Partida Rol por web

Este edificio de nueva contrucción se las arregla para tener una apariencia destartalada y decrépita. Un cartel que cuelga sobre su entrada muestra un burdo sátiro, con una de las pezuñas de sus pies introducida en su boca y una expresión de sorpresa y preocupación en su rostro.

Se trata de la taberna más reciente de Tormentos Cristalinos y en apenas cinco meses se ha convertido en un lugar popular entre los marineros y pescaderos locales.

Un excéntrico enano llamado Blahg dirige la taberna.

Raellia y el Kraken llegaron a la taberna, acompañados por Snit, lo que en cierto modo era una sorpresa para la paladina. No sabía que la gnoma quisiera acompañarles, pero lo cierto es que tampoco importaba demasiado. Al fin y al cabo, solo habían venido a preguntar al dueño, a buscar información. Por lo tanto, la muchacha se adelantó hacia Blahg, esperando a que el enano estuviera poco atareado para abordarle.

-Eh... Disculpe, señor Blahg... Verá, un grupo de aventureros estamos interesados en acabar con los salteadores que rondan el pueblo, y nos han dicho que quizás usted sepa algo... Así que nos han enviado para ver qué nos puede contar al respecto. 

Snit decidió acompañarlos, sobre todo para vigilarlos. Pero también porque el gigantón le serviría de protección mucho mejor que Zarus. Y algo de fuerza física siempre venía bien. Caminó cerca de ellos pero no demasiado. No tenía ninguna gana de entrar en una conversación con ellos. Así que, cuando Raellia se puso a hablar con Blahg, se cruzó de brazos y esperó.

El Kraken frunció el ceño a entrar en otra posada. El joven semigigante llevaba tiempo dolorido por las contusiones de su reyerta con el semiorco y lo peor era que no tenía dinero para dormir en una taberna, asi que, la mera vista de otra, lo deprimió un poco.

El kraken se limito a cruzarse de brazos y parecer amenazador.

Blagh miró atentamente a Raelia cuando entró, el hombre parecía estar muy atareado pues estaba preparando el menú. En pocas horas tenía que servir el almuerzo, así que no tenía tiempo para perderlo de aquella manera. En cuanto escuchó las palabras de la mujer, su rostro cambió, lo primero que debe decir uno al llegar, son buenos días, ¿no? Corrigió incómodo. Y lo segundo, suele ser pedir algo para consumir y no creerse que esto es un puesto de información. Estoy cansado ya de los maleducados y de las personas que se creen que esto es su casa. Lanzó una mirada de desaprobación a Raelia y tras esas palabras, se giró y se metió para dentro de la cocina dejándoles solos en ese momento y sin contestar a ninguna de sus preguntas.

La muchacha quedó unos segundos petrificada ante la reacción del enano, dándose cuenta demasiado tarde de aquella falta de modales. Puede que aquello les costara la información que el posadero pudiera tener, y ese pensamiento hizo que se azorara levemente, debido a la incomodidad y a la vergüenza por aquel error. Raellia decidió intentar compensarlo, aunque no contaba con dinero para lograrlo, quizás con buenas palabras sí pudiera arreglarlo. Así que esperó a que Blagh volviera a salir, para volver a dirigirse a él.

-Le ruego que disculpe mi falta de cortesía, señor... Sé que no es excusa, pero no he pegado ojo hoy, y aún quedan muchas horas antes de que me pueda permitir hacerlo. Le deseo buenos días, y que tenga un próspero medio día, tarde y noche. Mi nombre es Raellia, paladina de Heironeus. Y le aseguro que me pararía a disfrutar de sus viandas, pero lamentablemente voy corta de tiempo y de dinero. Es esta urgencia la que me ha llevado a preguntarle directamente por los bandidos, y espero que sepa perdonarme. Simplemente queremos ayudar, aunque no hayamos empezado del mejor modo. Si sabiendo esto quiere decirnos algo, no dudaré en hacer uso de su local cuando mi situación mejore. Si no es así, no le haremos perder más tiempo, solo le desearé que los dioses le bendigan. 

El Kraken iba a mandar al enano al absimo cuando Raellia comenzó a hablar y lo hizo tan bien que el gigante se detuvo en seco y la escuchó, admirado. Al final, se le hinchó el pecho de orgullo al saber que estaba ayudando a un amaiga tan especial, tan honrada y pura de corazón.

El semigigante descargó una palmada en la espalda de la paladín, que sonó como un cañonazo.

-BIEN DICHO!!

Apretó los puños con fuerza cuando ese enano cruzó esas palabras con la paladín. No, ella no era de su agrado, pero si él no quería perder el tiempo, ¿a cuento de qué lo tenían que perder ellos en estupideces? Con buena gana le hubiera tirado la daga hasta atravesarle ese cerebro vacío o, en el mejor de los casos, llenos de basura inservible.

Aguantó la respiración para ir soltándola lentamente, no quería perder las formas antes de tiempo.

¡Oh, discúlpeme señorita! Dijo con cierto tono irónico. ¿Acaso cree que la mala educación está reñida con el cansancio? Yo duermo apenas cuatro o cinco horas al día, y trabajo durante el resto del día. Me paso todo el día aquí, y vivo de lo que la gente se gasta. No doy información a cambio de nada, y mucho menos si no hay modales de por medio. Así que, si no les ha quedado claro. Dijo mirando al resto de los compañeros que hay junto a ella. O consumís, o pagáis por la información, o será mejor que os marchéis y vengáis en otro momento.

"Sé que no es excusa, pero no he pegado ojo hoy, y aún quedan muchas horas antes de que me pueda permitir hacerlo. Le deseo buenos días, y que tenga un próspero medio día, tarde y noche".  Concluyó repitiendo las palabras de Raelia.

Desde luego, no iban a sacar una palabra amable del enano, mucho menos información. Lo único que sacarían es que la muchacha se sintiera peor, y con eso no iban a ganar nada, así que, con gesto abatido, Raellia asintió levemente. 

-De acuerdo, señor Blagh, no le molesto más como le prometí. Tenga buen día-sentenció, antes de salir de aquel lugar, esperando que el resto fueran con ella. Debían dar con el resto, quizás ya en Puente Brandon, quizás en los cuarteles. Y, si tenían suerte, harían avanzar aquel asunto pronto y conseguirían algunas monedas con las que poder pasar la noche. 

El kraken siguio a Raellia realmente furioso. Si no arrasaba la taberna entera era porque Raellia se disgustaria aun mas. Aun asi, solto un enorme escupirajo verde en la barra antes de irse.

-ESE ES EL UNICO PAGO QUE MERECE ESTE TUGURIO.

Este edificio de nueva contrucción se las arregla para tener una apariencia destartalada y decrépita. Un cartel que cuelga sobre su entrada muestra un burdo sátiro, con una de las pezuñas de sus pies introducida en su boca y una expresión de sorpresa y preocupación en su rostro.

Se trata de la taberna más reciente de Tormentos Cristalinos y en apenas cinco meses se ha convertido en un lugar popular entre los marineros y pescaderos locales.

Un excéntrico enano llamado Blahg dirige la taberna.

Thorgüs se dirigió hacia la barra, donde se encontraba Black.
-Hola de nuevo, me gustaría pegar un bocado y luego echarme un rato. Por cierto, la chica de la tienda me dijo que preguntará por aquí como ganar algunas monedas.

Se quedó observando a Black tras decirle esto último en voz baja. No sabía de quien podía fiarse en aquel antro.

Hola, dijo Blagh a su compañero enano. ¿Echarte un rato? Preguntó curioso. Aún es pronto para irse a dormir, apenas estamos sirviendo la comida. Se extrañó. Si quieres que te ponga algo de comer, puedo servirte muslo de ciervo con salsa de menta. Una rica y untuosa cerveza y un poco de pan blanco. Le comentó. Sobre el trabajo, dijo señalando un cartel que había cerca:

"Puente Brandon ofrece 100 piezas de oro a

aquellos aventureros que logren capturar o

hacer huir a los ladrones que roban en los alrededores del pueblo."

Thorgüs se acercó al cartel y lo leyó mientras se acariciaba la barba, tras eso se volvió a dirigir a Blagh.

-Tienes razón, aun es demasiado pronto para descansar. Me encantaría probar ese ciervo. Por cierto dijo esto con voz más baja ¿Sabes de alguien que vaya detrás de esos forajidos? Creo que será demasiado trabajo para mi solo.

Blagh sirvió la comida que le había pedido el enano, y después asintió ante sus palabras. Pues sí, creo que sí. A menos que se hayan arrepentido, creo que ya hay un par de grupos que se han dirigido hacia allí. Dice encogiéndose de hombros, pues no sabía si eso iba a suponer una buena o mala noticia para su cliente.

Thorgüs rebaño el plato con un trozo de pan antes de dirigirse de nuevo a Blagh.
-Gracias por la información, aunque creo que será mejor dormir y mañana con más tranquilidad buscar a alguien que me acompañe en esta misión. Como bien me has comentado esos grupos ya han partido y yo no conozco bien esta zona. Sería demasiado peligroso ir solo.

Thorgüs confiaba en encontrar alguien al día siguiente que pudiera acompañarlo para ganarse algunas piezas de oro.

Sí, quizás tengas razón. Es un poco tarde para salir ya de misión, porque se te va a hacer de noche por el camino. Miró hacia la ventana, empezaban a encender las luces de la ciudad, pero aún no era de noche. Aunque quizá sea algo pronto para dormir ya. ¿No crees? Quizá quieras ir a dar una vuelta por la ciudad, o tomarte algo más aquí. Le preguntó.

-Tienes razón, aun no es la hora de descansar. Me quedaré por aquí observando por si hay alguien que también quiera ir tras esos bandidos.
Thorgüs echó una mirada a su alrededor por si alguien le llamaba la atención en ese aspecto. Tras eso volvió a dirigirse a Blagh.
-Podrías traerme una cerveza si no es molestia. Y la cuenta de esto y la noche en la habitación.

Thorgüs se llevó la mano a la bolsa de dinero pensando que si no conseguía oro pronto esa sería una de sus últimas noches bajo techo.

-Por cierto, preguntó a Blagh antes de que se fuera hacia la barra, ¿Tienes algún hueso de sobra por la cocina? Mi compañero no ha cenado.

Pues en total son 6 piezas de plata, dijo Blagh mientras le traía el hueso solicitado y una cerveza extra. Por cierto, cuál  es tu nombre y qué te ha traído a la ciudad. No es muy habitual ver a muchos enanos por la ciudad. Esto está lleno de humanos, desagradables elfos y repugnantes medianos... dijo encogiéndose de hombros y con cierto tono de hastío en su voz.