Partida Rol por web

Boon odiaba el azar. Lo odiaba de veras. El azar fue quien acabó con la vida de su marido y de su hijo. El azar hizo que conociera a Mary. El azar de alguna forma siempre volvía a ella para confundirla y turbarla. Odiaba sus intenciones, nunca claras ni evidentes.

Garabateó su respuesta cuando todos hubieron votado, y se la dió al capitán.

-Que sea lo que deba ser -sentenció.

Lo que temía Will se hizo realidad al observar la mayoría de círculos, habían tomado la decisión y eso alargaría la vida de Dosespadas, al menos por un tiempo. Ahora tocaba pensar en cómo tratar con él, como conseguir salir airosos del trato que sin duda tendrían que realizar con el derrotado capitán.

- Ya está decidido, Dosespadas te has ganado una tregua, depende de ti la duración y el carácter de esta misma.

No había razón para andarse con rodeos viendo la ferocidad de aquel hombre, conociendo sus andanzas, haciendo caso simplemente de una décima parte de los rumores acerca de él, sabía que no sería fácil lograr sonsacar la información que necesitaban.

- Habla claro, ¿qué necesitas, qué es lo que quieres?

El veterano capitán sonrió bajo su rostro cansado.

La mitad del tesoro y la libertad. Sin represalias por ninguna de las dos partes. Dijo directamente manteniendo la firme mirada de Will y sin titubear ni en sus palabras ni en sus gestos.

Thomas sonrió, dejando salir una pequeña especie de carcajada.

Creo que te golpeste demasiado la cabeza. De ninguna forma. Si es que finalmente vamos tras el tesoro resibiras...

Clava su mirada en el vencido capitán. Aún es ciertamente atemorizante, aunque este en esa situación.

...ricibiras nada, o a sumo lo mismo que cualquier marinero. Tu gran parte del tesoro será la paga por los gastos de repación del Saint George. No estas en posición de negociar. Confórmate con eso y tu libertad.

Su espalda estaba erguida, tu tono frío, y un tanto altanero. Al fin y al cabo, por dentro, continuaba siendo un oficial de la flota mas poderosa del mundo.

Will sonrió y estuvo tentado de volver a reír ante las palabras de Dosespadas, estaba claro que no accederían a semejante trato, nadie le daría la mitad del tesoro, incluso él debía saberlo, ahora tocaba regatear de manera que asintió ante la mirada de Wellington, le dejó hablar, estaba de acuerdo con lo que decía y no veía necesidad de interrumpir.

Sonriendo se apoyó contra uno de los mamparos sin dejar de observar a Bill, aquel hombre había sido y era una leyenda o mejor dicho una pesadilla en los mares del caribe, su nombre inspiraba miedo y no era para menos pues su actos habían sido atroces y desmedidos, no tenía escrúpulos y para tratar con esa gente, en ocasiones un debía rebajarse a su mismo nivel. El irlandés jugó con esta idea, decidió seguir su instinto. Las palabras se las llevaba el viento.

Sam sonrio levemente cuando el resultado de la votación salió a la luz, aunque las palabras de Dos Espadas no le hicieron tanta gracia. Pedía una locura para alguien en su situación y si le ofrecían menos seguro que acabaría jugándosela de alguna manera. Bueno seguro que lo hacía aunque se lo ofrecieran todo. Seria una negociación tensa a la que no estaba acostumbrado así que dejó al resto hablar mientras observava los gestos del temible pirata en busca de engaños. 

La lengua viperina de Bill Dosespadas no tardó en asomar ante la arrogancia y las palabras de Thomas.

Escuchame maldita rata de astillero, he cortado la lengua a hombres por menos que eso. Sin que apenas se percataran la pierna derecha de Dosespadas seguía con la rodilla en el suelo, sin embargo su pierna izquierda estaba alzada. Lo había hecho en un movimiento tan natural y calmado que todos lo vieron como algo normal.

Por supuesto que estoy en posición de negociar. Tengo lo necesario para ir a buscar el tesoro, sin mí no hay tesoro. ¿Lo entiendes? Miró a Will tras decir aquellas palabras. ¿Acaso vas a dejar que un soldado fracasado hable por tí? Creía que estaba ante un capitán.

-El único capitán es Will, así que eres tú el que ha de tratarlo como tal. Eres el último mono aquí, detrás del que zurze el velamen, así que te aconsejo prudencia en tus palabras, y juicio al pedir tu parte. Si hubiera escrito una equis ahora estarías muerto -dice, mientras sigue apuntándole. -Will, creo que no vamos a sacar nada en claro de este asunto. Este hombre mataría a su propia madre si su vida dependiera de ello... creo que será mejor dedicarnos a la búsqueda de otro tesoro, en el que no esté tan claro el final.

Will se incorporó y separó de la pared observando lo gestos de Dos Espadas, no le gustaba aquello, ya lo había dicho, sin embargo ahora no podían echarse atrás, les habían puesto la miel en los labios y tendrían que seguir, así había sido decidido.

- Si te mueves te ensarto Bill.

Estas palabras surgieron de su garganta con un tono neutro, sin levantar la voz ni mostrarse tenso, como quien da los buenos días, si es que alguno de aquellos hombres eran tan educados como para hacerlo.

- Ya hemos decidido y no hay vuelta atrás.

El capitán caminó tranquilo al rededor de su prisionero, pensativo, tratando de adivinar como sacar partido a la situación, como llegar a un acuerdo, o quizás como colgar a aquel arrogante hijo de mala madre.

- Aunque claro, como capitán también puedo mandar al fondo del mar a quien me plazca y cuando me plazca independientemente de si les gusta o no a mis hombres.

Realmente era la solución que más le gustaba, pero por alguna estúpida tara irlandesa había decidido hacer aquella votación y ahora tendría que ser responsable con las consecuencias de sus actos.

- Una séptima parte del botín, lo mismo que nosotros. Sin represalias entre nosotros.

Bill echó la cabeza hacía atrás como considerando la propuesta de Will. Torció el gesto y mirando a los ojos del rudo marinero irlandes preguntó:

¿Y la libertad?

Thomas sonrió levemente. Aquel trato parecía estar cerrado.

Pregunta tonta compañero. Para que querrías tu botín sin libertad?

Se dirigió hacia la salida y miró a Will.

Capitán espero órdenes. Si le parece correcto deberíamos partir cuando antes rumbo a puerto para prepararnos.

Will comprendía la pregunta, no preguntaba por la simple libertad, sino por poder volver a formar tripulación, asolar los mares y quizás tomarse venganza contra ellos.

- ¿Libertad?

Sopesó el peso de aquella palabra y lo que realmente entrañaba, no estaba muy dispuesto a pronunciar tan a la ligera aquella proposición.

- Tendrás libertad, pero tendrá que ser lejos del caribe. Me han hablado que el mediterráneo sigue siendo un lugar interesante, o incluso los mares de las Indias Orientales.

No quería dar su brazo a torcer tan fácilmente, estaban negociando y ellos tenían el objeto de mayor valor, la vida de DosEspadas, él las promesas de un tesoro legendario.

Bill asintió, había descubierto en los ojos del irlandes todo el odio que le guardaba y lo que sus palabras significaban en realidad. No dudaría en matarlo.

Está bien. Trato hecho, me ire lejos.

Ahora necesito los cuatro naipes para poder trazar la ruta.

Will se mantuvo en su sitio sin moverse unos instantes antes de lanzar su naipe hacia el reo, habían llegado a un acuerdo, y aunque no se fiaba de la palabra de Bill, tampoco podía hacer mucho más. El tiempo decidiría si aquella había sido una buena decisión o la más nefasta de su vida.

- Ahí tienes, hermanos darle vuestros naipes.

En aquellas palabras no había lugar a replica ni queja, para el capitán estaba todo muy claro y ahora debían ser responsables de sus actos.

- Como todo trato esto es muy sencillo, la ruptura de este implicará tu muerte DosEspadas, si nos mientes igualmente morirás, si nos tratas de engañar tu destino será el mismo. De ahora en adelante no hablarás con nadie más que con nosotros cuatro, si lo haces con otro yo mismo te cortaré la lengua.

Por su puesto igual que ello, él también sería responsable de los suyos.

- Igualmente creo que no debo deciros al resto que esta conversación no ha de salir de aquí.

Su mirada seca se fue posando en cada uno de los presentes, con firmeza, esperando el asentimiento, la compresión de aquella norma tan básica para que aquella nueva aventura pudiera llegar a buen puerto.

Sam asintió al capitán William, desde luego no pensaba ser él el que dijera nada aunque seguramente le tendrian más vigilado por ser poco mas que un muchacho. Se despidió momentaneamente y se fue a buscar el naipe a su escondite, volviendo minutos después jadeando de la carrera y posandolo junto al otro naipe del capitán.

Las palabras del capitán fueron claras ordenes. Certeras. Thomas sacó su naipe del pecho. Lo miró unos instantes, preguntándose cómo aquello podía ser un mapa. finalmente lo arrojó a los pies de DosEspadas.

Miró a Willliam y asintió.

Como ordene, mi capitán.