Partida Rol por web

- La verdad que hace calor, aunque corre una suave brisa muy agradable. Dime en qué puedo ayudarte.

-¿Eres de la ciudad? O un marinero venido de tierras lejanas que surca los mares recorriendo ciudades y teniendo aventuras... ¡ays! me encantaría montar en barco. ¿Cómo te llamas? Seguro que es un nombre exótico. Qué graciosas quedan esas orejitas con la barba jiji eres un semielfo, ¿verdad?

Angelica da charla al hombre tirando de labia, intentando ganarse su confianza; después de unos minutos de contarle su vida y (con esfuerzo) callarse para escuchar la de su interlocutor, pregunta lo que venía buscando desde un principio.

-Supongamos que quisieras vender algo no muy legal en esta ciudad. ¿Dónde irías? Es puramente teórico, ¿eh? no te vayas a pensar que yo ando robando anillos a amigotes del alcalde para luego venderlos por ahí o algo parecido.- Sonríe de oreja a oreja la mediana.

No parece que Angelica estuviese teniendo mucho éxito, por lo que Sir Barristan decide acercarse. Sabe que no es algo propio de un caballero meterse en asuntos turbios, pero la pequeña mediana no parece tener el don de la palabra. Sir Barristan se acerca y se mete en la conversación.

Buenas tardes, mi compañera a veces se anda por las ramas y no parece saber ir al grano. El caballero sonríe, intentando crear cierta complicidad con el picaruelo. ¿Qué me decís de algún buen lugar donde conseguir mercancias "exóticas"? Dice mientras hace un gesto de comillas cuando pronuncia exóticas.

El semiorco estaba haciendo las tareas propias de un marinero como él hasta que ambos aventureros le interrumpieron.

- Está claro que vosotros lo que buscáis es el Mercado Negro. Pero antes de revelaros su ubicación tengo que comprobar que sois gente de palabra y confianza y que no vais a ir corriendo a contarlo a los altos cargos de la ciudad.  De hecho el semiorco mira con bastante poco disimulo a Sir Barristan como dando a entender que él no pintaba nada en aquello.

Para ello sería muy interesante que me hicierais un gran favor. Necesito que os encontréis con un paladín de Heironeous, de melena plateada, su nombre es Coran Larmelion, hace poco estuvo aquí y me dijo que bajo mi dormitorio había un gran tesoro escondido. Por supuesto, que lo negué, no tenía constancia de aquello, pero por lo visto aquello era cierto y no entendía la razón por la que él lo sabía y yo no.

Ahora estoy bastante preocupado, no sé si las intenciones de aquel hombre precisamente eran las que decía, quería ayudarme a protegerme, o si simplemente lo que quería era información para venir a robarme.

Por supuesto, el tesoro ya está a buen recaudo desde que me lo dijo, pero no estaría de más que lo buscaseis y obtuvieseis información sobre lo que sabe y lo que no sabe. ¡Y ni que decir tiene que esto es una misión secreta! Él no debe saber que yo os lo he pedido. Solo tenéis que averiguar si de verdad es un paladín y tiene intenciones nobles o si en realidad estaba fingiendo y lo que quería era saquear el tesoro que tenía guardado.

Cuando obtengáis tamaña información, os recompensaré con la información que yo sé sobre el Mercado Negro.

Angelica se tapa la boca con la mano.

-Ups, semiorco. Ni siquiera sabía que algo así fuese posible jiji.

Una vez están reunidos en el despacho, escucha lo que les dice Molak.

-Um, parece una misión sencilla. ¿Sabes dónde podemos encontrar al "paladín"?

Lo que nos faltaba... más paseos por la ciudad. Sir Barristan comienza a estar harto de ir de lado a lado y tener que hacer lo que estaba haciendo. El poco disimulo con el que le mira el semiorco no está ayudando en nada. ¡No sé qué demonios hago aquí! Debería largarme de esta ciudad y probar suerte en otra.

La ira interior del caballero comienza a aflorar en su rostro, pero consigue disimularla, aunque sea parcialmente. Después de todo, había dado su palabra...

¿Ni siquiera creías que algo así fuera posible? ¿Pero tú dónde has estado, en un agujero? Acaso nunca has visto un semiorco? Pues debemos ser al menos el uno el dos porciento de la población. ¡No me fastidies! En fin...

Dijo como queriendo cambiar de tema.

Recomendé al paladín la Pezuña en la Boca, decía que se qería alojar en alguna taberna y me dijo que allí estaría. Lo que no sé, es si fue directamente para allá o si se desvió por el camino.

Angelica echa un vistazo al rostro enfadado de Sir Barristan y se piensa unos instantes la respuesta que dar. Finalmente sonríe al semiorco.

-De acuerdo. Buscaremos a ese paladín.- Toma la decisión por el caballero, confiada en que éste aceptará el trato que les proponen- Una descripción sería útil.

De ojos y pelos claros, sobre la vieja armadura que lleva, una vesta de color claro ostenta el símbolo de Heironeus, sus pasos son decididos y siempre muestra una sonrisa amable. Cordial y apasionado en sus decisiones y trata de que los que estan a su lado se sientan seguros.

Algo más alto de la media y aún pese a ser humano, quizás haya algunos rasgos más marcados de lo normal, de espalda ancha y hombros robustos que sin dudar soportarían a aquel que lo necesitara

Sir Barristan nota como Angelica es consciente de su debate interno. No podía hacer mucho más. Los colores rojizos de su cara pronto se tornan más rosáceos para, finalmente, desaparecer.

Vayamos cuanto antes. Dice lacónico el caballero.

Cuando salís del despacho de Molak os dais cuenta de que la agitación en los muelles es frenética. Hay barcos de todo el mundo, cargando o descargando tood tipo de productos exóticos. Parece la hora punta en el astillero.

Marineros y mercaderes de todas las razas se mezclan en los desembarcaderos, y el dinero cambia de manos tan rápidamente que no podeis ni seguirlo con la vista. Los ruidos y las imágenes son tan sobrecogedores que casi no os habéis dado cuenta del grupo de hombres que "casualmente" se han colocado a vuestro alrededor. Son un puñado de tipos duros, marineros llenos de cicatrices armados con porras y navajas.

El líder de estos perros ruines, un hombre desdentado con los nudillos tatuados, sonríe retorcidamente y dice:

Acabáis de presentaros voluntarios para una apasionante vida como marineros. ¿Queréis hacerlo por las buenas o por las malas?

El caballero lleva la mano a su arma y mientras desenvaina le dice al bribón con una sonrisa terrorífica en su cara: ¿Y tú quieres morir en tu cama de viejo o aquí atravesado por mi espada?

Sin perder la calma le dice a la mediana: Angelica, cariño, ven a mi lado, cubre tu espalda con la mía.

La mediana suelta un gritito histérico al verse rodeada de los marineros. En parte, su intención es intentar que Molak lo oiga y les auxilie.

-Pero... yo no sería una buena marinera, soy demasiado pequeña, y además me mareo hasta en los carros, no, sería una mala marinera.- Angelica se pone a parlotear nerviosamente, aunque se contiene cuando Sir Barristan toma la iniciativa intentando amedrentar a los hombres. Le obedece, y se coloca a su espalda, con cara asustada y mirando a todos lados.

Qué seas buena marinera o no, eso lo decidiremos nosotros.

Y bien, lo haremos por las buenas o por las malas. ¿Cómo queréis?

Estaba claro que las palabras del caballero no habían servido absolutamente de nada, ni tampoco las de Angélica. Los hombres que os rodeaban iban todos armados, estaban más dispuestos a ir por las malas que cualquier otra cosa.

Molak era imposible que os oyera, estabais demasiado lejos de nadie.

Sir Barristan cuenta a los hombres a su alrededor, viendo si es sensato un enfrentamiento o si, por contra, es un suicidio.

Mientras lo hace, intenta ganar tiempo con palabras más diplomáticas.

Estoy seguro de que como hombres sensatos, estaréis dispuestos a que cada uno se vaya por su lado. Sin necesidad de dolor para nadie.

Tus intentos de diplomacia no sirven para nada.

Parece que no os ha quedado claro. No queremos provocaros dolor, solo queremos que os vengais con nosotros. Nada más. Aunque sí lo que quieres es pelea, tan solo tendrás que venir a buscarla. Dice uno de ellos mientras agita una porra entre sus manos.

Sois vosotros los que no os enteráis. Largáos ahora o moriréis. La espada de Sir Barristan brilla con el sol del comienzo de la tarde. Está preparado para morir si es necesario, pero antes se llevará a alguno por delante.

-Barri, ca...cariño, sé razonable, son cinco contra uno.- Angelica no quiere un enfrentamiento directo con cinco hombres, que podría acabar fácilmente con los dos muertos, así que intenta calmar las cosas unos momentos, dándose tiempo para pensar y observar alrededor.