Partida Rol por web

Finalmente pude desvelar por voz de la doncella, cual era el motivo de la turbación de los Grumm.
Uno de los chicos parecía haber muerto recientemente....

Tiempo difíciles, sin duda. Desgraciadamente no hay nada que yo pueda hacer para ayudar en tal coyuntura. Mi más sincero pésame...y ahora si me disculpa... la deje ir por fin hacia las cocinas.

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Ojeo con serio interés las mercancías del mestizo, y al no encontrar nada que me suscite un especial interés, le digo con una sonrisa.

Falen, "el mercader embaucador". No quisiera perder mi tiempo ni el tuyo. le hablé en tono cordial.

En efecto, me comprometí contigo a comprar alguna de tus mercancías, y a fe mía que eso haré, pero sinceramente... continué un tanto defraudado. ...cuando me dijiste que eras originario del mar de Rhun, pensé que podría encontrar algún articulo más exótico de lo que aquí me muestras...

Como sin duda ya habrás percibido, soy un amante de las peculiaridades... Dije señalando mis armas y los amuletos que colgaban de mis cinturón...

Si no tienes nada de tal singularidad, aconsejame como harías con un buen amigo, o yo mismo elegiré algo juzgando su calidad.

Cuando terminé la compra, me excusé nuevamente con el mestizo, haciéndole saber que todavía tenía asuntos que atender.

Me encantaría acompañarte un rato con la pipa, y conversar al calor de la lumbre. Pero me temo que tengo otros negocios que atender...tal vez más tarde si todavía conservas el ánimo...

Y presto, me dirigí a la habitación del mercader de Gondor.

 ¿"Embaucador"? a pesar de tu amplia sonrisa, que parece calmarlo un poco, ves como el mercader no se toma a broma ese epíteto... al fin y al cabo un comerciante vive de su prestigio No os dije en absoluto que yo fuera del mar de Rhûn, si es que era un mar, si no mi linaje, mi madre más concretamente. Jamás he visto ese mar y no sé si es real.

 Piensa un segundo y después se levanta y recupera su petate de debajo de la cama. Rebusca un rato en él y entonces te enseña una capa de un color pardo grisaceo difícil de definir, que es al tacto como la seda más fina, es casi como tocar agua.

 Perdonad, pero no pensé que tenia ante mi alguien capaz de apreciar las mejores telas... y pagar por ellas. Esta es una auténtica capa élfica, no me pregunteis como la conseguí... es confidencial. Su precio es de 500 monedas de oro, pero aceptaré 400 por ser vos....

Falen no pareció tomarse bien mi pequeña chanza.

Por lo visto, había malinterpretado el grado de complicidad que existía entre los 2.

Su trato para conmigo, un tanto directo y atrevido, me había animado tomarme ciertas confianzas, pero tal vez me hubiese precipitado.

Tal y como sospechaba, el mestizo se guardaba alguno de sus mejore artículos para un público más selecto que los humildes viajeros de la Posada del Camino.

Sin embargo, la realidad superó con mucho mis mejores previsiones.

La capa que me mostró era realmente hermosa, su acabado élfico cautivó todos mis sentidos, y por un momento, quedé embobado al sentir la textura de sus fibras entre mis dedos.

Por desgracia, aquella pieza estaba totalmente fuera de mi alcance.

400 monedas de oro!

Exclamé, conteniendo las palabras en un susurro.

Toda una fortuna…dijé mientras repasaba la pieza con la palma de mis manos…

…aunque yo diría que vale todas y cada una de esas monedas…incluso más, como dices, atendiendo a su extraordinaria factura.

Meneé suavemente la cabeza, como para despertar de un profundo letargo y le respondí.

Finalmente tu juicio no fue del todo desacertado Falen…esta vez, sin añadir ningún adjetivo ocurrente.

Te engañabas tal vez, al pensar que no apreciaría semejante pieza, pero atinabas en que no tendría manera de pagártela. Mis aspiraciones perseguían una peculiaridad menos prohibitiva y quizás, algo más extravagante.

No dejaba de sorprenderme como aquel humilde comerciante podía guardar una pieza de semejante factura. Con seguridad ningún elfo regalaría de buena gana una capa como aquella a un hombre, y menos aún a un comerciante mestizo como Falen.

Probablemente la habría conseguido de algún modo ilícito. Pero yo no tenía modo de saberlo, y por tanto, aquel asunto no me concernía en absoluto.

Puedes guardarlo Falen, no seré yo quien cierre esta compra, no hoy al menos.

Pero este es mi consejo, si te interesa oírlo. Guárdalo bien, y cuídate de mostrarlo abiertamente, como has hecho conmigo ahora. No todos aquellos que te cruces serán ojos inexpertos, y entre ellos, quizás no todos sean tan honrados… o estúpidos como yo. Le dije pretendiendo prevenirlo contra aquello que sin duda ya debería conocer.

Muchos darían su vida, o la quitarían por un artefacto como este, y presiento que no todos privados de justicia… pensaba ahora en el propietario original de la capa y  sus familiares si por un casual la encontraban en manos extrañas…

Dicho esto, le compré un arco para fuego y un par de camisas para doncella…nada de lo que me había enseñado tenía interés para mí, pero había dado mi palabra al mercader. Falen me recordaba un poco a mí mismo, por eso me gustaba y no quería que se fuese de vacío de nuestra reunión.

El arco me serviría de complemento para el Yesquero y las camisas podría dejárselas como regalo a las chicas de los Grumm antes de seguir mi camino por la mañana.

Ahora sí, me despedí de Falen, y me dirigí a la habitación del mercader de hierbas.

 Asi lo hago... y asi lo haré coincidió el mestizo con el extraño elfo.

 Cobró lo que le pidió y guardó la capa élfica a buen recaudo. Cuando Ragnar ya se alejaba le avisó:

 Si sois realmente un buen coleccionista.... tened en cuenta que no solo vendo, también compro... o hago canjes. Quizá en algun momento queráis renunciar a parte de vuestra colección... o objetos recién adquiridos... no dudeis que os haré un buen precio, Ragnar Kallen.

 La complicidad había vuelto, al menos parcialmente, estos orientales eran serios en los tratos y negocios: les debía venir en la sangre. Al elfo le gustó como decía su nombre y se despidió con un gesto de su mano.

 El elfo regresó a las escaleras que descendían a la posada, tomó allí, sin descender, el pasillo de la izquierda. Este le llevó a una sala común efectivamente desierta. Era la más grande con catorce camas, un par de mesas y una docena de sillas. Una única chimenea calentaba la estancia, aunque seguro que las camas del fondo estaban heladas. Cuatro puertas emergían de la sala común hacia las cuatro habitaciones individuales de la posada.

 Ragnar tomó la tercera puerta, la que contaba con el número dos en la puerta, accediendo a las estancias del gondoriano Goldbang. El oriundo apotecario lo recibió con camisa larga de dormir y gorro también de dormir. La estancia estaba fria, pero Goldbang parecía sudar a pesar de todo.

 Sobre la cama había dispuesto una gruesa tira de cuero y, sobre ella, había bolsas y flascones debidamente identificados.

 Elige lo que quieras y pagame antes de cogerlo... quiero dormir, date prisa...

Así lo haré Falen. Dije, respondiendo a su espontáneo ofrecimiento y recuerda, si en tus viajes te topas con algún artículo “diferente”, como podría serlo un elfo vestido de norteño... Comenté mientras sonreía divertido...Aquí tendrás a alguien interesado en echarle un ojo.

No se hacía donde guiará mis pasos el destino…expliqué dando por hecho que el mercader frecuentaría la posada regularmente,…pero si mi camino me conduce de vuelta por estos lares, preguntaré por ti para que podamos comparar rarezas.

Una vez más, cuando entré en la habitación de Goldbang, me encontré con más de lo que podía  abarcar.

Empezaba a pensar que aquella posada era en realidad el refugio clandestino de una especie de emporio comercial.

Los precios eran del todo prohibitivos para mis humildes ahorros. Incluso las hierbas más económicas, excedían por mucho mis reservas en líquido, y dudaba mucho que aquel gerifalte de los negocios aceptase ninguna de mis pertenencias como  canje.

En cualquier caso, no había sido una completa pérdida de tiempo, en caso de no poder hacerme con ninguna de sus hierbas, al menos pude constatar que tenía algunas que podrían serme de mucha utilidad más adelante…

¿Tiene pensado permanecer en estas tierras durante un tiempo? ¿O solo está de paso?

Pregunté antes de nada para intentar averiguar si podría localizarle en el futuro.

Tras observar detalladamente la mercancía, me dirigí al orondo Gondoriano notablemente abatido.

Me temo que ahora mismo no dispongo del efectivo para adquirir ninguno de sus productos.

Hice una pausa valorativa ¿Estaría interesado en aceptar un canje como parte del pago?

Dudaba que nada de lo que poseía le pudiera interesar, pero tal vez…

Saqué de mi cinturón una pequeña bolsa de piel y seleccionando cuidadosamente extraje un par de dosis de Aloe y se las mostré con una sonrisa.

Estoy seguro que conocerá las propiedades curativas de esta hierba. No es tan exótica como las suyas, pero estoy seguro que un hombre de negocios como usted, y sus doloridos clientes, sabrán apreciarla más que esas otras tan dañinas que observo.

Tengo estas 2 dosis, y dos más que guardo para mí… si me hace un buen descuento por ellas, podría intentar vender alguna de mis cosas y con lo obtenido comprarle una de esas hojas de Uranaa. Murmuro fingiendo una falsa aprehensión. Estoy seguro que un hombre de su posición estará deseando deshacerse de una hierba tan poco apropiada como esa para el desempeño de su profesión. 

 El oriundo burgués se encoje de hombros.

 No tengo otro sitio dónde ir, así que, de momento, este es mi... sniff... hogar...

 Cuando le propones lo del canje, asiente, pero arruga la nariz ante las dosis de aloe. Te mira bien de arriba a abajo y luego, ofendido y ofensivo, te dice:

 Mire, pensé que al ser usted un elfo sería portador de interesantes tesoros... mágicos... Pero ahora veo que no es más que un salvaje. No se ofenda, pero todo lo que lleva debe costar, ¿que? cinco o seis monedas de oro, a lo sumo... el Uranaa cuesta diez.

 Estas hierbas son ahora todo mi patrimonio. Debo vivir de venderlas hasta que conozca las hierbas de la zona y dónde recolectarlas. Eso puede tardar meses incluso un año entero. Lo que quiero decir es que vivir en una posada no es barato. ¡Y yo tengo que comer!

 A punto estás de reír o soltar un comentario cuando aquel gordo entrado en carnes se compadece a sí mismo por pasar hambre, pero te contienes.

 ¿Poco apropiada? Pues sepa que el conocimiento es poder. Y que hierbas como esas defienden a los cultos, pero poco atléticos, de salvajes fuertes y violentos como usted. Sin hierbas como esta la civilización caeria en el olvido aún más de lo que ya está ahora... buenas noches, señor... le sugiero que vuelva usted cuando tenga dinero...

Tras ver el escaso interés que el mercader tenía en mis hierbas, decidí volver a la sala común.

Hacía allí me dirigía, cuando recordé las palabras del Tabernero, de modo que bajé las escaleras y me encaminé al bar para tomarme la última copa.
Estaba cansado, pero mi idea era partir por la mañana, así que no estaría de más intentar obtener algo de información antes de irme. De paso podría dejarle los vestidos para que él mismo se los diese a las muchachas.

Cuando llegué al Bar, me acerqué a la barra y pedí una cerveza.

Entonces, rebusqué en mi Mochila y saqué los vestidos. Los había seleccionado con mimo, tras calcular prudentemente la estatura y hechuras de cada una, y también me había tomado la molestia de inferir que colores y estilos les podían agradar a través de los adornos y abalorios que vestían.

Señor Grumm, si no le supone a usted un problema, me gustaría que le ofreciese usted a sus hijas este humilde presente de mi parte. Le comenté distraído, mientras inspeccionaba si había más gente en el bar.

El comerciante con quien compartía mesa me ha convencido para hacerme con algunas cosas...esta noche me he percatado que todos ustedes arrastran una pesada carga...divagué ...y había pensado que tal vez esto podría animarlas un poco.

y con aire modesto y un poco incomodo añadí ...y si no es mucho pedir, espere a mi partida antes de dárselo, no soy muy bueno tratando con la gente si usted me entiende...
Es mi intención partir mañana tras el desayuno, así que no tendrá que esperar mucho.

¿Ya se marcha, señor? el hombre miró el presente con ojos tristes.

Comprendo que ahora esta posada no es tan alegre como solía ser... mi hijo mayor, Leddon, se perdió en el bosque. Hace una semana...

 Sin pensar en cobrar, el hombre pone dos jarras de hidromiel. Una para ti y otra para él. No queda nadie más en el bar. Las sillas y taburetes estan sobre la barra y las mesas. La escoba descansa en una esquina.

 No tenemos esperanza de recuperarlo... ya se lo habrán comido los troll a estas alturas...

 Sin más, dos gruesas lágrimas ruedan por las mejillas sonrosadas del posadero, cayendo en las camisas.

Ya mojaba mis labios el contenido de la jarra, cuando escuché aquella detestable palabra...

¡¿Trolls?! Exclamé sobresaltado.

Nunca podría olvidar el hedor de aquellas inmundas criaturas...como habían destrozado a mi tío en la espesura...y como habrían dado buena cuenta de mí si mi actual familia no hubiese aparecido en aquel preciso instante.

Mi mano se apretó contra el mango de la jarra inconscientemente y una mueca de rabía acudió a mi rostro casi al instante.

¿Hay Trolls en la zona? Pregunté sin salir todavía de mi asombro. no tenía noticias de que así fuera, y me extrañaba que se reuniesen tan cerca de una Posada, aún cuando aquella parecía un punto en el camino, y no semejaba haber núcleos de población cercanos.

Una semana...rumié abstraido.

 Estais muy desorientado, amigo...

 el tabernero te miraba con cara de sorpresa.

 Mi hijo es herrero y tuvo que acudir al bosque para buscar mineral para su práctica. Lo busca siempre en el lecho del río, es como una cantera natural. El bosque de Rhudaur, ¿no os suena? Muchos lo llaman directamente el Bosque de los Troll. Sí, hay muchas de esas criaturas al norte de aqui, ¿acaso venís del sur, amigo?

 El hombre asintió a las explicaciones que Ragnar quiso darle e incluso que apurase su jarra antes de decir:

 Me voy a dormir, hariais bien de hacer lo mismo si vais a partir por la mañana. Buenas noches.

 Con cansancio, subió los últimos taburetes y cogió la escoba para barrer el bar antes de ir a reunirse con su esposa.

Si, lo siento. Respondí, tras recuperar un poco la compostura

Vengo de muy lejos, del otro lado de las montañas Nubladas de hecho. Y muy poco es lo que conozco de estas tierras. Apenas me he cruzado con viajeros desde hace días.

Efectivamente vengo dando un largo rodeo desde el sur, por el Vado de Isen.

Apuré un nuevo trago de Hidromiel, e hice acopio de valor para seguir cuestionando al Tabernero antes de volver a mi habitación.

Disculpe. Llamé su atención de nuevo mientras barría. No es mi intención ahondar en su dolor, pero, ¿podría darme alguna indicación más sobre el lugar donde se perdió su hijo?

…agaché la cabeza en señal de respeto, esperando no haber importunado al Posadero.

…Me ha dicho que al norte de aquí, junto al lecho de un rio. Pero ¿a cuántos días a pie?, ¿se debe seguir algún sendero alejado del camino principal para llegar?

Mi interés por el bosque de los Trolls, era mayor que ninguna de mis inhibiciones. Al percibir la sorpresa del tabernero ante mi vehemencia, me justifiqué

…tengo asuntos pendientes con esa repugnante raza…vengo de paso, pero ahora, me gustaría investigar la zona…

El bosque de los Trolls… musité  …¿sabe si son muchos?

Por lo que yo conocía, no solían vivir solos, si bien tampoco era muy común que varios compartiesen el mismo territorio….pero aquella denominación, parecía indicar que al menos, existía una asentada tradición al respecto…

Maldita sea, yo solo no podría enfrentarme a más de 1… salvo que encuentré su escondite y los sorprenda ccon la luz del día. Quien sabe, tal vez solo sean una pareja que se han ocultado por mucho tiempo en ese Bosque y cuya leyenda ha sido agrandada por los lugareños…

 El posadero tuvo que dejar de barrer de la sorpresa.

 ¿Lo está diciendo en serio? no daba crédito,  por un momento incluso había olvidado su dolor ¡Es el bosque de los Trolls! Hay cientos de ellos, puede que miles... incluso Turlin dice que tienen un asentamiento en el norte, algo así como una ciudad de los troll...

 La cara del hombre era de verdadero temor al hablar de ello. Un cuento susurrado al calor de una chimenea en las noches de invierno. Sin embargo todas las leyendas tenían un fondo de verdad...

 Mi hijo solía vadear en las fuentes del Fontegris, a la sombra de Cameth Brinn. Está al oeste del bosque, pero la población de esas criaturas no para de crecer... alguna puede haber buscado asentamientos en las colinas, fuera de la protección de su bosque... que repugnantes y ambiciosas...

 Con lágrimas en los ojos, posó su mano sobre tu hombro en señal de que ya no podía más. Se retiró a dormir. La escoba quedó apoyada en la barra.

 Ni siquiera había terminado de barrer.

Dispensé al afligido Tabernero disculpándome una vez más por hacerle revivir aquellos dolorosos momentos, y me demoré un rato más en el Bar mientras terminaba mi bebida y pensaba en todo lo que acababa de descubrir.

Cientos...miles de Trolls...no puede ser...sin duda este pobre hombre delira, consternado por su dolor...

De todas formas, no debería tomarme sus palabras a la ligera...sin duda habrá Trolls en el Bosque de los Trolls, y estas tierras parecen más peligrosas cuanto más avanzo hacia el Norte...

Todavía confuso y ofuscado por conocer que los Trolls campaban a sus anchas en aquella parte de la tierra media, decidí ir a descansar...
Pensaría en ello durante la noche, y mañana tomaría una decisión, ahora estaba cansado y no podía pensar con claridad.

Apoyé la jarra en la barra y deslice 3 estaños debajo de la misma como pago por el Hidromiel.

23 de Narbeleth

 Ragnar durmió en la primera antesala de la sala común que compartía sólo con Falen, que se encontraba en la otra mitad.

 Descansó y se levantó temprano, con ánimo, pero llovia de nuevo.

 Bajó al comedor tras asearse un poco, acarreando con él todas sus pertenencias. Sobre la mesa había servidas salchichas, huevos revueltos y estofados, panceta asada, zumo de frutas y té. Un refrigerio digno de un buen alojamiento.

 El elfo se sentó a saciar su apetito mientras pensaba en su próximo paso.

La noche anterior me costó más de lo habitual conciliar el sueño.

Tras darle vueltas en mi jergón al dilema que se me había planteado la noche anterior, pude finalmente tomar  una decisión y descansar.

Permanecería en la Posada un tiempo más. Todavía no había averiguado gran cosa sobre aquello que me había arrastrado hasta aquella parte de la Tierra Media.

Mi hermana, las oscuras fuerzas de las que tenía noticias se alzaban al norte, en algún lugar a aquel lado de las Nubladas…

Todavía había gentes con la que no había hablado en la Posada de Grum, y eran precisamente aquellos en los que depositaba más esperanzas…el trovador y la vieja alcahueta…sin duda el primero conocería muchas historias sobre la zona…no en vano formaba parte de su trabajo…y la vieja, no parecía una extranjera como los 2 comerciantes con quienes ya había conversado. Con seguridad habría ollado por largos años aquellas tierras y su experiencia podría arrojar luz sobre muchas de las cuestiones que todavía me atormentaban…como la verdad escondida tras las afirmaciones del posadero sobre El bosque de los Trolls.

Cuando llegué al comedor, salude apropiadamente a los Grum y empecé degustando el refrescante zumo de frutas.

 Una pequeña y diligente procesión de hormigas, subía errática, pero ordenadamente, por una de las patas de la mesa de castaño. No pude evitar abstraerme con tan magnifica visión…sin duda son criaturas fascinantes,  pensé mientras observaba como en pequeños grupos, acarreaban pedacitos de fruta y cortezas de pan, hasta 10 veces más grandes que ellas…..

Entonces, como un ciego al que de repente se le revela por primera vez la luz del alba…se corrió el velo que nublaba mi razón, y pude ver con claridad la irrefutable verdad que permanecía insólitamente oculta a mis ojos…la unión hace la fuerza…

Era cierto que los trolls eran un bocado demasiado grande para mí solo, y que en aquella posada, no había nadie que pudiese ayudarme en mi pequeña cruzada personal… pero eso no significaba que no pudiese haberlos en las cercanías …tal vez el viejo posadero o el Trovador pudieran aportarme más información al respecto…

A decir verdad, no tenía muchas esperanzas en que el hijo de los Grumm siguiese con vida, de modo que no había razones para no esperar unos días y ver si algún grupo de mercenarios se dejaban caer por el lugar.

Me serví unos huevos y un poco de Panceta, y empecé a desayunar. Entonces, caí en la cuenta de que no me quedaba mucho dinero. Las improvisadas compras a Falen y el pago por el alojamiento me habían dejado bajo mínimos, no podría permanecer por mucho más tiempo ocioso…

En cuanto tuviera ocasión, preguntaría a los Grum si alguien ofrecía trabajo por las inmediaciones. En última instancia, me ofrecería a realizar algún encargo para ellos a cambio del alojamiento y algo de efectivo…cortar leña, cazar, buscar hierbas y frutos secos…cuidar los animales… arreglar y trabajar la madera, podía hacer casi cualquier cosa, el trabajo duro nunca había representado un problema para mí.

Creía haber caído en gracia a los Grum, y ahora que su hijo había desaparecido, era posible que necesitaran ayuda para los encargos que el joven desempeñaba.

Recordaba haberle oído decir, que su hijo era herrero, y acudía al lecho del Fontegris en busca de minerales.

A mí no me gustaba trabajar el metal, ni era diestro para ello, pero no me importaba buscar piedras, y podría trabajar la madera para fabricar muchas de las cosas que se hacían con acero…sería una buena manera de romper el hielo.

 El trovador parecía dispuesto a hablar de muchas cosas: de como cayó el reino de Arnor, de cómo el rey Brujo de Angmar sucumbió a la tentación tiranizando la tierra de sus antepasados, cantó con espléndida maestria la leyenda de Beren y Luthien,... pero finalmente no disponía de mucha información actual sobre el bosque de Rhudaur y sus habitantes.

 Sin embargo, hizo pasar a Ragnar una mañana de lo más entretenida con sus canciones y magistrales anecdotas de la historia antigua. Sin duda era un animado conversador, con una dicción excelente en oestron y unos cambios de inflexión que acompañaban la acción de cada relato.

 Después de comer, la posadera sirvió un denso caldo con garbanzos y berzas, acompañado de carne de la olla y embutidos varios, Ragnar pasó la tarde con la anciana. Dunlendina de nacimiento, hablaba el oestron con un fuerte acento nada agradable. Fue muy parca en palabras, casi elusiva. Sin embargo, de su escasa conversación, Ragnar pudo extraer dos informaciones importántes y eso era más de lo que le había sacado a Turlin.

 Por un lado, segun la anciana, la ciudad de los troll existía en algún punto del bosque. Se llamaba Beregost y no siempre había pertenecido a las viles criaturas, aunque la anciana no sabía quien o qué había fundado la ciudad. Los troll sólo vivían entre sus ruinas.

 Por otro lado, finalmente, la anciana reconoció estar esperando a alguien, un grupo de elfos "amigos suyos" y eso significaba que iba a venir más gente a la posada. Pero ¿quería Ragnar entrar en contacto con "otros" elfos? Bueno, al fin y al cabo, podían saber algo sobre el paradero de su hermana.

 Finalmente, se había hecho casi de noche y se había pasado casi todo el dia lloviendo o chispeando. 

 El posadero, que no había querido pedir nada a Ragnar en todo el día, finalmente se acercó a él para pedirle las tres monedas de cobre por el alojamiento y la comida, dándo por sentado que se quedaría ya a dormir.

 Entonces, cuando Ragnar estava acabando la cena, compuesta por asado de ciervo y manzanas asadas, aparecieron por la posada un grupo compuesto por un elfo noldor, un elfo silvano, una mujer del norte, un enano y un hobbit. Todos iban armados y el silvano, la mujer y el hobbit llevaban armaduras de cuero. Arrastraban pesadas mochilas.

 Se sentaron en la mesa más alejada del fuego, una de las mesas largas, y comenzaron a cenar, pero la anciana se acercó a ellos con ansías por saludarlos. El enano no debía ser muy amigo de la anciana pues se alejó del grupo para hablar con Turlin. Tras un primer momento de tensión, los elfos, el hobbit y la anciana se reunieron en un reservado, tras las cortinas.

 Poco después, la mujer montaraz recogió al enano y subieron a las habitaciones por la escalera.

 Finalmente, Ragnar que no salía de su asombro, pudo ver como la anciana bajaba las escaleras (¿cuando había salido del reservado?) con una pesada mochila a la espalda. Pagó al posadero y se fue como alma que lleva el diablo.

 Minutos después bajó el enano, sólo, al salón de la posada.