Tengo apenas un par de días en la ciudad, pero no se preocupe señor Tobias le aseguro que puede confiar en mi.
El grito del señor Tobias al ver aquel cadáver en el suelo mientras hablaban interrumpió lo que Markas quería decir, se quedo mudo espada en mano ante observando detenidamente aquella escena y los alrededores en busca de alguna pista o de la presencia de alguien mas, intentando escuchar a la vez algo mas que los gritos del señor Tobias.
Tirada oculta
Motivo: Avistar
Tirada: 1d20
Resultado: 6(+3)=9
Tirada oculta
Motivo: Escuchar
Tirada: 1d20
Resultado: 19(+3)=22
A juzgar por la sangre derramada el cuerpo llevaba ya algunas horas muerto. Eso indicaba que tenía que haber sido asesinado antes de que el intruso entrara en la habitación protegida por Tobías. La sangre empezaba a coagularse y la imagen era algo desagradable. Creo que será mejor que te marches. Tengo que hablar con mi familia y con la suya. Y después avisar al Consejo, esto no puede seguir así. ¡Hay que tomar medidas cuanto antes!
Entonces me marchare, como usted me lo pide, no dude en mandarme a llamar si necesita ayuda.
Luego de despedirse del señor Licorambarino el Pícaro se marcho a la posada que había dejado paga, para descansar hasta el día siguiente.
Me voy a El Bote del Lagarto, a dormir...
Esta mansión de sólida construcción parece haber sido diseñada para un uso práctico, más que como ostentación de riqueza. Pero también presenta un aspecto algo descuidado, con sus terrenos algo desatendidos y comidos por la vegetación. Su escudo de armas muestra un sabueso plateado, bajo la luna, saltando sobre un campo negro.
Lictea se quedó observando el blasón de la casa de los Licorambarino antes de llamar a la puerta con brusquedad. Mientras esperaba le señalaba a Lico el perro plateado que salía en el escudo.
- ¿Te gusta eh?- Cuando abrieron la puerta fue directa al grano.- Busco a Tobías. Tengo información importante sobre los daños que sufren sus campos.
Pues... no parece que nadie abra la puerta...
Lictea llamó a la puerta un par de veces primero, y la aporreó después otras tantas pero nadie abría. Resignado, Lico esperaba apoyado sobre sus cuartos traseros. Conocía demasiado bien la impaciencia que demostraba siempre su hermana humana.
-Grrrr...Pues si qué...- La mujer estiró la cabeza para ver si conseguía ver algo por alguna parte. Tendría que ser en otro momento. Había escuchado que esa misma noche había muerto uno de los sirvientes de la familia. Quizá fuera el que abría la puerta y los señores estuvieran en el funeral. Decidió que era un buen momento para pasarse por alguna posada o taberna, incluso por la arena, para ver si era capaz, con su desbordante carisma, de reclutar a alguien más para desentrañar el misterio de los campos de los Licorambarino. No es que no se fiara de Kranjstar, pero era un blando.
Tirada oculta
Motivo: Avistar
Tirada: 1d20
Resultado: 6(+8)=14
A (47) La Dríada bailarina (Taberna)
No ves nada por las ventanas, las cortinas parecen estar echadas.
Esta mansión de sólida construcción parece haber sido diseñada para un uso práctico, más que como ostentación de riqueza. Pero también presenta un aspecto algo descuidado, con sus terrenos algo desatendidos y comidos por la vegetación. Su escudo de armas muestra un sabueso plateado, bajo la luna, saltando sobre un campo negro.
Desde el desafortunado incidente que separó a Cisk de los suyos, las visiones habían ganado terreno a la cordura durante los últimos días. Seguirle la pista a su señora estaba muy por encima de sus facultades y, pese a que llegó a Tormentos Cristalinos en busca de respuestas, tuvo que admitir nada más cruzar las murallas que era un necio perdido en el mundo, el rastro se terminaba aquí.
De vez en cuando creyó reconocer durante el viaje a un grupo de figuras oscuras tirando de un carromato, pero la decepción fue tan constante que termino por no dejarse impresionar fácilmente.
De noche, las ya poco solícitas alucinaciones se adueñaban de su mente para atormentarla en terribles pesadillas. Cautivo en el plano onírico de su propio dictamen, no podía hacer otra cosa que escapar de huestes de muertos vivientes o debatirse en la cama mientras era desollado por extrañas personas hechas de oscuridad y sombra. Al final, y solo a veces, aparecía su señora, hablándole con palaras que no podía escuchar o simplemente contemplándole con su hierático y frio rostro. La incertidumbre azotaba constantemente su agitada mente ¿Por qué nadie intentó encontrarle? ¿A caso lo habían abandonado después de tantos años? ¿Se lo merecía talvez?
Sin embargo tales maquinaciones tendrían que esperar, por entonces era prioritario establecerse mínimamente en la ciudad y su faltriquera apenas le permitiría vivir un tiempo. Contuvo las ganas de pasar por el mercado y exprimió al máximo su mermada fuerza de voluntad para no detenerse en ninguna taberna. Era el momento de descubrir que había de cierto en los rumores de la Casa Licorambarino.
Contemplando la fachada del edificio, buscó la entrada principal y alguien que pudiera recibirle.
Pues... no parece que nadie abra la puerta...
Parece que no hay nadie.
Nadie en casa. Cisk pensó que, si los rumores eran ciertos entonces, seguramente la familia y todos los miembros de la casa estarían velando al trabajador fallecido en el cementerio. Para llegar hasta ahí debería cruzar de nuevo la ciudad pero no le importó demasiado.
El cementerio era una parada obligada para la gente como él que tarde o temprano visitaba. Por un lado, tenía que presentar sus respetos al Gran Segador como siempre había hecho al entrar en una ciudad o pueblo. Su señora así se lo enseñó cuando le inició en el dogma de Nerull y ahora mismo estas macabras costumbres eran lo último que le unían a ella. Con su oración pediría al mórbido Dios que no lo viniese a buscar pronto, pues a sus ojos, toda criatura viva resulta una abominación y los fieles creen que serán recompensados por los asesinatos que le otorguen en su nombre.
Por otra parte, su gente llevaba dejando marcas en los cementerios desde que a si se las hicieron reconocer. Cráneos, guadañas y otros símbolos más primitivos le indicarían que alguna vez su orden pasó por aquí y tal vez si alguno de sus hermanos aun le estaba rindiendo culto a escondidas en algún lugar.
Así pues, con actitud solemne se cubrió el rostro con la capucha de la túnica y se dirigió hacia el cementerio
Voy al cementerio (10)
Esta mansión de sólida construcción parece haber sido diseñada para un uso práctico, más que como ostentación de riqueza. Pero también presenta un aspecto algo descuidado, con sus terrenos algo desatendidos y comidos por la vegetación. Su escudo de armas muestra un sabueso plateado, bajo la luna, saltando sobre un campo negro.
Al llegar a la mansión Lictea se acercó a la puerta.
- Busco a Tobías. Tengo información importante sobre los daños que sufren sus campos.
Caminando al lado de Lictea y su peludo compañero, Leokas decidió mantenerse en un segundo plano. Parecía que la mujer regresaba después de recolectar cierta información para comunicar el resultado de dicha investigación. El pícaro no pudo evitar dedicarle una breve pero suspicaz mirada de reojo cuando ésta habló directa y rudamente. Él ya había experimentado, quizás demasiado, la brusquedad de la druida a la hora tratar con otro ser vivo antropomorfo por lo que tampoco le suponía una sorpresa aunque tampoco terminaba de acostumbrase.
Finalmente, y restándole importancia a los modales de Lictea, Leokas se encogió de hombros esperando que su cuestionable diplomacia diera sus frutos. Aunque si realmente venía por motivo de alguna misión, no debería haber problema en que les dieran paso.
Pues... no parece que nadie abra la puerta...
Parece que no hay nadie.
El clérigo camino durante un rato, algo confuso, aquel druida le dejó una sensación de incertidumbre, pero bueno, ya volverían mañana para ver si aquel sujeto en verdad podría ser de ayuda.
Al llegar a la mansión Lictea tocó a ala puerta, pero nadie salió a recibirla. -Al parecer no hay nadie en casa. Podríamos volver mas tarde, no? O tal vez aprovechar para explorar un poco este lugar.- dice esperando a que Lictea diera su opinión sobre el asunto.
Tirada oculta
Motivo: Avistar/Escuchar
Tirada: 2d20
Resultado: 2(+4)=6, 7(+4)=11 (Suma: 17)
- Grrr. No sé dónde demonios andarán.- No le gustaba ir de acá para allá pro la ciudad como sin rumbo cuando en el campo jamás daba un paso sin intención.- Quizá mejor otro día pues yo ya me acerqué esta mañana y tampoco había nadie. ¿Y ahora qué?- Miró perdida a sus compañeros.
Leokas esperaba junto a Lictea y Kranjstar a que alguien los recibiera. Pero ese alguien no llegó. -Quizás podamos echar un vistazo alrededor.- Decidió mostrar también su interés y, de paso, responder a la druida. Realmente, ahora mismo, Leokas no tenía muy claro cual sería su siguiente paso. Habían demasiados temas en el aire y tan pocas pistas para poder avanzar en ninguno... Desde luego el nombre de la ciudad no parecía ser cosa del azar.
El clerigo se mostró bastante desencantado con la noticia de no ser recibido. El semi-elfo parecía interesado en dar un vistazo por los alrededores Sería bueno no pasar de imprudentes. Han pasado demasiadas cosas en esta casa: Robos, asesinatos, rencillas con los hombres lagartos... No sería nada raro que la casa pasara a estar abandonada por ser un sitio inseguro. hizo una pausa para luego continuar Si te parece podemos tratar de averiguar por donde anda el señor Licorambarino o ir a los viñedos a probar suerte. dice a Lictea.