Partida Rol por web

Cuando entráis en el Hangar 03 reina una sensación de calma antes de la tormenta. Todo el bullicio que había antes ya no existe, siendo una tranquilidad pues los únicos servidores y adeptos que se ven trabajando son los que tienen que estar para ayudaros a soltar los anclajes de los titanes cuando los pongáis en marcha.

Según os acercáis al centro del Hangar, cada tripulación se divide para dirigirse a los puntos de acceso de vuestro titán correspondiente. Al entrar comienzan los diversos y rigurosos exámenes de identidad con escaners de mano, de retina, decodificadores por voz y contraseñas personales y únicas. Los pasillos están repletos de soldados armados con unas armaduras de caparazón y porras de energía estática y pistolas de pequeño calibre. Al acercaros a ellos, os saludan con una inclinación de cabeza y, tras pasar el escaner concreto, os dejan acceso al siguiente nivel.

Tras varios minutos así, llegáis al ascensor correspondiente que os lleva al puente de mando del titán. Una vez allí, os espera el correspondiente tecnosacerdote del Mechanicum encargado del control del núcleo energético y su grupo de adeptos que se encarga de las conexiones de cada uno de los miembros de la tripulación.

Esta sala es casi diáfana, que solo contenía un estrado y lo que parecen tres consolas de datos que tienen grandes cables conectados a unos tanques cilíndricos que contienen un líquido amniótico. En esos tanques cilíndricos, de los que se ven los cables en el interior, son en los que se meten los Princeps y Moderatis para conectarse, pues al ser la tecnología más avanzada ya no necesitan de una conexión directa y les permite transmitir datos e intenciones a una mayor velocidad.

Cuando os dirigís a vuestro lugar correspondiente, los adeptos os hacen una reverencia y os ayudan a quitaros la ropa y os ponen unos monos ajustados con lo que parecen agujas que permiten el acceso de los cables de un grosor nanomilimétrico por el cual termináis de completar la conexión hacia el titán.

Antes de subirme a nuestro titán, me acerco a la otra tripulación y, haciendo un leve gesto de cabeza a modo de saludo Suerte hermanos. Hoy daremos una gran victoria al Dios Emperador. ¡¡Por el Omnissiah!! al decir esto último, me un golpe en el pecho antes de darme la vuelta y subir a mi titán.

Los movimientos ya son mecánicos, pues hace tanto que llevo manejando a este dios máquina que su interior me lo conozco como la palma de mi mano.

Así, una vez que llego a los tanques, comienzo a ponerme el traje que estan sosteniendo los adeptus Hoy será un gran día para nuestro amigo. Destruirá y machacará miles de bichejos asquerosos.

Cuando ya tengo el traje puesto, me introduzco en la burbujo en donde hacía apenas unas horas había estado realizando las últimas comprobaciones. Con la tranquilidad de la experiencia, me conecto al titán y, tras un espasmo de estásis en el que las conexiones neuronales se acoplan a los del dios máquina, me vuelvo a relajar, mirando los niveles de altura, velocidad, el radar y otros componentes de navegación. Una vez comprobados, alzo la mano con el puño cerrado y el dedo pulgar hacia arriba hacia Justarius y hacia Cornelius

Antes de subirme a nuestro titán, me acerco a la otra tripulación y, haciendo un leve gesto de cabeza a modo de saludo Suerte hermanos. Hoy daremos una gran victoria al Dios Emperador. ¡¡Por el Omnissiah!! al decir esto último, me un golpe en el pecho antes de darme la vuelta y subir a mi titán.

Galb caminó tras Nathaniel hasta llegar a los escáneres. Siempre se le pasaba por la cabeza cantar algún tipo de canción en los descodificadores de voz, pero sabía que no era lo apropiado, así que siempre se mordía la lengua.

Se despidió de los miembros del otro titán con una inclinación de cabeza y se colocó al lado del ascensor, esperando que Nathaniel entrara primero.

Una vez dentro del titán, la inquietud le pudo. Con pasos ágiles y rápidos, se acercó hasta el lugar que le correspondía. Miró el tanque de arriba a abajo y una sonrisa se le dibujó en la cara.

Es la hora de conectarse pensó con un pequeño disfrute. Se introdujo en el tanque y dejó que los cables se conectaran. Se sintió uno con el Titán muy rápido, además de recordar ciertas palabras de su padre...

Cuando se encontró ante los scáneres su corazón comenzó a palpiltar a gran velocidad. Se estaba dando cuenta que sus compañeros estaban entregando contraseñas personales, además del resto de controles rutinarios. En su cabeza había algo latiendo, una serie de palabras y códigos que nunca antes se había dado cuenta hasta entonces. Aquello tenía que ser lo que necesitaba para poder pasar.

Y así fue. Afortunadamente Ethan logró atravesar los controles sin ningún tipo de problema ni altercado, ahora tenía que comprobar qué tal se le daría el siguiente paso. Realmente no se sentía preparado para darlo, pero no quedaba más remedio.

Cuando vio como el otro grupo se despedía, Ethan no dijo nada, tan solo agachó la cabeza a modo de subida y después se subió a su titán.

Ethan subió tras sus compañero y su Princeps.  Y se acercó hacia el único sitio que quedaba libre y supuso que esa sería el lugar que le correspondía. Devolvió el saludo a los adeptos y les dejó que lo desnudaran para poner el traje ajustado. Se miró así mismo sintiéndose algo incómodo por la situación pero no dijo nada más.

Después se sentó en su posición y se colocó el cable con el que entraría en conexión con el titán.

     Seguido de cerca por sus moderati, Benkai se prestó a las pruebas biométricas de seguridad para autentificar su identidad y rango. Era un proceso tedioso pero necesario, pues no se podía permitir que manos ajenas tocasen el sacrosanto interior del Deus Assertor. Notó que estaba algo nervioso y se reprimió a si mismo por algo tan poco habitual en él. No solía dudar y aquel era un momento malo para ello... el peor a decir verdad.

     En poco tiempo se encontró inmerso en el tanque de control. Aquel sistema era nuevo para él, acostumbrado a las conexiones clásicas. Aunque mejoraría el rendimiento del interface y la rapidez de respuesta, por alguna razón su cuerpo se sintió incómodo de estar allí adentro, inmerso en aquel líquido amniotico... ¿claustrofobia quizás? ¿el nerviosismo de la batalla inminente? Sea como fuere, la sincronía con la máquina se vio afectada y por unos instantes estuvo apunto de caer presa del conflicto con el indómito espíritu del titan. La máquina demandaba sangre y quería que Nathaniel la guiase al campo de batalla. Con un gran esfuerzo consiguió imponerse al prematuro deseo primario de aquel avatar del Dios Maquina y hacer que se plegase a su voluntad. Habrá tiempo para lo que buscas, amigo. Pensó para sus adentros. Muy pronto...

Justarius, con un movimiento fluido saludó a su Princeps y posteriormente al resto de la tripulación del Warlord "Señor, les deseo la mejor de las suertes, aunque soy consciente que con la intensa preparación a la que nos hemos sometido, la bendición del Omnissiah, y los Dioses-Maquina que tenemos la oportunidad, una vez más, de acompañar en batalla, la suerte será una parte ínfima del resultado total...aunque no hay que desdeñarla." Tras eso, se despidió y dando media vuelta, se adentró en su Titán, seguido de su tripulación. 

Justarius, con un movimiento fluido saludó a su Princeps y posteriormente al resto de la tripulación del Warlord "Señor, les deseo la mejor de las suertes, aunque soy consciente que con la intensa preparación a la que nos hemos sometido, la bendición del Omnissiah, y los Dioses-Maquina que tenemos la oportunidad, una vez más, de acompañar en batalla, la suerte será una parte ínfima del resultado total...aunque no hay que desdeñarla." Tras eso, se despidió y dando media vuelta, se adentró en su Titán, seguido de su tripulación.

Una vez dentro, pasó uno tras otro los controles que le dieron acceso al centro de mando, su destino final. Los soldados se iban cuadrando a su paso con el respeto instalado en sus miradas y en sus ademanas, lo cual era lo aceptable y lo adecuado. Se lo había ganado en anteriores escaramuzas, pero ahora tocaba, una vez más, seguir ganándose el respeto y lealtad de su gente, era un deber que nunca acababa. 

Al llegar al puesto de mando, se desprendió de sus ropajes y se puso el traje ajustado con los conectores que los servidores le ayudaron a insertar, una vez estuvo dentro del tanque con el líquido amniótico, se relajó y realizó los rezos rituales antes de conectarse al titán, agradeciendo su ayuda y su servicio al Omnissiah y a él mismo. Tras unos instantes, notó como los impulsos eléctricos y neuronales entraban en su cerebro y se sintió uno con el Dios-Maquina. Durante un segundo, se sintió tan poderoso como el enorme Titán, viéndose a sí mismo desde las alturas, viendo a los servidores como si fueras pequeñas, diminutas hormigas que pululaban a su alrededor. 

Tras ese segundo eterno......volvió a la realidad y pudo ver a su alrededor la cabina de mando, los otros tanques y a sus moderati y el resto de tripulación con acceso de seguridad al puente de mando. Vislumbró como Ortog alzó la mano en la clara señal de que todo iba bien y le devolvió el saludo, girando la cabeza hacia el tanque de Cornellius.....esperaba que todo fuera como la seda. 

Una parte de su mente comenzó con el ritual de control de todos los sistemas, antes de dar el visto bueno al sistema de ignición. 

Cornelius no abrió la boca mientras formaba parte de la procesión que comandaría los titanes. Aquella era una sensación mística, los momentos previos a la conexión, a la comunión con el Omnissiah. Siempre se ponía nervioso y se apoderaba de él un sudor frío seguido de palpitaciones. Unas sensaciones que solo se aplacaban al conectarse al Warhound.

Al entrar en el Titán pudo aspirar el olor a acero, aceites, bálsamos lubricantes y a los sagrados inciensos de los tecnosacerdotes. Aquí y allá podía ver sellos en pergaminos colgaban de las piezas claves mientras se acercaban a la cabina. Cuando se desnudó, se sintió aún más desnudo sin su pistola láser, pero  sabía que no podía conservarla en su tanque de pilotaje. Se sumergió en el líquido y sintió como si alguien le atravesara el cortex con un carámbano de hielo al conectarse, pero cuando pudo percibir las armas del warhound como extensiones propias, supo lo que era estar vivo de nuevo.

Viendo que ambos moderati mostraban sus funciones de manera correcta en la pantalla y parecía visualmente que todo iba bien, Justarius terminó rápidamente los chequeos a los sistemas y subsistemas y pronunció las palabras que sabía que ambos moderati estaban esperando..."Comiencen la Ignición"

No dijo más, y se limitó a observar y controlar que todo fuera como la seda....ambos moderati sabían qué tenían que hacer.

Mientras ellos realizaban los rituales pertinentes, Justarius comenzó a repasar los planos y mapas de los que disponía, tratando de trazar planes de acercamiento, puntos de emboscada, puntos donde podrían realizar un ataque aprovechando las ventajas de sus titanes, dónde se encontrarían con los marines, etc......

-¿Tantas ganas tienes de unirte a nosotros? -la voz cavernosa y dura como unas piedras rozándose surgió en la cabeza de Nathaniel en ese segundo de debilidad mental- Sabes lo que quiero. Quiero sangre y muerte. Quiero matar a los enemigos, pero aún no puedes estar con nosotros. No e...

Y en ese momento fue cuando recuperó el control y consiguió volver a ver todo como se debía. El espíritu máquina del Deus Assertor era así. Algunos incluso decían que se lo veía vagar por la nave.

Cuando todas las conexiones estuvieron realizadas, los miembros del Titanica accedieron a los datos de sus titanes. Energía, armamento, capacidad motriz y todos los sistemas al 100% salvo los escudos de vacío, que estaban desactivados pues activarlos en un espacio cerrado podría ser una catástrofe, o al menos eso defendían los intelectuales del mechanicum, pues en realidad nunca se había llegado a comprobar.

Cuando se activaron los sistemas de pilotaje de los dioses máquina, apareció un mapa de la zona donde se iba a combatir.

Se veía Mons Zilos desde arriba, con los diferentes puntos de importancia señalados. Los círculos rojos eran las baterías antiaéreas que hacían de ella una posición clave, los pentágonos rojos de las murallas eran las torretas defensivas de tierra y con unas flechas amarillas y verdes se mostraban los puntos de acceso de la infantería.

En realidad no era una de esas grandes forjas que parecían Colmenas, era más o menos como una Fortaleza estándar de la Guardia Imperial.

En cuanto se detectaron los aumentos de energía y puesta en marcha de los titanes se escuchó un mensaje por radio.

-Aquí el Teniente-Coronel Iphios del DLXI de Skitariis. Tenemos las dos compañías de Skitariis y una Compañía de Heraclios completa para hacerles la cobertura contra infantería y posibles intentos de infiltración a la máquina. Cuando ustédes procedan los seguiremos.

Al oir por el comunicador que ya podíamos salir del hangar, miro a Justarius antes de asentir con la cabeza. Acto seguido, pongo la alarma de iniciación para que todo el mundo se retire y le doy potencia. Los propulsores comienzan a rugir y lanzar un infierno ardiente hacia abajo, mientras el poderoso dios máquina comienza a elevarse unos metros.

Una vez suspendido en el aire, observo los movimientos del otro titán para evitar colisiones estúpidas y una vez que parece que me ha visto, comienzo la aproximación a la puerta exterior, donde espera el oscuro y frío espacio exterior. A pesar de lo que opina mi princeps, mi embriaguez se debe únicamente a la necesidad de alejar los ruidos y las sensaciones que se agolpan en mi cabeza y amenazan con hacerla estallar. Es muy desagradable ver cómo mi compañero sufre los castigos estoicamente, sin recriminaciones, por aquello que me ayuda a descansar. Todo eso desaparece una vez que estoy a los mandos de nuestro poderoso titán, en donde puedo dejar la mente abierta, ampliándo mi percepción por encima de los sentidos y percibiendo cosas que otros no son capaces.

En el exterior, hasta el enorme titán parece ser una minúscula mota en un enorme tapete, quedándome durante unos segundos observando la maravilla espacial que solo unos pocos elegidos han tenido esa oportunidad. El tiempo pasa muy rápido, y en unos segundos vuelvo mi atención al radar

Justarius, esperando órdenes de acercamiento a objetivo.

Justarius revisó con tranquilidad los datos que le llegaban desde las múltiples conexiones. La cantidad de información era abrumadora, pero él estaba habituado a deshechar lo más prescindible, dejándoselo a sus moderati y concentrarse en los datos que más le importaban a él.

Observó con curiosidad el mapa táctico ofrecido en la pantalla y, tras leer la descripción que el cogitador le proporcionaba, se preguntó sobre una señal que observaba en el mapa pero no tenía identificador.....escuchó la petición formal de Ortog y automáticamente contestó: "Ortog....acérquenos a la zona caliente, si es tan amable...establezca una ruta sur-suroeste, cubriremos el flanco izquierdo del Warlord. Informe al otro Titán de ello."

Acto seguido, dió otra orden "Cornellius...mire a ver si nuestros Auspex pueden identificar ese punto exagonal azul de la zona sur-este de la Forja. Quiero saber qué es y para qué sirve antes de acercarnos demasiado. También averigue el alcance de esas torretas, el daño, cuando castigo podríamos aguantar y sobretodo, si están activadas o podrían activarse en caso de no estarlo ¿y...qué representa ese símbolo amarillo de enmedio?".

Afirmativo. Sondeando con Auspex.

Cornelius chapoteó ligeramente al acomodarse en su tanque lleno de líquido amniótico sensorial. Sus sentidos se desplagaron exponencialmente, podía ver, oir y sentir, pero de alguna forma podía percibir las emisiones de pulsos del auspex rebotando contra las superficies y retornando a los delicados y antiquísimos sensores del warhound.

Conectó con las armas del titán como si de su propio brazo se tratara. Las conocía como si hubiera nacido para estar con ellas. Se sentía en paz, Se sentía acompañado y cómodo. Sonrió al ver la zona de combate. Veamos cuáles son los mejores puntos... pensó mientras se concentraba y esperaba que empezaran a moverse.

Entrar en contacto con el titán le activó una zona de su memoria que no tenía todavía bien recuperada desde el accidente. Sentía, al entrarn en contacto con ello, como si su cuerpo se fusionara y se hiciera uno. El primer paso debía darlo él, encendió los motores de la nave, activó todos los controles y colocó en asiento en una posición adecuada para él.

Comprobó que las conexiones estuvieran hechas corresctamente y comenzó a conducir el titán de su tripulación.

Al poner en movimiento los titanes, ambos rugieron e hicieron sonar las sirenas, un sistema de aviso para que nadie se pusiera en su camino.

Al salir del Hangar a la Cubierta de Embarque, los escáners comienzan con su trabajo y podéis ver todas las escuadras de astartes con los componentes remarcados en un cuadro de estado verde,  al 100%. Esto pasaba también con los pocos vehículos que había.

Todos eran pequeñas hormigas, normal que los Princeps y los Moderatis solieran ser altivos.

Al moveros veis a las compañías de Skitariis y la de Heraclios que comienzan una marcha para mantenerse a vuestra velocidad, moviéndose entre vuestros pies como si supieran donde vais a pisar en cada momento.

-Aquí Control de Misión -dice una voz dura por los sistemas de comunicación- en veintisiete minutos exactos comenzará el embarque de las tropas de asalto astartes destinadas a Mons Zilos, se estima que llegaran en cuarenta minutos. Se espera que ustedes lleguen antes para proceder con la limpieza de los exteriores. Cierro. -y sono un chasquido mostrando el fin de la comunicación.

Tantos medios desplegados deberían de ser un caos de organización, y el Centro de Control debía de estar ardiendo de actividad. Los Tecnosacerdotes encargados de los motores de ambos titanes mandan los datos de velocidad de aproximación y tiempo estimados y muestran que a la velocidad de crucero del Warlord se tardarán unos 30 minutos en llegar al destino.