Partida Rol por web

Destrozada la tetera escupidora, Dagmar se dio media vuelta para contemplar lo que sucedía a su alrededor. Qué ridícula escena, la del vestíbulo en el que los muebles y la decoración se habían levantado en armas contra los invasores del castillo. Corrió a auxiliar a Barrabás y Kalicalwe, que parecían estar teniendo bastantes más problemas con el banco pegajoso que Kenshi con sus dos adversarios.

- Thorgus, te lo ruego, si te encuentras casi sin magia, como yo, acosa a este mobiliario para que nuestros acompañantes puedan arrearles - le suplicó el karuth al druida, necesitando de su ayuda ahora que tantos muyebles habían cobrado viva -. Vamos allá, yo apoyaré a Dagmar y tú a Kalicalwe, ve, confío en ti.

Esta vez sí, Moris se lanzó a atosigar al banco y pareció suponerle un incordio importante para beneficio de los ataques de la guerrera Dagmar. Esto dio un atisbo de satisfacción al malerido sanador, quien poco más podía aportar a aquel combate con tan sólo un hechizo en su interior.

- ¡Qué té más malo! - bromeó Phenios antes de perseguir a Dagmar en el ejercicio de batir a tajos y estocadas a aquel banco que pegaba coces cual mula despotricada - He cambiado de parecer, cuando encontremos al mago habrá que defenestrarle ¡Varias veces si hace falta!

El porrazo pareció ir bien encaminado, listo para arrancar un buen trozo de madera de aquel mueble maldito.

Barrabás dejó su cadena enrollada en torno al banco pero cuando trató de estirar de ella, ésta estaba completamente adherida. Tiró y tiró, casi sin resuello por el porrazo que había recibido, aún estaba agradecido de haber sido él quien recibiera semejante embestida, tal vez otro compañero no lo hubiera aguantado. No obstante Barrabás había quedado visiblemente malherido y no tenía fuerzas para recuperar su cadena. 

Siguió su instinto y decidió dejarla ir echándose a un lado apartando el banco de sí de una patada, estaba libre, y con cierta aparatosidad sacó el espadón de su fardo de pieles.

Libre ya de aquel endemoniado banco, ayudado por Dagmar y Barrabás, el mercenario elfo decidió sin titubear atacar con sus dos armas al banco flanqueándolo gracias al apoyo de Dagmar.

Zila había visto como aquellos dos objetos saltaban sobre ella, había logrado esquivar al reloj, pero el candelabro... No estaba segura de por qué, pero todo comenzó a darle vueltas, a difuminarse y las voces de sus compañeros y los sonidos de la lucha se alejaban. Después todo es volvió negro y la joven quedó estirada en el suelo sin reaccionar.

El mobiliario cobró vida ante sus ojos y empezaron a atacar al grupo. Kenshi se quedó paralizado viendo la situación sin saber como reaccionar, aunque no tardó en salir de su bloqueo al ver a Kalicalwe recibir tal duro golpe y como su querida compañera se desplomaba en el suelo a causa del ataque de un reloj y un candelabro.

No pudo casi ni nombrar a Zila cuando los dos atacantes de su compañera se abalanzaron contra él, pudiendo reaccionar a tiempo eludiendo sus ataques.

- ¿Pero que narices les pasa a todos los que nos atacan?. Siempre acabo siendo el objetivo a la vez de varios. - Buscó un hueco para lanzar un ataque al reloj esperando que tuviese los minutos contados.

Thorgus hizo caso a Moris, pero no al 100%, no fue a por el Banco sino a por el candelabro. Había demasiada gente con el Banco y no quería herir a nadie vista su pericia con la cimitarra así que sin titubear se dirigió hacia donde estaba Keishi para echarle una mano con el mobiliario. Como iba a contar que se tuvo que enfrentar a plantas, lobos, monstruos vegetales y candelabros, parecía sacado de un cuento para niños. 

Dagmar se giró para hacer frente al banco sin mucho éxito, aunque gracias a que Moris resultó un estorbo, logró hacerle algo de daño. Y entonces notó como el arma con el que había atacado se quedó pegada al banco. Phenios corrió la misma suerte, pues logró hacer astillas parte de su cuerpo, pero también sintió que podía perder su arma. 

Mientras tanto Barrabás se esforzó en escapar de aquella criatura aunque perdió a su fiel compañera en el intento. Kalicalwe vio claramente que podía ejecutar un golpe certero en lo que creía que podía ser el corazón de la criatura, pero se equivocó, aquel mueble no parecía tener pinta de tener puntos críticos por lo que hizo el mismo daño que en cualquier otro momento. 

Finalmente Kenshi y Thorgus intentaron atacar al reloj contra el que se estaba enfrentando sin ningún éxito. 

Una vez más, el banco que se sentía rodeado, volvió a alargar dos de sus patas para golpear esta vez a Phenios, que por suerte logró esquivar sin mucha complicación.

Después el reloj y el candelabro siguieron su particular lucha contra el elfo teniendo el mismo éxito de siempre.

Hasta aquí has llegado - Barrabás levantó el espadón y lo dejó caer con todo su peso sobre el fuerte y mágico tablón del banco esperando destrozar aquel elemento disruptivo que tantas heridas había dejado en el grupo de aventureros. 

Buscó con la mirada los ojos del elfo Phenios, esperando que no se desplomara allí mismo - Aguanta elfo

Como le había sucedido a Barrabás, su arma se quedó atorada en el banco encantado. Incapaz de retirarla, a pesr de tirar de ella con rabia, la soltó y blandió, en su lugar, el arma que había dejado atrás el Azote de Hextor. No era tan hábil con el mangual como con el mandoble, pero sabía cómo utilizarlo, aunque por el momento, la criatura se retorcía como una culebra y evitaba sus golpetazos.

Parecía una mala pesadilla de la que iba a despertar en cualquier momento, no sabía cuanto le quedaba al banco para estar destruido así que le volvió a atacar con una combinación de espada larga y corta acertando con mucha precisión, sólo esperaba que con esto fuera ya suficiente.

Pese a que Phenios logró evitar perder su arma no tuvo la misma fortuna en blandirla contra aquel banco endemoniado.

- ¿Cómo puede aguantar tanto? ¡Maldito mobiliario aseseno! - estaba perplejo con la situación pero continuaría combatiendo mientras el cuerpo se lo permitiese - A ver si entre todos lo convertimos en serrín.

La piel se le terminó de descascarillar a Moris para revelar una celeste y púrpura que buscó esconder, pues no podía procesar en aquel momento la bendición vertida sobre ella, debía auxiliar a los demás en aquel terrible momento y arrancarle la victoria a aquellos muebles encantados.

Puñal en mano lanzó tajos para acosar al banco y que no pudiese herir tan fácilmente al malherido elfo.

- Por la Dama Carmesí, aguantad - le rogó al elfo, su voz quebrada por los nervios y la dicha -. Hay en mí poder para una última sanación que no creía posible.

La pelea se había igualado gracias al apoyo de Thorgus, aunque de la misma forma que Kenshi esquivó sus ataques ellos hicieron lo mismo con los suyos. Costaba localizar un punto vulnerable así que probo un pequeño engaño. Sus movimientos y su miraba se centraron en el candelabro pero al realizar el ataque la dirección del arma viró en dirección al reloj.

De reojo podía ver el combate que estaban teniendo sus compañeros contra el banco. - ¿No podéis pegarle fuego al banco? Aquí tengo un candelabro que os podría ser de ayuda. - Dijo con sorna mientras volvía a centrarse en sus oponentes e intentaba no pensar en su compañera ya que la veía respirar y no daba la sensación de que estuviese sufriendo.

-Aaaaaghhhhh. 

Thorgus soltó un grito antes de volver al ataque, se sentía como un escudero en prácticas aprendiendo a golpear. Primero el pantano y después ver caer con esa facilidad a Socar parecían haber hecho mella en los ataques del enano, aun así siguió atacando, esta vez al candelabro que había quedado libre. 

Barrabás descargó su espadón contra aquella criatura, sin llegar a destruirla como pensaba y volviendo a sentir como podía perder su arma en el intento. Algo que le pasó a Dagmar que no logró sacarla y tuvo que enfrentarse ahora con su mangual, con el que era mucho menos diestro y que falló en el intento.

Kalikcalwe ejecutó sus dos ataques a la perfección encajando sendos tajos en el banco y sin que siguiera siendo suficiente para derrotarle. El guerrero tuvo de nuevo la misma sensación de que podía perder sus armas si no lograba despegarlas a tiempo.

Por su parte, Kenshi y Thorgus seguían luchando contra el candelabro y el reloj, esta vez encajando un buen corte al reloj pero sin que tampoco fuera suficiente y otro al candelabro que finalmente lo dejó inerte en el suelo. El reloj trató de devolverles el golpe, pero siguió teniendo el mismo éxito que en asaltos anteriores.

El banco esta vez golpeó a Dagmar que la enganchó con sus dos brazos y la desgarró el cuerpo dejándola inconsciente en el suelo. El banco había tenido varios intentos y esta vez había logrado su objetivo.

Barrabás golpeó con todas sus fuerzas y tuvo que apartar el banco de un gran empujón para arrancar el espadón de sus pegajosas tablas. Por fin todo había acabado pensaría Barrabás tras el golpe. Pero nada más lejos de la realidad. Mellado y lleno de astillas, aquel mueble seguía plantando cara al grupo de aventureros. Barrabás había luchado contra varios tipos de seres desde que llegara a Tormentos, pero nunca había tenido un enemigo tan formidable y a la vez terrorífico. No sangraba, no podía adivinar el miedo y no iba a rendirse.

Aquel banco se retorció sobre sí mismo, pensando en su próxima víctima y Barrabás se preparó para encajar el golpe cuando se lanzó contra Dagmar, haciéndole añicos con un fortísimo golpe. Ya eran dos los que caían en gloriosa batalla desde que comenzara aquella campaña contra el castillo del Bosque Terrorífico, cuyo nombre empezaba a estar más que justificado.

Durante un momento observó a Kalicalwe y a Phenios...

Me llamo Phenios, apodado el Yermo, imagino que yermo de ortodoxia y memoria pues ni me surgen los modales ni recuerdo ahora quién me bautizó así. Ruego me permitáis acompañaros y seros de servicio, juro por mi arco, lo único que poseo, que no habréis de arrepentiros en batalla.

 Eres bienvenido, como habrás escuchado antes, soy Kalicalwe, guerrero elfo del estilo de espadas gemelas

Recordó Barrabás aquel corrillo de elfos parlanchines que felices habían preparado su viaje a la aldea de Loto, cuando les oyó por primera vez en Tormentos. Recordó las miradas de suspicaz desconfianza por la presencia del orco, y como esas miradas se habían acostumbrado a su presencia, hasta parecer incluso familiares, parecía que había pasado una eternidad.

La sangre de Dagmar bañó el suelo, un guerrero caído en batalla, todo un honor que no siempre podía alcanzarse. Aún así, y como digo Moris en una ocasión, Barrabás no deseaba que el nombre de ninguno de los tres se escribiera hoy en el libro de los huesos.

Trató de concetrarse en la batalla, alejando aquellos sentimientos y buscando el punto más frágil de aquella estructura de madera. Aprovechando como estaba en aquella desventaja posición descargó un golpe vertical destinado en exclusiva a partirlo en dos y acabar con aquel circo sangriento

El maldito banco seguía dando guerra, y faltó poco para que se quedase con alguna de sus armas o incluso ambas pegadas a él. 

Dagmar, uno de los pilares cuerpo a cuerpo del grupo, había caído, la cosa se ponía fea.

Se sintió aliviado de tener a Moris cubriéndole las espaldas, su ayuda hasta ahora siempre ha sido vital.

No pasó desapercibida la mirada del orco hacía él, Barrabás estaba demostrando ser un guerrero de gran fuerza y diestro, él también estaba herido casi como Kalicalwe.

Tampoco pasó desapercibido para el guerrero elfo como Kenshi y Thorgus se las estaban apañando bien con el reloj y el candelabro.

Enfrentó de nuevo sus armas al banco intentando flanquear junto con el orco.

- ¡Dagmar! - Phenios quedó sobrecogido por la ferocidad del ataque que había sufrido la guerrera y arremetió con su espada para sumar sus fuerzas a los demás, de una vez tenía que morir aquel monstruo - ¡Que alguien despierte a Zila! ¡No podemos prescindir de nadie!