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El Liceo: Escuela de Superhéroes

Capítulo 1: Bienvenidos al Liceo

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28/04/2016, 20:52
Narrador

Cuando la alicantina se decidió a dar el paso Averno asintió, solemne. El círculo de antorchas entero enmudeció al ver a Sara separarse del grupo de los novatos.

Puede que no se hubiesen dado cuenta hasta ese momento, pero al verla rodeada por la luz danzante de las antorchas… ¡Sara era muy guapa!

Esperaron, expectantes, a que la novata llegase hasta la roca. Y entonces, ¡la escalera de hielo!

Uno de los veteranos comenzó a comentar en voz baja.

- Eh, eso lo he visto en esa película de Dis…

- ¡Shh! – lo amonestó rápidamente una compañera - ¡No interrumpas!

Todos guardaron silencio mientras la muchacha subía por las escaleras. Tampoco comentaron nada cuando Sara les confesó la naturaleza mística de sus poderes.

Pero no pudieron cerrar la boca cuando, asombrados, vieron como Sara creaba con precisión un escenario esculpido en el hielo. Varios de los veteranos expresaron su admiración con palabras de ánimo.

“Eso ha sido alucinante. ¡Así se hace, chica de hielo!”

Escucharon con atención la historia que la novata les contaba. Tan atentos estaban, que cuando les mostró sus alas de hielo apenas se escucharon unos murmullos de admiración. De alguna manera, Sara había hechizado a los veteranos. Todas las miradas estaban posadas en ella.

Pero cuando el frío azotó el claro, comenzaron a ponerse nerviosos. Averno, que pudo sentir directamente el gélido poder de Sara, dio un paso atrás de la impresión.

Sara les había demostrado la belleza del hielo, pero también su lado más frío y peligroso. Incluso cuando la temperatura volvió a la normalidad, ninguno de los veteranos se atrevió a comenzar la discusión.

Y así pasaron los segundos.

Hasta que una de las veteranas se pronunció. Al Grupo 4 le sonaba de algo. Era la chica de piel mineral que había luchado junto a Averno y los demás contra los Smasher. Se llamaba Cuarzo, pero poco más sabían de ella.

- Has estado genial – la felicitó, con calma -. Yo propongo que tu nombre sea Ventisca.

La propuesta se ganó la aprobación de un gran sector del círculo de antorchas.

- Frostbite – propuso Averno, secamente.

- ¿No crees que es un poco… inapropiado? – le replicó Cuarzo, a lo que el chico de los cuernos desvió la mirada.

Aquellas palabras hicieron estallar una discusión más acalorada sobre cuál debía ser el nombre de Sara.

- ¡Aurora Boreal! – gritó alguien en el círculo -. ¡Su nombre debe resaltar su belleza!

- ¡Pero miradla! ¡Tiene que llamarse Dama Blanca!

- ¿Y Frost Angel? ¡Sus alas son espectaculares!

- ¡Esperad! – dijo de pronto la chica de las gafas, deteniendo la discusión.

Por alguna razón todos los veteranos siempre se callaban para escuchar lo que tuviera que decir.

- Creo que tengo la solución a nuestro dilema.

Se recolocó las gafas con una mano mientras leía su bloc de notas.

- Necesitamos un nombre que reúna elegantemente las distintas características que tiene esta chica. La propuesta de Cuarzo me ha llevado a pensar en un nombre que seguramente os parecerá muy apropiado – razonó -. Quíone, viento del norte. Diosa del invierno y de la nieve.

Aquel nombre gustó mucho a los veteranos, que abandonaron rápidamente sus anteriores propuestas. Parecía que iban a comenzar a corearlo, pero otro de los veteranos los detuvo.

- ¡Ey, ey! No tan rápido.

El susodicho dio un paso al frente. Era un chico de unos dieciséis años. Parecía completamente normal, pero llevaba unos extraños guantes con filigranas doradas.

- A mí la historia del río me ha recordado a algo – miró a la chica de las gafas -. Estigia.

La chica de las gafas se llevó las manos al rostro, como sorprendida. No pudo decir nada durante unos segundos.

- ¡E-el río del inframundo! ¡Estigia! – balbuceó -. ¡Tiene sentido! ¡Es perfecto! – miró a Sara, emocionada -. ¡Tiene que ser el destino!

Aquella vez sí, los veteranos comenzaron a corear el nuevo nombre de Sara.

“¡Estigia! ¡Estigia! ¡Estigia!”

Averno se materializó junto a Sara. Le tendió la navaja pero evitó mantener contacto visual.

- Graba tu nombre, Estigia – dijo en voz baja.

¿Quizá le había sentado mal la demostración de Sara?

No había manera de saberlo.

Cuando el veterano volvió con los novatos parecía algo menos animado. No dijo nada, tan solo los miró fijamente. Esperaba al siguiente. 

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28/04/2016, 21:04
Sara Carrión

Escuchó a los veteranos debatir acerca de un buen nombre para ella. Finalmente eligieron el nombre de Estigia, el cual era incluso más apropiado de lo que ellos podían pensar. Era un nombre que le venía como anillo al dedo. Ella tomó la navaja, pero advirtiendo el cambio de ánimo de Averno sólo pudo pensar que él había notado algo que los demás no.

Sara grabó su nombre en aquella roca y cuando le tendía la navaja al veterano, le sonrió tratando de animarlo un poco. Era más bien una sonrisa resignada, pues sabía que él habría advertido la verdadera naturaleza de su magia. Debía de ser más receptivo que el resto a los poderes místicos. A ella en ese momento le hubiese gustado interrogarlo, pero pensó que si lo que él sabía era importante se lo diría más tarde. O quizá se callara, y entonces la dejaría en la duda de si era algo de poca relevancia, o algo que prefería no contar. Ahora mismo, de todos modos, era preferible no darle importancia.

- Ánimo, los novatos te necesitan.

Le dijo sonriendo ahora con complicidad y guiñándole un ojo. No quería aguarle fiesta. Después de aquello, volvió junto al resto.

- Ha salido bien, chicos. O casi, casi bien.

Medio sonrió y se quedó al lado de ellos.

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28/04/2016, 21:50
Diana Castelló

Diana se quedó embobada viendo la actuación de Sara, y por eso no le había dicho nada a ninguno de sus compañeros.

- Gracias Averno, un detalle por tu parte recordarlo, será un honor llevar el nombre que Rudy me dio .- Dijo la chica sonriente mientras se acercaba a Rudy para darle un beso en la mejilla -. Gracias Rudy, será un verdadero honor decir que mi nombre me lo proporcionó el gran Cráter. 

Esperó a que la chica llegara para felicitarla adecuadamente, le dio un abrazo y se dirigió a ella cariñosamente.

- Enhorabuena pequeña .- No sabía en realidad porqué le decía pequeña, porque tenían la misma edad... era costumbre -. Un nombre alucinante, para una demostración alucinante. Lleva tu nombre, y tus poderes, con orgullo, no te achantes por nada ni por nadie.

Acto seguido se volvió a poner mirando a la piedra, esperaba con ansias a que su próximo compañero saltara al ruedo.

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28/04/2016, 22:44
Rudy Vergara

Guau, la actuación de Sara fue más siniestra de lo que esperaba. Me imaginaba que revolotearía con sus alas de hielo, que congelaría la hierba o que hablaría con la abuela de algún veterano. Pero aunque siniestra, fue sensacional. ¡Y se ganó un nombre muy guay!

-¡Enhorabuena, Estigia! -dije abrazándola cuando volvió hacía nosotros. Era raro estar en contacto con ella. Ella tan fría y yo tan caliente.- Yo te hubiese puesto algo como Frigo Girl. ¡Pero Estigia es alucinante

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29/04/2016, 10:35
Aitor Zumalacárregui

-Mi turno, pues -dijo el vasco, adelantándose y saliendo de la protección del grupo, aprovechando que Moussa no parecía decidirse a dar el paso al frente. O tal vez estaba distraído u ocupado con sus estrafalarias ideas.

La verdad sea dicha, Aitor no resultaba nada impresionante caminando hacia la roca: físicamente poca cosa, chico con gafas y pelo revuelto, ropa cómoda "sport", en el fondo era más bien anodino. Ni siquiera iba acompañado por Gina, así que no había nada robótico a su alrededor. *Todavía*

-Me llamo Aitor Zumalacárregui Martínez, soy vasco, de Vitoria y soy un tecnólogo con un incipiente poder sobre los metales. Algunos supongo que podrían llamarme tecnomante, pero no soy muy partidario de ese término... -mientras hablaba el joven genio extrajo un móvil de última generación, una de esas maravillas de última tecnología que valen un sueldo completo de mileurista, le extrajo la tarjeta mediante una fluida manipulación telequinética, guardándola en su bolsillo y, a continuación, puso a levitar el aparato entero- Lo que váis a ver es algo que esta misma mañana nos ha salvado a todos. Puede que yo solo apenas pueda hacer nada, pero sí sé crear las herramientas más útiles y evolucionadas hasta la fecha para la humanidad: los robots.

El móvil, que había comenzado a crujir, pareció partirse por un momento hasta que de repente fue obvio que lo que estaba haciendo era desmontarse "sólo". Las piezas sueltas comenzaron a reformarse y danzar en el aire, soldándose solas, formando una nueva figura de pequeño tamaño con aspecto vagamente humanoide.

Aitor finalmente extendió la mano y la "criatura", su criatura, se posó suavemente sobre su palma. Y, de pronto, se animó. Era como un pequeño ser vivo, una especie de hada tecnológica que se alzó en el aire gracias a una pequeña turbina de su espalda y revoloteó alegremente por la zona. Interactuó brevemente con el público a través de sonidos predeterminados de móvil u ordenador (Whatsapp, Windows, etc) y finalmente volvió a posarse en el hombro de Aitor, atenta a los sucesos.

Pero ahí no acababa la cosa: Aitor giró la cabeza levemente hacia ella y la criatura asintió brevemente, saltando de su hombro y maniobrando ágilmente para colocarse ante él. Entonces desplegó una especie de proyector nada estándar y apareció una interfaz plana en pleno aire, ante Aitor, que éste empleó a modo de teclado/tablero virtual. Faltaba un monitor donde ver el resultado... hasta que la criatura, nuevamente, mostró otra capacidad, la de proyectar, a lo grande, lo que procesaba. El resultado era un holograma de varios metros cuadrados donde aparecieron "Aitor Zumalacárregui Martínez", un poco más abajo "vasco", algo más allá "Vitoria", hacia la derecha "Tecnólogo/Tecnomante". Eran palabras sobre las que trabajar, para ayudar a la creatividad de los veteranos. Y las propuestas que los veteranos fueran haciendo también aparecería allí.

-Vosotros diréis -dio pie.

Notas de juego

Al bichito no lo he podido crear por falta de tiempo, pero estoy seguro que los PPs dan de si...

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01/05/2016, 22:57
Narrador

Aitor fue el cuarto miembro del Grupo 4 en dar el paso. Su avance hacia la roca no generó la misma expectación que el de Sara, quizá porque no resultaba tan atractivo como ella a primera vista.

Sea como fuere, el genio vasco llegó hasta la roca y se subió a ella. Ésta tenía numerosos salientes, lo cual la convertía en una superficie excelente para ser escalada.

Ya desde su cima, Aitor extrajo su teléfono móvil y, ante la asombrada multitud de veteranos, lo convirtió en un pequeño robot.

Aquella “sencilla” demostración de poder ya arrancó vítores y exclamaciones emocionadas de la audiencia. Los veteranos conocían a mucha gente que podía construir esos robots con tiempo y herramientas en un taller. Pero Aitor lo había hecho en un instante. ¡Y tan solo con el poder de su mente!

Cuando la pequeña maravilla tecnológica revoloteó por el círculo de antorchas, algunos de los estudiantes participaron en el juego, divertidos. Trataban de alcanzar al robot con sus manos, y se reían de los familiares sonidos que emitía. Si la cosa se hubiera acabado ahí, ya habrían comenzado a proponer todos los nombres que el genio vasco les había inspirado.

Pero aún quedaba algo más.

El robot volvió con su amo y proyectó en el aire interfaz y pantalla, como si se tratase de una especie de superordenador futurista. La pantalla mostró información referente al vasco, nombre, procedencia, poderes…

Apenas un segundo después de que Aitor les indicase que podían comenzar, los nombres ya comenzaron a ser propuestos.

Esta vez la discusión la inició el mismo chico que había zanjado la de Sara, el de los extraños guantes.

- Siguiendo con la línea anterior, creo que algo como Hefesto le quedaría como anillo al dedo. Pensadlo, ¡el dios de la fragua, de la tecnología!

- No, eso queda como demasiado anticuado – le respondió otro veterano -. ¿Y algo como Robotik o Mekano? Hace referencia a su habilidad con las máquinas.

- Podríamos llamarle Doctor Z. ¡Seguro que ya tiene un doctorado!

- ¿Qué dices? ¡Queda como de villano!

- Pues a mí su demostración me lleva a pensar en nombres como Driver o Mindsteel. Remarcan su gran inteligencia o su capacidad de dirigir a los demás, sean compañeros o robots – comentó la chica de las gafas mientras revisaba su bloc de notas -. Además este chico es, cuanto menos, alucinante. Según lo que he descubierto, siempre va por ahí con un robot que él mismo ha creado. ¿Sabéis el cuerpo que está usando E.S.T.H.E.R. ahora mismo? ¡Es de Aitor!

La última afirmación de la muchacha inició un nuevo coro de vítores.

En la pantalla holográfica de Aitor habían ido apareciendo los nombres que los veteranos habían propuesto. Uno de los estudiantes que se encontraban directamente en frente de Aitor dio un paso adelante. Era un chico de piel oscura, alto y de musculatura definida.

- Hola, eeeh… Soy Enzi, del Club de Inventores – su tímida entonación al hablar contrastaba con su aspecto, más bien imponente -. Creo que nos estamos desviando un poco del tema. Eh… Por cierto… Encantado, Aitor. Espero que te unas a nuestro club. Esto… seguro que hacemos cosas muy chulas juntos… Eh… - se rascó la cabeza, algo inseguro.

Su pronunciación era perfecta, no parecía ser un extranjero.

- Bueno, lo que yo quería decir es que no deberíamos centrarnos tanto en los robots y la tecnología. Creo que nuestro compañero Aitor se caracteriza por mucho más que eso. Y… bueno… A mí se me había ocurrido algo interesante al ver la pantalla holográfica desde aquí – volvió a rascarse la cabeza -. Que, por cierto, está al revés. Y… bueno, por eso… Vemos las palabras al revés desde aquí y…

- ¡Acelera, cerebrito! – gritó uno de los veteranos, desde otra parte del círculo.

La interrupción avergonzó al muchacho, que se quedó bloqueado durante unos instantes.

- Por favor, continúa – le animó la chica de las gafas.

- Bueno pues… He visto su apellido… Zenitram… Osea… al principio me pensaba que se apellidaba Zenitram y me ha parecido muy molón.

- ¿Zenitram? – preguntó Cuarzo, pronunciando lentamente el nombre -. Es algo único, eso seguro.

- E-en realidad se apellida Martínez. Lo de que la pantalla estaba al revés… Me he dado cuenta después.

- Pero… ¿qué significa? – inquirió la chica de las gafas, no como reproche sino con curiosidad.

- S-supongo que esa es la gracia. No significa nada en concreto. Es un nombre único, para él. Fru-fruto de la casualidad.

Los veteranos observaron a Aitor una última vez. En la pantalla del genio estaba escrito el nombre.

“ZENITRAM”

- No suena mal – comentó el chico de los guantes.

- La verdad es que mola bastante – admitió Cuarzo.

Enzi, el chico de piel oscura, sonrió a Aitor.

- C-creo que le gusta. ¿Me equivoco?

- ¡Entonces está decidido! – gritó al fin la chica de las gafas -. ¡Su nombre será Zenitram! ¡Bienvenido a la familia!

Uno a uno, el resto de nombres de la pantalla de Aitor fueron desapareciendo. Al final tan solo quedó su nuevo nombre, flotando en el aire.

Averno se acercó con la navaja al genio vasco.

- Aquí tienes, novato. Ya puedes grabar tu nombre en la roca.

Pero la demostración de Aitor no había terminado aún. El pequeño robot, aun con la pantalla  encendida, descendió de la roca y proyectó el nuevo nombre de su amo contra su superficie. Al principio el nombre era demasiado grande para la roca, sobresalía por los dos lados. Pero la proyección se fue haciendo cada vez más pequeña, hasta que el nombre adquirió un tamaño comparable al de los otros que poblaban la piedra.

Luego, justo allí donde la luz dibujaba las letras, el pequeño robot grabó con un preciso láser el nombre de su amo.

- Guau… - dejó escapar Averno, sorprendido – Vale, vale… Veo que no la necesitas.

Aquella última demostración de poder vino acompañada del coro de los veteranos, que repetía una y otra vez el nuevo nombre de Aitor.

“¡Zenitram! ¡Zenitram! ¡Zenitram!”

Averno volvió a aparecerse junto a los novatos.

- Venga, que la noche acaba de comenzar. ¿Siguiente?

Se le veía animado de nuevo, pero parecía que quería evitar cruzar su mirada con la de Sara. 

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02/05/2016, 00:23
Moussa Dakar

Durante todo aquel tiempo, el senegalés se mantuvo sentado observando las hazañas de sus compañeros e incluso, se dejó llevar por la situación uniéndose a los gritos de ánimo. También fue uno de los que más fuerte aplaudía cuando uno tras otro, fueron recibiendo sus nuevos nombres. Aquello le gustaba y decidió que ya era hora de recibir su propio nombre. Esperaba que fuese algo guay como el del resto de sus compañeros, sino...bueno, sino liaría alguna de las suyas.

-¡Ahora yo!    -Poniéndose en pie de un salto, Moussa avanzó con rápidas zancadas hasta la piedra.    -Yo soy Moussa Dakar y mi poder es desintegrar cosas como por ejemplo...    -Volviendo la cabeza de un lado a otro, el muchacho actuó como si estuviese buscando un objetivo para su poder, hasta que finalmente parece que dio con aquello que buscaba.   -...¡esta gran piedra!    -Con un rápido movimiento de su mano, la piedra con los nombres de todos los alumnos se desvaneció sin dejar rastro. No hubo ningún portal, simplemente la roca desapareció como si nunca hubiese estado allí. Con una gran sonrisa en los labios, volvió la mirada hacia Averno y el grupo de veteranos que estaban junto a él. Estaba seguro de que algunos se habrían dado cuenta de su pequeña broma, pero sentía que era mejor no tardar demasiado en decir la verdad.   -¡Es broma! No la he desintegrado...solo la he teleportado...   -Moussa alzó la vista hacia el cielo.   -...allí arriba...    -Como si de un meteorito se tratase, la sagrada piedra del Liceo descendía a velocidad vertiginosa contra el suelo, justo donde se encontraba Moussa. Aunque el muchacho desde luego no parecía para nada preocupado, la dura batalla contra Megamind le había ayudado a comprender y desarrollar mucho mejor sus poderes.

Al principio la piedra no era más que un pequeño punto en la oscuridad, pero según se fue acercando, todos pudieron verla con claridad. Cuando la piedra estaba a unos quince metros del suelo, dos portales de brillante energía azulada aparecieron de la nada. El primero lo hizo junto a Moussa, el segundo se interpuso en el camino de la piedra, la cual fue engullida para instantes después, emerger del segundo portal lenta y suavemente, hasta posarse de nuevo en el lugar que la correspondía.

-¡Tachaaaaan! Vuestra piedra está sana y salva. ¿Quién es el amo?   -Los dos portales desaparecieron para dar paso a un nuevo portal que engulló a Moussa y lo teletransportó sobre la roca.    -Es verdad que puedo desintegrar cosas, aunque no domino mucho eso aún. Aunque mi principal poder es la capacidad de teleportar cosas y personas. Puedo hacer también cosas como...    -La bolsa de patatas fritas que tenía entre sus manos se desvaneció y apareció en las manos de Averno.   -...esto.  -Alzando una ceja, le dedicó unas breves palabras a Avernos. -Puedes comer algunas, pero no todas eh. Que ya sé que eres un poco tragón...   

Sin duda Moussa estaba disfrutando, pocas eran las oportunidades que tenía para lucirse. Después de todo no había nada que se le diese realmente bien, salvo trazar planes para robar cosas de valor. Aunque dudaba mucho que los presentes valorasen algo así. Por lo que lo único que le quedaba, era mostrarles a todos su poder, el cual sentía que era increíble. La sensación de libertad que le otorgaba no la cambiaría jamás por ningún otro superpoder. Tal vez no fuese algo tan impresionante como el de sus compañeros, pero para alguien que sentía que siempre había estado encadenado, la teleportación le otorgaba todo lo que necesitaba para sentirse realmente libre y vivo.

Tras frotarse las manos mientras mostraba una sonrisa de lo más retorcida, alzó una de las manos en dirección hacia un grupo de veteranos y de pronto, medio docena de pequeños portales aparecieron de la nada para arrebatarles las antorchas, las cuales aparecieron al rededor de Moussa.

-También puedo desarmar a la gente sin tan siquiera tocarles Mola ¿eh?   -Con un nuevo gesto de su mano, las antorchas regresaron a sus respectivos dueños.     -Puedo hacer otra cosa más, aún no lo domino mucho, pero en combate creo que es de lo más útil...    -Con un gesto de lo más dramático, juntó las manos, bajó la mirada, tomó aire durante unos instantes para después, abrir de golpe los ojos y extender los brazos en forma de cruz, mientras fruncía el ceño en un claro gesto de concentración. Como resultado, decenas de pequeños portales brillantes comenzaron a aparecer por doquier. Era casi como si los portales tuviesen vida propia, pues aparecían y desaparecían saltando de un lugar a otro, como niños traviesos. Satisfecho consigo mismo, Moussa se cruzó de brazos.   -Esto es lo que llamo el escudo Asgard, no solo puedo interceptar una gran cantidad de tipos de ataque en una amplia área, sino que además puedo redirigirlos contra quién yo quiera, por lo que es tanto una defensa, como un ataque. Aunque por el momento, es algo difícil de lograr si tengo que proteger a muchos, además tampoco sirve contra ataques que abarquen un gran área. Los portales son demasiado pequeños como para engullir algo así...al menos por el momento, quizás más adelante pueda hacerlos más grandes...Bueno, ahora más os vale ponerme un nombre chulo como a mis compañeros.

 

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02/05/2016, 21:42
Sara Carrión

Sara había vuelto a su lugar entre el grupo 4. Al ser recibida por Diana, ella le devolvió la sonrisa. - Gracias, cielo. Me alegro de que os haya gustado. Y olvida lo de Frigo girl, Rudy. - Sonrió con maldad fingida.

Averno parecía animarse un poco, pero evitaba mirar en su dirección. La joven deseó poder hablar con él, pero parecía que hoy iba a ser imposible. Unos minutos después, Zenitram marcaba su nombre y regresaba junto a ellos.

- Suena muy bien tu nombre. Para qué negarlo, era muy difícil encontrar algo que describiera a la vez todos esos poderes que tienes.

Era la primera vez que escuchaba que se le daba la vuelta a un nombre o apellido para formar un nombre superheróico. Parecía original y estaba claro que lo habían hecho porque sonaba exótico y con fuerza.

La joven se fijó entonces en el espectáculo de Moussa y se quedó expectante.

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03/05/2016, 16:02
Rudy Vergara

-¿QUEEEEEEEEEE? -dije sorprendido.- ¿Zenitram? ¿Cómo que Zenitram? ¿Qué demonios es un Zenitram?

Me había perdido algo, eso seguro. Aitor había hecho su demostración, con sus juegos de luces y robótica. Al parecer un veterano había leido mal el segundo apellido del genio y se habían quedado con eso.

-Pues vaya -dije indignado.- Yo le hubiese puesto uno más guay. Tal vez... Doctor Futuro. ¡Sí, ese mola!

En realidad no sonaba tan mal, solo que para alguien fanático de los superhéroes, era un poco duro. Tal vez era la sorpresa inicial. ¡Oh, ahí viene Zenitram! ¡Ayuda, Zenitram! me imaginé. La verdad es que quedaba muy bien.

-Ya verás cuando yo sea el veterano. ¡Saldrán los mejores nombres de la historia! -refunfuñé para mi mismo. En cuanto volvió Aitor le puse una mano en el hombro. Ya solo podía bromear- Zenitram. ¿¡O DOCTOR ZENITRAM!?

Luego salió Moussa, quien hizo un gran espectáculo. Sobretodo cuando por poco muere aplastado por la roca. Me estaba dando cuenta de que nuestros poderes no tenían nada que envidiar a los de los Vengadores. ¡Seguramente más de uno acabaríamos entre ellos!

-A ver qué le ponen a Moussa.

 

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03/05/2016, 17:57
Narrador

Averno esbozó una amplia sonrisa al ver a Moussa avanzar hacia la roca. Se fregó las manos y guardó silencio, dispuesto a disfrutar del espectáculo.

Tras decir que su poder consistía en desintegrar cosas los veteranos enmudecieron. Cuando Moussa miró a lado y lado, como buscando un objetivo, los más cercanos al punto al que se dirigía la mirada del senegalés se apartaron.

Al ver que escogía finalmente la gran roca los veteranos mostraron visiblemente su preocupación, como cuando Rudy la había levantado.

“¡La roca no, la roca no!”

Uno de los pocos veteranos que no pareció preocupado en absoluto por la desaparición de la roca fue Averno, que luchaba por contener la risa que le provocaba aquel espectáculo.

En el momento en que Moussa les indicó que no había desintegrado la roca, sino que la había teletransportado algunos centenares de metros hacia arriba, todos alzaron sus miradas.

- ¡Se va a estrellar! – gritó, desesperado, uno de los veteranos -. ¡Que alguien la coja!

Algunos de los estudiantes del círculo de antorchas estaban dispuestos a abandonar sus sitios y hacer lo posible por rescatar una de las piezas más importantes de la ceremonia, pero sus compañeros los detuvieron. Aquella era la demostración de Moussa. Debían confiar en él.

Haciendo gala de su refinada habilidad con los portales, el senegalés devolvió la roca a su sitio, completamente intacta, después de la angustiosa caída libre.

Aquello, sin duda, había sido mucho más atrevido y peligroso que cuando Rudy había levantado a pulso la roca. Las reacciones en el círculo de antorchas fueron variadas. Algunos vitorearon ya a Moussa, asombrados por su habilidad. Otros, en cambio, guardaron silencio. Se encontraban algo incómodos.

Las siguientes demostraciones de poder de Moussa fueron ya más del agrado de todos. Averno le dio las gracias en voz alta por la bolsa de patatas fritas. Y el truco de las antorchas resultó ser también bastante efectivo.

Pero, sin duda, lo que gustó más a los veteranos fue el Escudo Asgard. Justo cuando acabó la explicación la chica de las gafas dio un paso adelante.

- ¡Al fin! – gritó emocionada -. ¡El famoso Escudo Asgard!

¿Famoso?

- ¡Si no fuera por él quizá no estaríamos todos aquí, haciendo esta ceremonia!

- ¡Llamémoslo Portal! – sugirió de pronto una veterana –. Su poder se basa en eso, ¿no?

- No estoy seguro de que capte toda su esencia – le respondió el chico de los guantes -. ¿Y algo como Jumper o Blink?

- ¡No, no! Tiene que tener relación con los portales, hombre. Quizá algo con “gate” como Stargate o Evergate.

- Oye, a mí eso me recuerda a una serie… - el chico de los guantes se cruzó de brazos.

- Moussa ya llama a sus portales Stargate – declaró la chica de las gafas -. Sería raro ponerle ese mismo nombre a él.

Al parecer, la muchacha estaba muy al tanto de los novatos.

- ¿Qué propones, entonces? – le inquirió Cuarzo.

- Me alegro de que me lo preguntes… - dijo ella, recolocándose las gafas -. Resulta que tengo el nombre perfecto para este chico. ¡Su técnica defensiva lleva el nombre de Asgard! ¡Está claro que tenemos que irnos a la mitología nórdica para encontrar un nombre apropiado!

Comenzaron a oírse murmullos de aprobación.

- Yo propongo que lo llamemos Bifrost. El puente del arcoíris, ¡el que transporta a los asgardianos a través de los nueve reinos!

La propuesta gustó a los veteranos. El nombre les sonó tan bien que ya estaban empezando a corearlo, como era tradición.

Sin embargo, parecía que alguien muy notorio no estaba de acuerdo con aquel nombramiento. Averno, que apenas había abierto la boca para agradecerle a Moussa lo de las patatas fritas, alzó una mano para pedir silencio en el círculo.

- Yo tengo algo que decir – anunció, con aquel tono de voz tan característico que invitaba a escucharle.

Desapareció en una nube de humo rojizo, y se materializó a unos pocos metros de Moussa, en frente de él.

- De teleportador a teleportador – estaba hablando directamente con el senegalés, aunque en voz alta -. Estoy seguro de que hoy has tenido que teletransportar a tus compañeros al menos una vez, si no varias. Este suele ser nuestro trabajo. Y es importante, sí. Pero… - Averno miró a la chica de las gafas – No somos solo medios de transporte. No somos solo los “Bifrost” del Liceo.

Aquella última afirmación pareció algo cargada de reproche. Cuando el chico verde volvió a mirar a Moussa, éste pudo ver como sus iris carmesíes brillaban con luz propia.

- Somos más que eso, ¿verdad? Somos libres de ir a donde queramos, cuando queramos. Aunque eso no quita que tengamos responsabilidades que atender – por un instante, miró a Cuarzo y sonrió – El caso es que podemos estar donde nos venga en gana. Pero si existe la necesidad, si debemos estar en cualquier otro sitio… nosotros siempre podemos tomar un atajo para llegar al instante – apretó un puño frente a él -. Ese es nuestro poder, el Atajo.   

- Atajo… - murmuró la chica de las gafas -. Suena algo raro, ¿no?

- Es mi propuesta – Averno se encogió de hombros.

- A mí me gusta – admitió Cuarzo.

- ¡Entonces no se hable más! ¡Su nombre será Atajo!

El círculo de antorchas comenzó a corear el nuevo nombre de Moussa.

“¡Atajo! ¡Atajo! ¡Atajo!”

Averno le ofreció la navaja a Moussa y se acercó al grupo de novatos, para que el siguiente diera el paso.

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03/05/2016, 18:01
César

Pero, antes de que el chico verde diese siquiera tres pasos, César ya había salido del grupo para dirigirse a la roca.

- Me toca – dijo con su habitual tono de chulería.

Durante todo el rato que llevaban allí, el piroquinético se había limitado a meter las manos en los bolsillos y observar desde lo lejos las demostraciones. Cualquiera que le hubiese mirado se habría dado cuenta de que se moría de ganas de salir, pero uno tras otro, sus compañeros de grupo habían sido más rápidos que él.

Ésta vez no, pues dio el paso al frente mientras Moussa aún estaba grabando su nombre en la roca. Cuando se cruzó con él, le miró y sonrió.

- Ha molado mucho lo que has hecho, tío – lo felicitó mientras le ponía una mano en el hombro -. Pero ahora vas a flipar con lo mío.

Hasta aquel momento César no había podido lucirse demasiado. El hecho de que su poder se limitase a controlar el fuego ya existente había hecho que sus demostraciones de fuerza durante el ataque fuesen más bien fugaces.

Pero aquella noche… Tenía un círculo entero de antorchas para él solo.

Los veteranos guardaron silencio mientras César se acercaba a la roca. Con gran habilidad trepó hasta arriba del todo. Su agilidad era envidiable, algunos de los veteranos pensaron en ese momento que su poder tenía algo que ver con los reflejos. Pero aún no sabían cuánto se equivocaban con él.

- Vale, “jueces” – inició su discurso mientras extendía los brazos a lado y lado – Yo soy César Moya. Puede que mi poder no sea tan alucinante como el del chico de antes, pero os prometo que vais a flipar igualmente.

En ese momento César cerró los ojos y respiró hondo.

Cualquiera que lo hubiese visto en acción aquella mañana se habría imaginado que el piroquinético arrebataría con fiereza las llamas de las antorchas y habría hecho alguna clase de espectáculo peligroso y apoteósico. Con aquellas pintas, ¿qué esperaban?

Pero no fue así.

Allí, sobre la roca, César comenzó a moverse al ritmo de una música que sólo él podía oír. Puede que pocos tuvieran idea alguna de hip hop, pero era evidente que el chico bailaba bien.

Aquella visión recordó a los novatos a la primera vez que habían visto al mutante. Chulo, seguro de sí mismo. El ritmo propio parecía ser una de las características que más definían a César.

¿Por qué no había bailado así hasta ese momento?

Distraídos como estaban con los pasos de César, los veteranos tardaron en darse cuenta de que el fuego de las antorchas titilaba. Pero no de cualquier manera. La luz parecía aumentar y disminuir en el claro a intervalos regulares. Todas las antorchas se habían sincronizado, y se agitaban al ritmo de César como si estuvieran bailando con él. Los veteranos observaron, sorprendidos, el extraño y bello espectáculo que tenía lugar frente a ellos.

La hipnótica danza de luces se prolongó unos segundos hasta que César aumentó el ritmo de sus movimientos. En aquel momento, las llamas de muchas de las antorchas comenzaron a volar hacia el centro del claro, formando finas lenguas de fuego que envolvieron la roca.

Comenzaba a hacer calor en el claro…

El fuego se arremolinó con fuerza entorno a César, cuya figura desapareció tras al muro de llamas.

Todos contuvieron la respiración. ¿Sería el muchacho inmune al fuego?

Seguramente… Tenía sentido, ¿no?

Finalmente las llamas se disiparon. Pero la luz no abandonó el claro pues, sobre la roca, se encontraba César con el cuerpo envuelto en llamas.

Ya no bailaba, tan solo estaba allí de pie, mirando a los veteranos. Todo su cuerpo estaba al rojo vivo, pero no parecía hacerle daño alguno.

- ¡Este es quien soy en realidad!

Llegados a ese punto, César decidió hacer una demostración algo más violenta de sus capacidades. Proyectó en el aire inmensas llamaradas. Se le veía muy cómodo con su poder. Parecía que lo disfrutaba.

Entonces, extendió de nuevo los brazos y decenas de pequeñas bolas de fuego comenzaron a surgir de su cuerpo llameante. De esta manera, hasta quedar sin llama alguna lamiendo su piel, reencendió todas y cada una de las antorchas que había apagado.

Parecía que lo controlaba bastante. Su ropa estaba bastante chamuscada, pero no pareció importarle.

Los veteranos comenzaron a gritar nombres nada más recuperar el fuego de sus antorchas.

Numerosas propuestas fueron puestas sobre la mesa.

Infierno. Dragón. Ígneo. Fire Dance. Sofoco…

Pero la propuesta que tuvo más éxito fue la de la chica de las gafas, quien solía conseguir que los novatos se llevasen el nombre que ella sugería.

- Es escurridizo, ¿habéis visto cómo se mueve? ¡Y qué dominio del cuerpo! – se recolocó las gafas -. Además, por su control del fuego casi podríamos considerarlo un elemental. ¡Lo llamaremos Salamandra!

Y así fue.

“¡Salamandra! ¡Salamandra! ¡Salamandra!”

César, contento con su nuevo nombre, lo grabó en la roca y volvió triunfante hacia el grupo de los novatos.

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03/05/2016, 21:36
Iván Auriol

Las exhibiciones pasaron una detrás de otra, cada una de ellas tan alucinante como la anterior. El pelirrojo las observó con detenimiento, uniéndose con efusividad a los aplausos y las alabanzas cuando sus compañeros volvían, con una sonrisa, un abrazo, o un apretón en el hombro.

Aunque en su cabeza estaba dándole vueltas a lo que haría cuando fuese su turno. Sus poderes eran muy vistosos, sí. O “poco visibles”, dependiendo de cuál. Pero ninguna de las dos cosas que podía hacer hablaba completamente de él. Solo darían a conocer un fragmento del total. Con solo un pequeño vistazo a lo que era, ¿Cómo iban a sacar un buen nombre para él?

No, no podía permitir que se le conociera como “Chico Arcoiris”, o “Tio invisible”. Tampoco tenía muy claro cómo quería que le llamasen. Sinceramente no se había planteado en ningún momento ser realmente un superhéroe, no de forma inmediata al menos, así que tampoco le había dado muchas vueltas a aquello de los nombres, o los trajes. Se figuraba que en su caso, vestir con ropa de calle era más que suficiente. Pero esa era una preocupación para otro momento. Ahora había que pensar en qué hacer ante los mayores.

Aunque todavía no muy seguro de qué sería lo mejor, Iván decidió no retrasarlo más y aprovechar los instantes después de que César acabase su espectáculo para anunciar su turno.

- ¡Me toca!

Levantó una mano al aire, para que la gente le viese, y tras comprobar que nadie salía a la palestra, surcó el aire con calma hasta quedar sobre la roca de los nombres, sin llegar a tocar ninguna superficie. Cruzó un poco las piernas y extendió los brazos, flotando a pocos centímetros de altura, en una pose algo grandilocuente. No es una actitud que Iván mostrase a menudo, no le gustaba hacer el payaso ante tanta gente desconocida, pero se figuró que exagerar un poco el asunto sería una buena manera de que se viese algo más de él.

Damas, Caballeros, LGBT, y otros Seres del Liceo

Me presentaría no tengo nombre que ofrecer,

Con orgullo Iván Auriol me llamó mi padre al nacer,

Por favor, que el nuevo no sea  para nada feo.

Hizo una reverencia en el aire, y dio una pequeña vuelta sobre si mismo. Dejó que su poder escapase de sí mismo, sin control ni esfuerzo. Simplemente las pequeñas luces de colores brotaban de su piel y se movían aleatoriamente por el aire, sin alejarse mucho antes de morir como velas a las que les faltase aire.

Como veis el suelo no toco

Y orejas puntiagudas exhibo

Además de hablar raro como un loco

Aunque no hablo en verso si no me desinhibo.

 

La mitad de mí es Fae, pero la otra es catalana

De mi madre saco las orejas, los ojos y el poder

De padre el atractivo, el pelo y la actitud truhana

Y con ambos dones ahora os haré enmudecer.

 

La verdad es que hablar en verso se le había hecho más fácil una vez había empezado, pero terminar la perorata la vergüenza había vuelto, subiéndole el color de las mejillas. No era relevante. A lo hecho pecho. Ahora tocaba continuar con el espectáculo.

 

Levantó las manos al aire y empezó a acumular el poder entre ellos, creando una esfera iridiscente. No era tan concentrada como las que hizo durante el ataque, de hecho no creía que consiguiera hacerle más que cosquillas a nadie con ella, pero le sirvió para poder hacerla enorme, tan grande que su luz inundó el claro, llenándolo de colores como si fuera un caleidoscopio. Iván hizo crecer la esfera tanto como pudo, pero aunque fuese poco densa, llegó un momento que el poder que había acumulado en ella era demasiado para él. La esfera empezó a perder cohesión justo cuando sus brazos empezaban a hormiguearle. Lejos de sufrir por ello, Iván sonrió, era lo que había estado buscando. Cuando ya no podía mantenerla más, cruzó sus brazos como si hubiera algo que quisiese estrujar entre ellos, y la esfera estalló.

Literalmente millares de lucecitas de colorines se repartieron por todo el claro, lloviendo sobre las cabezas de la gente. No estaban totalmente inertes, podían moverse y de hecho lo hacían, como si fueran insectos curiosos. Si alguno tocaba la piel de alguien no sentiría más que su bello erizarse como cuando te acercas a un globo con electricidad estática. No había casi poder en las lucecitas, por eso eran algo más lánguidas que de costumbre.

Pasados unos segundos en los que dejó que la gente jugase con las luces, retomó el control e hizo que algunas empezaran a seguirle. Se hizo invisible, pero dejó que las luces que le seguían delataran su posición, mientras empezaba a volar por el claro dando vueltas en sentido anti horario. Fue acelerando poco a poco, hasta que llegó un punto en el que su camuflaje no podía seguir con la velocidad. Pero no aceleró más, se quedó en ese punto en el que el camuflaje lo intentaba sin conseguirlo del todo. A ojos de la gente era como una silueta emborronada, como una distorsión en la luz por el calor, solo que con forma humana.

Empezó a chocar las manos con los que estaban en las filas delanteras, cediéndoles su camuflaje durante los breves instantes que permanecían en contacto.

Cuando iba por la segunda vuelta, volvió a acelerar, y esta vez ordenó a todas las lucecitas que intentaran seguirle. El camuflaje desistió, mientras Iván daba vueltas al claro a toda velocidad. Las luces, mucho más lentas que él, intentaban seguirle y solo conseguían dejar un rastro de colores. Iván empezó a hacer los giros más cerrados, creando una espiral de color, hasta que al final volvió a colocarse sobre la piedra de los nombres con un giro sobre sí mismo.

Las luces poco a poco fueron alcanzándole, e Iván les ordenó que se colocasen a su espalda, intentando formar la imagen de dos pares de alas. El resultado no fue exacto, precisamente, pero después de todo la magia de los Fae es la esencia del caos. ¿Quién puede controlar al caos con exactitud?

Iván volvió a hacer una reverencia a la vez que dejaba que las luces se disipasen por fin, elevándose a los cielos y difuminando la forma de las alas en unos segundos. EL pelirrojo sonrió. NO estaba acostumbrado a dar la nota con sus poderes. Pero teniendo en cuenta que ya se sentía ridículo antes de empezar, el hecho de haber acabado y que todo hubiese salido más o menos bien le alegraba.

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04/05/2016, 21:44
Narrador

Iván fue el séptimo miembro del Grupo 4 en acercarse a la roca. Su singular medio de transporte ya arrancó algunos murmullos del círculo de antorchas. No es que los veteranos no estuviesen acostumbrados a ver a nadie volar. Al contrario, era algo bastante común en el Liceo. Pero el modo en que el chico hada lo hacía, sin tocar el suelo en ningún momento, como si volar fuese algo más natural que caminar, les sorprendió.

Cuando se cruzó de piernas y se puso a hablar en verso ya fue el colmo. Algunos de los veteranos se rieron ante la ocurrencia del muchacho, pero rápidamente se callaron ante las miradas y los “¡Ssssshhh!” de sus compañeros.

Ya algo más calmados, escucharon la poesía de Iván atentamente. Las luces danzantes que se desprendieron del cuerpo del chico hada encandilaron a más de uno de los veteranos.

“Ala…” “¡Qué bonito!”

No cesaron sus murmullos de asombro cuando el muchacho concentró todo su poder en una enorme bola de luz de colores. Tras el estallido comenzaron a aplaudir y a vitorear, mientras alzaban sus manos en un vano intento por atrapar las luciérnagas de colores.

Mientras estaban entretenidos con las pequeñas luces, no se dieron cuenta de que Iván se hacía invisible.

“¿Dónde ha ido?” “¿Se habrá metido por el bosque?” preguntaron algunos.

Pero las luciérnagas de colores, obedientes, comenzaron a seguir al chico hada hasta delatar su posición. Entonces fue evidente para el círculo de antorchas que Iván no solo podía volar y controlar la luz de colores, sino que también podía volverse invisible.

- ¡Como mola! – dejó escapar la chica de las gafas en voz alta mientras disfrutaba del espectáculo.

El vuelo circular de Iván generó una respuesta más efusiva de la esperada, pues los veteranos le fueron aplaudiendo con más fuerza a medida que aumentaba su velocidad. Muchos chocaron la mano con él sin pensárselo dos veces, recubriéndose con el camuflaje del chico hada en el proceso.

La espiral de color al final fue la gota que colmó el vaso. El círculo de antorchas estalló en vítores y aplausos cuando Iván acabó su demostración. Aquel espectáculo tan colorido había sido del agrado de los veteranos, que ya comenzaban a proponer nombres a gritos.

- ¡Fae! ¡Faérico! Es un hada, ¿no? – sugirió una de las veteranas del círculo.

- ¿Y Oberón? ¿No es el rey de las hadas? – propuso el chico de los guantes.

Cuarzo debió de fijarse en la sutil expresión de Iván al oír aquella propuesta, porque respondió al instante.

- Si es un hada de verdad puede que no esté bien llevar el nombre de su rey, ¿no creéis?

- Yo propondría algún nombre que tenga que ver con la luz – dijo la chica de las gafas -. ¡Parece una parte elemental de sus capacidades! ¿Qué os parece Prisma?

- No sé yo… - Averno se unió a la conversación mientras miraba de reojo al chico hada -. A mí lo de la poesía me ha hecho pensar en algo como Bardo.

- Yo he tenido una idea – anunció Cuarzo, dando un paso al frente.

A decir verdad, la chica mineral aún no había nombrado a nadie aquella noche.

- Al verlo volar así, como si fuese algo tan natural en él… He pensado que su nombre debería hacer referencia a eso – miró a Iván y sonrió. Pese a la aparente dureza de su cuerpo, la chica podía moverse y expresarse como si estuviese hecha de carne -. Además es de aquí. Creo que deberíamos llamarlo Vent, viento en nuestro idioma.

Parecía ser que Cuarzo también era catalana.

- ¡Oh! ¡Tienes razón! ¡La forma en que flota sin esfuerzo, la forma en que desaparece de nuestra vista pero sigue ahí!

De nuevo, la chica de las gafas parecía ser la que más se emocionaba con cada uno de los nombramientos.

- ¡Es un nombre fantástico!

Ante la aprobación de la nominadora oficial, el círculo de antorchas comenzó a corear el nuevo nombre de Iván.

“¡Vent! ¡Vent! ¡Vent!”

Estaba decidido.

Averno le ofreció la navaja.

- Es un nombre muy chulo – le confesó cuando estuvo junto a él – Has salido bien parado esta noche – añadió con una sonrisa.

Cuando Iván volvió con el grupo de novatos hubo unos segundos en los que nadie se atrevió a salir. Pero, tras dar el paso todos los miembros del Grupo 4, uno detrás de otro, tan solo una única persona podía ser la siguiente.

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04/05/2016, 21:44
Marina

La pequeña Marina avanzó en silencio hacia el centro del claro. Iba algo encogida, parecía una niñita asustada. Aquello, quizá, le hizo ganarse el corazón de la mayoría del círculo de antorchas, pues los veteranos comenzaron a animarla en voz alta.

“¡Vamos, tú puedes!” “¡Lo vas a hacer genial!”

Sus compañeros de grupo habían podido advertir, durante el transcurso de las anteriores demostraciones, que Marina estaba bastante nerviosa.

Pasito a pasito llegó hasta la roca. Con las manos temblorosas comenzó a aferrarse a los salientes, iniciando su escalada. No le costó mucho subir, quizá por la gran fuerza de la que había hecho gala durante el ataque. Cuando llegó a la cima, el círculo de antorchas enmudeció por completo.

Estaban expectantes. ¿Cuál sería el poder de aquella pequeña niña? Era difícil sospechar que su menudo cuerpo guardaba una fuerza increíble.

Los segundos pasaron, pero no parecía que Marina fuese a hacer nada. Tan solo estaba allí de pie, completamente congelada sobre la piedra.

- ¿Estás nerviosa? – preguntó la chica de las gafas, con voz cariñosa –. Puedes comenzar diciéndonos cómo te llamas – le sugirió con una sonrisa afable.

Pero nada. No hubo respuesta por parte de Marina.

Los veteranos comenzaron a murmurar, sin saber bien qué hacer. No era raro que algún novato se bloquease durante aquel momento, pero Marina ni siquiera había despegado los labios.

Averno, contraviniendo las normas de la ceremonia, se teletransportó a la cima de la roca. Se agachó junto a la muchacha y le habló en voz baja. Pareció que conversaban durante unos segundos. Él le puso una mano sobre la espalda a ella, como si le ofreciese la posibilidad de bajarse de la roca. Pero no, ella negó con la cabeza.

El muchacho sonrió.

- Está bien – dijo antes de teletransportarse de vuelta al suelo.

- ¿Qué pasa? – preguntó Cuarzo, preocupada.

- Nada, nada – Averno se encogió de hombros – Démosle algo de tiempo.

Marina alzó la cabeza, cerró los ojos y respiró hondo durante unos instantes. Entonces, para sorpresa de todos – al menos del Grupo 4 – inspiró fuertemente y…

Despegó los labios por primera vez.

La voz de Marina era algo… maravilloso. Las notas que entonaba, dulces como la miel, llenaron el claro como una gran ola.

Al principio tan solo era una canción, que muchos pensaron que era lo más bello que habían escuchado jamás. Muchos de los veteranos y de los novatos comenzaron a perder la noción del tiempo, embobados por el canto de Marina. Tan concentrados en la melodía estaban, que no se pudieron dar cuenta de que no podían pensar en nada más.

La música embotaba sus mentes, impidiéndoles pensar con claridad.

Marina, sobre la roca, parecía algo más relajada. Dejándose llevar, aumentó la intensidad de su canción.

Y entonces fue cuando comenzaron a pasar cosas raras. Algunos de los estudiantes comenzaron a caer al suelo, presas de un poderoso sueño. Otros, en cambio, comenzaron a avanzar hacia la roca, sintiéndose fuertemente atraídos por Marina.

El canto de sirena se convirtió en una locura cuando dos de los veteranos que se habían acercado al centro del claro comenzaron a pegarse puñetazos, peleándose para decidir quién sería el primero en escalar la roca.  

Al ver aquello, Marina cesó bruscamente su canción.

[Parad la canción]

Como si el embrujo hubiese finalizado de pronto, todo el mundo recobró el sentido. Los dos veteranos que habían estado pegándose se miraron el uno al otro, atónitos. Los que habían caído dormidos comenzaron a despertarse.

Tras la bella canción de Marina se hizo un duro e incómodo silencio. La muchacha se llevó las manos a la boca y se dejó caer de rodillas sobre la cima de la roca.

No hubo discusión sobre el nombre de Marina. Tras unos segundos de completo silencio la chica de las gafas se adelantó y carraspeó.

- Creo que no hay duda sobre qué nombre es el mejor para ti – le dijo con una sonrisa -. ¿No creéis, amigos?

Se giró hacia los veteranos y alzó la voz.

- ¡No os quedéis callados! ¡Le hemos pedido que demuestre su poder!

Uno de los dos chicos que habían comenzado a pelearse le habló directamente a Marina.

- Oye, no te preocupes. Yo estoy bien – dijo, tratando de animarla –. No ha sido para tanto.

Poco a poco el círculo de antorchas comenzó a recuperar el ánimo. Pero no proponían nombres, tan solo trataban de hacer que Marina se sintiese mejor.

“¡Sí, no pasa nada!” “¡Todos tenemos accidentes, no te preocupes!”

- Tu nombre será Sirena – anunció finalmente la chica de las gafas -. No creo que nadie pueda proponer uno mejor.

Marina grabó su nuevo nombre entre lágrimas, aunque el Grupo 4 no pudo discernir si eran lágrimas de felicidad, de tristeza, o una mezcla.

Aún algo llorosa, la muchacha volvió junto a sus compañeros exhibiendo una amarga sonrisa.

Qué noche…

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04/05/2016, 22:28
Sara Carrión

La joven los recibió con unos cortos aplausos cuando fueron llegando.

- Qué bien, son unos nombres geniales. Y los poderes son geniales. Y esa voz de Sirena es... preciosa.

Tampoco quería insistir demasiado, pues había algo triste detrás. Probablemente el hecho de que no podía hablar y debía a recurrir al móvil. Sara abrazó a la chica y le dió un beso, tratando de cargarlo de dulzura.

- Ya casi estamos listos para ser los D-Men.

Les guiñó un ojo tras decir aquello. Estaba de broma. Estaba segura de que ese nombre no les iba a gustar, pero tenía su gracia, llamarse de un modo parecido a los X-Men.

- Quizá mañana nos den los uniformes y nos digan qué nombre queremos grabar en ellos. Será un día estupendo. - La joven hizo un gesto separando las manos, como refiriéndose a un titular de periódico, antes de seguir hablando. - Cráter el poderoso, La imposible Ms Justice, Zenitram el genio, Atajo el indomable, Salamandra el destructor, El deslumbrante Vent, la asombrosa Sirena y "la enigmática Estigia", por ejemplo,  ¡El equipo perfecto!

Tras todo ese tropel de adjetivos, les sonrió divertida. - ¿Queda bien, no? - Sonriente tratando de que no sonara serio.

 

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05/05/2016, 11:42
Aitor Zumalacárregui

-Queda estupendo, "misteriosa Estigia" -dijo Aitor con una sonrisa en la boca. La verdad es que aunque no era una persona muy empática, casi se podría decir que incluso frío, se lo había pasado muy bien. Hacía mucho tiempo que la vida no lograba sorprenderle, pero este último día había sido excepcional en todos los aspectos. Un giro de 180 grados. Él que no pensaba integrarse en el sistema crea-héroes de la escuela y ya ves...

-Tranquila, Marina, te ayudarán a controlar tu voz y, si no lo consiguen, te haré un lector mental que traduzca lo que dices a una voz convencional. Hasta podrás elegir qué voz quieres -añadió para consolar a la recién nombrada Sirena, que hasta a él le resultaba patente el grado de sufrimiento que llevaba encima por su extraordinaria voz.

Un gran día, aunque puede que fuera mejor para unos que para otros.

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05/05/2016, 19:43
Rudy Vergara

-"El poderoso Cráter". Ya me imagino la portada del cómic que harán sobre mí, jeje. Has dado en el clavo Estigia. -le dije a la chica.

La canción había suscitado en mi interior una serie de emociones muy diversas. Primero me había entrado como nostalgia, pero no sabía de qué. Luego un sueño tremendo. Y para acabar un terrible deseo, por poco estuve de saltar a la roca. Suponía que eran efectos de su voz. En cuanto llego Marina la recibí con un sonoro aplauso y unos gritos de ánimo.

-¡SIRENA, ERES INCREÍBLE! -grité. Mamá estaría orgullosa de mí.- ¡Has sido alucinante, Marina! A parte de mega fuerte, encantas con tu voz. Amazing.

La verdad es que todas las demostraciones habían sido increíbles, ahora me arrepentía de haber levantado solo la roca sobre mi cabeza y de haber lanzado un rayo. Aunque con el nombre que había recibido ya estaba satisfecho. 

Estaba en El Liceo gracias al Cráter, me convertiría en un superhéroe de verdad por él. Y como yo, ahora todos teníamos un nombre que nos representaba.

-Menudo primer día, ¿eh? -dije al Grupo 4.- Nos lo pasaremos genial a partir de ahora. Haremos cosas increíbles. Será alucinante.

Cogí la mano de Diana y le sonreí.

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05/05/2016, 20:35
Diana Castelló

Marina era sencillamente increíble, una voz espectacular que conseguía evocar incontables emociones... esa chica llegaría lejos, muy lejos. Cuando la chica volvió al grupo, Diana esperó a las muestras de los demás para luego acercarse a la chica, y susurrarle al oído.

- Te lo juro, de mayor quiero ser como tú .- Guiñó un ojo a la y sonrió, aquella frase tenía mucho sentido para ella, pero no creía que los demás lo entendieran como ella... simplemente quería animar a la chica a abrazar lo que era.

Cuando todo el equipo estuvo reunido, la metamorfa se relajó un poco y los miró uno a uno, no era una mirada analizadora o inquisitiva... simplemente una mirada de aprobación. Aquel día sin duda había sido alucinante. Todos habían sobrevivido a un ataque enemigo y habían recibido unos nombres acordes a sus poderes, ¿qué más se puede pedir de un primer día en la escuela?

Cuando Rudy le cogió la mano a la chica le sorprendió un poco, tenía confianza con el chico, pero solo se conocían de un día... no tanta. Le sonrió, le apretó la mano en señal de aprecio y a los pocos instantes se soltó. Habían peleado juntos a lo largo del día y en ciertos puntos la vida de Diana estuvo en manos de Rudy, pero el único interés de la chica en aquellos momentos eran estudiar, y hacer amigos.

- ¿Y ahora qué?.- Preguntó tratando de desviar la conversación por otros derroteros -. ¿Nos vamos a nuestras habitaciones o queda algo más que hacer?

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06/05/2016, 17:18
Averno

Después de que los componentes del Grupo 4 hubiesen recibido sus nuevos nombres, la Ceremonia del Nombramiento no terminó. Todavía quedaban los otros novatos, los miembros de los Grupos 1, 2, 3 y 5.

Uno a uno, todos subieron a la roca e hicieron sus demostraciones.

Entre los nuevos estudiantes del Liceo había una gran variedad de poderes y orígenes. Mutantes, Inhumanos, Extraterrestres, Místicos, Experimentos, Tecnológicos… Todos tenían algo que les caracterizaba, y en base a eso los veteranos les asignaron sus diversos alias.

Cuando todos hubieron grabado su nuevo nombre en la roca, Averno se teletransportó hacia la cima de la misma para dirigirse a los nuevos estudiantes del Liceo.

- Muy bien, novatos. A partir de este momento ya no sois simplemente unos recién llegados – extendió las manos hacia el grupo –. Todos habéis demostrado de lo que sois capaces frente al círculo de antorchas. Y así os habéis ganado el nombre que usaréis a partir de ahora en esta escuela.

Los veteranos aplaudieron.

El proceso de nombramiento había resultado largo y agotador. Ya eran las tantas de la madrugada, y la gente estaba cansada. Pero todos y cada uno de los novatos había recibido un nombre. Les gustase o no a ellos, lo que estaba claro es que los veteranos se lo habían tomado en serio.

Ningún nombre era una broma, ni un apodo del que pretendiesen burlarse a posteriori. Eran alias de verdad, como los que usaban los superhéroes adultos.

- Pero no os confiéis – advirtió el chico de los cuernos, con un tono más misterioso – pues vuestro curso tan solo acaba de empezar.

Las antorchas se fueron apagando, los veteranos ya comenzaban a andar por el camino de luces que los llevaba de vuelta a la escuela. En medio del barullo general, la voz del chico de los cuernos se escuchaba alta y clara.

- Antes hacíamos una fiesta después de la ceremonia que duraba hasta el amanecer, pero los profesores se quejaron de que todos los estudiantes estaban dormidos durante el primer día de clase – Averno se encogió de hombros – así que… ¡A la cama!

Vaya, aquello sí que parecía precipitado.

- Mañana tenéis clase a las 12.

Algunos de los novatos reaccionaron con exclamaciones de sorpresa. ¿No era muy tarde para comenzar las clases?

- Al menos conseguimos que atrasaran el horario unas cuantas horas durante el primer día. Para que pudieseis dormir un poco después de la ceremonia – aclaró Averno -. Mola, ¿eh?

El veterano se teletransportó de la roca al grupo de novatos.

- Vuestros mentores os vendrán a buscar a las habitaciones para llevaros a vuestra primera clase. ¡Eh, Grupo 1! – miró a unos cuantos de los novatos –. Que no se os peguen las sábanas, ¿me oís? Que luego el marrón me lo como yo.

A continuación se dirigió a los componentes del Grupo 4.

- Como Gata está en la enfermería supongo que otro veterano se encargará de vosotros. No creo que os quedéis tirados.

Averno dio unos pasos hacia el sendero de luces.

- Eso es todo. ¡Buenas noches!

Y desapareció en una nube de humo rojizo.

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06/05/2016, 17:18
Narrador

La vuelta se hizo más corta que la ida. Mientras andaban por el bosque los novatos hablaron, entusiasmados, de sus nuevos nombres. Los compararon, bromearon sobre ellos e incluso discutieron abiertamente sobre la naturaleza de sus poderes. En el Liceo, en aquel santuario perdido en medio de la montaña, cada uno de los singulares adolescentes era libre de ser sí mismo. No tenían que ocultar lo que podían hacer o quiénes eran realmente. Eso a algunos, sin duda, les hacía sentirse más libres que de costumbre.

También se preguntaron qué les esperaba en las clases del día siguiente. A parte de los curiosos nombres de las asignaturas, los novatos no sabían realmente qué podían esperar de las aulas del Liceo.

Algunos de ellos, además, ya habían tenido que ponerse a prueba. Luchando y trabajando en equipo, habían logrado salvar a muchos de sus compañeros y profesores. Y eso que solo habían pasado un día en aquel lugar.

Quizá estos jóvenes con tanto potencial estaban destinados a convertirse en la nueva generación de superhéroes.

Aún con todo eso, ¿quién sabía lo que les deparaba el futuro?

Lo único que sabían a ciencia cierta es que ya eran oficialmente estudiantes del Liceo, la Escuela de Superhéroes.

Y su curso acababa de empezar.

 

 

MARVEL: El Liceo

 

FIN DEL CAPÍTULO 1