Partida Rol por web

-Ten cuidado- Le dijo el noble a su compañero. Airic deseaba esperar mas entrada la noche, cuando hubiera menos gente deambulando.
 

Al cabo de un rato Endozal volvió a entrar por la puerta y se sentó junto a sus compañeros. Cuando abrió la puerta se pudo notar el frío viento que había comenzado a soplar a medida que se iba haciendo de noche en el exterior. La zona de la "taberna" estaba ahora bastante llena de gente que aprovechaba el rato para comer algo, relajarse un poco y charlar con sus compañeros o jugar a las cartas. Jamna estaba también allí, sentada con una humana y un semielfo jugando a un ruidoso juego de dados. En general, si no fuera por la falta de música y por la pobre calidad de las bebidas alcohólicas que podían servirse, restringidas a una jarra por persona, casi parecería una taberna de verdad.

Al volver vio que la taberna tenía más gente e incluso su querida Janma estaba allí. Si querían ver lo que había en esa sala se tendrían que adelantar a ella. Se sentó en la mesa junto a sus compañeros y aprovechando el ruido y bajando un poco la voz les dijo lo que había visto.

- He dado una vuelta y no hay ni ventanas ni aberturas en la madera exterior. Podríamos tratar de abrir algún agujero en la madera pero creo que tarde o temprano lo notarían y habría problemas. Se giró un momento para estudiar el lugar en el que estaban. - Separan las mercancías, a buen seguro las suyas de las del resto de comerciantes. Les oí como les gruñía que llevaran la mercancía al fondo. Pero ese fondo no es el de la pared enfrente a la puerta si no el ángulo ciego que no se puede ver si no se entra dentro. No sabría deciros si es otro almacén con mayor seguridad o todo el almacén es un espacio abierto. Pero por lo menos sabemos dónde dejan la mercancía importante. Habrá que vigilar desde la habitación si dejan a alguien dentro. He comprobado y la puerta no tiene llave, pero es una incógnita lo que puede haber en ese área sin entrar al almacén.

El campo de Abdali no era el de la investigación y el espionaje, así que dejó a sus compañeros decidir el modo de acción más oportuno.

Asentía a las palabras de Endozal como si se estuviera enterando de todo pero en realidad lo único que estaba pensando era cómo sobrevivía aquella gente con sopa de ajo como plato único. ¿Y si matase a la gallina del cocinero y se lo diese a Endozal para que se la preparase? ¿Se notaría mucho?

-Entonces, habrá que entrar- Afirmó Airic en voz baja y sonriendo-Es bueno saber que la puerta está abierta, aunque tendremos que tener en cuenta lo que dijo "cartílago". Las cerraduras se congelan y se traban por la noche, así que quizás necesitemos calentarla. Vigilemos y a mitad de la noche intentamos entrar.
Se me ocurren varias opciones, la magia puede ayudar mucho. Una vez veamos la situación a mitad de la noche, definimos como actuar

—Puedo calentar el metal —sugirió Égida, recordando que había aprendido la forma de poner al rojo vivo las armas y armaduras de sus enemigos. Lo usaron en las cavernas del campamento del Culto del Dragón contra sus líderes, así que una cerradura no sería ningún problema.

- No sabemos si nos toparemos con alguna cerradura, quizá no les interesé que su mercancia quede bloqueada. les dijo y luego miró a Égida. - ¿Puedes controlar la temperatura a la que la calientas? Si se calienta demasiado no podré utilizar mis herramientas. dudaba que llegara a ser necesario porque hacía un frío del carajo pero estaba bien que valoraran las opciones que tenían.

—Sin problema —asintió el forjado. Tenía experiencia trabajando con metales así que eso no sería ningún inconveniente, sobre todo considerando que no estaría en batalla y podría concentrarse.

El grupo planeó como entrar en el almacén donde guardaban los tesoros mientras cenaban. Saber donde se encontraba y en que condiciones les facilitaría saber como el culto lo sacaba de allí. Cuando todo el mundo hubo terminado el cocinero les echó de allí para poder dormir así que todos los trabajadores se marcharon a sus habitaciones. ¿Todos? No, los cuatro aventureros esperaron a que los demás se hubieran metido en sus cuartos para acercarse al almacén tal y como habían planeado. 

La noche era fría y la luna brillaba entre las nubes. Varias veces tuvieron que esconderse pensando que Bog Luhz u otro les había pillado, pero por suerte nadie parecía salir a tomar el aire en las noches frías. El almacén, tal y como les habían dicho, estaba abierto. Montones de cajas se apilaban allí, las mismas que habían traído de Aguas Profundas. Al fondo había una puerta de madera que si estaba cerrada con un pequeño candado de metal.

Airic primero pasó por la habitación para cambiarse la armadura por su camisote para no hacer tanto ruido.
Una vez dentro del almacén, pegó un ligero vistazo y se aseguró de cerrar bien la puerta para evitar que la luz alertara a alguien del exterior.
tomo una de sus monedas y la guardó en su puño, Luego conjuró sobre él y abriendo ligeramente los dedos empezó a brotar una tenue Luz.
-Puedes abrirla?- Le preguntó a Endozal -Sino puedo aparecerme dentro.

Se movía con cuidado por delante del resto y atento a cualquier ruido que pudiera surgir de alguien que pudiera estar vigilando. Al parecer no había nadie en el interior y pudieron comprobar como en la zona que habían llamado fondo estaba tapiada y disponía de una puerta. La acción conjunta de Égida calentando la cerradura y de Airic iluminándole le permitió ver bien la cerrado. Sacó su juego de ganzuas que pocas veces había utilizado y sacando la lengua por fuera de sus labios y colocándola aún lado empezó a trabajar sobre la cerradura. le dio varias vueltas hasta que las sacó y les miró a todos.

- Creo que no he echo nada.

- Abdali, esto me va a llevar un rato. Con el frío no agarro bien las ganzuas. era una excusa barata para su inexperiencia pero no por ello iba intentar de dejarlo mientras pudiera. Con mucho cuidado y en silencio, comenzó a examinar la cerradura mirando por el agujero, a primera vista no parecía una cerradura, ni parecía tener trampas, si las tuviera la habría saltado la primera vez que lo intentó sin estudiarla primero. Era algo que tendría que recordar en el futuro.

Por más que la miraba la veía sencilla y comenzó a probar con los tamaños de ganzúa más apropiados que el que había utilizado antes y esta vez si, con paciencia sin prisas y con calma. Parecía haber dado con el tamaño adecuado de las herramientas. Ahora sólo faltaba introducirlas y hacerlas girar.

El guerrero se frotó las manos para darse algo  de calor y asintió. No sabía nada de abrir cerraduras más que usando la fuerza bruta pero no pensaba que fuera muy sensato hacer tanto ruido por la noche.

Mientras ayudaba a calentar la cerradura, Égida mantenía la vista fija en sus alrededores. Sus ojos escudriñaban la oscuridad, atento a cualquier movimiento, e intentaba discernir los sonidos realmente importantes de aquellos que se limitaban a ronquidos y la fauna propia de la noche.

—Confiamos en ti, Endozal. No tengas problema —sabía que el muchacho se dejaba llevar por la presión, y tener tantos ojos clavados en él mientras intentaba forzar la cerradura le estaba pasando factura. No querría estar en su lugar.