Partida Rol por web

A Vand se le iluminó la cara al escuchar a Anduyn hablar de encontrarse entre amigos, aunque la dura realidad de su situación y de como no distaba de todas las anteriores le devolvió a la tierra de una bofetada. -Por supuesto, entre amigos todo se arregla.- dijo poniéndose una sonrisa falsa que habría engañado a cualquiera, cogiendo la jarra en alto y chocándola con la de Anduyn. Escuchó a la gente dar su opinión y, estando de acuerdo con Lucrecia, añadió, -Si, creo que la mejor opción sería recabar toda la información que podamos antes de internarnos en la espesura. No me gustaría tener sorpresas inesperadas cuando ya sea demasiado tarde para volver atrás.-

- Sí, meternos en el bosque a ciegas no traerá nada bueno.

Dilyn aceptó la cerveza con un gesto respetuoso y correspondió el brindis de su hermano.

- Debemos saber todo lo posible sobre esos bandidos antes de lanzarnos a por ellos. Sobre todo, su número, y de qué armas disponen. También hay que averiguar cuándo duermen, pues será más sencillo cogerles con el factor sorpresa, ¿no creéis?

-Ja! Dudo mucho que los supervivientes sepan cuando duermen, Dilyn pero no nos anticipemos tanto, dejemos que los propios supervivientes nos cuenten lo que saben.

La enana se quedó esperando a que les presentaran al tal Alberic

Cerveza...¿Fría? ¡¿Gratis?! Elianne no iba a rechazar semejante ofrecimiento. Alargó la mano hacia la jarra que le ofrecían y dio un sorbo largo para asegurarse de que nada se derramaría. Luego la entrechocó con la de las demás.
—Muchisimas gracias— dijo a Audo mientras se limpiaba el bigote de espuma.

—Tengo alguna noción de rastreo, pero recopilar información será lo mejor. Internarse en el bosque así sin más es peligroso, estaremos en su terreno. Además, si son asaltantes mínimamente competentes, y parecen serlos—aclaró—, entonces dormiran turnando guardias para evitar que gente como nosotros los encuentre desprevenidos— Elianne se encogió de hombros con una sonrisa resignada—. Pero esto es todo especulación.

Anduyn fue chocando su jarra con la del resto de sus compañeros mientras escuchaba sus ideas y opiniones.

-Es una buena idea para empezar Lucrecia, vayamos a reunir la mayor información posible, además puede que los supervivientes necesiten nuestra ayuda también. Ilmater no les negará sus bendiciones. -Parecía que todos estaban de acuerdo con esa estrategia, eso era bueno que trabajaran en la misma dirección.- Unas palabras muy prudentes Vand, debemos ser cautos sí.

Como siempre su hermana se mostraba sagaz y decidida, además de con mucha energía, enseguida comenzó a planificar cosas y a hacer preguntas. Por fortuna Anduyn no llegó a responderlas.

¡Pues cuando van a dormir! Por la noche y probablemente a la hora de la siesta si pueden.

Después se dio cuenta que era probable que aquellos malhechores perpetraran sus fechorías por las noches, en ese caso dormirían buena parte del día.

Será mejor hablar con esa pobre gente y averiguar cuando fueron asaltados...

-¡Buena puntualización Elianne! Puede que siempre mantengan a alguien alerta, no debemos confiarnos. Pero lo mejor es averiguar todo lo que podamos antes de ir. Parece que tenemos un buen plan.

Anduyn no era experto en aquellos temas pero le parecía que estaban haciendo las cosas bastante bien. Por si acaso rezaría a Ilmater para que siguiera guiándolos y ayudándolos.

¿Muertos? Preguntó preocupado Audo. La verdad que al primo de Alberic le dieron una buena paliza y le dieron por muerto, pero por fortuna no lo hicieron. Lo que sí que fue extraño es que un grupo de aventureros que vinieron a ayudarnos, tuvo que abandonar la misión porque parecía que habían contraído una enfermedad. Sus cuerpos se habían empezado a recubrir de unas especies de escamas. Realmente a nadie más del pueblo le ha pasado, pero resultó algo sospechoso. Es como si hubieran sido víctimas de una maldición. Pero ya os digo, no se ha presentado ningún caso similar. Y eso ya fue hace cuatro días. 

Cuando acabéis vuestras jarras, puedo mandar a mi hija a que os acompañe hasta la casa de Alberic.

La descripción que hizo Audo de la enfermedad que afectaba a los aventureros era coherente con lo que Lucrecia ya había escuchado, y contemplado, en la catedral de Pelor. Ni había visto a otros afectados en las calles, ni había vuelto a saber nada desde entonces.

No hay motivo para preocuparse, aseguró a sus compañeros. Esa enfermedad, o maldición, o lo que quiera que sea, procede de Tormentos Cristalinos. Me enteré de su existencia hace unos días. Ya había gente ocupándose de investigarla, añadió. Puede que incluso le hayan puesto ya remedio.

Apuró el último trago de la cerveza antes de continuar.

Por mi parte, Audo, puedes llamar a tu hija.

Anduyn parecía preocupado por las palabras de Audo. Por un lado no le gustaba la idea de que aquellas gentes estuviera sufriendo muertes y palizas de mano de unos bandidos y por otro estaba lo de aquella extraña enfermedad.

-Que Ilmater nos proteja a todos...

Por fortuna tenían al dios de su parte y seguramente con su guía conseguirían acabar con todo aquello. Las palabras de Lucrecia también fueron interesantes.

-Entonces será algo a tener en cuenta cuando regresemos, no podemos dejar que la gente sufra por esa enfermedad. Pero primero ayudemos a esta buena gente. -Apuró su jarra de cerveza, terminando con una especie de suspiro.- Ahhhh... Que buena estaba, gracias Audo. Yo también estoy listo para ponernos manos a la obra.

Esperó a que sus compañeros terminaran sus bebidas y a que Audo llamara a su hija para poder comenzar las pesquisas.

Elianne no dijo nada. Simplemente se permitió un momento para beber en paz. Se limpió el bigote de espuma y suspiró.
Les esperaba un día largo y quizás peligroso. Era bueno disfrutar mientras pudiera de las pequeñas cosas.
Luego devolvió la jarra a Audo.

A Sanya le daba igual el detalle de la enfermedad. Estaba más interesada en conseguir información.

-O sea, que ¿no han habido muertos? Es una buena noticia. Ardo en deseos de charlar con las víctimas para averiguar lo que podamos sobre los perpetradores de los asaltos.

Efectivamente, llamad a vuestra hija, si haceis el favor.

Namarra dió otro sorbito a su cerveza, que parecía un barril en manos de la menuda mediana. Algo de cerveza se le derramó y le mojó los pechos, asi que recogió las gotas con el dedo y se lo llevó a la boca para chuparlo.

-Es buena cerveza... no conviene desperdiciarla. Estoy de acuerdo. Vayamos a hablar con Alberic, estamos todos ansiosos ya.

- Sí, vámonos ya.

Por todos los dioses, cada vez que paramos en un lugar, cerveza y charla.

Tanto si los demás la siguen como si no, Dilyn se levanta con intención de marcharse en cuanto la hija de Auro que tiene que hacernos de guía hasta Alberic se presente y haga su cometido.

Vand se preparó para mover; estaba totalmente de acuerdo con Dilyn ya que cuanto antes acabara con esto, antes podría dejar atrás ese sentimiento de impotencia que le llevaba acompañando desde que huyó de la última ciudad en la que estuvo.

-De acuerdo.- dijo sonriente, uniéndose al coro de voces que se habían acabado el regalo de Audo. Dejó la jarra de cerveza en la que apenas se podía vislumbrar ya un poco de espuma en la barra. -Movamos ya.

El centro de la vida social de esta pequeña aldea es El Salmón Sabroso, una taberna que hace las veces de posada y mesón. Audo y Vivian, los propietarios, están casados y tienen una hija de 12 años, llamadas Esther. Los precios son razonables y la comida y la bebida, aunque no son excepcionales, sí son aceptables.

El menú suele ser limitado y depende de la estación. Una comida típica puede consistir en pan negro de centeno, pescado (cogido fresco en el Río Azul Celeste) hervido o acompañado de una sopa con berza, cebolla y ajo, huevos cocidos y nueces, setas y frutas de la estación recogidas en el linde del bosque. El brebaje local es una cerveza negra, fuerte, oscura y espumosa, con un fuerte sabor a melaza.

En el Salmón Sabroso hay dos pequeñas habitaciones que se alquilan a los viajeros por pieda de oro por cabeza y noche. Por 3 piezas de plata, el propietario permitirá un viajero dormir en el suelo de la taberna después de cerrar.

Puente Brandon resultó ser una pequeña aldea con una taberna propia (lo cual tenía su mérito) pero el Kraken ya había estado en demasiadas tabernas antes y lo habían tratado ya al demasiadas veces. Esta vez entró y decidió dejar las cosas claras.

-SOY EL KRAKEN, CAMPEÓN DE PESOS PESADOS DE LAS MONTAÑAS DE HIERRO!! SOMOS AVENTUREROS! VENIMOS A AYUDAR CON LOS LADRONES! NO TENEMOS DINERO PARA COMER O PARA BEBER. CON QUIÉN DEBEMOS HABLAR?

El orco entró detrás del semigigante, sonriendo al oírle hablar. Este es de los míos, no tendrá sangre orca pero es de los míos sin duda. Jaja. Me gusta.

Tras entrar, se quedó apartado en un lado, expectante, intentando no llamar más la atención de lo necesario con su presencia.

Raellia entró con sus compañeros en aquel lugar, y antes de que pudiera hablar, el vozarrón del Kraken a voz en grito se impuso. La joven hizo una mueca ligera de dolor, pues se encontraba demasiado cerca para la salud de sus oídos de aquella enorme máquina de gritos. Cuando, tras un par de segundos, creyó haber recuperado la suficiente audición, se adelantó un poco buscando a los propietarios.

-Saludos, y disculpen a mi compañero-dijo, algo azorada-mi nombre es Raellia... Y es cierto, venimos atraídos por los rumores de bandidos en este lugar, buscando ayudarles a acabar con esa amenaza. Lamentablemente, ahora mismo no contamos con dinero, aunque agradeceríamos información sobre los bandidos, para poder ayudar al pueblo. 

Audo miró con una amplia sonrisa a el Kraken que acababa de hacer acto de presencia en la taberna. ¡Oh, sí! ¡Por supuesto! ¡Qué alegría! Hace ya unos cuantos días que mandamos la petición de ayuda, y a pesar de que un grupo vino a ayudar, no fue capaz de resolver el problema y nunca más se supo. Llevamos días con estos problemas, así que será un honor poneros en contacto con Alberic que ha sido el precursor de todo esto, pero hace escasas unas horas un grupo mucho mayor que vosotros se ha reunido ya con él y les ha entregado la misión. No sé en que habrá quedado la cosa. 

Hostigan a cualquier hora del día y a cualquier persona, ya sean granjeros locales o comerciantes o incluso viajeros circunstanciales. No sabemos donde tienen su campamento. Pero podréis internaros en el bosque sin más con la esperanza de encontrarlo o de dar con alguien que pueda llevaros hasta donde esté, pero también podéis buscar el último lugar del asalto de los bandidos e intentar rastrearlos desde allí, aunque claro, para eso deberíais saber buscar rastros... Dice encogiéndose de hombros y añadiendo algo más de información al asunto. Entonces se marcha de allí y tras escasos minutos os trae algo de cerveza para todos. ¡A esta invita la casa! Dijo sonriente. 

En cuanto os terminéis la cerveza le diré a mi hija que os acompañe a la casa de Alberic para que podáis hablar con él, si es que aún sigue allí.

El centro de la vida social de esta pequeña aldea es El Salmón Sabroso, una taberna que hace las veces de posada y mesón. Audo y Vivian, los propietarios, están casados y tienen una hija de 12 años, llamadas Esther. Los precios son razonables y la comida y la bebida, aunque no son excepcionales, sí son aceptables.

El menú suele ser limitado y depende de la estación. Una comida típica puede consistir en pan negro de centeno, pescado (cogido fresco en el Río Azul Celeste) hervido o acompañado de una sopa con berza, cebolla y ajo, huevos cocidos y nueces, setas y frutas de la estación recogidas en el linde del bosque. El brebaje local es una cerveza negra, fuerte, oscura y espumosa, con un fuerte sabor a melaza.

En el Salmón Sabroso hay dos pequeñas habitaciones que se alquilan a los viajeros por pieda de oro por cabeza y noche. Por 3 piezas de plata, el propietario permitirá un viajero dormir en el suelo de la taberna después de cerrar.

Zarus llegó luego de un largo camino. Hizo ademán de saludar al tabernero, luego de recorrer el camino hasta la barra, observando disimuladamente a la mayor parte de los comensales, esperando divisar a la paladín o su acompañante.

Que hay en el menú del día? preguntó Zarus a quien finalmente le atendió. La comida se veía realmente sabrosa, aunque su precio no terminaba de gustarle.

Zarus pidió la comida y mientras esperaba, intentó poner conversación. Se ve muy tranquilo esto por aquí.
Imagino que les debe ir muy bien con tantos visitantes. dice para alentar a que se hablé sobre el negocio y los lugareños.