Partida Rol por web

El clérigo se acercó a Scobert, quien parecía haber sido estabilizado de sus heridas gracias a Égida, y comenzó a entonar un rezo mientras sujetaba el simbolo sagrado de su dios. Al cabo de unos segundos se escuchó un grito de dolor. Zendarión acababa de recuperar la consciencia. Tenía el cuerpo destrozado aunque las heridas iban sanando lentamente quedandole marcas oscuras donde la carne había ardido más. Scobert también pareció recuperar la consciencia y entre el gobernador y otro soldado lo ayudaron para ponerlo en pie y meterlo en el torreón. Otros dos solados fueron corriendo a socorrer a Zendarión y reunirle junto al resto de heridos.

La lucha parecía haber acabado, al menos dentro pero el lugar parecía una pesadilla entre los gritos de dolor y terror de algunos supervivientes...

Cuando el enano empezó a toser temblorosamente en su regazo tras la divina intervención del sacerdote Lunahalcón, Égida palmeó su pecho suavemente y se permitió mirar alrededor. Abdali había sobrevivido a la caída desde las murallas y, aunque hubiera jurado que sobrevivir al hálito de un dragón, el diablo también estaba vivo. Draenna estaba más allá, cuidando de los aldeanos, y Joorin parecía más recuperado del sofoco que le había entrado. ¿Dónde estaba el muchacho, Endozal?

Allí, en un rincón, temblando.

Lentamente se aproximó a él y se arrodilló frente al joven —Ya está, muchacho. Ya ha terminado todo —con delicadeza para que no se sintiera incómodo, le abrazó y acarició su cabello como lo haría una madre.

Tras el estrés inicial, Joorin empezó a recomponerse. Zendarión y Abdali recibían cuidados, y parecían recuperarse milagrosamente. El mediano sintió como un gran peso se le quitaba del corazón.

Se acercó donde se encontraba Égida con Endozal, y sentí a su lado. Respiró profunda y tranquilamente. Todos parecían haber sobrevivido.

- Amigo. Se dirigió al coloso metálico. - Que sacasteis en claro del prisionero? Algo que nos sea de utilidad?

Abdali, pese al tremendo golpe que había recibido de la cola del dragón, había permanecido consciente. Milagrosamente también el tiefling había aguantado el rayo fulminante que había descargado Lennithon sobre él. Sin duda algún dios benévolo sonreía al infernal.

Ahora había que recuperarse de las heridas por si tuvieran que combatir de nuevo. Se recolocó el hombro que le había quedado dislocado en el enfrentamiento y se refrescó con agua helada. Pronto se sintió con energías renovadas y fue a mendigar a Joorin algo del almuerzo prometido.

Enfrentarse a un dragón adulto y haber sobrevivido abría el apetito. Además, después de todo, había conseguido espantar a la bestia con aquel certero saetazo, no es así? Ontharr Frume se iba a sentir muy orgulloso cuando se lo contase.

- Perdona mi querido amigo, queda algo de lo que preparaste?

Joorin sonrió alegre al ver a Abdali caminar hacia ellos con sus propios pies. 

-Me alegra que esté bien, maese Abdali. Dibujó una amplia y sincera sonrisa.

- Creo que todo lo que estaba preparando se malogró con el ataque... Bajo un poco la voz - Del dragón. Pero buscaré algo que preparar, no se preocupe.

- Me ayudarías, amigo Endozal? Propuso al joven humano para así animarlo.

Dicen que la gente nada más despertase abre los ojos, no fue el caso del brujo, que lo único que hizo fue abrir la boca y aullar del dolor lacerante que le cubría como un velo. Aunque las heridas más graves estaban curadas, las ampollas que dibujaban en su pecho un baño de burbujas indicaban el número de centellas que la bestia había vertido sobre él. Como si de las ramas de un árbol se tratase, una sombra negra como el carbón le recorría por debajo de la piel, extendiéndose por todo su cuerpo. Parecía que a medida que se acostumbraba a su nueva situación, iba recobrando un poco su espíritu.

-¡Me cago en todos los eruditos, los bardos, historiadores y la madre que les parió a todos! ¡Hija de mil putas!.- Por suerte la dragona no estaba lo suficientemente cerca para oírle. Gracias al descanso anterior le quedaba algo de magia. Mientras la magia hacía efecto y remitían las heridas murmuró- Gracias a Tymora. Una forma un poco cruel de demostrar mi suerte, pero es mejor que nada.

Miró sus prendas, iba a necesitar ponerse algo nuevo y una aguja pasada por el fuego. La magia cerraba heridas sin dejar cicatriz, pero las ampollas y la estela negra ahí estaban.

Sintió un contactó frío y duro que a la vez le transmitía calidez y seguridad. Levantó su cabeza de entre sus brazos mirando al forjado que trataba de calmarle con serenidad. - Talis, yo no puedo ... pero sus sollozos no dejaron que terminará. Lo que había presencia había supuesto mucho para él. Tras enjuagarse los ojos volvió a mirar el rostro metálico de Égida tratando de buscar como era posible que se mantuviera en calma después de lo que había pasado. - ¿Cómo afrontas algo así? le pregunto al hombre metálico, era una respuesta que sabía que no era sencilla y que con el silencio y su comprensión le bastaría. Volvió a echar la vista a un lado, había gente como él aterrorizados y sin embargo otros se habían recompuesto para poder ayudar. - ¿De dónde sacan las fuerzas? le volvió a preguntar. No esperaba respuesta pero era preguntas que necesitaba hacer.

Hasta Joorin parecía haber sacado fuerzas para tratar de seguir adelante e investigar. - ¿Cómo? volvió a escaparsele de nuevo de sus labios mientras entablaba conversación con Égida. También llegó Abdali, que se había subido a la muralla a enfrentarse directamente al dragón y allí estaba preguntando si quedaba algo de comer.

No lo entendía, como eran capaces de sobreponerse tan rápido a lo que había ocurrido. Los gritos de Zendarion llenaron sus oídos como lo había echo el rugido del dragón. Su vista se dirigió hacía dónde se encontraba tirado. Había sido capaz de sobrevivir al ataque del dragón. Un sollozo se le escapó. Draenna seguía tratando con la gente para calmarlos sin temor sobre lo que había ocurrido, esa pobre gente estaba por encima de su persona. Ellos estaban echas de la materia que forjaba a los héroes.

Cuando Joorin le preguntó si le ayudaba a cocinar una risa sorda se escapó de sus labios. En aquellos momentos era incapaz de pelar una patata. Pero miró Égida que aún estaba ante él ayudando a superar el conflicto y a Draenna con la gente. La cara de ilusión de Abdali por llenar su tripa tras el combate y el lamentó de alguien que había sufrido más de lo que nunca podría imaginar.

Se levantó a pesar de que sus piernas le temblaban y se dejó coger por Égida que le ayudó en sus primeros pasos para después dejarle y seguir atendiendo a los heridos. No sin antes agradecerle que hubiera estado allí para él y que a pesar de que él no fuera como ellos le hubiera ayudado.

- Vamos. le dijo a Joorin. Pero no pudo decirle más pues a pesar de querer ayudar como habían echo todos sus compañeros la visión de horror que contemplaba mientras se movían a buscar algo con lo que alimentar a la gente le tenía derrotado. Miró a su pequeño compañero para tratar de entender de dónde sacaba las fuerzas, pues a diferencia de los demás ambos eran más de pueblo que de aventura.

La lluvia caía en el exterior cada vez con más fuerza. Dentro, donde estaban los aventureros, se encontraba una muchedumbre aterrada. El sargento Markguth vigilaba con algunos soldados las murallas mientras que Scobert reposaba junto a Zendarión y los otros heridos a los que Eldayan y otro clérigo trataban de curar como podían aunque parecían exáustos. 

El ataque, tras la partida del dragón, parecía haberse calmado. Seguía estando el pueblo lleno de un ejercito de bandidos y cultistas pero todo parecía menos malo. 

-Con suerte se irán del pueblo antes del amanecer-dijo el gobernador- casi...-aquí bajó la voz- casi podemos decir que hemos tenido suerte de que solo hayan muerto tres personas. Jamás había visto algo así-dijo bajando la cabeza apenado por sus vecinos muertos en el ataque del dragón.

Draenna tardó un rato en reunir el valor para salir de los túneles y acceder de nuevo al patio. La gente en el interior estaba asustada, no sabía si más por la idea de morir atrapados o salir a campo abierto y ser presa fácil de los bandidos o el mismísimo dragón.

Pero todo parecía haber vuelto a la calma. El dragón no tenía la intención de perpetrar una carnicería y sólo y únicamente por eso estaban todos, o casi todos, vivos.

- Podéis regresar al patio. - avisó la elfa a las familias que había escondidas bajo tierra.

Unos minutos más tarde, cuando la gente parecía haber asimilado el encuentro y la suerte de seguir con vida, Draenna decidió alejarse de los aldeanos tras unas palabras de consuelo y acercarse a sus compañeros de caravana.

- ¿Estáis todos bien? He oído que el aliento de dragón le dio de lleno a varias personas. No me puedo creer que estéis todavía entre nosotros. Creí que el dragón acabaría con todos... pero claro ¿Qué voy a saber yo de lo que pasa por la mente de un dragón? ¿Porqué os perdonó la vida? No logro entenderlo.

En seguida llegó el gobernador. - Nosotros poco podemos hacer ya por vuestro pueblo y vuestras gentes. Será mejor que todos descansemos y recuperemos fuerzas. No sabemos que nos encontraremos al alba. - dijo pensando que con suerte los bandidos se hubieran marchado para entonces y la tarea fuese la de reconstruir todo el desastre.

Égida comprendía perfectamente lo que sentía Endozal. Cuando la vida, los dioses y el destino se ponían de acuerdo para abrumarte con sus decisiones sin pedirte cuentas, era fácil abandonarte a la desesperación. De hecho, no es que fuera fácil, sino que lo realmente complicado era ponerte en pie y enfrentarte a lo que el mundo tenía para ti.

—No es fácil afrontarlo. Te adaptas —dijo, girando la mano blindada ante él. Ahora que lo tenía cerca, pudo apreciar el fino trabajo de herrería que implicaba: el grabado meticuloso de las runas, la juntura de cada articulación, las líneas estriadas paralelas que recordaban al tejido. Era un trabajo de amor y devoción—. Acabas de darte cuenta de lo grande que es el mundo. Lo grande y peligroso que es. Pero, ¡eh, mírame! Levanta la cara y mírame. Yo no he visto mucho más que tú, así que podemos descubrirlo juntos. Y cuando caigas, te ayudaré a levantarte. Y cuando yo lo haga, ¿estarás ahí para hacer lo mismo?

Tras la charla con Endozal, Égida se centró en los heridos, sugiriendo que se transportaran a un lugar apartado y tranquilo dentro del torreón para que pudieran descansar y estuvieran protegidos de la lluvia. También intentó consolar a los familiares de las víctimas, aunque algunos eran reticentes en hablar con él —y no podía culparlos— así que tampoco insistió demasiado. Cada uno afrontaba el dolor como podía.

—Gobernador —lo llevó a un lado para que los aldeanos no pudieran escucharlo—. Querría saber si podría contar con alguno de sus hombres para intentar salvar a los secuestrados. Dudo que ese tipo, Maren, mintiera sobre su guarida y los huevos de dragón. Aunque eso ahora no me importa. Si puedo llegar hasta allí y liberarlos sin que se dieran cuenta, estaríamos aquí en poco tiempo. 

Égida no estaba cansado, pero notaba que esa energía que le permitía recuperar fuerzas necesitaba ser respuesta, así que tras hablar con el gobernador, hablaría con sus compañeros de viaje a ver si alguien más querría acompañarle y partiría al alba. No podía dejar a esas buenas gentes a su merced para que fueran convertidos en esclavos.

O algo mucho peor.

—Quiero ir a por esas personas —Égida acudió a Abdali el primero porque dudaba que fuera a abandonarlos a su suerte—. Y quisiera que vinieras conmigo. He pedido ayuda al Gobernador pero tiene que pensárselo, así que mientras quiero ver si puedo reunir un grupo para adelantarnos a los bandidos antes de que lleguen a su guarida. ¿Qué me dices?

Porz zupuesto!- respondió a Égida con la boca llena. Aún no estaba preparada la 'cena' pero había conseguido robar algunas viandas de la cocina para matar el gusanillo.

Tragó con ansia el trozo de pan que le quedaba en la mano.- Puedes contar conmigo. Tenemos que averiguar qué se cuece en aquel campamento y rescatar a los ciudadanos inocentes. Quizás podemos simular que somos unos mercenarios como el que hemos atrapado. A ver si conseguimos sacarle algo más de información, quizás algún contacto dentro del campamento al que nos podamos dirigir de parte suya...

Joorin preparó junto a Endozal un rico guiso con lo que pudo encontrar en la cazuela más grande de que fue capaz de hallar entre todo aquel caos.

Era una buena forma de mantenerse ocupado y no pensar mucho en lo que había ocurrido con el dragón. Seguro que tendría pesadillas con aquello durante muchas noches.

El mediano repartió el guiso a todo el que quiso comer, con una sonrisa y buen ánimo.

También llevó un cuenco de comida caliente a cada uno de sus compañeros. Preguntándoles como estaban y si necesitaban algo más. Incluso le llevó comida a Égida, aunque no estaba seguro que este comiera. No creía recordar verlo comer en todo el viaje hasta Nidoverde.

-Gracias Joorin.- sin embargo el Tiefling cogió el cuchillo y comenzó a reventarse las pústulas de las que brotó una sangre ennegrecida que al tocar el suelo siseaba y humeaba al enfriar el aire a su alrededor. Debajo de las ampollas había piel sana gracias a la magia de sanación.- Aunque ahora me preocupa más conseguir ropa que me cubra por delante y por detrás.- con el público tan frío que tenía, estar con todos sus atributos al aire no parecía la mejor de las opciones. Cuando terminó con tan repugnante espectáculo, (el de las ampollas, el otro era una delicia) se giró hacia el inquisidor carachapa y su nuevo compañero de armas.-  ¿Y con qué ejercito piensas hacerlo? ¿Qué soldado va a seguirte con tus dotes de liderazgo, el que ha perdido a su esposa o el mutilado? ¿Quién va a ser tu avanzadilla? Tienes una druida que ha declarado que no le queda magia aparte de sus trucos, tú que andarás parecido, y el resto o están heridos o no podrían recuperarse de otro encontronazo contra los draconianos. Tu sed de justicia divina tendrá que esperar. Tenemos que descansar.

—Muchas gracias, Abdali. Voy a ver si Draenna también se apunta, y quisiera que Joorin y Endozal también vengan. Ha sido inspirador luchar junto a ellos —se despidió del guerrero para inmediatamente encontrarse con el mediano que le traía un cuenco con comida que agradeció con una sonrisa—. Dáselo a alguien que lo necesite... pero agradezco el detalle. Por cierto, estoy reclutando a un grupo para adelantarnos al grueso de sus tropas e infiltrarnos en su guarida. Cuando estuvimos interrogando al prisionero, obtuvimos su ubicación. ¿Te apuntas? Me vendría bien tu puntería.

Su conversación fue bruscamente interrumpida por el griterío del brujo, que parecía haber recuperado las fuerzas tras haber estado echando un pulso con Myrkul.

—Afortunadamente para ti, eso no es problema tuyo —se encogió de hombros con un sonido mecánico—. No necesitamos a un maníaco a nuestro lado. Yo, en tu lugar, aprovecharía para escapar cuando los bandidos se marchen. 

-¡Que mono! Se cree que me importa su opinión o que necesito su permiso. Te tiraría de los cachetes, pero como no has tenido abuela, ni madre, ni cachetes, tampoco lo entenderías.- Se burló.- No pretendo caerte bien, ni me importa lo que opines de mi, y ya me había quedado claro que no querías trabajr conmigo cuando has ido enumerando a todos los demás. De verdad, tienes que trabajar en tu sutileza, si no quedas vulgar e infantil. ¿Ese es el problema, verdad? Te han creado recientemente, eres como un niño. No quieres trabajar con quien te cae mal y quien te lleva la contraria es malo. - Chasqueo la lengua, con decepción y después hizo pucheritos, mofándose.- ¿Por eso mataste a tu creador? ¿su sangre es la que no puedes limpiarte? ¿Eso no es como muy malo según tus criterios, igual deberías autodestruirte? Te pregunto porque me encanta la historia detrás de los objetos mágicos, que al final es lo que eres. Un cacharro mágico. No tienes más valor que una fregona y más o menos la misma personalidad, pero a diferencia de ti, puedo valorar la función que realizas. Recibir los golpes. Si no fuera por mi, hubierais muerto con los dracos, y ahora todas estas buenas gentes estarían muertas, mientras que tú solo les gritabas. Igual te crees más rápido que el aliento de dragón, pero no. Usa ese cerebro que te han creado alguna vez. 

El tiefling se asomó por una ventana. 

- Además, puede que el dragón se haya ido, pero no se va a poder salir de aquí mientras la ciudad esté infestada de soldados. Hay que defender nuestra posición. 

- Amigos... Dijo titubeante el mediano ante la conversación de sus compañeros. - No creo que sea el momento de actitud entre nosotros... Hay, hay todo un ejército de enemigos ahí fuera, por no mencionar al dragón... Miró nervioso al cielo, como si la gigantesca criatura alada pudiera regresar en cualquier momento.

- Es hora de aunar fuerzas para salir con vida de aquí. El mediano intentaba calmar los ánimos de sus compañeros. - Juntos no nos ha ido tan mal. Hemos sobrevivido ha muchas cosas. 

- Si hay alguna forma de detener este mal, deberíamos  hacerlo. Todos juntos. Porque los enemigos son muchos, y nosotros pocos. 

La palabrería del bardo le embotaba la cabeza. Ella era parca en palabras y toda aquella perorata le parecía un gasto de energía y una fuente de conflicto innecesaria, especialmente en una situación tan difícil y tensa como aquella ¿Es que nunca dejaría de cacarear? ¡Por todos los dioses! Ojalá ese dragón le hubiera dejado sin voz.

- No es momento de discutir. Para bien o para mal estamos todos encerrados aquí. - dijo enfatizando lo de "encerrados" a Zendarión. No le gustaba estar entre muros, por muy altos y protectores que fuesen. - Creo que los más sensato es esperar a que saqueen lo que queda y se marchen. Égida ¿Porqué quieres asaltar su guarida? ¿Qué os contó ese bandido?  - Draenna no conocía toda la historia. Había escuchado hablar al forjado sobre liberar prisioneros pero no sabía si se refería a la gente de Nido Verde que se habían llevado horas atrás o otra gente de la región.

Con la incorporación de Joorin y Draenna, ya estaban casi todos— Bueno, el tipo confirmó mis sospechas sobre quiénes eran los responsables: los bandidos no son más que mercenarios al servicio de un grupo conocido como Culto del Dragón. La mujer de negro que vimos se llama Frulam Modanth y su segundo, el draconiano Langdredosa, pertenecen a él. Y hay otra draconiana, llamada Rezmir, que junto a Modanth controlan al dragón. Usan a los bandidos para saquear ciudades y aldeas. Nos explicó que tienen una guarida a un día al sur de aquí, en una antigua mina, donde guardan sus botines y, dicen, que también huevos de dragón. Tendría sentido que un Culto que rinde culto a dragones quiera tener su propio ejército de sierpes.

Ahora que todos tenían la misma información, miró a Endozal y posó su mano en el hombro del muchacho.

—¿Contamos contigo?

Escuchó con atención las palabras de Égida y las imprimió en su cabeza, el camino no sería fácil y si uno tenía la determinación suficiente de alcanzar su objetivo debía adaptarse a las circunstancias para seguir continuando. Tal y como un rio sigue su curso pese a la erosión de la tierra por la que circula. Levantó su cara llena de lágrimas cuando este se lo pidió, observó su calmado rostro y asintió ante la cuestión que le había planteado. No sabía siquiera cómo sería capaz de hacerlo pero, ¿no se trataba de eso? De adaptarse para solventar aquellas situaciones. [Continua marchando con Joorin]

Ayudó a Joorin en cuanto pudo en la cocina, seguía temblando pero las palabras que le había dedicado Égida le habían echo reflexionar. Si quería ayudar a Talis con esa actitud nunca lo conseguiría. Se esmeró en la preparación del guiso y rechazó su porción de comida en favor de los demás. En aquel momento no tenía hambre y el estómago estaba totalmente encogido.

Estaba repartiendo la comida entre la gente cuando comenzó a escuchar al superviviente del aliento del dragón comenzar una discusión con Égida, estaba claro que el estar a las puertas de la muerte no le había cambiado el humor.

- Yo. Respondió automáticamente pero totalmente falto de seguridad. Él acompañaría a Égida, no sabía a dónde porque no había escuchado a que se refería el tiefling pero cuando habló de esperar a descansar entendió un poco por dónde iban las intenciones del brujo y tragó saliva pues necesitaba tiempo para poder volver a salir ahí fuera. Pero el intercambio de palabras que continuó lo abrumó. Aquella actitud era detestable y hacerlo delante de toda aquella gente no era el mejor sitio ni lugar.

Cuando Égida le preguntó si podían contar con él asintió y recordó aquello que no pudo preguntar en su momento. - Antes de partir deberíamos conocer cómo defienden el campamento y si los secuestrados están en ese campamento o en otra ubicación. De nada serviría ir a la boca del lobo para no encontrar lo que buscamos y además seamos sorprendidos. seguía temblando un tanto indeciso pero con las ideas más claras. Volvamos a preguntarle antes de partir. Respiró hondo y trató de analizar las cosas como hubiera echo en calma. - Si salimos ahora sin que nos detecten y partimos podemos movernos más rápido que ellos y descansar durante el camino. Ellos al mover a los rehenes irán más lentos y podremos sacarles ventaja aunque descansemos en el camino, pues ellos también deberán descansar tras el saqueo. Quizá tengamos alguna oportunidad de encontrar el campamento bajo mínimos, aunque si está el dragón deberíamos volver.

El gobernador se había negado a la petición de Égida. Estaba ocupado llendo de aquí para allá organizando la defensa del lugar y el alojamiento de sus ciudadanos, más aún ahora que Scobert estaba en cama malherido y tenía que hacer también sus funciones. No podía prescindir de nadie más ni quería que nadie se arriesgase a salir fuera y ser capturado o asesinado por los cultistas.

En cambio no puso objeción alguna para que fueran a interrogar, quien quisiese, al bandido que habían capturado siempre desde fuera de la celda.