Partida Rol por web

Ante vosotros se alzan una muralla de piedra, fabricada con grandes bloques de caliza. La muralla es enorme comparada con el tamaño de la ciudad.

La muralla tiene varias torres que protegen aún más la zona de los posibles ataques.

Finalmente vuestros caminos se juntan en la entrada de la ciudad. Un puerta de 18 metros de alto con forma de una gran "H", una pasarela sobre la carretera flanqueada por dos torres. Una gran puerta de hierro está cerrada para controlar el acceso a la ciudad por las noches, pero durante el día permanecen abiertas.

Hasta que no amanezca no podréis entrar, pero apenas quedan estrellas ya en el cielo, eso solo puede significar que está a punto de amanecer.

La noche había sido larga y extenuante, pero la promesa de llegar a la ciudad había sido más fuerte que el cansancio. En ella podría refugiarse, perderse en la multitud para empezar y quién sabe que más. La formidable semiorca no pensaba demasiado en el futuro, le costaba hacer proyectos y menos cuando se encontraba tan cansada luego de la caminata nocturna. Llevaba varias jornadas despertando anochecer y ganando terreno durante la noche. Pero hoy no. Hoy tendría una jornada aún más larga. Se encontraba a las puertas de la ciudad.

Y Pronto amanecería, Karna no estaba precisamente acostumbrada a la luz del sol. Hacía pocas semanas que la veía con total libertad, y además de la falta de costumbre algo en su sangre hacía que prefiriera la oscuridad. Pero no podía echarse a dormir a las puertas de la ciudad así nada más, debería esperar a que abrieran las puertas. Entonces podría buscar refugio aunque con las pocas monedas que contaba, quizás debería buscar como sustentarse en la ciudad antes de eso.

La muralla crecía frente a ella conforme se acercaba, de pronto estuvo frente a las puertas cerradas y desiertas, no podía hacer nada más que esperar. Pero no estaba sola, un pequeño hombrecillo también esperaba  a que las puertas se abrieran. Karna lo miró desconfiada mientras se aseguraba de que todas sus armas estuvieran en su lugar, bien preparadas. Y sin mediar palabra se sentó sobre lo primero que encontró sin apartar la mirada de la puerta ni del mediano.

 A Karna la espera no le molestaba, había vivido encerrada lo suficiente como para que un par de horas de espera no la sacara de quicio pero si no hacía algo mientras esperaba se terminara quedando dormida y no podía permitirselo. Así que levanto de donde estaba para y se puso a practicar con la cadena armada su arma favorita mientras esperaba. Mientras lo hacía vigilaba de reojo a su pequeño y callado compañero por si llegaba a intentar algo.

Por fin había llegado a su destino, esperanzado de encontrar mejores fortunas aquí, durante el camino se había preguntado como sería estar en esta ciudad y aún ansiaba eso. Había estado meditando la posibilidad de escalar la gran muralla que se levantaba imponente frente a él, haciendo cálculos de que tan difícil y viable sería, mientras los pensamientos seguían notó una presencia a su lado. La miro tan solo de reojo sin voltear, estaba planeando esconderse si pasara cualquier cosa pero en vista de que aún no sucedía nada siguió viendo la muralla. Cuando su compañera empezó a estar más impacientada decidió intentar entablar una conversación aunque solo fuera para amenizar el momento. Empezando una conversación en Común empezó volteando hacia ella Hola, que desgracia el largo camino y llegar a unas puertas cerradas, espero que no sea un mal comienzo de nuestra estadía aquí. Ya que tenemos que esperar es mejor hacerlo pasando un buen rato, ¿has escuchado algo de ésta ciudad?

Al llegar justo a la entrada os encontráis con dos centinelas que montan guardia en la puerta. Uno de ellos con una pose rígida y estricta da un paso al frente y os dice.

- Buenos días, señor.  Soy el encargado de la entrada de Tormentos Cristalinos, si sois residentes mostradme vuestra tarjeta. Sino es necesario que me paguéis la tasa de entrada. Tan solo son 5 pc por cabeza.

Os dice mientras saca un saquillo de su bolsillo y extiende la otra mano.

La espera se hacía larga. De pronto el pequeño compañero de Karna habló. La semiorca detuvo su entrenamiento y le contestó sin dejar de juguetear con la cadena- Está cerrado porque aún no amanece- dijo en común con el aire de quién hace un gran descubrimiento- Tarde o temprano abrirá, o su amo los castigará.- continuó soltando una risita. Y no, no sé nada de aquí excepto que es muy grande y hay muchas cosas. ¿Tu qué sabes?

Mientras Karna esperaba la respuesta salieron dos guardias muy serios y rígidos que le exigieron dinero para entrar.

¡¿CÓMO?! ¡¿Aquí te cobran por entrar?! MALDITA SEA CIUDAD DE MIERDA, más vale que valga la pena, maldita sea hatos de hijos de putas.-  Bramó la semiorca pero ante la actitud inmutable de los guardias pagó la malditas monedas contándolas dos veces con atención.

Luego de pagar echó una mirada furiosa a los guardias y entró a la ciudad, y empezó a caminar hacia su interior. Lo primero que vio fueron unas ruinas, tal vez un buen lugar para dormir gratis pensó, pero  aún no era tiempo de dormir. Karna continuó avanzando hacia el sur a ver que encontraba, no sabía gran cosa de la ciudad pero sí que necesitaría dinero pronto.

Madrugar le sirvió a Dan para llegar antes de lo esperado a Tormentos Cristalinos, la ciudad a la que tanto ansiaba llegar, aunque los rumores que había escuchado por los caminos y la información que le dieron los dueños de la casa donde pasó la noche anterior no era muy buena, Tormentos parecía peligrosa, pero ya estaba frente a las puertas después de un largo viaje, era tarde para echarse atrás, necesitaba comenzar de cero en su vida dejando atrás su granja y la ciudad que tenía frente a él era la perfecta para ello.

Contempló las murallas a medida que se acercaba, no se esperaba que fuera tan grande, lo iba a tener difícil escapar de allí si la cosa se torcía, eso le acababa de quedar claro. Cada vez que estaba más cerca de la puerta por la que le tocaba entrar una pequeña sonrisa se le dibujaba en el rostro, estaba ya muy cerca de poder comenzar a hacer lo que de verdad le gustaba, y tenía ganas, muchas.

Tener que pagar por entrar a la ciudad le gustaba tan poco como a la orca, aunque él no era de montar números en público, por lo que simplemente sonrió. –Pues vaya comienzo, desde luego en Tormentos sí que me voy a hacer rico– dijo con ironía, perder dinero nada más llegar no entraba en sus planes, pero no le quedaba otra, y si había otra forma no le apetecía buscarla, quería entrar ya, por lo que sacó de su bolsa del cinto las cinco piezas de cobre y se las tendió al guardia, ahora ya tenía vía libre para pasar.

Se siente un poco estúpido por no haber intentado utilizar una manera alternativa de entrar, pero bueno era su primer día estaba bien empezar con el pie derecho y entrando como un ciudadano normal. Da el dinero con una sonrisa, muchas gracias y ¿podría decirme para donde esta la taberna?, espera la respuesta y en cuanto la tenga se dirige hacia allá. Observando bien toda la ciudad, tenía un aire de fresco esta ciudad, de nuevo y eso lo inspiraba aún más. Llegando a la taberna vería que destino le esperaría en esta ciudad aunque presentía que lo único normal que haría sería pagar la entrada.

Llegué otra vez al mismo lugar, nada había cambiado, ni siquiera el guardia que custodiaba esa entrada. Luego de un tiempo fuera disipando mis dudas, descubrí que aquí podría dar rienda suelta a mis planes. Este guardia, hoy me saluda tan alegre y tranquilo, pero dentro de poco verá lo equivocado que estaba al dejarme entrar. Tan solo 5 pc separan a esta ciudad del caos que está por venir. Una sonrisa se dibuja en mi pálido y cadavérico rostro debido a tan bonitos pensamientos. 

- No se si me recuerde, pero usted ya me recibió una vez.¿No le parece absurdo cobrar cada vez que alguien entra? Dije un tanto indignado y molesto. -Tan solo traigo monedas de plata. ¿Tiene cambio?

Y antes de que el guardia pudiera responder añadí: -Cuénteme que hay de nuevo en la ciudad, no vaya a ser que entré y me encuentre situaciones digamos que desagradables. Levante el dedo indice como para señalar algo y le dije -Prefiero estar prevenido,  siempre un paso adelante. Sonreí con malicia aguardando la respuesta del guardia.

Al guardia aquella pregunta le resultó retórica, por lo que simplemente no se limitó a responderle. Tendió las 5 piezas de cobre de vuelta y le abrió la puerta para dejarle pasar. Pocas cosas, señor, pocas cosas. La ciudad sigue como de costumbre. Dijo sin querer añadir nada más.

Ante la respuesta tan vacía del guardia Jhon lo ve de forma un tanto despectiva antes de girar y continuar su camino dentro de la ciudad. Era de esperar esa respuesta de un bruto como ese. Será mejor que me de prisa yendo al teatro. Podría conseguir una buena recompensa por alguien que se encuentra ahí. Pues rumores le había llegado de que ofrecían una buena recompensa por una chica que trabajaba en el teatro. Dinero que le vendría muy bien a Jhon. 

El Kraken había llegado a Tormentos Cristalinos, la ciudad que te ofrecía la posibilidad de convertirte en alguien o morir en el intento. Cuando el guardia le dió el alto, Kraken respondió como siempre lo hacía, desde personaje que se había creado y en el que había quedado convertido.

-OSAIS PEDIR DINERO A UN ICONO GLOBAL Y UN TESORO DE LA NACIÓN? EL KRAKEN ESTÁ AQUÍ PARA APLASTAR A SUS ENEMIGOS Y CONSEGUIR EL CINTURÓN DE CAMPEÓN DE PESOS PESADOS DEL MUNDO!!

De repente empezó a mover sus brazos como si bombeara hacia el cielo.

-LA FUERZA DE KORD Y LA SANGRE DE LOS GIGANTES CORREN POR LAS VENAS DEL KRAKEN!! QUE TIEMBLEN SUS RIVALES EN EL RING, PUES EL VERDADERO CAMPEÓN HAAAA LLEGADOOOOOOOO!!!! - gritó a los cielos con la potencia sin igual de sus pulmones.

-ESTÁ BIEN! PAULEY, PÁGALES!- le dijo a alguien que, en su mente, estaba justo a su  izquierda.

-¿COMO? MALDITA SEA, ES VERDAD! EL DINERO LO LLEVO YO! ES NORMAL QUE NO ME FIE DE TI! CUAQUIERA PODRÍA ROBARTE A TÍ PERO NUNCA AL LEGENDARIO KRAKEEEEEEEEEN!

El clérigo llegó a la ciudad, tras haberse despertado pronto para contemplar la salida del sol. Un nuevo día hacía su aparición, y con él, la esperanza y la promesa de felicidad y prosperidad. Finalmente llegó ante las puertas de la ciudad, tras caminar un rato en su busca, contemplando las murallas. Verdaderamente eran algo impresionante, aunque le sorprendió encontrar solo dos hombres franqueando la entrada. Castor tenía intención de entrar tranquilamente en aquel lugar, pero aquel hombre les paró. Parece ser que había que pagar alguna clase de impuesto.

-Que Pelor le bendiga, amigo-saludó Cástor al guardia-verá... He venido con intención de ayudar a combatir la enfermedad en esta ciudad. Y mi monedero no pesa todo lo que me gustaría. ¿No cabría la posibilidad de pasar sin tener que mermarlo aún más?

Wayne perdió la pista del maldito ladrón a pocos kilometros de la ciudad, por lo que imaginó que habria tratado de colarse en la ciudad para escapar y/o despistarlo. Que errado iba. El cazarrecompensas se acercó a las puertas de la ciudad. Eran impresionantes, y tan solo dos guardias las protegian. Probablemente habria mas vigilantes por encima de las murallas.

Tambien habia un enorme tipo gritón que se llamaba a si mismo el Kraken y hablaba en tercera persona, y otro mas normalito cerca, al parecer tambien querian entrar. Me acerqué a los guardias y decian que habia una tasa por entrar. Solia haberlas en las grandes ciudades amuralladas. 

- Buenos dias. - Dije algo seco. Estaba cansado por la persecución e irritado por que me habia hecho ir demasiado lejos. - Han visto entrar a un humano mas o menos de esta estatura, - Dije señalando la altura del ladrón. - Joven, cabello oscuro, barba dejada, delgado... Si lo han echo, sepan que es un ladrón y que es mio. - Dije señalando mi intención de ir a por él. - Les dijo algo? 

El guardia se quedó mirando al Gran Kraken sin saber muy bien de qué hablaba, pero sin ningún tipo de intimidamiento. Así que simplemente se limitó a seguir tendiendo la mano para recoger las 5 piezas de cobre que le iba a dar. Una vez hecho, abrieron la puerta para que pasara y se dirigiese hacia donde quisiese.

La mayoría de la gente que viene a esta ciudad trae intenciones nobles, dijo mirando de reojo al Kraken, pero son órdenes del ayuntamiento y nosotros no podemos cuestionarlas. Dijo a Cástor mientras esperaba a que le tendiera la tasa de entrada.

Por último miró al último en llegar, hay tanta gente que entra en esta ciudad... dijo encogiéndose de hombros, que nos cuesta quedarnos con las caras de la mayoría. Así que lo lamento, pero no sabemos de quién está usted hablando.