Partida Rol por web

Cólera se pasó por el cofre y afiló las garras contra los maderos de su lateral, disfrutando de ver las astillas saltar antes de adelantarse al resto, mirar con curiosidad a las escaleras descendientes para luego acercarse al pasillo de la derecha.

- ¿Kábra dentroh? ¿Máz trazgoz? ¿Rataz? ¿Piedraz? -la fierecilla no tenía suficiente experiencia en vida como para tener un marco de referencia suficiente sobre el valor de las cosas- ¿Gritoz? Kero q'alla gritoz, ¡Kij kij kij! -rió contenta con su ocurrencia.

Acabemos de explorar esta planta antes de adentrarnos en otra.

Con el visto bueno de Filos para avanzar Cólera mostró sus dientes hacia Huesos, muy sonriente; se agazapó para moverse por el borde del pasillo, movimientos cortos entre un obstáculo y otro, manteniéndose tan a cucú como le fuera posible y ojitos avizores para ser quien avisase de los bicharracos pudieran estar aguardándoles más allá.

Cólera fue el primero en avanzar por el pasillo y olisquear el lugar mientras el resto se quedaron mirándole.

Un fuerte olor irreconocible para el dragón provenía de la habitación, era un olor muy desagradable para él. En una de las paredes vio una especie de criatura vegetal, no tenía ni idea de lo que era, pero tenía un color amarillento casi fosforito. Por alguna razón, al dragoncito le pareció sospechoso.

Cólera volvió al cabo de un par de minutos, con el hocico arrugado, sus orificios nasales completamente sellados, y gesto de disgusto.

- Wole pfeu pfeu pfeu- describió a su jauría mientras olisqueaba el hedor mucho más agradable de aquella estancia y su morro se relajaba- ; ayalgu, algumarillo, numeguzta nohmmm... -negó con la cabeza, molesta con el recuerdo de lo que había visto- Huezonó, piehlnó, zanjrenó; ráicespanta, komárlbusto oceta, zizizí -concluyó su inteligibilidad aplastando su cuerpecito contra una pared para quedarse muy quieta, imitando algo- ¿Liomatamús?

Era difícil entender a Cólera, sobre todo cuando estaba excitada o nerviosa por algo.

- Si lo que dice Cólera es cierto, si es que he entendido algo, dudo que ese pasillo sea por donde está el líder de estos trasgos. Parece más una zona abandonada, donde reine algún tipo de criatura vegetal. Pero vamos por donde digáis.- No el gustaban las plantas. No era algo sacrificable en nombre de Nerull.

- Jur jur jur -rió guturalmente Cólera al saberse comprendida por Huesos-; amozamozamoz.

Fue a corretear de vuelta por el pasillo de la derecha pero bajó el ritmo para tomar una buena bocanada de aire antes de proseguir, una vez más su hocico arrugándose y aquella apertura nasal similar al de una calavera quedó sellada.

- ¿Pfuejo arduele árlbusto? -preguntó antes de proseguir, curiosa por saber si aplicándole llamas a lo que había encontrado conseguiría que gritase. Elevó las cejas, expectante.

Tienes razón, Huesos. En ese caso no nos queda otra opción que las escaleras.

-Vamos, Cólera,ya has oído, ahora buscamos huesos, carne y sangre, no troncos y ramas. Busca por allí.- Le dijo señalando las escaleras.

Parecía que por ahí no era... Aunque, sinceramente, en aquel momento le preocupaba más como estaba resultando todo aquello. Cólera estaba demasiado excitado y se sentía demasiado propenso a la matanza gratuita, y el resto del grupo no parecía por la labor de reconducirle. Eso solo significaba que aquella labor caería sobre él. 

-Cólera... Creo que ya te lo he dicho antes. Se ha de ser compasivo y magnánimo en la victoria. El dolor desatado solo genera más dolor, y es nuestra labor romper el ciclo de sufrimiento, no alimentarlo. 

Las ganas de achicharrar aquella planta chocaron con la dirección que tomaban los demás. Bufó con desagrado y se detuvo para luego seguirles al trote. Cuando pasó al lado de Cástor meneó la cabeza, extrañada por la explicación que le daba acerca de cómo aquello que más felicidad le traía podía ser malo.

- Mesazia, nosfázil... Lontehntohora zízizi- rezongó, tratando de imaginarse el actuar de otra manera- Jrjrjrjrj...

Esta vez, cuando salió disparada escaleras abajo a la voz de Huesos, sus movimientos delataban que le seguía dando vueltas a lo que le habían dicho ya varias veces.

Cólera descendió por las escaleras sin ser visto. Pocos peldaños más abajo descubrió a un nuevo gran trasgo que estaba sentado en una cama. No lejos de allí también había un escritorio y al fondo una puerta de doble hoja. Afortunadamente para el dragón el trasgo parecía distraído y no se había percatado de su presencia.

Quería matarlo, era lo que más ilusión le hacía en el mundo, acercarse y caerle encima como una tormenta de mordiscos y garrazos. Sus gritos le harían reír y su sacudidas serían el baile con el que se despediría de aquella vida antes de convertirse en su plato para cenar.

Sin embargo algo le pesaba en el pecho a Cólera y, con mucho dolor, volvió en rápido correteo hasta donde estaban sus compañeros.

- Ayúntrazgu, zízizi -les informó con voz bajita, pues no quería llamar la atención- numevió, nónono; dezpizzztaaaduh -canturreó, moviendo la cabeza en círculos antes de mirar Cástor con brillito en los ojos, propios de un disgusto desgarrador- ¿Milocomoh o vamohtuiyó? -preguntó en dirección a Filos, quien también se movía en sigilo cuando quería.

Filos miró al pequeño dragón y algo parecido a una media sonrisa apareció en el granítico rostro del luchador.

-Ve tú delante, pequeño. El sigilo no es lo mío, en realidad. Vuelve y avísanos cuando veas algo. Tantor, ve con él -añadió, dirigiéndose hacia su lechuza.

Huesos sonrió. Al parecer era el único que entendía a Cólera a la perfección. Agarró de la muñeca a Filos con su mano huesuda y de piel fina para explicarle.

- Ha visto a un trasgo distraído, te lo acaba de decir.- ¿Para qué iba a volver de nuevo y contarles lo mismo o es que el filo del ocaso tenía miedo? No lo creía. Le había visto combatir. Se acuclilló  junto a la hiperexcitada Cólera.- Píllalo por sorpresa y nosotros caeremos sobre él después cuando escuchemos sus gritos. Pero ten cuidado. ¿Estás segura de lo que has visto y de que no se ha percatado de tu presencia?- Miró a sus otros dos compañeros humanos.- O si lo preferís puedo conjurar un aura de silencio para que no nos escuche llegar.

Cólera asintió entusiasmada y apretó dientes sonriendo ante la posibilidad de abalanzarse en breves sobre una criatura para devorarla en vida; sus patitas tamborileaban el suelo y su cola daba bandazos, hacía falta muy poco para hacerla feliz.

- Zízizi, iltrasgumirakí, iltrasgumiraká piruuu... Iltrasgunomemiramí -​​​​​​​​​​​​reiteró Cólera, convencida de lo que había visto-; sentaunlakama, numevé, nónono.

-Ah, ya veo! Yo no gastarias mas magia, de ser vosotros, Huesos. Si es solo uno no supone ningún desafío. Visto así, te acompañaré, Cólera. No me fio de que te quedes solo con hasta que lleguemos. Si conseguimos sorprenderle, magnifico. Si no, lo asaltamos de cara igualmente.

-Alto-replicó Cástor. Hasta hace algunos momentos, sin duda aquel habría sido el modo de actuar. Pero desde que habían dado con los trasgos "pacíficos" debía tenerse en cuenta que no todos, necesariamente, eran enemigos. 

-Dime Cólera, ese trasgo de la cama, ¿estaba armado? Sé que queréis curaros en salud-replicó, mirando a sus dos compañeros-pero debemos asegurarnos de no acabar con posibles inocentes, viendo que no todos los trasgos parecen por la labor de seguir a ese violento líder nuevo.