Partida Rol por web

Llamas a la puerta y te abre la puerta un criado. - Buenos días, ¿podría decirme quién es usted y en qué puedo ayudarle?

Hola, mi nombre es Kranjstar, quiza no haya escuchado antes mi nombre, pues soy nuevo en la ciudad. Me gustaría hablar con el dueño de la casa si es tan amable. Solo serán unos minutos, no le entretendré más de lo necesario.

El sirviente se encoge de hombros sin decir nada más y te cierra la puerta. Escuchas un grito, parece ser que está llamando al "señor".

Hola, mi nombre es Kranjstar y me han indicado esta dirección para recavar información referente a los hombres lagarto.

Como ya le dije, soy nuevo en Tormentos y estoy investigando un tema de suma importancia para los habitantes de aquí. No quería reverlarle toda la información por si tenía algo que ocultar, o si sabía más del tema y no estaba dispuesto a contarmelo.

Hola, yo soy Tobías, el cabeza de familia de los Licorambarino, le invitaría a entrar, pero no me gusta que pasen extraños a casa. Dice mientras te mira de arriba a abajo para observar las pintas que llevabas. Él parecía demasiado elegante para estar por casa.

¿Qué tipo de información estás buscando y quién te ha dicho que vinieras hasta aquí?

Hola señor Licorambarino, me recomendó Lyra. Quizá usted me pueda decir algo sobre los hombres lagarto y si pueden tener relación alguna con la crisis religiosa y de perdida de fe que sufren los fieles de nuestra querida amiga Lyra, mi intención es ayudarla en resolver este enigma.

¡Sin lugar a dudas! Aquellos SangreFría son los culpables. ¡Hay muchos que no lo ven como yo, pero otros que ya se han dado cuenta!

¡Ellos son el mal que azota esta ciudad y se han camuflado entre nosotros con la ayuda de algunos miembros de la ciudad y peor aún, con algunos del consejo y todo!

Si lo que quieres es ayudar a Lyra, yo empezaría por mandarlos a las Marismas Hool, que es lugar de donde no deberían haber salido.

Y dígame, señor Licorambarino, ¿donde puedo hablar con el jefe de los hombres lagarto aquí en la ciudad? 

Estaba claro que este tal ´Tobias le echaba la culpa a esos hombres lagarto pero había que escuchar tambien a la otra parte de la disyuntiva, algo tendrían que decir igualmente.

¿Con esos apestosos lagartos? ¡Dudo que pueda hablar con ellos! Son tan hostiles que lo único que buscan es pelea. ¡Es imposible sentarse a hablar con ellos! Así que lamento no poder darle más información al respecto. Pero de tener algún líder, seguro que está a las afueras, controlando la ciudad a sus anchas para luego hacerse con el poder...

Muy amable por su tiempo. Seguiré investigando. Gracias por su ayuda.

Tras despedirme cortesmente del señor Licorambarino   salgo de su casa camino a la Embajada de los hombres lagarto, donde se dirigieron Lydia y los demás. Esperaba que aún estuvieran allí; por lo visto mis investigaciones en solitario no estaban dando muchos frutos. Quizá ellos habían tenido más suerte.

Esta mansión de sólida construcción parece haber sido diseñada para un uso práctico, más que como ostentación de riqueza. Pero también presenta un aspecto algo descuidado, con sus terrenos algo desatendidos y comidos por la vegetación. Su escudo de armas muestra un sabueso plateado, bajo la luna, saltando sobre un campo negro.

Tirk se quedo mirando al escudo de armas un rato- no me gusta mucho ese escudo de armas, aunque supongo que cada cual decide el suyo-Tirk pareció recordar algo y miro a los dos niños que todavía no conocía por su nombre- habíais dicho algo de una gesta en la taberna? porque todo héroe que se precie, tiene que tener un buen escudo de armas, un dragón, un grifo, hachas o espadas y esas cosas ¿cuál es el vuestro?-Tirk se dirigía a los dos chicos realmente interesado por esta cuestión.

¡Oh, por favor! ¡Pero quién vive aquí! Alguien sucio, está claro. ¡Qué horror! Aire tenía las manos en la cara, tapándose los ojos, pero con los dedos separados para ver perfectamente.

Se liberó de su ceguera y miró por el suelo, buscando algo. ¡Ah, allí! gritó mientras daba saltitos. Se lanzó al suelo como un tigre sobre su presa y empezó a tirar. Al cabo de unos segundos, se levantó sofocada y sacudiéndose su vestido.

¡Ya lo tengo! dijo mientras levantaba su brazo y mostraba... Un puñado de hierba.

¡Esto me servirá de escoba! Y, agachándose, se puso a barrer la entrada.

La mansión de los Licorambarino no era lo que Lucrecia imaginaba. De una familia con tan apellido esperaba algo extravagante y ostentoso, mal gusto como epítome de la decadencia y la sofisticación más rancias. lo que se encontró, sin embargo, era un edifició bastante funcional y poco llamativo, y un jardín descuidado, como si los dueños no pudieran permitirse contratar a jardineros.

Así que la familia ha visto mejores épocas...

La lunática, haciendo honor al apelativo que le había otorgado, a pesar de no haberlo dicho todavía en voz alta, se puso a limpiar, ayudándose de un puñado de hierbas. Tirk seguía tratando de hablar con los dos medianos, que parecían extrañamente meditabundos desde que Silark había abandonado la taberna —tendrán sueño, o algo así—. Lydia permanecía en silencio.

—¿Nos presentamos —preguntó a los demás—, o preferís otro método?

Antes de actuar, quería saber de qué acusaban a los hombres lagartos concretamente, y qué pruebas tenían, pero dudaba que preguntar directamente a los supuestos calumniadores fuera a ser la mejor forma de conseguir la información pertinente.

Lydia se mantuvo cerca de Tirk y Lucrecia durante todo el camino, aunque se dedicó a lanzar miradas de reojo a los dos medianos para comprobar que se comportaban adecuadamente.

Una vez frente a la mansión, se quedó un poco... desilusionada. Ciertamente, aquello no era lo que esperaba.

Tirk fue a hablar con los medianos, mientras la mujer que no conocía se puso aparentemente histérica por la falta de limpieza... miró a Lucrecia de reojo, la única que parecía completamente cuerda y dispuesta a hacer algo útil.

-Lo mejor será presentarnos primero... -dijo ajena a los pensamientos de Lucrecia.

-Nosotros tenemos un escudo, pero no podemos lucirlo porque la gente grande no lo comprenderíais -decía mientras miraba el escudo al chico rubio- ¡ALA! -gritó señalando dicho escudo- que es un perro de plata... ¡UN PERRO DE PLATA! -decía emocionado mientras zarandeaba a su hermano pensando en lo que podría valer si fuera de verdad.

En ese momento la heroína de la cerveza le hizo una pregunta y cuando iba a contestar... POF, al suelo. La futura señora de Pelacebollas se había arrojado al suelo para coger ¿hierba? y ponerse a limpiar- Un punto a su favor -pensaba mientras se reía.

-Si queréis presentaros, hacerlo, pero no nos mencionéis y nosotros intentaremos ver que hay por otros lados y buscar información. No hay que mostrar todas las cartas nada más empezar la partida -dijo mientras cogía de la manga a su hermano y andaba alrededor de la casa con cuidado- Hora de trabajar.

¡Eso, eso! ¡Id a jugar! Pero portaos bien y no os metáis en lios dijo Aire despidiendo a los medianos con su improvisado plumero.

¿Por qué no llamas y nos anuncias? preguntó a Tirk

Tirk sintio una gran curiosidad ante el.secretismo del escudo de armas de los pequeños, pero pronto aire llamo su atencion y le hizo una petición, Tirk miro a Aire con una sonrisa en el rostro-vale!-Tirk comenzó a acercarse a la puerta de la casa y llamo a ella con entusiasmo, mientras pensaba cual era la mejor manera de presentar a todos.