Partida Rol por web

    Las lianas saltaron a por el forjado, pero esta vez la floresta no tendría tan sencillo cogerle por sorpresa, rápidamente se hizo a un lado, al igual que el clérigo, evitando así su ataque a la vez que se preparaba para iniciar el propio.

Las enreraderas atraparon a Thorgus y al compañero animal que viajaba con él, por suerte Moris y Socar vieron como las lianas trataban de atraparle y las esquivaban sin problema. Aprovechando la esquiva encajaron sendos golpes combinados que dejaron a la maraña totalmente inertes.

El ruido del combate despertó a los mosquitos gigantescos que empezaron a batir las alas en busca de los causantes.

Moris dispararó y habría sonreído al ver las enredaderas caer flácidas de no ser por el inminente peligro de los estirges a punto de atacarles. El Karuth era plenamente consciente de su incompetencia con las armas pero al menos podría serle de utilidad al paladín de Hextor.

- Os haré hueco, Socar -dijo soltando la ballesta, desenfundando su puñal y flanqueando a una de las estirges para auxiliar al acorazador guerrero-. Enano, ¿podréis con el otro?

La seguridad en sí mismo se vino abajo cuando echó las manos hacia una de las estirges para despistarla, pues el zumbido le espantó.

Simplemente fue un descuido y al momento ya no podía moverse y se vio rodeado por aquellas enredaderas.
Moris se dirigió a él, a lo que Thorgüs respondió:
-¿Tú que crees? respondió el enano mientras alternaba su mirada entre Moris y las enredaderas que le oprimian mientras luchaba sin éxito por liberarse.

    Socar se libero de la presa y con un golpe de su maza acabó con aquel extraño adversario sin perder de vista que el verdadero enemigo estaba por llegar. Con el escudo levantado se preparó para el ataque dispuesto a asestar el primer golpe en cuanto tuviera a rango a uno de esos seres, ahora no lo cogerían por sorpresa.

Con las enredaderas inertes pudieron ver como los insectos gigantescos se acercaban hacia ellos. Moris y Socar se preparon para abatir a uno de ellos pero éste les esquivó sin problema y se abalanzaron sobre Thorgus y Socar sin que estos pudieran hacer nada por evitarlo. En ese momento sintieron como sendos bichos le hincaban sus patas para a continuación clavarles el aguijón que tenían en su cabeza.

- ¡Lobo Darko! -le rogó al lobo que acompañaba a Thörgus- ¡Ayúdame!

El karuth cargó con pasión pero sin fuerzas contra la bestia que se había abalanzado sobre Socar, sintiento como su puñal se hundía en bajo la protección quitinosa del cuerpo de la estirge pero sin matarla.

Con suerte Darko podría terminar lo que él había comenzado y, una vez quedase libre Socar, podrían entre los tres acabar con el otro monstruo. Thörgus debería poder aguantar más pues había recibido sus curas con anterioridad.

    De nuevo las criaturas habían logrado evitar sus ataques y ahora los apresaba entre sus patas para tratar de iniciar el suyo. Socar forcejeó con las criaturas tratando de liberarse usando todas sus fuerzas.

Atrapado por las lianas y ahora mordido de nuevo por ese mosquito gigante Thorgüs no estaba en su mejor momento. Oyó como Moris pedía ayuda y no sin esfuerzo logró silbar a Darko, el cual fue en ayuda de Moris.
Thorgüs también sabía que sería mucho más fácil liberarlo a él tras quedar Socar libre y poder ayudar a Moris.
Ahora solo tenía que intentar sobrevivir el tiempo suficiente.

Moris golpeó a uno de los gigantescos insectos pero no logró conseguir que se desenganchara de él. Mientras tanto, Socar y Thorgus hacían todo lo que estaba en sus manos para zafarse de ellas, pero éstas estaban bien enganchadas y no tenían intención de soltarse. 

Viendo que el lobo acudía bajo el silbido de su amo Moris se prometió a sí mismo que no permitiría que aquel esfuerzo quedase en vano. Se recolocó a la espalda de Socar, aferró las patas de la estirge para que no pudiese moverse con facilidad y exclamó de nuevo.

¡Bien hecho, Darko! -animó al lobo- De nuevo, con los dientes, ¡Muerde y desgarra!

   Mientras sus compañeros seguían enfrentándose aquellas criaturas, Socar hacía lo propio usando su fuerza y peso para tratar de librarse del agarre de la bestia que lo tenía apresado.

Tras el primer intento fallido Moris facilitó las cosas a Darko para su segundo intento. Esta vez el lobo si que acertó con la presa, solo el tiempo diría si había sido suficiente para acabar con aquel mosquito gigante.
Cerca de todo aquello Thorgüs miraba la escena cada vez más cansado y con menos fuerzas debido a las lianas y a la Estirge que lo estaban dejando sin fuerzas. Parecía que por el otro lado la situación se iba a resolver pronto así que solo debería aguantar un poco más hasta que pudieran salvarlo de aquella situación.

Aquella expedición casi les cuesta la vida al resto de los aventureros que habían decidido continuar. Thorgus, junto a la ayuda de su compañero animal logró acabar con la criatura que le estaba succionando la sangre de sus venas. Mientras tanto, Socar seguía debatiéndose con su enemigo, pero tras intentar quitárselo de en medio cuando sintió como éste lo soltaba y se largaba de allí con el estómago lleno de la sangre succionada.

Por fin habían acabado con todos los problemas que había supuesto el llegar hasta allí y ahora tenían el árbol que habían venido a buscar para poder cumplir la misión que les habían encomendado.

Viendo partir al último monstruo el Karuth alzó las manos al cielo y dio gracias en callado rezo, no queriendo, tras aquel combate, hacer renovado ruido que atrajera nuevos peligros para sus vidas. Con un suspiro de alivio procedió a limpiar su puñal para luego envainarlo y pasar a comprobar el estado de sus compañeros, pese a que se movió hacia ellos con la ilusión de creer poder sanarles de sus heridas una pronta comprobación le dio a entender que no podría ser así.

- Corran rojos tus ríos, Wee Jas, pues son la sangre de los vivos -musitó para sí mismo antes de hablar directamente hacia Thörgus y Socar- , sólo el reposo, el buen yantar y la asistencia durante el descanso nos recuperarán de esta debilidad, hemos perdido el ícor de nuestra vida y nuestro alma tardará en reponerlo.

Miró a Moris con las pocas fuerzas que le quedaban tras el incidente.
-Y el vino amigo mio, no te olvides del vino.
Darko pasó su hocico por el costado de Thörgus para asegurarse del estado del enano, que parecía no impedirle andar ni bromear.
-¿Ese es el árbol que estábamos buscando? Pregunto señalando el árbol que habían visto al entrar a aquel claro.
Tras esto, trató de lanzar un hechizo de curación para sanar sus heridas y las de sus compañeros.

    Con paso firme e intentando reprimir su ira, Socar avanzó hacia el arbol, el único modo de saber si era el acertado era haciendo uso de las propiedades mágicas de su resina. Por ello sacó su mangual pesado y golpeó el mango en una zona estratégica para dañarlo sin dejar reducida su utilidad en caso de equivocarse, seguidamente se aproximó a la corteza y trató de rasgarla con la ayuda de alguna piedra de los alrededores en espera de que brotase la savia que habían venido a buscar para acto seguido aplicarla sobre la parte que había preparado en espera de que eso sirviese como prueba para decidir si habían acertado o no.

Moris sonrió, feliz de ver que aquel enano tenía humor para un chascarrillo después de lo duro que había sido llegar hasta allí. Apreciar que tanto él como su lobo lo habían logrado y estaban exultantes era viva imagen de su causa como Karuth, el que los aventureros pudiesen vivir más para morir enriquecidos con la experiencia de sus hazañas.

- Eso parece que va a discernir el Paladín Socar- respondió a Thörgus.

Tras esto se situó a distancia prudencial y respetuosa a la espalda a la derecha del forjado de Hextor, con actitud sumisa, esperando poder serle de utilidad.

Thorgüs se acercó a Moris y le habló en voz baja
-Puedes decirle al grandullón que si necesita ayuda solo tiene que pedirla, creí que a ti te hará más caso.

Thorgüs se retiró hacia atrás y examinó la herida que le había causado la Estirge, por si podría ser peor de lo que parecía.