Partida Rol por web

Lylo trepó como buenamente pudo de nuevo al taburete con los lagrimones rodándole por las mejillas y dolor de mejillas y tripa por el ataque de risa.

-Sí, es el porte de una super guardiana-coincidió con su hermano- es tan guapa que nadie notaría que es un hombre si no habla. ¡Es como el viejecillo que encontramos una vez antes de empezar con La Gesta! ¿Recuerdas? El que se pintaba los labios y se ponía un sombrero de señora... pero en bien hecho, sí sí.

-Ehh!? que sabes al respecto?!- pregunto Zarus cuando escucho decir lo de la secta maligna de labios de Lucrencia. Era de su interés poder ayudar a Lyra con eso, pero la información que se tenía era muy escasa, no sabía ni por donde empezar a investigar, aunque lo cierto que con todo ese asunto del cargamento de Mitrilt, ni a él ni a sus compañeros les había quedado oportunidad para investigar.

Luego de ingresar a la taberna, la rubia tomo actitud de mamá regañona y empieza a darle una vaciada al tipo que se retiraba sin pagar -Pero que!?- el rostro del joven mostraba una extrañeza por la inusualidad de aquella escena, no alcanzaba a imaginar que alguien como ella se mostrara tan... maternal?!.

Despues recordó que esta chica es algo dada a las bromas y entonces comenzó a dudar de la seriedad con que decía aquellas cosas. Unos chicos que estaban tomando cervezas llenaron el lugar con sus risas y zatiras, la verdad Zarus no le encontraba chiste a mucho de lo que decían pero cuando mencionaron eso de que ella se comió a un     ogro, simplemente no pudo evitar imaginar aquello. Su imaginación comenzó a elevarse un poco mientras una leve sonrisa se dibujo en su rostro -Vaya, parece que le has caido en gracia a esos crios, por lo visto te va muy bien haciendo amigos- dice tratando de nivelar las tensiones en caso de que empezara a molestarse por la actitud de aquellos chicos.

Lucrecia se inclinó hacia un lado para observar el origen de las voces chillonas y las estruendosas carcajadas. Dos alegres hombrecitos, no dos niños, como había pensado al verlos de espaldas al entrar, sino dos medianos. Y no parecían precisamente de los que heredaban el huerto familiar.

—Tú —dijo al moroso, estacándole con un dedo en el pecho—, cumple con tu responsabilidad.

Zarus comentó algo que, posiblemente, no era una burla, pero Lucrecia le sacó lengua igualmente, y se dirigió rápidamente hacia los medianos.

—Y vosotros —dijo mirando a uno y otro de hito en hito, con los brazos en jarras—, ¿cómo os habéis enterado? Os puedo asegurar que no me quedó más remedio. Me comí al ogro porque, aparte de él, solo había gusanos e insectos. Pero os juro que no lo disfruté. Bueno, quizás los riñones a la parrilla estaban ricos, pero aun así, fue asqueroso.

-¡Uaaah!-se emocionó Lylo abriendo los ojos como platos superemocionado para escurrirse de la banqueta y trotar hasta la superguardiana come ogros y salvadora de cerveza-¿y no te dolió la tripa? ¿Y te ha dado poderes mágicos?-mientras hablaba gesticulaba mucho y parpadeaba muy rápido como un niño ilusionado.-¡Es GENIAAAAL! Yo, yo yo soy Lylo y ése de ahí es mi hermano Milo, aunque también es mi primo y y estamos en una supergesta y es todo muy épico yyy...¡TE COMISTE UN OGRO COMO MOLAAAAAAAAAAAAAAAS!

-¡ESTA TABERNA ES GENIAL! ¡PRIMERO LA TABERNERA DEFENDIÓ EL LOCAL CONTRA UN DRAGÓN DEMONIACO QUE LE COMIÓ LA MANO Y AHORA TENEMOS A LA PROTECTORA DE LA CERVEZA COME OGROS SUPERPODEROSA!

Milo parecía un niño con subidón de azúcar y no paraba de gritar, correr y hablar con su hermano; pero hablaba de forma atropellada, como si sus pensamientos fueran un millar de veces más rápidos que sus palabras e intentara pronunciarlos todos a la vez- ¡DEBERÍAMOS CREAR UNA CANCIÓN SOBRE ESTO Y USARLA DURANTE LA GESTA!

—No sabemos nada —respondió Lucrecia con sinceridad—, no llevamos mucho más de una hora en la ciudad. Pero hemos decidido investigar la situación de la catedral, y la actitud de Lyra me causa serias dudas. Cuando te ha mencionado el tema de la secta de forma tan espontánea, he supuesto que tendrías más información que nosotas.

Lucrecia se encogió de hombros. Hasta que se familiarizara con la ciudad, su idiosincrasia y habitantes, tendría que guiarse por conjeturas.

Lucrecia sonrió a los ruidosos medianos. No llevaba más que un rato, y la ciudad seguía proporcionándole encuentros interesantes y diversión.

—No, solo me dio una indigestión y muchos kilos de más, pero ya se ha pasado. —Lucrecia se dio un golpecito en la cabeza como si acabara de recordar algo—. Desde entonces no me gusta tanto la carne, no sé si porque le cogí asco o porque se me pegó algo de ese extravagante ogro vegetariano.

Antes de que siguieran gritándole preguntas, decidió interrumpirles con una de su cosecha.

¿He oído bien? —preguntó—. ¿Estáis llevando a cabo la GESTA? Había oído hablar de ella antes, pero nunca me había atrevido a preguntar, ¿en qué consiste la GESTA?

-haaala, asíque indigesta...-Lylo se cruzó de brazos y asintió un par de veces muy convencido de que la chica tenía no sólo algo de razón sino que estaba en posesión de la Verdad Absoluta.- Lo apuntaré en el libro de cosas que comeré cuando terminemos La Gesta.

Trepó al taburete de nuevo, poniéndose de rodillas para llegar bien y tomó la jarra entre sus manos y dio un sorbito breve a la cerveza, manchándose los morritos de espuma.

-¿Que en qué consiste La Gesta?, por favor...-movió la mano con despreocupación y dio otro sorbito, secándose con la manga del jersey-para prepararnos para la Gesta buscamos un anillo que se le ha perdido a ... a....-miró a su hermano--algún Grande, ¿vosotros sabéis algo? 

El ambiente de la taberna resultaba mucho más tranquilo de lo que Lydia esperaba, apenas había gente. Y la decoración resultaba de lo más vistora y extravagante que había visto nunca. No pudo dejar de apreciar varios tallados y unos dibujos de un realismo y calidad excepcionales.

En aquel momento uno de los clientes, aparentemente "olvidó" pagar y la tabernera se lo recordó con amabilidad pero firmeza. Por algún motivo le faltaba un brazo. Lydia lo anotó mentalmente... si algún día lograba algún conjuro capaz de ayudarla, volvería aquí.

Y entonces... fue cuando Lucrecia y los medianos comenzaron con sus locuras. Al principio, Lydia les observó con una sonrisa de desconcierto, pero a medida que el vórtice de caos dialéctico avanzaba, no pudo evitar comenzar a reír a carcajada limpia. ¡Hacía tiempo que no reía tanto! ¡Y los medianos realmente parecían tomar en serio sus propias bromas!

El mediano rubio contestó con evasivas. Probablemente porque no tenía ni idea de qué era la GESTA. Aunque Lucrecia se lo podía imaginar. Dos medianos cansados de su pueblo de mierda que se largan a buscar aventuras. Es lo que ella hizo. Más o menos, porque ella era de ciudad, no era una mediana y se fue por su cuenta. Le hubiera gustado irse de aventuras con su hermanito, pero el pobre no estaba disponible.

—¿Anillos? —Lucrecia enarcó una ceja y puso los ojos en blanco—. Tenía entendido que estas cosas comenzaban matando ratas en un almacén, o encontrándose con un grupo de variopintos desconocidos (normalmente un fey'ri, un forjado, un genasí de fuego, un thri-kreen y un humano) de intereses sorprendente y forzosamente afines en una taberna. Pero hablando de anillos, no prestaba mucha atención, pero creo que he oído hace un rato a un tipo gritar en medio de la calle algo de que su señor había perdido uno y daba una recompensa.

Lucrecia se acarició la barbilla en un gesto pensativo.

—No parece fácil encontrar un anillo en una ciudad tan grande —dijo al fin—. ¿Habéis pensado en conseguir un montón de anillos y llevárselos? Si no quiere ninguno, siempre podéis sacaros una pasta vendiéndolos.

Milo, para variar, volvía a hacer caso de lo que le interesaba- ¡PERO TU ERES LA DEVORADORA DE OGROS VEGETARIANOS! -dijo alzándose sobre su taburete de nuevo- ¿qué puede haber más variopinto que eso? Pero vamos, sentaros con nosotros, pues no podríamos beber esta cerveza sin nuestra heroína.

El mediano volvió a beber cerveza inclinando un poco la pinta, pues parecía que estando llena no podría levantarla y beber de ella sin tirársela por encima- ¿y matar ratas? Como el hombre que se quiere ir sin pagar que quería que fuéramos con él a matar no se que cosas.

Volvió a beber de la cerveza- Yo soy Milo Pelacebollas y el es mi hermano-primo Lylo Pelacebollas, ¿cómo os llamáis y qué hacéis aquí? -antes de terminar la respuesta ya estaba de pie sobre su taburete de nuevo- ¡HABÉIS VENIDO A POR OTRO OGRO VEGETARIANO PARA SALVAR LA COSECHA DE ESTA CIUDAD Y ASÍ ESTAR PREPARADOS PARA EL ATAQUE DEL DRAGÓN DEMONIACO DEL MAL DEFINITIVO!

Parecía tener un subidón de azúcar del copón.

En el camino a la posado Zarus iba escuchando con atención las palabras de Lucrecia, deseaba conocer que tanto sabía, pero por lo visto era casi lo mismo que él hasta ahora había escuchado.

-Yo solo lo he escuchado como solicitud de la sacerdotisa hace un par de días, pero lo cierto es que no sé mucho al respecto porque mis amigos y yo estamos en asuntos del rescate de un cargamento, pero apenas termine aquello tengo pensado ayudar a Lyra con sus asuntos en el templo pues la deuda de gratitud y por sus servicios merece ser saldada- aquellas palabras iban llena de optimismo, no era facil conseguir la cantidad en dinero que se le debía a la sacerdotisa, parecía por ahora mas sencillo, pagar la deuda de gratitud ayudandola.

-Aunque puede que tengas razón en que ella haga mención a aquello con mucha ligereza y no parece un tema que de para ello... Pero no me ha parecido escuchar que se trate de una secta maligna, solo que le esta restando fieles y con eso la situación en el templo ha decaído bastante, sin embargo no se puede ignorar que nada bueno ha de estar tramando alguien interesado en robar creyentes, para que necesitará tanto personal? he estado en otro templo y tampoco le he visto muchos devotos- dice con rostro de extrañeza, la verdad y recien pensaba en ello.

-Debiera ser facil enterarse de algún templo que este reclutando gente, tal vez alguien repartiendo "volantes"¹ o vociferandolo en las plazas, pero hasta ahora no he escuchado nada al respecto- menciona con resignación como si las ideas se le acabaran sobre el tema.

Al escuchar el nombre de Lyra me doy media vuelta hacia el caballero que habló y le hablo: - he oído como mencionas a Lyra, acabo de llegar a Tormentos Cristalinos y me gustaría saber donde se encuentra el templo de Lyra. Desde mi pueblo se escucha que necesita ayuda, aunque aún no sé para qué. Si fuera tan amable de indicarme donde podría encontrarla se lo agradecería, digo pensando que el trabajo que tenía entre manos puede esperar a otra ocasión mas favorable.

Aunque la situación era ciertamente hilarante, Zarus solo se remitió a dirigir una cálida sonrisa a los gestores de las risas... Cuando comenzó a escuchar lo de la gesta, algo se le vino a la mente de inmediato -Un anillo!? Exactamente de que tipo de anillo están hablando?- dice buscando mayor precisión en la información que daban los medianos...

-Me ha parecido leer algo en el periódico local- menciona después de escuchar a Lucrencia decir lo del tipo que grita en medio de la calle algo de que su señor había perdido un anillo. -Haber... dicen que el tipo es un grande? Que tan grande? Cuanto es la recompensa por el anillo y porque esta tan interesado en recuperarlo?- pregunta con curiosidad, tal vez Zarus supiera algo sobre aquel anillo, pero como estaban las cosas desconfiaba mucho sobre los intereses de las personas, quien sabe que había detrás de aquella joya.

Zarus se gira después de escuchar que cierta voz requiere su atención -Bien has escuchado, así como a mis oidos ha llegado que buscas matar a alguien o algo, espero que la sacerdotisa no este en tu lista, veras me ha ayudado bastante y no me gustaría verle muerta- la mirada de Zarus se torna fría y amenazante, desaparece cualquier sonrisa o gesto de amabilidad que le caracteriza.

¿Matar a alguién? tu información es errónea, tengo intención de buscar a alguien, pero no de matar. Es una aventura que podría ser peligrosa al tener que salir de la ciudad, pero nunca le haría daño a Lyra, por supuesto, digo al joven que parece haber escuchado un falso rumor sobre mí.

-Si es tu urgencia verla, yo mismo te llevaré... Sino te molesta esperar, una vez termine de hablar con estos hombresitos, me retiraré contigo- Zarus no podía confiar del todo en aquel tipo, por lo menos si él le llevaba no le daría la oportunidad de hacer nada estupido en contra de la sacerdotisa.

Lucrecia se acercó una banqueta a los medianos y se sentó en ella con una pierna entre el asiento y el trasero.

—Señorita —llamó a la tabernera de un solo brazo—, cuando puedas, ¡GROG!

Se reclinó sobre la barra, retorciendo el torso en una postura que probablemente solo resultara cómoda para ella, y miró a los dos medianos que cundían como dos gigantes.

—Encantada, hermanos-primos Pelacebollas —Lucrecia extendió la mano hacia los hombrecillos—. Yo soy Lucrecia. Mi amiga es Lydia, y el tipo moreno es Zarus. Y no estoy aquí para detener a otro ogro vegetariano, y muchos menos para acabar con el dragón demoníaco del mal definitivo. Asesinar dragones parece una ocupación de lo más aburrido. Y para aburrirme me podía haber quedado en casita.

"¿Grog? ¿Qué será el grog?" se preguntó Lydia mientras daba un paso adelante.

Aún con una gran sonrisa, hizo una leve reverencia a los medianos.

-Encantada de conoceros. -dijo con amabilidad- Me alegra ver que aún hay personas dispuestas a realizar grandes gestas y proezas en el mundo.

¡En serio tú! - Dijo Kailee un tanto enfurecida puesto que Kranjstar le había ignorado por completo. ¡Te he dicho que me pagues ahora mismo! ¡No me cambies de tema! ¡No me hace ninguna gracia que los consumidores de mi cerveza se marchen sin pagar! Así que, haga el favor, señor, de entregarme las dos piezas de cobra que cuesta la cerveza que usted se ha bebido. Luego pueden irse de aquí a donde quieran. Pero por favor, abone su consumición. Dijo la taberna bastante enfuruñada.

Y en cuanto al grog, señorita Lucrecia, lo lamento, pero aquí no tenemos. Quizá si se pase por el Lenguado Macerado le puedan ofrecer. Nosotros solo vendemos cervezas, incluida la Rana Azul.

Milo se levantó con un gesto de indignación en la cara y se puso delante del hombre que trataba de largarse sin pagar- ¡EH! ¡EEEEHHHHH! -dijo señalándole con un puño cerrado, minúsculo, pero como si quisiera amenazanrle- o paga a la señora o se las tendrá que ver con uno de los auténticos aventureros de La Gesta.

La cara era como la de un niño pequeño que intenta amenazar a alguien; pero esa sonrisa infantil no tenía ya ningún rastro por su cara.