Partida Rol por web

- Me temo que no, ese barco está fuera de nuestros dominios, es una propiedad privada y no podemos hacer nada. No podemos tampoco entrar en él, o abordarlo sin su consentimiento.

¿Y qué propones entonces?

A ella. Dijo justo cuando entrabas. Ella nos podrá echar una mano, siempre y cuando se reúna de un buen grupo que la ayude. Dijo mirándote para ver si tenías algo que decir al respecto.

La pequeña mediana se toma unos segundos antes de contestar. Realmente no está dudando, pero le apetece dar un poco de incertidumbre al momento. Finalmente da unas palmadas y sonríe.

-¡Por supuesto! Si el alcalde de esta ciudad tiene una misión para mí, ¿cómo podría negarme?

Esta extensa construcción de madera, una de las más grandes de la villa, sobresale por encima de las casas cercanas. El astillero también es la casa gremial de los constructores de barcos; aquí, sus miembros construyen casi todas las barcas de pesca, barcos mercantes y demás buques que pueda necesitar la villa. El cuerpo central alberga las oficinas, salas de reuniones, almacenes, y cuarteles para los trabajadores locales. El ala este se dedica a la construcción de pesqueros, mientras que la occidental se reserva para otros tipos de barco.

En aquel momento hay dos barcos en construcción en cada ala. Una vez que la nave sea navegable, se lanza por una de las  varias rampas que sobresalen directamente del edificio.

¡Perfecto entonces! ¿Tienes claro cuál es tu primer paso a dar?

Ramase caminaba encorvado ayudándose con su lanza a modo de bastón. Comenzaban a dolerle los pies de tanta caminata y su humor no era precisamente bueno. Afortunadamente una vez cerca del puerto encontrar el astillero era cosa fácil ya que, por su enorme tamaño, sobresalía del resto de construcciones aledañas. Ahora el problema era encontrar allí al alcalde. Decidió que lo mejor sería preguntar por Molak.

- Disculpe, estaba buscando a un tal Molak. ¿Anda por aquí?

Un marinero cualquiera llevó a Ramase hasta el despacho de Molak, no andaba muy lejos, y allí pudo ver al semiorco que dirigía aquel cotarro, que estaba hablando con otro hombre y una niña. Los tres le miraron en cuanto llegaron, después miraron a Molak y fue él el que preguntó primero.

¡Buenos días! ¿Puedo ayudarte?
 

-Mmmm la verdad es que no, estoy algo perdida. ¿Alguna idea? ¡Necesitaré algún ayudante! Pero estoy dispuesta a hacer lo que haga falta para vengar al pobre Sir Barristan.

La cara de Ramase fue un poema cuando la pregunta que iba dirigida claramente a él fue respondida por la insignificante mediana. Tuvo que respirar hondo y controlar mucho sus músculos faciales para que no se le descompusiera la su angulosa cara.

- Sí, me han dicho que podría encontrar aquí al alcalde de la ciudad.- Dijo mientras se preguntaba si sería el tercer hombre presente en el despacho. - Vengo a ofrecer mis servicios.- No le hacía mucha gracia tener que expresarlo delante de más gente.

Dicho y hecho. Dijo Erolin. Mi nombre es Erolin Timertikos, alcalde de Tormentos Cristalinos. Si quieres ofrecerme sus servicios, ayuda a esta bella joven a resolver un problema que tenemos con los orcos piratas que hay en el astillero. Ella te podrá dar más información. Dijo señalando a la mediana y ofreciendo una sonrisa debido a la sorpresa.

- ¿Piratas orcos aquí en la ciudad?- Preguntó sorprendido Ramase aún a riesgo de ofender al semiorco del astillero.- Bueno...- Miró hacia abajo, hacia la chiquilla. Parecía dubitativo pues, realmente, no era que había pretendido decir con ofrecer sus servicios.-...supongo que oír lo que tiene que decir no me hará daño alguno. ¿Has mencionado a un caballero niña?

-Así es, el gran y noble caballero Sir Barristan, que fue vilmente asesinado por esos cobardes piratas.- Angelica hace una pausa teatral para secarse las lágrimas. -Además, los orcos tienen capturado en su barco a un clérigo de la ciudad. Están en el puerto, en su barco, así que no se puede recurrir a la guardia. Pero si reunimos un grupo suficiente podríamos investigar. No creo que nosotros dos seamos bastantes.

- Ajá, ya veo.-Contestó a las apasionadas palabras de la mediana. No parecía demasiado convencido. No entendía por qué la guardia no podía hacer nada al respecto.¿Corrupción? No expresó sus pensamientos en alto por no ponerse en evidencia delante del alcalde.- No llores niña, y no te ofendas pero...- Miró a la chiquilla de arriba a abajo.-...salta a la vista que no somos bastantes. - No sin cierta sorna continuó.- Ese tal Sir Barristan, gran y noble caballero, ¿no tenía allegados? Quizás fieles seguidores que pudieran ayudarnos. - Pero lo que más le había sorprendido de todo era la mención a un clérigo retenido por los pitaras.- Y, ¿quién es ese clérigo y qué fe profesa? Quizás conozca su nombre más que el del caballero.- Ramase no iba a enfrentarse a un grupo de salvajes piratas orcos acompañado por aquella menuda mediana pro mucho que necesitara un trabajo.Lo único que se le ocurría era poder reunir cuanta más información útil fuera posible para que luego otros hicieran el trabajo.

La pequeña niega con la cabeza.

-No, Sir Barristan acababa de llegar a la ciudad en busca de fama y honor, así que no tenía ningún allegado. Se trata de Lucius, un clérigo de Boccob que desapareció hace algún tiempo. ¿Le conoces?

Pues vaya caballero sin caballo.- Pensó. Después Ramase hizo un gesto con la mano como si espantase unas moscas.

- Poco sé de ese Boccob y menos del tal Lucius, desgraciadamente.- Mirando a ambos interlocutores volvió a preguntar.- ¿Qué sabemos de esos piratas? Cuántos son, de donde vienen, esas cosas...

Pues poco sabemos de ellos. Solo que están alojados en el barco, que apenas han bajado de él, o al menos no que yo les haya visto, y que son bastante groseros. Pero mientras estén en su barco y no cometan ningún delito contra los habitantes de la ciudad, no podemos hacer nada contra ellos. Sir Barristan murió en su barco, así que no es considerado delito. Dijo encogiéndose de hombros. Pero está claro, que no deben estar tramando nada bueno. Por eso es mejor tenerlos bien vigilados.

Ramase observó a la pequeña mediana como su fuera un instrumento que pudiera utilizar a su antojo.

- Tú pareces una niña humana, pasarías desapercibida para los orcos y podrías vigilarlos de cerca.- Dio una vuelta alrededor de Angélica como sopesando las posibilidades. - Cuanta más información tengamos de ellos mejor, ¿no?

Realmente parece insignificante. No repararán en ella.

-Mmmmm los orcos ya me han visto. Aunque... ¡podría disfrazarme!- Angelica se pone a dar palmas nerviosamente ante la excitante posibilidad de una misión encubierta, sin pensar aparentemente en el peligro que pueda tener. -¿Qué te parece, Molak?