Partida Rol por web

Más le hubiera valido perder los ojos que la nariz con aquel insaciable limo pues ahora se los hubiera arrancado del horror que sintió al ver al fantasma de la mujer materializarse en el mundo de los vivos con aquella mirada de loca.

- ¡Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!- Sapo volvió a gritar  y antes d echar a correr pudo comprobar que se había meado encima. De nuevo dio las gracias pro estar invisible. Recuperó a su serpiente y salió corriendo en busca de Fedora "la material" o la vistana que les había ayudado con la ouija.

- FedOOoooraaaAA, FedoooOOOoooraaaAAAaaaa. Nuestros amigos quieren recuperar sus cuerpos, pero la barrera levantada por Madame Eva no les deja acercarse, Ahora ya está rota y Leyla viene a tomarse la justicia pro su mano. ¡Viene a por el padre del niño!- Confesó arropado por su invisibilidad y sin pararse en ningún momento.

Al pasar Leyla a su lado, dejó abiertas sus defensas y Fedora, la de verdad, le arreó un puñetazo inmaterial que habría sido más dañino en el plano material, pero aún así consiguió darle. De paso, aprovechó su momento para golpearla por segunda vez.

- ¡Ahorrra, camarrrradas. Todos juntos acabarrrremos con fantasma, da! - Animaba la guerrera a todos sus camaradas para que siguieran su ejemplo y el del druida amigo de los perros.

Mientras tanto, en el plano material, Suse, en el cuerpo de Fedora, era testigo de los poderes mágicos del gnomo desnarizado. Se sorprendió nuevamente al ver a su camarada volverse invisible y situarse tras sus faldas, buscando refugio y ayuda. En otro momento, puede que Suse se revolviese contra el pequeño mago, pero ahora había decidido ayudarlo. Después de todo, los magos eran listos y poderosos, o eso pensaba.

- ¡Quítame las manos de encima, sucio mequetrefe! Ponte detrás de mi pero no me toques, desnarizado repugnante. - Le dijo en un común normal, sin "erres", lo que delataba quién estaba en el cuerpo de Fedora.

Lo que no tenía tan claro era si aquel fantasma que se materializó delante de ellos, podría usurpar el cuerpo de Fedora de igual forma que el tipo apodado "El Hombre", que llevaba un extraño sombrero, estaba siendo poseído, a todas luces. Después de todo, el cuerpo de Fedora ya estaba ocupado por demasiada gente...

- Mierda, necesito un arma para enfrentarme al tipo del sombrero. ¿No tienes una daga o algo que pueda usar? - Le preguntó al gnomo que se ocultaba tras sus faldas.

La semiorca no veía otra cosa que no fuera su escultural cuerpo yaciendo en el suelo como un cascarón vacío. Se precipitó hacia él y se introdujo con gran alivio como quien llega al hogar después de haber sido secuestrado por una horda de goblins dementes y se pone cómodo con sus gayumbos de andar por casa

Se incorporó, abrió los ojos y aspiró con fuerza aire en sus pulmones materiales para hablar en voz alta: - Raúl, su marido, la traicionó, fue él quién la entregó a los guardias! Cortadle la cabeza y el espíritu descansará en paz!

En realidad le daba igual si mataban a Leyla o a Raúl. Haría lo que madame Eva le pidiese con tal de ganarse su favor (y que no le pusiera dos velas negras).

Bien ya tenemos dos tácticas, matar al marido por parte de Quiora o al espíritu (se puede matar algo que es ectoplasma?).

Menom no estaba para debates, así siguió usando sus poderes. Pero no lograba enfocar la energía como en el plano material.

Gabriel Alarico pensó que no tenía más remedio que acabar con Leyla antes que se apoderase de uno de los cuerpos. Y tal vez pudiera hacerlo si lograban, entre todos, dar algunos golpes a ese ser.

- Todos a una contra ella- dijo mientras se arreglaba para golpearla en dos ocasiones; una al pasar la fantasma junto a él, y otra vez al lanzarse nuevamente contra ella.

El esfuerzo de entrar en su propio cuerpo, después de los poderes desplegados, convirtió el cuerpo de la semiorca en una prisión. Quiora no tenía suficiente voluntad para mover su cuerpo, y mucho menos para hablar. Sus balbuceos hicieron que la baba acumulada hiciese borbotones en su boca antes de resbalar por su mejilla. Sobre ella, su mirada perdida enfocaba las estrellas del cielo nocturno. Las palabras con las que Quiora intentó malmeter nunca fueron pronunciadas, por lo menos de una manera inteligible.

Más le habría valido a Quiora haber ayudado a los demás. Leyla estaba muy magullada. Si tan solo Menon hubiese tenido más puntería con sus rayos psíquicos... o Genann no hubiese pasado de largo en el requiebro que hizo Leyla mientras era perseguida... Mientras, Raúl se puso en pie y tendió la mano a Niko.

Niko, abrázate a mí. Yo te protegeré del fantasma.

Leyla se introdujo en uno de los cuerpos vacíos de los aventureros. Al haberse manifestado en mitad del campamento, Sapo, Quiora o Heian había visto que se había metido en el cuerpo de Menon. Los que se mantenían en su forma espiritual no sabían qué rostro tenía ese cuerpo, pero sí tenían localizados entre todos los bultos aquel elegido por Leyla para poseerlo.

 ¡MUAHAHAHAHAHA...!

No, la suerte no estaba de su lado. Cada paso adelante iba acompañado de los consabidos dos pasos atrás. Y ahora Leyla, que podría haber acabado de regreso a su plano, magullada y dolida, hasta recuperarse, acababa de entrar en el cuerpo Menon. Y eso no era bueno. De ocupar un cuerpo, debería haber sido el suyo, un bonito cuerpo de druida que no servía de gran cosa y que en batalla no hacía mucho. Y con los perros del campamento hubiera bastado para derrotarle.

Pero de nada servía dolerse o lamentarse. Era hora de seguir actuando, de dar un nuevo paso adelante. Y así, Genann se lanzó a ocupar su cuerpo.

Mierda, mierda, mierda! Ese espíritu del ***** había entrado en su cuerpo, con estos compañeros podía darse por muerto ya que nunca pensaban antes de golpear! Tenía que recuperarlo antes de que fuera tarde o se quedaría como espíritu errante por siempre.

A todo lo que da su fantasmal figura se acerca a su cuerpo esperando entrar en el.

Sapo no se había convertido en un "perdido" pero iba de camino. Escuchó con horror las amenazas e insultos de Suse y fue a sacar su "pincho" para acabar con ella cuando se le resbaló de las manos haciéndose material en los pies de la mujerona. ¿Cómo pesaba tanto su querida daga? Invisible como estaba caminó con dificultad hacia el causante de todo aquel caos que no era otro que el padre del niño, que usaba a su propio hijo como escudo humano. ¡Qué rastrero!

Está dentro del de la capucha, ¡matad al espectro mientras está dentro!

Un grupo de gitanos armados con navajas rodeó al risueño Menon. Entonces, el alma de Menon se introdujo en su cuerpo expulsando a Leyla otra vez a flotar sobre el campamento. Los vistani dejaron de querer linchar a Menon y agitaron las navajas en el aire sin lograr herir al fantasma.

¡Las armas! ¡Las armas! ¡Traedme un arma y yo la encantaré para que pueda dañar al espectro en esa forma!

Mientras, Genann volvió a tener control de su cuerpo. Su búho ululó. El perro de Corvino empezó a ladrar. Y había por algún lado, en el suelo, una daga. De Sapo no se sabía nada, ni falta que hacía.

- Trae acá. Yo me ocuparé de estos fantasmas. - Dijo Suse al gnomo, mientras recogía la daga que le había tirado a sus pies.

En cuanto la agarró, trató de acercarse a la mujer, Marcella, que hablaba sobre encantar un arma para dañar a los espíritus, cosa extraña para Suse.

- Brujería... Si puedes hacer eso, aquí me tienes a mí con un arma. Vamos, mujer, encanta la daga para que pueda encargarme de los espíritus del demonio. ¡Rápido! - Metía prisa Suse a la mujer, en parte por su propio miedo a lo desconocido.

Mientras tanto, en el plano inmaterial, la buena de Fedora trató inútilmente de volver a golpear con un puñetazo etéreo a Leyla, con tan poca fortuna que no sirvió de mucho.

- Catastrrrrrofffff, catastrrrrroffffff. Tinierrrr que haserrrr algo... - Empezaba a decir Fedora, mientras sopesaba que hacer al respecto.

Viendo que sus opciones en el plano en el que estaba se reducían, vió que tal vez podría volver a su cuerpo físico. Con las defensas paranormales del demonio bajadas, viendo que ya había hecho gala del poder de concentración para trascender al plano físico, unido a que se veía que Suse, portadora de una daga, no las tenía todas consigo por enfrentarse a fuerzas que desconocía, lo intentó.

La pelirroja se concentró nuevamente, tratando de volver a su cuerpo. Apretó los dientes, sintió un sudor frío y con todas sus fuerzas deseó volver a su envoltura corporal y de paso relegar a Suse a su subconsciente.

Menon volvió a su cuerpo como el que cae desde una catarata, pero con la diferencia de que seguramente sentiría menos dolor...casi no podía sentir su cara, culpa seguro de las atenciones de la múltiple Fedora, pero ahora el tema era librarse del espíritu.

Con presteza se puso en pie y volvió a intentar atacar con sus rayos, pero la vuelta al cuerpo físico aún le tenía agarrotado.

Alarico, aprovechando que el fantasma había sido nuevamente expulsado, trata de golpear al mismo, logrando alcanzarle nuevamente, intentando deshacer y expulsar su ya muy debilitada forma ectoplasmática.

El regreso al cuerpo fue un verdadero renacimiento y Genann, en su pasar de un estado a otro se sintió momentáneamente desorientado. Sus ojos pasaron a verlo todo nítidamente y en color y su cuerpo reexperimentó las sensaciones propias de todo mortal. Desde el pedo que pugnaba por salir, al cosquilleo del hambre pasando por el picor de las picaduras de pulga del campamento. 

Así que el druida poco más hizo que lanzar un silencioso y maloliente cuesco, rascarse y escuchar a su estómago gruñir. 

El último puñetazo de Alarico "terminó" con Leyla. El fantasma emitió un alarido que les heló la sangre. Los vivos solo vieron a Leyla desaparecer, pero los que aún mantenían sus almas fuera de sus cuerpos pudieron ver al ectoplasma formar un ovillo, haciéndose cada vez más pequeño, hasta solo quedar una semilla. La hija de Corvino llegó en el último momento y estiró la mano. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, la semilla saltó a su palma.

Volverá. En veinticuatro horas la señora volverá. Y estará muy enfadada. Vosotros ya os podéis meter en vuestros cuerpos. Yo me la llevaré a otro lugar del bosque, y esconderé su semilla lo más lejos que pueda. Papá...

La niña se quedó mirando a su padre. Él tenía una decisión por tomar: acompañar a su hija por el plano etéreo, sin encontrar nunca la paz, o vengar la muerte de la pequeña y el suicidio de su esposa. El viejo recordó las palabras de Leyla en el sótano de la mansión: Corvino y Leyla eran iguales, dos seres consumidos por el odio y la amargura.

Leyla desapareció sin motivo aparente a los ojos de los vivos, emitiendo un alarido espeluznante como despedida. Poco a poco los cuerpos de los viajeros empezaron a recobrarse a medida que volvían a sus almas. Aún así, los supersticiosos vistani seguían esperando que Leyla reapareciese.

Formad un círculo. Juntaos. Vigilaos las espaldas. Hoy no dormirá nadie más hasta que amanezca.

Por fortuna, eso evitaba que les echasen del campamento: demasiado asustados como para prescindir de la ayuda de aquellos que derrotaron al espectro la última vez. Eso tenía otra ventaja: no tendrían que cruzar el Crisol en plena noche, sino que podrían hacerlo a la luz del alba.

Alarico entró en su cuerpo, por supuesto. Y con cierta satisfacción, por qué no decirlo. No obstante, miró a Corvino. Con cierta compasión, quizás, pero con sinceridad. 

- Si de verdad amas a tu hija, Corvino, le ayudarás a abandonar su condición de fantasma. No te unirás a ella ayudándola a permanecer en un lugar en el que no debe estar, y estando tú con ella. Pero es tu decisión

Luego, tras volver a su cuerpo, miró a Marcella mientras, sin el menor disimulo, comprobaba que tuviera todo su equipo encima. Incluido su oro. Tras comprobarlo, habló a la gitana. 

- Quiero hablar con Madame Eva. Es necesario para todos.

Sapo se sintió más tranquilo cuando el fantasma de Leyala se convirtió en semilla y... todo arreglado. Bueno, no todo, quedaba el asunto de Corvino, s hija y el jucio que seguramente tendría que haber para el padre del niño, el tal Raúl. Porque esperaba que eso fuera a ser lo que Alarico hablara con Madame Eva. Él, por si acaso, iba a vigilar mientras durase su conjuro lo que hacía el padre del niño. No se fiaba ni un pelo.

- Yo vigilaré al padre.- Le susurró al oído a Alarico.

Menon se sentó junto al tronco de un árbol, la experiencia astral había sido agotadora y por poco lo matan sin estar en su cuerpo, ya lo que hubiera faltado.

- Corvino hará lo que crea conveniente, pero ya has visto lo poco que se puede hacer en ese plano, estando vivo eres más útil aquí.

Afortunadamente, todo acabó con el espeluznante grito de Leyla. No podía negar que sentía pena por aquella mujer, consumida por el deseo de vengar su muerte a manos de su esposo. Un deseo de venganza sustentado en la declaración de un soldado y que bien había podido ser una ultima muestra del desprecio de sus vengadores, que no querían siquiera darle el respiro de un reposo más allá de la muerte. 

Era necesario aclarar todo aquel embrollo e intentar que Niko sufriera lo menos posible. Y matar a su padre no era el camino adecuado. Aunque si todo era verdad y las razones de Leyla justificadas, aquel hombre debería pagar. Y nadie mejor que Madame Eva para impartir justicia de acuerdo con las leyes de su pueblo. 

-Yo te acompañaré -dijo en voz alta a Alarico-. Madame Eva debe ser puesta al tanto de todo este desastre. Y no estaría de más saber por qué nuestros cuerpos desaparecieron para ser trasladados hasta aquí. Hemos perdido un tiempo precioso y quién sabe qué más.