Partida Rol por web

-Buena caza y que consigáis recuperar la forja -gritó la oficial de enlace con el estruendo de los motores de las Thunderhawk como fondo.

Las lanzaderas ni siquiera apagaron los motores, solo se posaron en el suelo con el mínimo de potencia y abrieron la rampa frontal por la que se accede a su interior. El interior era amplio, era una nave de carga de varias escuadras o vehículos pesados a la vez que una nave de ataque o abordaje. Era la aeronave polivalente y preferida por todos los capítulos.

Jean, Severus, Leah y Septimus subieron a la lanzadera número 1, junto con toda la escuadra D1. La escuadra toma posiciones en los diferentes asientos mientras se cierra los arneses con movimientos mecánicos, pero después la tranquilidad parece una tumba. No hay nadie con los típicos tics del momento producidos por los nervios, nadie que revise su armamento, nadie que grite nada. Solo el rugir de los motores.

Phalanax y Schidiae suben a la Thunderhawk 4. Ellos van más espaciados, pues solo tienen como acompañantes a uno de los apotecarios que se llama Orcir y un tecnomarine llamado Verticorda.

Todo aquel que lleva el casco puesto puede ver a través de la interfaz del sistema informático de la servoarmadura toda la ficha, nombre y estado de los compañeros que tiene dentro de su campo de visión. Un borde en verde luminiscente siluetea cada parte del cuerpo de los compañeros, mostrando así que no tienen ningún tipo de herida.

En cuanto termina de subir el último, todas las lanzaderas cierran la compuerta y, una vez cerrada y sin esperar a que todos los miembros del pasaje estén bien sentados y asegurados, arrancan el vuelo y comienzan el viaje hacia el objetivo.

Por la megafonía de la nave suena un chasquido y la voz de un astartes- Aquí Eshael, piloto de la Thunderhawk 1. Pido confirmación de punto de aterrizaje pues el centro de comunicaciones no me ha dado ninguno,  así como el punto de aterrizaje de cada una de las otras lanzaderas.

Phalanax esperó a que todos se hubieran colocado y a que la nave despegara consultando los planos y la disposición de las unidades. Una vez observados atentamente, se quitó el casco y se dirigió a los integrantes de su unidad, que estaban en los asientos cercanos al suyo.

- ¡Atentos hermanos! - Elevó la voz para que le prestaran atención - Cuando nos posemos, realizaremos rápidamente un perímetro en torno a la cañonera para defenderla mientras se retira del lugar. Acto seguido pasaremos al plan de ataque uniéndonos a las escuadras D1, D2, D3, D4 y a la escuadra de asalto asignada. Romperemos la brecha tiránida para dirigirnos hacia el centro de control de las defensas de la forja. Cuando hayamos despejado el piso inferior, nosotros junto con la tercera escuadra tomaremos posiciones y defenderemos el lugar hasta que sea necesario. Mientras la primera escuadra y la de asalto intentarán tomar el control del piso superior, y la segunda escuadra dará apoyo a ambos pisos tanto como le sea posible.

Después de ver si todo había quedado claro, siguió hablando:

- Esperad cualquier cosa, no sabemos qué enemigos se encuentran defendiendo la forja, pero pensad que serán los más fieros a los que os habeis enfrentado. Estad atentos, no solo a los pasillos y esquinas, los conductos de ventilación pueden esconder a los más pequeños. Tampoco quiero ninguna locura, la misión es hacerse con el control de la forja, cuantos más juntos nos mantengamos más posibilidades habrá de lograr un control efectivo de la zona.

- Hasta que entremos en los pasillos de la forja, a no ser que haya un cambio en las órdenes, nos mantendremos en formación de flecha. Nathaniel a mi derecha y Semyon a mi izquierda, Tylos y Camulos nos seguirán ocupándose del apotecario Orcir y el tecnomarine Verticorda, cubriéndoles cuando sea necesario. Androm, como segundo al mando tú cerrarás la posición controlando la situación e informando junto a Garnor y Svessl, espero que esos tiránidos no sean peores que las criaturas salvajes de Boltaris III. Eristede y Basek, cerrareis los flancos.

- En la zona de los pasillos avanzaremos según lo grandes que sean, en fila, dos a dos o en flecha si es posible, cubriendo las intersecciones Eristede y Basek. Cuando defendamos el piso inferior tomaremos posiciones para cubrir todas las entradas, Nathaniel y Semyon la principal, pero ya veremos según sea el lugar.

- ¿Todo entendido hermanos? Si teneis una pregunta hacedla ahora, luego será tarde para resolver las dudas. ¡Que el Emperador nos guíe en su infinita sabiduría, que seamos la muerte de sus enemigos y la salvación de la Humanidad! - Y después de comunicar el plan inicial a sus compañeros y resolver las dudas*, Phalanax les animó a cantar los cánticos y rituales de batalla de los marines espaciales, que los hacían aparecer en la batalla como verdaderos ángeles de la muerte.

Blitz activa el intercomunicador.

-Aquí Jean Storm, al mando de la Compañía. Los thunderhawks 1, 2 y 5 tienen permiso para aterrizar en el punto designado como entrada al piso superior.- Blitz busca mientras dice esto las coordenadas exactas del punto y las recita.- Las otras dos lanzaderas, 3 y 4, deben aterrizar en el punto designado como entrada al piso inferior.- vuelve a recitar las coordenadas.

Era la primera misión real. Y le había tocado llevar el mando. El Emperador proveerá. fue lo único que pensó. Tenian las herramientas que el Emperador les había otorgado con toda su infinita sabiduría, no podían fallar. Era imposible.

Septimus no tenía nada que decir, y nada dijo. Simplemente se aseguró de que todo su equipo estuviera listo para lo que les esperaba. El casco estaba colocado en su sitio, del mismo modo que todas las piezas de armadura, y uno de los cargadores del bolter estaba en la recamara, listo para vomitar su ardiente muerte sobre el enemigo. 

"La primera acción de combate a gran escala... La liberación de una de las forjas..."

Leah atendió a las palabras de Blitz, mirándole con actitud analítica esbozó una sonrisa aprobadora antes de colocarse el casco y ajustarlo. El apotecario también había subido a la primera lanzadera y, por un instante, fue consciente de lo que perderían de ser derribada la lanzadera. Tras el casco cerró los ojos y oró por ellos, por ellos y por todos, para que el Emperador les protegiera al menos hasta que tocaran tierra firme.

El navegante permaneció en silencio, quizá rezando o simplemente meditando, pasados unos minutos observó al resto de los presentes sin decir nada.

Les preocupa... no... no derribarán la nave descabezando la operación... aunque hubiera sido interesante no dejar al menos otra de las naves sin supervisión inquisitorial... vista la semilla de duda entre estos hombres... al menos en la cuarta parece haber un capitán a la altura... por ahora.

-¡MATEMOS A ESOS PUTOS XENOS! -se escuchó a Svessl gritar, lo que fue coreado por un rugido y golpes en los pectorales. En ese momento, los miembros de la escuadra nacidos en Boltaris III comenzaron un cántico en una lengua desconocida. Tenía una melodía simple y las palabras, aunque desconocidas, hacías hervir la sangre y prometer una venganza cruel y despiadada, que era justo lo que iban a hacer en ese momento. La melodía era sencilla, y aunque no podían enseñar la letra en un idioma desconocido para la mayoría, les daban golpes y ponían énfasis en el ritmo, para que todos poco a poco pudieran tararearla. Al par de minutos casi toda la lanzadera estaba tarareando la melodía con fuerza y los "salvajes" de Boltaris III escupían cada sílaba de las palabras que decían.

El comunicador de la lanzadera sonó alto y claro- Jefe de Escuadra, aquí piloto, el mando de la misión nos ha encomendado el acceso desde el piso inferior al edificio principal de Mons Zilos junto con la tercera escuadra. Prepárense para la llegada, que será en 6.37 minutos.

En cuanto Jean terminó de dar las coordenadas solo se escuchaba un murmullo en la cabina, y tras unos minutos se escuchó la voz del piloto- Órdenes retransmitidas y confirmadas. 6.37 minutos para llegar al objetivo, preparando coordenadas para el aterrizaje en la planta superior del edificio principal de Mons Zilos.

Los astartes de la Primera escuadra parecían tensos en silencio. Solo se escuchaba alguna plegaria murmurada y se veía algún palmeo en los hombros. Pero en ese momento el Jefe de Escuadra comenzó a recitar la Letanía del Odio, una serie de versos y oraciones que servían para avivar la sangre a matar y destrozar todo lo que no fuera humano. Al poco varios miembros de la escuadra se posaban las manos encima de las hombreras como haciendo un círculo mientras se unían al murmullo continuo.

Algunos de los extremos alzaron las manos y las apoyaron en los que estaban más cerca de ellos sin mirar quienes eran, que eran Lady Leah y Septimus. No miraban a nadie, tenían la cabeza inclinada hacia delante, como si estuvieran rezando al Dios-Emperados y pidiéndole fuerzas para destrozar y aniquilar a sus enemigos.

Jean se unió rápido en unir sus brazos con los compañeros de armas durante la Letanía del Odio. El sentimiento ahora llenaba el ambiente. Iban a la guerra. Y ellos eran los hijos de la guerra designados por el Emperador. Masacrarían a esos bichos sin piedad, con contundencia y determinación, para recuperar lo que les fue robado. Y para reestablecer el imperio del Emperador en ese sistema.

Él estaba preparado para masacrar a los Xenos. Los hombres también, y la luz del Dios-Emperador parecía brillar sobre ellos en ese momento, ese momento en el que todos agacharon la cabeza para rezar a su Dios. Para rezarle al Emperador. Jean rezó con ellos, pero su rezo duró mas que el de sus compañeros. Como portavoz del Omnissiah en esta nave, rezó por las máquinas de todos y cada uno de esos soldados.

Leah sintió la presión en uno de los hombros casi seguida al instante por el peso de la mano del tecnomarine en el otro hombro. Cerró los ojos tras el casco y unió su propia voz, suave, un mero susurro que acompañaba el ronco orar de los hombres que la rodeaban. El rezo no hizo más que avivar un sentimiento de unidad, de enardecimiento, de esperanza. En esos instantes todo parecía posible y la victoria parecía cercana pese a que no estuvieran realmente más cerca de ella que cuando el cuerpo del insubordinado tocó el suelo acompañado de una nube sanguinolenta.

La inquisidora inclinó la cabeza y dejó que sus labios aletearan con la letanía hasta el morir de ésta mientras que la vibrante voz del tecnomarine se mantuvo aun cuando todas las voces se habían apagado.

Septimus también se unió a sus hermanos nada más uno de sus brazos se posaron en él, recitando la letanía con un tono calmado y constante, una y otra vez, un tono que se introducía en tu mente, dejando clara la verdad de aquella batalla... Eran ellos, o ésos malditos tiránidos. Pero los xenos no contaban con la luz del Emperador para guiarles, así que estaba más que claro quién iba a ganar aquel encuentro.

Costara las vidas que costara, la forja iba a pertenecer de nuevo a sus legítimos dueños. Y después, el planeta, y el sector entero.

El navegante se unió a los astartes, recitando la Letanía del Odio, no pudo evitar girar instintivamente su rostro hacia el compañero que le tocaba el hombro, nunca le gustó ni se sintió cómodo con la proximidad física mas aquel hermanamiento era propio de los transportes que se encaminaban a la batalla.

Aprovechó el momento para tornar su mente en blanco, habían hablado de una actividad sináptica anormal dentro de la forja y quizá no podría volver a relajar las barreras que protegían su psique durante las próximas horas, no podía permitirse dejar pasar la oportunidad.

Aunque Phalanax era más partidario de los clásicos cánticos eclesiásticos de batalla, dejaba a sus hombres seguir con esos rituales y participar en los cánticos provenientes de los mundos salvajes, pues eso les unía en hermandad y los haría compenetrarse mejor.

Ante las órdenes del piloto asintió, y le preguntó si las demás zonas de aterrizaje de las otras posiciones a las que había ido estaban calientes o despejadas.

Cuando quedó un minuto para el aterrizaje, Phalanax pidió silencio y concentración por si el plan establecido cambiaba y había que comunicarlo rápidamente.

Cuando quedaba un minuto largo para llegar al objetivo, comenzaron a sonar las alarmas- Nube tóxica, preparen sellados herméticos -un instante después se escuchó la comunicación de la lanzadera cinco- ¡EVASIÓN!, ¡EVASIÓN! -gritó la voz de otro piloto y hubo un movimiento brusco- ¡LA NUBE TÓXICA NOS QUITA VISIBILIDAD! ¡CASI CHOCO CON EL DEUS ASSERTOR! -en la armadura se veía que la comunicación provenía de la lanzadera cinco.

En ese momento los cánticos pararon, pues parecía que tenían que prestar toda la atención a lo que ocurría, aunque no pudieran hacer nada en realidad.

Un instante después comenzaron a sonar explosiones- ¡FUEGO ANTIAÉREO! ¡REPITO! ¡FUEGO ANTIAÉsSsShHhHh... -un zumbido de estática se escuchó de continuo y el icono de estado de la lanzadera cinco desapareció de la pantalla.

-¡PREPARADOS PARA ATERRIZAJE! ¡DEVUELVAN EL FUEGO! -y entonces un humano salió de la cabina del piloto y bajó a la zona de carga- ¡DESPLIEGUE EN ESCALA! ¡ATERRIZAREMOS PRIMEROS Y LUEGO PROPORCIONAREMOS FUEGO DE COBERTURA A LAS OTRAS DOS QUE NOS CUBREN MIENTRAS NOS DESPLEGAMOS, ASÍ QUE PREPÁRENSE!

Cuando quedaba un minuto largo para llegar al objetivo, comenzaron a sonar las alarmas- Nube tóxica, preparen sellados herméticos -un instante después se escuchó la comunicación de la lanzadera cinco- ¡EVASIÓN!, ¡EVASIÓN! -gritó la voz de otro piloto y hubo un movimiento brusco- ¡LA NUBE TÓXICA NOS QUITA VISIBILIDAD! ¡CASI CHOCO CON EL DEUS ASSERTOR! -en la armadura se veía que la comunicación provenía de la lanzadera cinco.

Sharaq se calló, y el murmullo paró por completo cuando la sacudida les hizo ver lo vulnerables que eran.

Un instante después comenzaron a sonar explosiones- ¡FUEGO ANTIAÉREO! ¡REPITO! ¡FUEGO ANTIAÉsSsShHhHh... -un zumbido de estática se escuchó de continuo y el icono de estado de la lanzadera cinco desapareció de la pantalla.

-¡PREPARADOS PARA ATERRIZAJE! ¡DEVUELVAN EL FUEGO! -y entonces un humano salió de la cabina del piloto y bajó a la zona de carga- ¡DESPLIEGUE EN ESCALA! ¡ATERRIZAREMOS PRIMEROS Y LUEGO PROPORCIONAREMOS FUEGO DE COBERTURA A LAS OTRAS DOS QUE NOS CUBREN MIENTRAS NOS DESPLEGAMOS, ASÍ QUE PREPÁRENSE!

Un instante después se escuchó una explosión en pleno vuelo, seguido de un siseo, y eso a pesar de estar completamente sellados.

El símbolo del jefe de la escuadra de asalto parpadeó- Aquí Amhlodi a Mando. Nueve ángeles en el aire. Repito. Nueve ángeles en el aire -un siseo y un ligero borbotar sonó y luego una explosión. Amhlodi gruñó, maldijo en una lengua gutural y luego continuó hablando- Vemos las posiciones. Nos encargamos de la más peligrosa. Suerte y buena caza.

Tras esto se escuchó explosiones sordas y un los gritos de aquellos que llegaban al combate.

Después de esto, la lanzadera aminoró y patinó ligeramente por la superficie de la Forja, tras lo que sin esperar ni un segundo abrió la rampa de acceso frontal- ¡VAMOS! ¡VAMOS! ¡TENEMOS VEINTE SEGUNDOS O NOS REVIENTAN EL PUTO CULO! -el humano que estaba gritando parecía que no se daba cuenta de a quien gritaba, pero solo se asomaba por la abertura e intentaba buscar a las otras lanzaderas.

Después de esto, la lanzadera aminoró y patinó ligeramente por tierra de delante de la Forja, tras lo que sin esperar ni un segundo abrió la rampa de acceso frontal- ¡VAMOS! ¡VAMOS! ¡TENEMOS VEINTE SEGUNDOS O NOS REVIENTAN EL PUTO CULO! -el humano que estaba gritando parecía que no se daba cuenta de a quien gritaba, pero solo se asomaba por la abertura e intentaba buscar a las otras lanzaderas.

Septimus reaccionó con rapidez, y empuñando firmemente el bolter en sus manos enguantadas, salió rápidamente con el resto de sus compañeros astartes, lamentando profundamente la pérdida de una de las thunderhawk.

"Con tan escasos recursos, otros asaltos podrían verse perjudicados." pensó, mientras automáticamente sus dedos se movían por el arma, dejándola lista para disparar, y sus pies avanzaban conduciendo al apotecario fuera, al infierno que sería aquel combate.