Partida Rol por web

El elfo comenzó a cargar en el caballo sus cosas, picando suavemente su cuello.

- lo siento amigo Ragnar, pero no regalo a quien pide nada, me gusta ser tranquilo, pero no tonto, no obstante, te otorgaré un arduo trabajo de 5 monedas de oro, este caballo de guerra era de saqueadores, y no quiero darle un mal nombre ¿le pondréis uno digno por mi?

Posiblemente le hubiera dado más, pero su bolsa empezaba a escasear de ellas. Pero ¿5 monedas por un nombre? O era su modo de regalar se las, o apreciaba mucho a ese caballo.

Después de coger las 2 monedas de Oro del Silvano, me dirigí presto a hablar con el mestizo.

Falen me caía bien, pero ahora yo respondía por él delante del grupo. Esperaba que no decepcionase las expectativas que me había creado sobre su participación y por ende, las que había trasladado al grupo.

-Ya tengo el dinero que habíamos acordado amigo.- Dije nada más entrar en la sala comunal.

No me resultó nada fácil convencerlos, son un grupo bastante receloso, y no aceptan de buen grado a los extranjeros como nosotros...pero afortunadamente no todos piensan de la misma forma.

Hice un pequeño inciso, y me dirigí a Falen con un tono algo más serio.

He dado la cara por ti compañero, ahora tus actos son los míos, y responderé a ellos con todo lo que tengo. Confió en que no intentarás sacar provecho de esta situación en mi perjuicio. Y así adelantándome hacia el, le tendí la mano para cerrar el trato.

Toma, 3 monedas de Plata ahora, y el resto mañana por la mañana, es ahora mi dinero, pero me fue concedido con las reservas propias que supone adelantar tal cantidad a un extranjero, así que los dos compartiremos esa responsabilidad si te parece. Si la operación de recate se demorase, te adelantaría otras 3 monedas como pago por el 2ndo día. Tienes mi palabra.

Antes de salir, me acerque y dándole un cordial apretón en su brazo le dije:

Me alegra poder contar con tu espada, Falen "el Oriental". Te estaré esperando fuera.
Y con una sonrisa, lo dejé meditando su decisión final.

Sonreí gratamente sorprendido a las palabras del Silvano. Y acercándome a el, le dí las gracias, y acepté 2 monedas de oro de las 5 que me ofrecía, cerrando su mano y empujándola gentilmente contra su pecho.

Gracias amigo, tu generosidad no se perderá en saco roto, te lo aseguro. Le respondí esperando no equivocarme.

Con dos monedas creo será suficiente. Y estoy seguro que Falen encontrará la manera de agredecertelo también.

Por supuesto, pienso devolvertelo, con intereses. Como averiguarás no soy un hombre que falte a sus promesas.

Me dirigía ya a la entrada para hacerle llegar las buenas nuevas al comerciante, cuando me detuve y me giré un momento antes de perderme en la penumbra de la taberna.

Ah, y yo no pongo nombres...solo les pregunto como se llaman... me entretuve un rato disfrutando del rostro perplejo de Elendorn. No te apures, lo haré con gusto cuando vuelva, y no te cobraré nada por ello. Finalicé con una amplia y agradecida sonrisa

Confió en ti, beornida. dijo el enano asistiendo a su idea. Pero déjale claro que sólo le darás una parte en el viaje y el resto al final.

Suspiró un momento y continúo. Somos gente que cumple su palabra.

Ayudó al niño a subir a la grupa de su caballo para que esté se fuera acostumbrando a su compañía y le susurró al oído. Esté es Doh, le dijo al niño. Es un testarudo, pero te llevará a donde necesites estar. A mí me trajo aquí y creo que hizo bien. ¿Verdad?

Entonces miró al resto del equipo y esperó a que estuvieran listos para partir.

 El mercader negó con la cabeza.

 No, mira... me caes bien, la verdad. Pero si dices que son reticentes con los extranjero. Y ese noldo... da miedo como grita a todo el mundo. Prefiero no poner mi vida en peligro al lado de gente asi. Lo haría por ti, ¿me entiendes? Pero no por ellos... ni con ellos... y aun menos por tan poco capital.

 Vió la decepción en tu rostro y se compungió verdaderamente.

 Por supuesto, tasaré y valoraré todo lo que me traigais... ¡incluso os haré una buena oferta por todo lo que me interese!

 Un mercader era un mercader después de todo. Ragnar tuvo que marcharse de alli de prisa... Kôllo y el mediano contaban con él para partir.

29 de Narbeleth

6:00 - 10:00

  Después de algunas compras y encendidos debates, el grupo subió a las monturas y salió del establo. Falen no les había podido acompañar al final. Elendin cabalgaba a la cabeza, seguida por Elendorn y Tirlindë, el grupo lo cerraban los caballos de Fjalar con Puil y el de Ragnar con Rudigar.

  Fuera no había salido el sol, en vez de eso un rayo recorrió de punta a punta una nube negra sobre sus cabezas. Luego se inició un tremendo aguacero. La lluvia picaba en las caras y brazos de los aventureros, cuyas monturas cabalgaban contra el viento. El camino del Este se encontraba desierto... o casi.

 A unos 20 km de la posada un campesino parecía haber embarrancado con la rueda de su carro en el margen de la carretera. Mojado bajo la lluvia agitaba los brazos para pedir ayuda a los jinetes que se le aproximaban. Sin embargo el campesino no estaba desarmado. Un hacha pequeña y un cuchillo colgaban en su cinto y una lanza descansaba sobre el carro. Se notaba que había usado su filo para hacer palanca contra una piedra para sacar la rueda del carro. La hoja estaba sucia y mellada, pero aún afilada.

Un hombre que parecía necesitar ayuda, y varias armas, Elendorn pensó en una posible emboscada, pero un arma parecía haber sido utilizada para desencallar la rueda, si era teatro, era convincente para el silvano, e igualmente estaría atento ante posibles emboscadas.

El nuevo elfo intentó devolver las monedas, pero el silvano ya había decidido dárselas, así que cuando solo cogió dos, lo aceptó y guardó las tres restantes, pero ante las otras dos, le dijo que las guardara por si llegaba a necesitarlas, después de todo, las monedas no tienen más valor del que la persona en cuestión le de.

- ¿podríamos ayudar a ese hombre? No creo que nos lleve mucho tiempo e igualmente la primera noche la pasaremos al raso - saco arco y flecha por si llegara a necesitarla, preparándose par hacer guardia ante una posible emboscada, no por parte de ese hombre, pero nunca se sabe quien pasa por esos caminos. Al final dejaría la decisión en manos de "la líder".

La lluvia golpeaba nuestros rostros con dureza, y hacía mella en el animo del grupo, que avanzaba al galope pero en silencio.
Desde mi posición podía observar el vapor de aire que ascendía desde los cuartos traseros de Doh, el testarudo caballo del enano. Sobre él, el pequeño Puil se aferraba con fuerza a la espalda del Khazad, que no dejaba de lanzar bufidos y resoplar, siempre con la boca y los ojos bien abiertos en una mueca de angustia. Daba la impresión de que si seguía lloviendo, el pobre Fjalar terminaría ahogándose en su montura.

No pude reprimir una ligera sonrisa al imaginarme tal situación. Pero esa sería la única de toda la mañana.

Desde que habíamos partido aquella mañana, me encontraba realmente abatido.
La súbita renuncia de Falen, me tenía bajo de moral, todavía no acertaba a entender porque se había echado atrás en el ultimo minuto, sobre todo después de lo que me había costado conseguir el dinero.

En parte sabía que había sido mi culpa, quizás si hubiera elegido otras palabras...

En la primera parada que hicimos para descansar, me acerqué nuevamente al Silvano y le devolví las 2 monedas de oro que me había prestado.

Toma Elendorn. Te doy las gracias por tu ayuda. Como te he dicho antes, no caerá en saco roto, y aunque finalmente esas monedas no hayan alcanzado su destino, no olvidaré tu gesto, y por ello tienes ahora mi gratitud, si esta posee algún valor, se verá con el tiempo.

Le dije apoyando mis manos sobre sus hombros en señal de aprecio.

Falen se ha ofrecido para tasarme y valorar todos los artículos que pueda conseguir en este viaje... Observé entonces, dirigiéndome a todos los miembros de la comitiva.

...así como a hacerme un oferta por aquellos que pudieran interesarle.
Con su permiso, y por la breve amistad que me une a él, hago extensible esta oferta a todos los que deseen aceptarla...aunque tal vez sería prudente que fuese yo quien tratase directamente con él en algún caso... Aclaré. Dando a entender en parte, las causas de la negativa final del mercader.

Yo mismo podría examinar vuestras cosas...dije un tanto más indeciso...ne he podido evitar advertir, que portáis algunos artefactos realmente peculiares...puedo percibir la entidad de los espíritus manando de vuestros cuerpos y vuestro equipo desde que os vi entrar en la Posada...
Dije casi justificándome, como un niño que confiesa haber visto algo que no debía, sin querer.

...ahora no podría distinguir cuales de entre todos están ungidos por los poderes...pero tal vez si me dejáis examinarlos con más calma... si no me equivoco, en la posada te preguntabas por la naturaleza de algunos de tus artefactos... avisé a Elendorn.

Tras ese breve inciso, me acerqué al poderoso Caballo del Silvano, que pacía con desgana en un recodo del camino, atado a un gran cedro que dominaba el claro donde nos encontrábamos, con sus crines negras empapadas cayendo desordenadas sobre su cuello.

Una vez más, al igual que había hecho con Kôllo en el establo, le hablé con palabras dulces y susurrantes, como versos mecidos por el viento, y el corcel me respondió en la lengua de los animales del bosque.
Orgullosas y altivas me parecieron sus palabras, y pude percibir en el, la sombra de un pasado infausto y tenebroso. Pero había nobleza en sus ojos, y leal agradecimiento hacía su nuevo jinete. De modo que cuando me incorporé para acariciarle el hocico, hablé en alto para que Elendorm pudiera oirme.

Un nombre apropiado sin duda, pero un Silvano es ahora tu compañero, y los señores de entre los elfos usan una lengua de gran poder...hice una breve pausa como tratando de recordar...poco es lo que recuerdo de la lengua de mis progenitores, pero aún algo perdura en lo más hondo de mi ser, pues acabo de recordar las palabras adecuadas para invocarte. Y a partir de hoy responderás al nombre de "Astarión" que en la lengua secreta de los elfos quiere decir "El que se alza de las cenizas"

Y tras esta última intervención, dedicar una amable sonrisa al Silvano, y constatar que estaba conforme con el nombre de su amigo, me alejé silbando una triste melodía a un rincón alejado del grupo, me senté en un viejo tronco que yacía atravesado en el sotobosque y comí algo de fruta para reponer algunas fuerzas y pensar en la incierta misión que teníamos por delante.

Nuevamente, tal vez afectado por la lluvia, tal vez introspectivo, tal vez rumiando cómo comportarse cuando llegaran a la guarida de los trolls al rescate del herrero, Rudigar guardó silencio. No iba a entrometerse en temas de dinero, ni en nombres en lenguas secretas. Al menos ya no se tocaba más el tema del cuerno. No de momento.

Pero cuando Ragnar se ofreció a tratar de identificar las propiedades de los objetos que portábamos, el hobbit se apresuró a mostrarle al beórnida la daga que había encontrado en el tesoro. Su mago elfo no había tenido suerte en tal labor y el mediano suponía que, habiéndola sacado de aquel lugar, debía tener alguna propiedad. Precisamente ese era el problema, averiguar cuál.

-¿Podríais decirme algo de este arma?

El enano suspiró mientras veía que sus compañeros iban a ayudar al hombre con el carro. Por lo general no le parecía mala idea echar una mano al desvalido, pero en este caso tenía que cuidar de un niño y el hombre se le antojaba demasiado armado para ser un simple campesino.

No me gusta esta situación. Tenemos una misión que cumplir y temo que ese no sea un campesino. Os habéis fijado en la lanza. ¿Para que iba a llevar un campesino una lanza?

Chaval, ¿conoces a ese hombre? Le preguntó a Puil mientras permanecía alejado de él, vigilando a su al rededor por si era una emboscada, aunque la lluvia no le permitía ver demasiado.

Fjalar sujetó las riendas de su corcel y permaneció a la espera, alejado del carro, para ver que era lo que sucedía a continuación.

El mago permaneció bastante silencioso durante toda la preparación de la partida, parecía que su mente estaba en otro lugar, elucubrando lo que se antojaba un asunto bastante serio, y por ello permanecía ajeno a asuntos tan mundanos como los que allí acontecían. No tenía el menor interés en ofrecer el oro ganado con su propia sangre y la de sus compañeros a ningún desconocido, y por ello no se pronunció.

Cuando finalmente salieron, caminaba siguiendo a la edain, a la cual se adelantaba en varias ocasiones para comentarle algo con actitud seria, para luego volver rápidamente a su posición. Y así fue como vieron a lo lejos al desvalido campesino. Escuchó la declaración del enano, en su mente se traducía a que aquello que dijera el naugrim debía ser lo opuesto a lo certero, visto ya su modus operanti, pero no podía manifestar abiertamente su antagonismo pues había cierta lógica en las palabras del mismo. Por ello, pronunciándose en una posición un tanto opuesta a la de Fjalar dijo:

-Estas son tierras peligrosas enano, el que no lleve ningún arma puede darse por muerto. Yo voy a echar un vistazo y a intentar ayudar, total, lo mismo da rescatar a un humano más que ayudar a otro ya puestos... -y de esta forma se alejó del grupo en pos del aldeano, mientras le decía a la montaraz en voz baja que lo acompañara pues cualquier precaución es poca.

Una vez llegaron al carro en cuestión se presentó ante el hombre llano y haciendo gala de su altanera presencia intentó mostrar una imagen tranquilizadora para que aquel tipo no se alarmara, y dijo con una voz serena y extremadamente persuasiva:

-Saludos buen hombre, me llamo Tirlindë; no debe preocuparse por nuestra compañía nos disponemos a rescatar a un muchacho que se ha perdido en el bosque de los trolls, y al ver que estaba en apuros nos hemos acercado a ayudar -dijo mientras sacaba la cuerda de su mochila y se disponía a atarla al carro, pero se hizo un lío antes de conseguirlo y no llegó a conseguirlo adecuadamente- pero decidme, ¿hay alguna nueva del camino? ¿que mercancías portáis? quizás alguna pueda interesarnos -dijo procediendo de manera infructuosa con el nudo, para al fin decir- este nudo no funcionará, ¿queréis probar vos dama Elendin? -dijo dándole el relevo a la dúnedain, mientras él aprovechaba el momento para echar un vistazo a los bosques de alrededor, en caso de que percibiera algo sospechoso.

Elendin asintió levemente mientras se adelantaba. Tal vez el elfo se había apresurado demasiado al preguntar directamente por la mercancía, pero pensándolo fríamente era difícil negarse a responder a su pregunta.

Intentó atar el carro con la cuerda de Tirlindë, sin mejor resultado. Por lo que optó por mirar a su alrededor, por si veía alguna señal alarmante de que pasase algo extraño.

Guardando su arco y flecha se acercó al ver que sus compañeros poco lograaban atar, susurrando al hobbit - manten cargada la ballesta pequeño amigo, serás nuestra cubierta si algo sucede - bajó del caballo escuchando las palabras del noldo sonriendo, el no podía haber preguntado mejor.

Y probó a anudar el mismo, y aunque el nudo empezó bien no acabó como esperaba - y a vos buen hombre, ¿como se os dan los nudos?

El campesino agradeció a los dos elfos y la mujer que se acercaron a ayudarle.

Gracias... ¡la que está cayendo! No, sólo hay grano ahi detrás.

Escuchó lo que dijeron y asintió con gravedad.

Mal destino os aguarda. Esas viles criaturas acabaran con vosotros en un santiamén. No sé si habeis visto alguno alguna vez, pero son grandes... y fieros. El muchacho debe estar muerto, no lo sigais en su aciago destino.

 Al darle el cabo, simplemente lo enrolló alrededor del yugo del animal. No parecía que aquello fuera de utilidad si se tiraba con fuerza, simplemente se desenrollaría.

 El campesino simplemente se encogió de hombros y apoyo su enorme pectoral contra la parte trasera del carro.

 Vamos... ¡a empujar!

Al ver la imposibilidad de atarla debidamente, tomó la lanza y la clavó en la paja sin miramiento - esto también nos lo llevamos ¿no? - dijo con disimulo, la verdad es que ocultar cosas en paja también era común, y si no había nada, no había problema alguno.

 La lanza se hundió en el grano hasta la mitad del asta.

 El campesino miró al elfo con sorpresa unos segundos bajo la lluvia.

 Gracias... supongo...