Partida Rol por web

Un poco resignada ante el concepto de la moda y la estética del gnomo barbaro, la elfa lidera la marcha. - Tratad de no hacer... mucho ruido ¿vale? - cuando sale de la sala y se dirige hacia las puertas ve como el gnomo gira la cabeza y argumenta que quiere explorar la sala que dejaron antes de llegar al castillo. Sin duda piensa que hay más tesoros o enemigos. No sabe cual de las dos opciones prefiere. Encogiendose de hombros la elfa se encamina hacia allí, pues ella no tiene ninguna preferencia.

Cuando salís de los aposentos de Mulkelmor veis que las puertas de la izquierda, las que había propuesto Lanfear están abiertas. La elfa escucha sollozos y algún quejido de la habitación que hay tras ellas.

No podemos dejarles así, seguramente son más esclavos. La druida olvidando planes anteriores se encamina hacia los gemidos

—Bah, está bien, miremos por ahí. Aunque no creo que haya nadie a quien golpear, y no creo que vayan a moverse... —comento a Lanfear al ver que se dirige hacia los lamentos.

Esta enorme estancia contiene tres pozos grandes. Uno contiene un estanque de agua, pero dos son simplemente fosos profundos con escaleras que bajan. Un enorme brasero lleno de carbón se asienta cerca de una pila de escombros en la parte sudeste de la estancia. En uno de los pozos se pueden ver 12 humanos harapientos y algo desnutridos.

Lanfear enciende un cetro solar que envuelve con su capa para atenuar la luz, pues seguramente los duergars tuvieran a estos desdichados seres en la oscuridad. No quiere dañarles con una luz demasiado brillante.

Dispuesto este preparativo se acerca al borde y trata de animarles a salir con palabras amables - Buenas gentes, estáis libres, hemos acabado con vuestros carceleros. Esos duergars no os volverán a molestar. Una vez abatido Mulkemor, no creo que si alguno ha sobrevivido tenga ganas de problemas.

- Subid, os dare comida y lo que pueda. Vamos no seais tímidos.

Clio solo observa en silencio.  

Los prisioneros reaccionan temerosos al principio pero enseguida se comienzan a subir cuando os ven. Son siete hombres y cinco mujeres de edades entre los quince y los treinta. Por sus aspecto y olor han estado trabajando duro el tiempo que llevan aquí.

- Gracias, pensamos que no saldríamos de aquí nunca - replica el hombre que aparenta más edad. Mi nombre es Yorun y provenimos de una región al sur conocida como el Bosque de Harken.

Dado que sus compañeros no parecen tomar la iniciativa - pobrecitos - reparte la comida y bebida que trae con los esclavos - ahora ya ha pasado lo peor. - Se quita el arco largo y el carcaj de flechas y se lo entrega a quien le ha dirigido la palabra.

- No podemos escoltaros de vuelta, pero os daré esto por si necesitáis defenderos - le ofrece el arco y las flechas - ayer liberamos a otros esclavos en la otra torre. No se si habrán partido ya o no. Si aún están aquí os sugiero que viajéis juntos, un grupo más grande es más dificil de atacar. Coged de los enanos las armas que podáis.

- Eso si, antes de partir nos interesaría saber en que os hacían trabajar, que planes tenían, con quien tenían tratos... - mientras va sacando un trozo de tiza, un palo quemado de la lumbre o algo que permita ensuciar el suelo y dibuja un sencillo mapa de la torre con las partes que han explorado - ¿Sabéis que hay en estas salas? - dice señalando a los trozos no explorados

Yorun mira el arco y a Lanfear: la verdad es que no sabría cómo usarlo...¿no podríamos esperar a que revisen esto y volver juntos a la superficie? Nosotros no sabemos nada del lugar, nos trajeron aquí después de que unos hobgoblins nos secuestraran en nuestras casas...nunca nos han obligado a trabajar o a realizar tareas...solo sabemos que hace unos días se llevaron a otros pero no sabemos dónde.

Lanfear asiente - por supuesto, en cuanto sea seguro volveremos. Quiero comprobar que no haya más esclavos en el recinto. De momento mejor esperad ahí dentro - señalando a la camara de Mulkemor - parece un sitio seguro de momento. Por si acaso, atrancar la puerta.

—¿Atracar la puerta? ¿Y si vienen tipos malos qué harán? —pregunto a la elfa— Creo que estarán mejor si nos acompañan. Así podrán vernos en acción, y contar a todos lo buenos que somos en los nuestro.

Dicho esto, golpeo el puño contra la palma de la mano, y añado— Sí, desde luego será lo mejor.

la elfa se encoge de hombros ante las palabras del gnomo - de acuerdo, pero manteneros a una distancia prudencial - termina dirigiéndose a los rescatados

- Dijisteis que había otros esclavos ....¿no sería mejor que nos escondiéramos con ellos? , dice dubitativo

Miro al gnomo - Lo vés, prefieren dejar que nos encarguemos nosotros del resto y luego les vengamos a buscar - volviendose hacia los rescatados - Claro, os llevarémos con ellos... bueno, donde los dejamos ayer, espero que sigan allí.

Yo creo q esta bien dejarlos encerados. Tanto para nuestro sigilo como para su seguridad.