Partida Rol por web

- Las  explicaciones  las  dejaremos  para  más  tarde...

Tras  decir  esto  coge  su  arco  y  apunta  hacia  la  salida  del  pueblo.

- Os  abriré  un  hueco, salir  corriendo  mientras  yo  me  ocupo  de  esto.

Y  sin  esperar  respuesta, veis  como  tensa  el  arco, aunque  no  ha  sacado  ninguna  flecha.

- ¡Esquirlas  de  Gea!

De  la  mano  que  sujeta  la  cuerda  aparece  una  flecha  de  color  marrón, la  cual  dispara  sin  demora. Esta  surca  el  aire  dirección  a  los  dos cícloples  que  flanquean  la  salida. Sin  embargo, no  impacta  en  ninguno  de  los  dos, sino  que  se  clava  en  el  suelo, entre  ellos. En  ese  mismo  instante, ocho  gigantescas  agujas  de  roca  salen  del  suelo  clavándose  en   los  dos  cíclopes. Un  segundo  después, ambos  están  en  el  suelo  desangrándose.

- ¡Vamos! ¡Ahora!

Me acerco despacio hasta donde nuestro compañero siberiano estaba perdiendo los nervios. No era el momento ni el lugar. El caballero de oro nos daría cobertura, pero teníamos que salir por nuestros propios medios. No podía dejarle así. 

Antes de echar a correr, le coloco la mano en el hombro y, hablándole en nuestro idioma materno, le digo: 

- Perder los nervios ahora no va a hacer ni que nuestros seres queridos vuelvan ni que él te dé las explicaciones que buscas. Sé fuerte, y no dejes que la rabia te domine. Eso es una ventaja para los enemigos que nos los arrebataron. 

Despacio, murmuro una cosa más: 

- Aura calma...

Esto le ayudará hasta que salgamos de aquí. Mi hechizo de calma cae sobre él como un valium que le libera de esos sentimientos negativos que le han asaltado y por los cuales hay lágrimas en los ojos. 

Acto seguido, cojo su mano, aunque parece no darse cuenta por completo, y empiezo a correr tirando de él. No puedo esperar a que mi magia termine de afectarle. 

TU no sabes nada sobre mi o mi pasado no ere... - las palabras que dirigían hacia Yelena perdieron su fuerza su corazón ya no estaba colérico se había apaciguado, aun estaba aguantando el escudo mientras intentar pensar que era lo que había ocurrido con su furia e ira, aquella que le había impulsado en mas de una ocasión.
Cuando le sacaron de su estado pensativo tirando de su mano, ahora no podía pensar con claridad tenia que correr hasta un lugar seguro.

El caballero dorado actuó, como era de esperarse en cuanto su ataque se divisó, los enemigos ya yacían en el suelo agonizantes.

Comencé a correr sin decir nada, mientras veía como Alexander parecía enfurecerse y se calmado por Yelena de alguna forma, como fuera, me preocupé por salir de allí, como dijo el santo de Sagitario, ya habría tiempo para explicaciones luego.

Estoy aun con la rodilla en el suelo con la boca abierta viendo hacia la armadura del santo de Sagitario cuando veo salir a Yelena salir corriendo a mi lado a una velocidad endiablada.

¿No la iba a cargar yo? parece que no le hace falta... Pienso asombrado por su velocidad.

Me pongo de pie y salgo corriendo detras de Yelena antes de perderla de vista

¡Como brilla! Es tan maravilloso ese resplandor…

-Mïra está un tanto ensimismada y mientras los demás echan a correr ella se queda parada sin enterarse.-

¿eh, donde van? ¿Ha gritado algo Sagitario? ¿Qué nos vayamos? ¡SI!

-¡Hasta luego Sagitario, ojalá nos volvamos a ver!- Dice entusiasmada.

-Al darse cuenta de que sus compañeros ya están saliendo del pueblo Mïra rompe a correr y al dar su segundo paso desaparece de al lado del Caballero de Oro para reaparecer al lado de sus compañeros y poder seguir a su altura.-

Los  cuatro  salís  corriendo  mientras  el  santo  de  oro  protege  vuestra  retirada. Parece  que  tenéis  el  camino  despejado  así  que  corréis  lo  más  rápido  posible, hasta  que  otros  dos  cícloples  empiezan  a  cerraros  el  paso.

- ¡Ira  de  Zeus! - Escucháis  a  vuestras  espaldas.

De  detras  vuestro  aparecen  dos  relámpagos  tan  anchos  como  el  tronco  de  un  árbol  que  atraviesas  a  los  cícloples  abriéndoles  un  agujero  en  medio  del  pecho  que  les  atraviesa  de  lado  a  lado.

Rapidamente  salís  del  pueblo y  corréis  hacia  el  lugar  donde  os  dejó  el  coche. 

Miro a Alexander. Le he ido arrastrando todo el camino. Por suerte, él ha puesto de su parte. 

- ¿Estás bien? - le pregunto. 

Espero que no se me haya ido la mano. 

Bueno, ahora que no hay peligro, ya puede odiarme a muerte si quiere. Estamos todos bien. Total, Artemias también me tiene resquemor. Ya me llevo mal con medio grupo y estamos en el primer día. Bravo Yelena. 

- ¿Los demás? - añado después. 

Me giro hacia Mïra. Ahora ya es más curiosidad y ganas de saber que otra cosa: 

- Teletransporte: dícese de cuando desapareces de un sitio y apareces en otro, como has hecho antes. ¿Cómo lo llamas tú? ¿Puedes llevar a más personas?

El poder del santo dorado era impresionante, aunque era de esperarse pues después de todo se trataba de un de uno de los 12.

Avancé contemplando el gran poder que poseía, quería tener ese poder, lo anhelaba, le había dicho a Donovan que me convertiría en el santo dorado de mi constelación, haciendo lo que fuera necesario, para lograrlo.

Algunos recuerdos vinieron a mi mente mientras avanzábamos, para volver al mundo real al escuchar la pregunta de Yelena a Mira.

A decir verdad a mi también me gustaría saber como lo hace...

Las palabras de Yelena vuelven a la realidad a Mïra.

-Estoy genial, ¡gracias Yelena! ¿Y tú?- Dice a Yelena -¿Qué tal estás Alexander? ¿Estás bien? ¿Necesitas que te toque un poco?– Dice inocentemente haciendo un gesto en su brazo de “sana sanita”.

Mïra entiende a Yelena sobre su pregunta pero no logra ver el porqué de la misma encogiéndose de hombros. –Sí, eso… emm… no es lo normal? Moverse… y bueno… la verdad… nunca he llevado a nadie… porque… -

Mïra empieza a ponerse nerviosa, rascándose la sien y el pelo con insistencia, empezando a embarullar palabras por lo bajo. –Bueno… nunca intente… a decir verdad… y con los bueyes… probé nunca… -Mïra se detiene, y después de un pequeño silencio retoma coherentemente sus palabras.

-Sois las primeras personas que conozco. ¿Habéis visto que “chuli” era Sagitario?- Dice emocionada Mïra mientras intenta mirar hacia atrás para ver si puede distinguir al caballero dorado y quitarle hierro al asunto.

Llego poco por detras del resto, la  demostración de poder del santo de oro había sido impresionante y habia logrado abrirnos el camino.

Yo perfectamente. Con tanto de esos ciclopes por aqui que hacemos esta claro que no podemos meternos posiblemente solo estorbaramos al santo de oro... Su poder esta claro que esta en otra división con respecto al nuestro. ¿Nadie te enseño a pelear como lo haces? pregunto un poco sorprendido por las declaraciones de Mira.

- Sí, su aparición ha sido... Inesperada - digo, y me muerdo la lengua para no decir más. La verdad es que me reconcome saber qué habrá pensado de nosotros. - Antes de nada, ¿estáis heridos? ¿Necesitáis que os cure? - pregunto. 

Lo primero es lo primero, y ahora seguiré con el asunto de los bueyes y el santo de oro. Ahora que dice lo de que no ha conocido a más personas, empiezo a verle más sentido a su saludo poniéndome las bayas en la mano, que siguen en mi bolsillo. 

- Respecto a lo del teletransporte, podemos probarlo cuando estemos de vuelta. Puedes intentar llevarme contigo a ver si te sale. Siento curiosidad. Lo que puedo hacer yo gasta mucho cosmos... 

-Yo es que siempre he podido hacerlo… Aunque cansa un poco si lo hago varias veces seguidas. Si tú también puedes, ¿Cómo sabremos que te lo he hecho yo y no has sido tú inconscientemente quien lo ha hecho y ha parecido que lo he hecho yo?-

Creo que he pensado demasiado… me duele la cabeza.

-La verdad es que todos hacéis cosas muy chulas… ¿Os las han enseñado vuestros maestros? Deben de tener unos cosmos muy fuertes.- Digo dirigiéndome a todo el grupo.

Parece  que con  la  charla  del  momento, se  les  había  olvidado  la  razón  por  la  que  habían  ido  a  aquel  lugar, sin  embargo  parece  que  algo  se  lo  recordó...

Un  fuerte  sonido  hizo  que  sus  miradas  se  volvieran  a  dirigir  hacia  el  pueblo... Este  estaba  cubierto  por  una  cúpula  de  colores  verdes  y  negros... Descargas  de  energía  recubrían  la  superficie  y, a  la  misma  velocidad  con  la  que  había  aparecido, desapareció... Tras  esto, entre  los  edificios, veíais  pequeñas  bocanadas  de  humo  negro...

Al  cabo  de  unos  minutos, volviendo  del  poblado, veis  al  joven  santo  de  oro, aunque  esta  vez  sin  su  armadura. Viene  saltando, brincando  y  canturreando...

- Bueno. - Dice  cuando  llega  hasta vosotros  ofreciéndoos  una  gran  sonrisa. - Ya  está  hecho... - Y  se  empieza  a  reír  timidamente. - La  verdad  es  que  eran  unos  cuantos... - Su  tono  de  voz   es  infantil  y  risueño. - Pero  bueno... Por  cierto... - Y  mete  una  de  sus  manitas  dentro  de  una  manga. - Encontré  esto... ¿Es  de  alguno  de  vosotros?

Lo  que  sujeta  entre  las  manos  es  una  pieza  pequeña  y  estilizada  de  algo  que  parece  metal... Es  de  color  morado  claro, cosa  que  ya  os  llama  la  atención  al  tratarse  de  un  metal, y  tiene  una  forma  alargada  pero  al  mismo  tiempo  circular... Es  como  si  hubieran  cogido  un  "S"  y  la  hubieran  estirado  un  poco  de  las  puntas... 

Y viene tan fresco...

Estoy muy sorprendida por su carácter. Nadie diría que tras esa fachada sonriente y jovial se esconde nada más y nada menos que el portador de la armadura de Sagitario. Se me pone la piel de gallina solo de pensarlo. 

Sin embargo, he de admitir que ha venido en el momento apropiado. Hablar de maestros... nunca me sienta bien. Hablar del pasado en general. Soy partidaria de que lo mejor que puedo hacer para vencer a esos fantasmas que me siguen es caminar hacia adelante. Poco a poco, ya voy siendo capaz de asimilarlo, pero no aún. 

Cuando consiga la armadura, quizá. Sí, así estaré un pasito más cerca. Si es que la consigo, claro. 

Sacudo la cabeza, centrándome de nuevo. 

- Hablamos luego, Mïra. Pero mi conjuro es de la rama de luz y llama la atención. Además, es para llevarnos en grupo, por eso cansa tanto. No creo que haya pie para la confusión. 

Observo el objeto. 

- Lo siento, pero no he visto eso nunca - contesto. Soy consciente de que mi voz se ha vuelto varias octavas más baja. No sé por qué, pero he tenido que hacer esfuerzo para que no me temblara. 

Alexander no se había movido desde que se arrodillo en el suelo tras su llegada, no había hablado y no se movía, simplemente estaba allí. Pero su mente no estaba allí estaba en un pasado ya lejano casi olvidado salvo en las noches de pesadilla.

Ai, no lleva ya la armadura… jo, quería volver a verla…

-¿Puedo echarle un ojo a eso?- Digo tímidamente