Partida Rol por web

Dimdel se sorprendió al ver aquel lugar vacío también. Intentaba encontrar gente dispuesta a ayudarlos, pero los allí presentes no tenían muchas pintas de gente dispuesta.

-Hola Ned- digj al propietario -se que tengo cosas que explicarte y por eso en parte estoy aquí.

El gnomo se acercó a la barra para poder hablar disimuladamente entre ellos. No pasaba nada por su nuevo compañero, pero tampoco era plan que se enterara toda la taverna.
Aquello que nos pediste que hicieramos. Bueno, era mucho más complicado. Conseguimos entrar en el lugar, pero las pruebas para que confiaran en nosotros y nos dejaran indagar más fueron demasiado complicadas. El plan era intentarlo nuevamente en unos días para que así vieran nuestras intenciones de ingreso en su grupo o lo que sea, pero temo que mis compañeros han desaparecido y muerto. Bueno, uno ha desaparecido y otro ha muerto. Por supuesto te devolveré lo que nos prestaste y en cuanto pueda seguiré intentando averiguar más sobre ese tema, pero por ahora me temo que me es imposible

Esperaba que no enfadara aquel hombre pues era totalmente cierto que no podía hacer nada más por el momento.

-No se si puedes contarme algo más sobre eso, pero ahora mismo tenemos un problema con los hombres lagarto...¿puedes contarnos algo sobre los hombres lagarto que tengamos que saber?¿la ciudad los quiere aquí o son una molestia?, Kailee no me soporta porque conté la historia de cómo Mordrogath mataba a unos lagartos y en la embajada son un poco raros, así que si tu sabes algo estaría bien.

Cástor se mantuvo apartado mientras su acompañante hablaba con el tabernero. Aquella taberna no parecía un lugar especialmente limpio ni recomendable, a decir verdad, pero suponía que no todos los locales podían ser iguales, y aquello era más un tugurio de puerto que otra cosa. Aunque el clérigo suponía que había gustos para todos. 

Sin embargo, una cosa que dijo Dimdel atrajo su atención.

-¿Embajada? Si tienen una embajada, puede ser el lugar ideal para empezar un acercamiento, ¿no?

La mitad de esta taberna roñosa se alza sobre palafitos sobre las aguas del puerto, mientras que la otra mitad se asienta en tierra firme. Un cartel sobre la batiente puerta principal muestra un hombre con bigote, macerando un gran lenguado con un mazo de madera.

Su interior apesta a grog rancio, pescado y sudor, aunque a los parroquianos habituales no parece importarles mucho.

Una desvencijada barra atraviesa la zona sur y varios agujeros abiertos en el suelo junto a la pared oriental dan al mar. Los clientes pescan desde esos agujeros o se alivian por ellos, según sea su necesidad. El nombre de la taberna proviene de su especialidad, el lenguado hecho pasta frito con mantequilla y grog en grandes tortas.

Ned sonrió al escuchar lo que Dimdel decía sobre sus compañeros. ¿Y no crees que lo que les ha pasado a tus compañeros puede que sea por algo? Dijo mientras miraba al clérigo que le acompañaba. Yo me olvidaría de los hombres lagarto de los que hablas y me centraría precisamente en "el asuntillo" del que hablamos. Dijo tras escupir no precisamente lejos del gnomo. No creo que quieras que te pase lo mismo que le pasó a tus compañeros, a lo mejor fue pura coincidencia, pero ya te digo yo, que a ti puede que lo que te suceda no sea precisamente "coincidencia". Digo en cierto tono amenazador. Y sin darle más respuesta a su pregunta, así que ya sabes lo que tienes que hacer, ¿verdad?. Le dijo señalando la puerta.

Se podría sentir como en casa en aquella taberna de mala muerte, el olor a grog rancio, los agujeros en el suelo, la grasa acumulada en las paredes y las jarras... Solo faltaba una posadera de tetas flojas y dientes negros para completar el cuadro.

- ¡Buenas tardes a la paz de los dioses tengan todos! - Exclamó saludando enérgicamente a los parroquianos, echándose el pelo revuelto por el viento hacia atrás y colocándose bien la deshilachada capa de viajero con la que parecía haber hecho muchos kilómetros y aún mas noches a la intemperie - ¡Aunque poco buenas pueden ser con el temporal que tenemos ahí fuera! ¿Eh?

Caminó hasta la barra, observando de pasada la conversación que tenía lugar entre el tabernero y el gnomo. Se le escapó una carcajada al pararse justo a su lado.

- ¡Malditos sean mis ojos, gnomo! - Exclamó con una sonrisa taimada - ¿Será posible que te vayas a enemistar con todos los taberneros de la ciudad o es solo cosa mía? - Tenía las mejillas ligeramente sonrosadas y el aliento le olía a cerveza, por lo que parecía que él era de los que hacían buenas migas con taberneros y posaderos.

Dimdel observo al recien llegado despues de escuchar las duras palabras de Ned.

-Reconozco que habitualmente me ganó broncas porque desafino, pero en tormentos todo es distinto dijo Dimdel con resignacion.
De todas formas, aquí el bueno de Ned, no lo.dice en serio, solo esta preocupado porque un trabajo se esta retrasando y me temo que es demasiado para uno solo

Las palabras del posadero le habian preocupado.realmente, pues no sabia hasta donde podía llegar y tenía demasiadas cosas importantes entre manos

El clérigo escuchó con atención, y el ceño levemente fruncido, lo que el posadero le decía a Dimdel. Aquello sonaba demasiado a una amenaza... Y a que el gnomo se había metido en algo turbio. Respondió con un leve asentimiento al saludo del otro cliente que entró, y que parecía conocer al gnomo. Desde luego, no le vendría mal una explicación de aquello, pero no era el momento adecuado para preguntar. 

- Las manos ociosas... - Giró las manos varias veces, pensativo - Hummm... Algo de demonios dentro o de felicidad, no estoy muy seguro de como termina el dicho - Se encogió de hombros sin darle mas importancia. - Los trabajos retrasados que son demasiado para uno solo y preocupan a los posaderos son mi especialidad. - Asintió, sonriendo - Además, recuerdo que ya me hablaste de un trabajo y de vernos en la catedral de Pelor...

- Como sea, ¿Ned? - Preguntó - Ando buscando a unos amigos míos y pensaba encontrarlos por aquí. Será una docena de espadas de alquiler ¡Los Bravos de Castellar! Una compañía humilde formada por los mejores y más valientes hombres de todo el continente. Nos hemos separado por avatares del destino y ando tras ellos. Se supone que nos reuniríamos aquí para buscar una nueva asignación, pero de momento ni pista de ellos - Se encogió de hombros - Puede que hayan pasado por aquí en algún momento...

Puede... le dijo de forma seca a Wolfgan pues estaba manteniendo otra conversación más importante y no le importaba en absoluto lo que tenía que contarle aquel recién llegado. Dimdel, ¿dos ombligos te llaman ahora, verdad? le dijo para hacerle sentir que Ned era capaz de saber más cosas de lo normal, curioso apodo para un gnomo que va dejando trabajos sin hacer, ¿verdad? No es mi problema que sea demasiado trabajo para uno solo, pues en su momento no lo era así. Tú verás lo que haces, pero si esta noche no lo has solucionado, dijo mientras miraba por la ventana el temporal que había, creo que no volverás a ver amanecer, ¿me entiendes?

-Tu si que sabes dar motivación Ned, aunque no recuerdo haber firmado ningún contrato.

Dimdel tenía un nudo en la garganta. La cosa no pintaba demasiado bien, de hecho, aquella ciudad no le había traído más que desgracias. No sabía cómo, pero tenía que solucionarlo.

-Bueno amigos-dijo a Castor y a Wolfgang -Creo que tengo algo imprevisto y privado que hacer, lamento nuestra separación momentánea, pero si os parece bien, mañana por la mañana nos encontraremos...

El gnomo se dio cuenta que no imaginaba un mañana. Ya tenía algún plan en la cabeza y si salía bien no sabía cómo seguir, así que no podía arrastrar a nadie mas.

-Olvidad lo que he dicho, hay lugares bonitos para dormir en la ciudad, descansad esta noche y si mañana nos encontramos me gustaría disponer de vuestra compañía para encontrar a Mai-Cor, si no nos vemos, que todo os vaya bien.

Dicho esto, de su bolsa sacó unas monedas de oro. A Ned le entregó dos monedas de oro --Esto es por el préstamo que nos hiciste. Lo he doblado por las molestias que te originó dejarnos tal cantidad de dinero - entregó después otras dos monedas de oro a Wolfgang-te dije que solo con presentarte en el templo de Pelor te pagaría. Creo que tienes mala orientación, pero oye, nadie es perfecto- y por último le entregó cinco monedas de oro a Cástor-Seguro que le das buen uso al oro amigo

Dicho esto y entregadas las monedas, Dimdel cargó con el pesado escudo de Mordrogath y salió por la puerta despidiendose con la mano.
-Voy a ver si soluciono esos asuntillos Ned, luego nos vemos.

- ¡Maldia sea mi estirpe si en este mismo momento no contraigo una deuda con vos, generoso y desprendido gnomo! - Exclamó tras coger y examinar las monedas con ojo crítico y una amplísima sonrisa que dejaba al descubierto el hueco que entre las paletas. Hueco de mentiroso, que decían las viejas - Si mañana necesitáis mi ayuda, la tendréis. - Eso si sobrevivía al gasto de esas dos monedas en grog, vino y cerveza. - Id con vuestros dioses si los tenéis, buen Dimdel, y que os sean propicios. - Se terminó despidiendo con una teatral reverencia.

Cuando el gnomo hubo salido se volvió hacia el tabernero con una sonrisa hambrienta.

- ¡Una jarra de su brebaje menos criminal, posadero! ¡Uno que no vaya a seguirme hasta un callejón oscuro para sajarme el cuello por la espalda y mearse luego en mi cadáver! - Se sentó en un hueco libre de la barra y esperó que el tal Ned tuviera a bien atenderle.

El clérigo aceptó aquellas monedas sorprendido por aquel gesto desprendido. Aquello tenía mala pinta, el gnomo se había metido en algo de lo que no contaba con poder salir. Por desgracia, parecía que no deseaba ayuda en aquello, planteándolo como algo privado. 

Sin embargo, al aceptar las monedas, cogió la mano del gnomo, para darle un sólido apretón.

-Buena suerte, señor Tragabirras... Y si necesita ayuda, no dude en buscarme-añadió. Poco después de la despedida del gnomo, él mismo decidió abandonar aquel lugar, tras despedirse a su vez con un leve asentimiento respetuoso hacia el posadero, y otro para el tal Wolfgang, antes de salir de allí.

No, no, por favor, señor "TreceOmbligos", por supuesto que usted no firmó ningún contrato. Simplemente sabe cosas que no debería saber, y la información es muy valiosa como para que la posea cualquiera. ¿Verdad? Dijo tratando de seguir intimidándole y sin preocuparse que el resto le escucharan. Además, se había equivocado en su apodo, pero parecía que había sido un error provocado a modo de amenaza.

Luego se quedó pensando si contarle lo que había pasado con Maicor o no, pero se esperó un poco para contárselo, puesto que ahora no era el momento. Debía disfrutar de aquello en el instante oportuno.

Y entonces, cuando le vio repartir monedas a tanta gente, el tabernero sonrió. Quizá tengas otro modo de compensarme por la información que has obtenido, dame diez veces más la cantidad que me has dado y entonces nuestra deuda estará saldada. Le dijo al gnomo antes de que nadie se marchara.

Dimdel se sentía perdido, pero las últimas palabras de Ned provocaron que las sombras se disiparan. Acabaría con sus ahorros, pero tenía que hacerlo para así poder salir a buscar a su amigo en cuanto amaneciera.

-De acuerdo Ned-dijo sin más y corrió hacia la barra sacando monedas de su bolsa-Me alegra que podamos solucionar este problema de tiempos.

Las 20 monedas quedaron al alcance de la mano de Ned. Dimdel sabía que era excesivo, pero no podía hacer otra cosa, sabía que tenía hombres que los habían controlado en los días anteriores y necesitaba darse prisa pues ya había perdido un día.

Bueno, estando esto aclarado y si nos os importa- dijo a Castor y a Wolfgang-Me gustaría contar con vuestra ayuda. Como ya le dije a castor, tengo un amigo que se llama Mai-Cor que debe haber sido capturado por los hombres lagarto y tenemos que salvarlo, a parte de conseguir solventar unos problemas que creamos en el pasado con ellos, pero ese es otro asunto. Necesitaríamos algo más de ayuda como me dijo Castor y dada la hora que es tendríamos que salir mañana para no correr riesgos ¿os apuntáis?

Dimdel estaba más animado que un instante antes y aunque aún sentía una gran preocupación y cansancio parecía que las cosas podían mejorar.

Cástor se estaba preparando para irse cuando escuchó al tabernero. Aquello era una extorsión en toda regla, y se quedó esperando, en silencio y con expresión ceñuda, para ver qué ocurría. Aquel antro le había olido mal desde el primer momento, y cada vez estaba más claro que el pescado y las muestras de falta de higiene no eran lo único que apestaba en aquel lugar. 

Observó el intercambio de monedas, preguntándose si aquello sería suficiente para aquel rufián que se hacía llamar tabernero, o si decidiría seguir exprimiendo al gnomo. Cuando este último habló, asintió a sus palabras.

-Ya dije que le ayudaría, señor Tragabirras.

Sorprendido, vio como el gnomo de repente cambiaba la disposición del posadero hacia si gracias a la magia del oro. Y es que parecía que para ser tan diminuto, estaba cargado de doradas monedas. Lo contempló largamente mientras hablaba con Ned y con Castor y cuando pareció que los asuntos urgentes que tenía entre manos estaban resueltos, sonrió. ¡Ah, los bajos fondos! ¡Qué encanto natural natural tenían!

- Me gusta ayudar como al que más y resolver problemas es mi profesión - Asintió desde la barra - Así que si, siempre que la paga sea justa y el peligro adecuado, podéis contar conmigo. Al fin y al cabo soy espada de alquiler y poner mi habilidad al servicio de otros es lo que hago.

- Y hablando de eso, quizá, si encontráramos a mi compañía de espadas, pudierais contratarlos también y contar así con un pequeño ejército para ayudaros a resolver todos los asuntos pendientes que tengáis entre manos. Son bravos, son aguerridos y los mejores espadachines al sur de Tormentos. ¿Sabéis de algún lugar donde se anuncien mercenarios y compañías de espadas? ¿O dónde se reúnan?

-Bien Wolfgang, me alegra que vengas con nosotros. No se donde se anuncian los mercenarios, pero para lo que tenemos que hacer, es mejor que no parezcamos muy amenazadores ya que puede complicar las cosas

Dimdel con las cosas ya recogidas se dispuso a salir de la taberna cuanto antes.

-Propongo que vayamos a otro lugar para descansar y mañana partamos. La noche es peligrosa ahí fuera y además puede que encontremos algo más de ayuda.

Tenía dos relucientes y nuevas monedas de oro y nada en qué gastarlas porque en esa taberna parecía que el tal Ned no estaba muy por la labor de mantener contentos a los clientes. Seguro que tampoco se perdía nada, pero le molestaba sobremanera entrar y salir de una taberna sin haber remojado el gaznate. Esas hazañas solo las acometía cuando tenía que escapar a galope por algún tonto malentendido con la despistada hija de algún posadero...

- ¡Vayamos pues a la Pezuña! - Exclamó de camino a la puerta del antro - Aún es temprano y nos dará tiempo a meternos en el cuerpo una pinta que otra antes de medianoche, que acostarse con la panza vacía y la garganta seca es algo que no se debe hacer.

Parecía que iban a contar con alguien más para ayudar con aquel asunto. Aquello era bueno, y aunque un poco de músculo nunca vendría mal para prevenir algunos problemas, el clérigo no estaba del todo convencido de que fuera eso lo que necesitaran. Probablemente requerirían de personas más dadas a negociar, y que pudieran comunicarse con los hombres lagarto... Pero eso no lo plantearía allí.

-Muy bien, pues nos vamos-dijo Cástor, preparándose para seguir a sus compañeros.