Partida Rol por web

La situación era crítica. La idea de usar el oso no parecía ser la más adecuada, por no decir que sería inútil lanzarlo al aguar después de comprobar su peso. -¡Mierda!- No pudo evitar exclamar. -Lomenar, ayuda como puedas a Lictea y Lilipurr. Yo apoyaré a Kranjstar con mi arco.- Le dijo para salir rápidamente fuera de la gruta a la vez que se armaba con su arco. Pero de siempre es sabido que las prisas no son buenas y mucho menos cuando debes apuntar a un objetivo para asegurar el blanco. 

Los lobos comenzaban a cercar a su presa y Leokas buscó al animal más cercano. Pero la tensión y los nervios no le permitieron más que lanzar un proyectil que estaba lejos de clavarse en ningún objetivo...

- ¿Y qué quieres que haga? - Respondió Lomenar mientras buscaba a su alrededor algo, un palo largo, una madera o cualquier cosa que flotase o le permitiera llegar hasta sus amigas ya que sabía que nadar con esa corriente no era una opción.

Afortunadamente hubo un rápido giro de los acontecimientos. La magia de Kranjstar asustó a los lobos tras ver aquella bruma que aparecía de la nada. Las flechas de Leokas, aunque fallidas, tampoco ayudaron a que las criaturas permanecieran allí presentes. Mientas tanto, Lucrecia logró salir del agua y Kranjstar aprovechó para tenderle una mano y ayudarla a salir. 

Pero quien no pudo contarlo fue Lilypurr, cuyo cuerpo yacía en el interior del lago. La catarata había empujado su cuerpo hacia la parte más profunda y había terminado ahogándose. 

Además, ya era noche cerrada. Las puertas de la ciudad estarían cerradas, y ahora que los lobos habían huido, lo mejor sería montar un campamento y descansar. Si seguían en aquellas condiciones, no lo contarían y todos terminarían como la pobre Lilypurr.

El clerigo observó con asombró como aquellos canes emprendieron su huida. El convocar aquella bruma, había sido casi inconsciente, un acto desesperado de autoconservación.

Movilizandose tan rápido como pudo, fue en ayuda para tratar de hacer algo por aquellos que estaban en el agua, pero al final, solo pudo alcanzar, y con mucha dificultad, a la chica lobo, mientras se contemplaba la fatídica escena en la que Lilypur se hundía en las furiosas aguas.

-Estas bien? Aun respiras?- le dice para bajar su estrés, seguro el estar ahogandose le debía haber dejado un humor terrible a Lictea. Una suerte había sido el no tener que usar alguna técnica para sacar el agua de sus pulmones, habría resultado bastante incomodo.

Krajstar dedicó una breve oración a su dios en agradecimiento por aun estar con vida gracias a la magia que le otorgaba su fe. De igual forma, dio unas palabras hacia el lago en el que descansaría el cuerpo de Lilypur, pronto el final de su ciclo de vida sería bien recibido por las criaturas y plantas de este bosque, así era el orden natural de las cosas.

Ahora solo restaba el pensar en que se iba a ser para sobrevivir bajo la oscuridad de la noche -Debemos hacer algo para salva guardarnos. Parece bastante complicado llegar a allá a arriba sin una cuerda. Parecería mas sensato, volver por donde vinimos y acampar en un sitio mas seguro.-

Incapaz casi de salvarse a ella misma, Lictea no pudo más que dejar que la mujer gato se ahogase. Dejó que Kranjstar la arrastrase al fango de la orilla pero, cuando éste la preguntó si aún respiraba se deshizo de su agarre brúscamente.- Pues claro que...- La voz se le entrecortó para dejar salir de sus afectados pulmones y chorro de agua mezclada con flemas. Por la Madre que casi se muere allí mismo.- Lo siento...- Dijo con la boca pequeña al clérigo volviendo a aceptar su brazo como ayuda para levantarse. Se sentía culpable de no haber sido capaz de salvar a la pequeña.- Cof, cof.  Déjame a mí lo de encontrar un buen sitio. Pero como dices habrá que alejarse un poco del agua, pues los depredadores siempre se acercan a ella para acechar a posibles presas.- Mojada y frustrada como estaba apenas contenía su mal genio. Por su inutilidad los que habían logrado subir a la cueva tendrían que dejarlo para otro día, yendo ya más preparados, a arriesgarse a entrar solos. Desde luego ella ya lo había intentado lo suficiente por hoy.

- ¡Lico!- Decidió pagar su enfado con su lobo, quien había resultado ser un completo fiasco. El lobo, conocedor de lo que le esperaba, agachó las orejas y, con el rabo entre las piernas, se escabulló del alcance de la salvaje mujer gimiendo desconsoladamente.

- Grrrrr. ¿Vosotros dos qué hacéis?- Preguntó a Lomenar y Leokas.- Esa pobre chica...habrá que volver aquí más preparados y tratar de encontrar su cuerpo.

No solo no habían conseguido alcanzar la cueva sino que además una de sus compañeras yacía en el fondo de la catarata. Por un instante Luiniel recordó las aventuras vividas a su lado mientras las lágrimas brotaban de sus ojos, lágrimas entre pena y rabia por una muerte inútil.

Reaccionó bajando de donde estaba y llegando al lado de sus compañeros. Arvak se situó alegremente al lado de su compañera aliviado de haberla visto bajarse de un sitio al que él no podía llegar.

Sin decir una palabra ayudó a Lictea a localizar un buen sitio para pasar la noche.

De nuevo la tragedia se cernía sobre aquel que osase poner un pie en los alrededores de la ciudad y esta vez la víctima había sido Lilipurr. Fue la naturaleza la que llevó una vida, el salto de agua el que la sumió en las profundidades del lago. Leokas bajó su arco y miró durante escasos desesperantes segundos el lugar donde se la compañera de Lomenar se había hundido para no volver a salir...

El semielfo no sabía muy bien cómo reaccionar. Es cierto que era noche cerrada y que debían encontrar refugio. -Quizás sea mejor que pasemos la noche en la cueva de la cascada para evitar otro ataque de los lobos.- Consiguió proponer finalmente tras reponerse del breve shock. -Hagámoslo con cuidado y entre todos para evitar más desgracias.- Añadió con tono solemne y con una pizca de tristeza. Su mejor baza ahora mismo era descansar allí para seguir adelante al día siguiente. Dormir en el bosque no sería la mejor opción con la cantidad de amenazas que se escondían entre sus árboles.

- El bosque me da mala espina, si no podemos llegar todos a la cueva quizás sea mejor montar el campamento en los terrenos de los campos de los Licorambarino. Si nos atacan podemos verlos llegar con más antelación que en el bosque.

Lomenar mira de nuevo a la cueva, quizás ahora que yo ha pasado la tormenta, conociendo el terreno y si se ayudan todos fuera posible llegar a la misma.

De todas las ideas, la de llegar hasta los campos, era la que mas tranquilidad le daba al clérigo, lo de quedarse en el bosque le parecía una locura y subir a la cueva, le parecía aún más, sin una cuerda, era extremadamente riesgoso.

- El lugar más seguro es volver a los campos de los Licorambarino.- Confirmó Lictea. No se veía capaz, después d elo vivido de llegar a la cueva.

Parecía que había una división de opiniones sobre cómo actuar. -Ya es de noche y la vuelta será más peligrosa a oscuras, Lictea.- Rebatió a la druida. -Si sumamos eso a las amenazas que ya rondan por estos bosques dudo mucho que regresemos de una pieza hasta los campos de Licorambarino.- Terminó de argumentar. Ya había sido atacado una vez mientras dormían acampados en la expedición anterior, de la que solo regresaron tres personas de un grupo de siete. 

Leokas tragó saliva al recordar aquel angustioso episodio. Los valientes que se quedaron a luchar para darles una oportunidad, la apresurada y dolorosa huída, los compañeros muertos... Pero no aquello no tenía por qué repetirse. -Si lo intentamos entre todos y con cuidado, estoy seguro de que podremos subir a la cueva para poder refugiarnos y continuar investigando mañana. Solo tenemos que fijarnos en regresar antes de que anochezca.- Para el semielfo aquella era la opción más segura en este momento y esperaba hacérselo ver al resto.

Lomenar contempló la ascensión hacia la caverna y recordó la imagen de Lilypurr ahogada. Por lo menos ella ya había tenido suficiente.

- Olvidémonos de la cueva, está más allá de nuestro alcance. Regresemos a los campos e intentemos de alguna manera pasar la noche para seguir nuestra investigación mañana. Bastante hemos perdido ya.

Lomenar hace una seña a Arvak e inicia el camino de vuelta, esperando que sus compañeros la sigan.

El clerigo ya había dicho lo suyo, pero nadie parecía decidirse a emprender el camino de regreso, hasta que Lomenar, se puso en marcha. Mientras eso ocurrió, Kranjstar se fue poniendo su armadura, para él estaba claro que no intentaría esa locura de alcanzar aquella cueva, si antes era peligroso, ahora lo era aún mas: ya había oscurecido bastante y aún no dejaba de llover*

-Bien, te sigo... No veo una razón para permanecer un segundo mas en este lugar.- el clerigo parecía un tanto desesperado por encontrar un espacio que le produjera mayor seguridad. -Cuando lleguemos a los campos, yo haré la primera guardia, no podemos darnos el lujo de echarnos a dormir todos.- va refunfuñando durante la marcha.

Leokas se vio obligado a reconsiderar su propuesta. Quizás no pudo calibrar bien la dificultad que supondría para el resto después de no haber tenido ningún problema para alcanzar la cueva. -Sí, quizás sea mejor no arriesgarse de nuevo.- Tuvo que admitir. Seguramente Lictea tampoco estaría muy dispuesta a remojarse otra vez por intentar refugiarse tras la cascada. Así que sin mucho más que discutir, el semielfo se dispuso a seguir a sus improvisados compañeros de vuelta a los campos de Licorambarino. -Yo no tengo antorcha ninguna. Normalmente no tengo problemas para moverme de noche.- Respondió a Kranjstar. Su herencia élfica le había concedido una visión más aguda que la que su parte humana le hubiese podido otorgar. 

- Los campos parecían seguros de posibles depredadores.- Sentenció Lictea a medida que comenzaba a andar hacia ellos. La mujer salvaje se dio la vuelta y miró hacia la cueva, lanzándole una de esas miradas que harían temblar al más rudo guerrero.- ¡VOLVEREEEE!- Su grito fue acompañado de un aullido de su lobo Lico.- Auuuuuuuuuuuuuuuuuu.

- ¿Es la primera vez que pasáis la noche al raso? Jajañek, ñek, ñek.- La risa malvada de Lictea se convertía casi en un chasquido animal. Miró a su lobo en busca de su complicidad fraternal. Lico mostró los dientes en una sonrisa siniestra. Al llegar a los campos de los Licorambarino, Lictea volvió a ponerse manos a la obra para buscar un refugio lo mejor posible para pasar la noche.

- Yo tampoco tengo antorchas pero La Madre proveerá, no te preocupes Kranjstar.- Se acercó al raquítico elfo y le pegó un manotazo en la espalda.- Bueno es saberlo, guapo. Así puedes hacer la siguiente guardia, tan bien que ves en la oscuridad, juas, juas, juas.