ir, con la esperanza que me escucharan entre todo aquel caos – ¡Claire ha arrancado el coche, vamos, moveos!

Aún junto a ella me quedé fuera del coche por si alguna de esas cosas se acercaba poder apartarlo de él para dar un poco más de tiempo al resto. Debíamos largarnos de allí ya, o nos uniríamos al resto de cadáveres que había en esta maldita autopista.

Keira fue la primera en llegar al coche, pero cuando lo hizo, ella y Claire se dieron cuenta de que la situación era mucho más grave de lo que parecía. Los zombies que se acercaban a la carretera estaban al llegar, los niños, empezaban a rodear al sargento y a Jack y en poco tiempo los superaría, y la ambulancia continuaba moviéndose como si estuviese a punto de volcar. Lo que fuese que había allí dentro, acabaría saliendo, sí o sí.