Partida Rol por web

Subiremos no, subirás. Esas son las condiciones. Y el barco no se moverá en lo que tú estés a bordo. Por eso no debes preocuparte. Pero ella no tiene permiso para subir. ¿Acaso ahora te arrepientes de haber lanzado el desafío?

El caballero mira al ser y se rie de forma socarrona. ¿Arrepentirme? Para nada, sólo que no me fío de vuestra honorabilidad. Nada más.

Pero todo sea por darte en el morro. Dice mientras sube al barco.

Justo antes de desaparecer de la vista de Angelica, le dice: Angelica, si no vuelvo en un tiempo prudencial sal de aquí. No te fíes de ninguno de estos.

Angelica observa con preocupación cómo Sir Barristan sube al barco. Se queda clavada en el sitio sin saber qué hacer, intentando ver dónde será el combate.

En cuanto el caballero decide aceptar las condiciones del duelo lanzado decide subir por la pequeña escalinata que le entregan para poder subir. En cuanto éste sube, la recogen para evitar que la niña lograra alcanzar la borda. Al fin y al cabo ella no estaba invitada.

Cuando el caballero está en la borda del barco, una serie de orcos se colocan en los puntos estratégicos para que el duelo no se vea desde el puerto. Aunque Angélica logra encontrar un punto estratégico donde puede contemplarlo todo.

Al fin y al cabo estamos en un barco, esto no pertenece a la ciudad, así que no creo que estemos cometiendo ningún acto que atente a las normas de la ciudad. El semiorco se pone una armadura completa que uno de sus lacayos le acababa de traer y después empuña una espada larga, y a coontinuación toma un escudo de acero con el otro brazo.

El duelo será a muerte, caiga quien caiga primero el cadáver será lanzado por la borda y nadie más sabrá en toda la ciudad lo que ha sucedido aquí. Actúa tu primero, veamos de lo que eres capaz y así reconocerás el gran error que has cometido. Prepárate para tu fin.

Ante la baja defensa, Sir Barristan decide cargar con su espadón, esperando partir a su enemigo por la mitad.

El golpe de Barristan golpea en la recia armadura del orco. La armadura completa cubría todo su cuerpo y su escudo bloqueaba los escasos golpes que pudieran llegar a sus partes más desprotegidas.

Aggro se rió al ver la debilidad del golpe acometido por su rival. ¿Eso es todo lo que vas a hacer? Me parece que este combate va a ir viento en popa.

Y tras decir aquellas palabras, el pirata mueve con agilidad la espada que le habían entregado y golpea con ella al caballero, atravesando su cota de escamas y perforando su cuerpo de lado a lado. Cuando saca el arma de su cuerpo está cubierta de chorros de sangre que gotean sobre la borda del barco. Sir Barristan había sido gravemente herido, pero aún se mantenía consciente, quizá para ver como tristemente sería decapitado.

Parecía ser que no tenía nada que hacer contra aquel rival.

El impacto hace sangrar al cruzado que se mantiene vivo pese a todo, aguantando el tipo como puede gracias a su capacidad de soportar el dolor. Pero algo en su mente parece haberle nublado y falla de forma estrepitosa su ataque. Quizás sea este su último momento de vida.

Cuando Sir Barristan fue a atacar al orco, éste resbaló y cayó por la borda hacia el Mar de Tormentos Cristalinos. Aquel resbalón había ayudado a finalizar un combate que el caballero tenía perdido. Había sido más un golpe de suerte que otra cosa, pues había salvado su vida. Aunque su honor hubiera sido mancillado, y aunque su espadón hubiera quedado en el interior del barco, para gozo y disfrute de Aggro y sus secuaces.

Ahora el caballero se ahogaba en el mar de la ciudad. Sin nadie que le pudiera ayudar excepto la joven Angélica. Mientras tanto los orcos se reían a carcajadas, mientras mostraban su espadón al joven caballero y le señalaban por lo que había ocurrido.

El resbalón había salvado al caballero de morir en el siguiente ataque de Aggro, aún a costa de perder su espadón, pero lo cierto es que su destino parecía sellado.

Con una pesada armadura puesta y con nulos conocimientos de natación, Sir Barristan veía su mundo desaparecer. En la superficie, los piratas se reían de él, pero el no veía nada... sólo agua a su alrededor y como ésta comenzaba a entrar en sus pulmones...

La mediana observa como Sir Barristan cae al mar y empieza a ahogarse. Se acerca a la orilla a intentar auxiliarle, aunque para cuando llega es demasiado tarde.

-¡Ayuda! ¡ayuda! hombre al agua.- Grita a pleno pulmón y con los ojos llorosos.

Para cuando unos aldeanos se acercan a donde estás gritando, Sir Barristan ya está en el fondo del mar. Muerto y ahogado. El caballero se había hundido con todas sus posesiones, su armadura y sobre todo su orgullo. Ya no habría más futuro para tu compañero. El caballero había caído por la borda en un torpe resbalón y le había causado la muerte.

La mediana se aleja del barco pirata con una punzada de dolor en su pequeño cuerpo. Le había cogido cariño al buenazo de Barristan, y ese maldito orco había acabado con él. Si no fuera tan débil se juraría a sí misma vengarle, pero esas tampoco son cosas que se juren a la ligera, y además, ella tiene muchas cosas que hacer antes de morir.

Vagabundea un rato aún por el puerto, indecisa y ajena a lo peligrosa que es la ciudad por la noche, antes de decidirse a buscar dónde pasar la noche. Cuando reacciona, se dirige hacia el templo de Fharlanghn (9). Se niega a volver a pagar 6 monedas de plata por pasar la noche en la apestosa posada de la noche pasada, así que confía en que la acojan en el templo.

¡Oiga! ¡Oiga! Dice alguien mientras sientes como te golpean suavemente con la pierna. No puede estar aquí. Es peligroso además de que molesta a los viandantes. Por favor, márchese de aquí, no quiero verme obligado a detenerle. No le veo en buenas condiciones, así que haré la vista gorda...

-Perdone agente, ha sido una noche demasiado animada y he debido quedarme dormido de camino a la posada, usted ya me entiende. ¡El cansancio y el alcohol no perdonan a nadie!

El humano se sacude las prendas tratando de quitase el polvo mas superficial de sus ropas, y se pone en camino pretendiendo dar un buen rodeo.

Esta extensa construcción de madera, una de las más grandes de la villa, sobresale por encima de las casas cercanas. El astillero también es la casa gremial de los constructores de barcos; aquí, sus miembros construyen casi todas las barcas de pesca, barcos mercantes y demás buques que pueda necesitar la villa. El cuerpo central alberga las oficinas, salas de reuniones, almacenes, y cuarteles para los trabajadores locales. El ala este se dedica a la construcción de pesqueros, mientras que la occidental se reserva para otros tipos de barco.

En aquel momento hay dos barcos en construcción en cada ala. Una vez que la nave sea navegable, se lanza por una de las  varias rampas que sobresalen directamente del edificio.

Entiendo. Dice Molak mirando al alcalde justo en el momento en el que llegais los dos. ¿Crees que esto es un trabajo para la guardia?